viernes, 31 de octubre de 2014

VENEZUELA: EL ESTADO COMUNAL, UNA REALIDAD REVOLUCIONARIA PENDIENTE


                                                
--o--
Un Tema de Actualidad

VENEZUELA:
EL ESTADO COMUNAL,
UNA REALIDAD REVOLUCIONARIA PENDIENTE

Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)
El Comandante Hugo Chávez, reflexionando sobre el avance del proceso de constitución de las comunas en Venezuela como nueva realidad de la transformación política, social, cultural y económica a la cual debieran sumarse todos los revolucionarios y chavistas del país, indistintamente de su posición jerárquica y de su capacidad intelectual, expresó con cierta dureza a sus ministros el 20 de octubre de 2012: “Creo que tenemos unos nuevos códigos; creo que tenemos una nueva arquitectura legal, jurídica, empezando por la Constitución; tenemos leyes de consejos comunales, leyes de comunas, economía comunal, las leyes de los distritos motores de desarrollo; pero no le hacemos caso a ninguna de esas leyes; nosotros, que somos los primeros responsables de su cumplimiento Yo espero ver respuestas a estas reflexiones y a esta autocrítica pública que estoy haciendo.” Este ejercicio frontal de crítica y autocrítica revolucionaria del Comandante Chávez sólo tuvo un eco en los sectores populares, siendo un simple saludo a la bandera para quienes ostentan cargos gubernamentales y partidistas, quedando todo en una aspiración inconclusa. Sin embargo, las palabras de Chávez aún resuenan entre aquellos revolucionarios y chavistas que no claudican, a pesar de los múltiples obstáculos y adversidades que enfrentan en su empeño por hacer realidad los cambios y las condiciones que servirán de fundamentos para la construcción revolucionaria y socialista del Estado Comunal que regiría Venezuela en los próximos años.
Teniendo en cuenta la vigencia de las Leyes del Poder Popular, las cuales comprenden la Ley Orgánica del Poder Popular, la Ley Orgánica de Comuna, la Ley Orgánica de Contraloría Social, la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal y la Ley Orgánica de Planificación Pública y Popular, además de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que consagra el ejercicio pleno de la democracia participativa y protagónica por parte del pueblo organizado, es de comprenderse la indignación de Chávez, puesto que su aplicación es muchas veces saboteada por aquellos que dicen responder a la voluntad del poder popular, cuestión que ha dificultado sumamente que éste último pueda asumir el protagonismo que le corresponde y, en consecuencia, convertirse en el artífice de la nueva realidad por construirse en el país. Aun así, existen organizaciones e individualidades revolucionarias y chavistas que pugnan por llevar a cabo este importante cometido, tomando en sus manos el legado del Comandante Chávez.
Convencidos de su tarea revolucionaria, estas organizaciones e individualidades chavistas y revolucionarias han delineado lo que serían los rasgos distintivos del Estado Comunal:
-1.- El poder es ejercido directamente por el pueblo (Democracia directa).
-2.- Conformación de un modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno sustentable (Bien común)
-3.- La célula fundamental de conformación del Estado Comunal es la comuna (Transformación estructural del Estado). Su puesta en práctica, indudablemente, supone una confrontación con el viejo modelo civilizatorio existente; de ello dependerá que continúe y se fortalezca el proceso revolucionario bolivariano socialista en Venezuela para ejemplo de los pueblos de nuestra América y del mundo.
de: ARGENPRESS <argenpress@gmail.com>
fecha: 28 de octubre de 2014, 12:38
asunto: ARGENPRESS.info - Resumen de noticias del 28/10/2014
lista de distribución: argenpress.googlegroups.com
enviado por: googlegroups.com
firmado por: gmail.com MARTES, 28 DE OCTUBRE DE 2014
        Nota.-
        El actual Estado venezolano es un Estado capitalista. Esto nadie lo niega, y menos el propio gobierno (Chávez primero, Maduro después) Y sobrevive por la renta petrolera, que antes iba a los bolsillos de la clase dominante y ahora mayormente se distribuye entre la población, como en el sistema de Misiones y que son de tres tipos: Educativas (M. Sucre, M. Robinson, M. Rivas), De Servicios Básicos (M. Barrio Adentro, M. Habitat, M. Vivienda, M. Mercal), Misceláneas (M. Guaicaipuro, M. Identidades, M. Agro) En total, son más de 20 misiones, incluyendo Plan Bolivariano.
        Pero el proyecto del Socialismo Siglo XXI plantea la construcción de un Estado Comunal. El artículo señala las características principales de este Estado Comunal. La  tercera característica es la clave:
La célula fundamental de conformación del Estado Comunal es la Comuna
        Y agrega que se trata de la Transformación estructural del Estado. Sin duda alguna, su puesta en práctica supone una confrontación con el Estado de viejo tipo. Y por eso recibe mayor resistencia, por fuera y hasta por dentro del mismo Gobierno.
        Con la Comuna de París, hay tres experiencias históricas de referencia:
ESTADO FEUDAL
ESTADO CAPITALISTA
ESTADO SOCIALISTA
Derechos señoriales
Ejército permanente
Pueblo en armas
Privilegios locales
Policía política
Milicia civil
Monopolios municipales
Burocracia estatal
Administración técnica
Monopolios gremiales
Clero oficial
Organización laica
Códigos provinciales
Magistratura servil
Derecho poblano
        Así como el capitalismo barrió la basura feudal, el socialismo tiene que barrer la basura capitalista. La Comuna no está para sobrevivir al lado del distrito (municipio, parroquia) sino para sustituirlo. Es la célula básica de producción-administración-gobierno-defensa. En ella se desarrolla el sistema mipyme (micro, pequeña y mediana empresa), que en el sistema capitalista es el que paga más impuestos exonerando de manera abierta o encubierta a la gran propiedad privada nacional, mixta, transnacional.
        El socialismo pone al derecho la relación de propiedad capitalista: privada-.individual-personal-social. La cambia por su relación de propiedad: social-personal-individual-privada. Lo que cuenta es qué propiedad eminente está al mando.
        En la Comuna funciona la economía mercantil socialista. No es lo mismo producción mercantil (que tiene 5 mil años) que producción capitalista (que sólo tiene 500 años) La producción mercantil no puede ser abolida por decreto; se extinguirá con el desarrollo del nuevo sistema. Mientras, si hay banco hay dinero, si hay dinero hay mercancía, si hay mercancía hay mercado, si hay mercado hay ley del valor. Pero en el socialismo el dinero es propiedad del pueblo trabajador.
        Y, lo más importante, en el Socialismo resurgirá el trabajo emancipado con su triple aspecto: ayuda mutua-cooperación solidaria-iniciativa individual. Por eso,
        ¡HAY, HERMANOS, MUCHÍSIMO QUÉ HACER!
Ragarro
31.10.14

jueves, 30 de octubre de 2014

Libros de José Carlos Mariátegui

El liderazgo de Putin asusta a Obama


Vicky Peláez
10:57 30/10/2014
Vicky Peláez
Cuando la verdad y la justicia están invertidas el resultado es tiranía y guerra (Melanie Philips, “The World Upside Down”)
Desde la muerte de Hugo Chávez el discurso internacional había perdido brillo, carisma y simpleza basada en la realidad.
“La verdad y la integridad son palabras compuestas de letras muertas. Nadie sabe ahora lo que significan”, dijo sobre este vacío el ex secretario asistente del Tesoro norteamericano, Paul Craig Roberts. Sin embargo, la vida da sorpresas y cuando el mundo ya se había acostumbrado a las palabras sumisas y entreveradas, el planeta quedó sorprendido por el discurso directo y sin ambages del presidente de Rusia, Vladímir Putin en el XI Reunión del Club Internacional de Discusión Valdái (Sochi, Rusia) a la que asistieron 108 expertos, historiadores y analistas de 25 países.
Sin rodeos y preámbulos, el presidente ruso expuso la verdad simple y llana sobre lo que está pasando en el actual sistema mundial que cada vez se muestra más “debilitado, fragmentado, deformado” y alejado de las nuevas realidades. Señaló a los Estados Unidos que al sentirse ganador de la Guerra Fría creó “condiciones para un agudo y profundo desequilibrio” internacional. Remarcó que en la “situación cuando estamos frente a la dominación por un país y sus aliados o sus satélites, entonces la búsqueda de las soluciones globales es convertida en un intento de imponer sus propias recetas universales”.
Ya era hora para que Rusia expusiera abiertamente su rechazo a las condiciones que está tratando de imponer el “Gran Patrón” o el “Hermano Mayor” para el crecimiento de la anarquía global “cuando la seguridad de cada país depende de la cantidad de bombas que tiene este país”. Siguiendo la consigna de George Orwell: “la Guerra es La Paz”, Washington “declaró abiertamente su derecho de usar su fuerza militar unilateralmente en cualquier lugar del mundo para proteger sus intereses”, lo afirmó el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.
Convencido de la situación excepcional de Norteamérica, que supuestamente fue otorgada al país por Dios, la Historia y el Destino y seguro de tener la “mejor fuerza de combate que el mundo alguna vez haya visto”, Barack Obama, guiado por sus asesores halcones como Samantha Powers, Susan Rice, Victoria Nuland, Rahm Emanuel, Zbigniew Brzezinski y muchos otros decidió, después de orquestar el golpe de Estado neonazi en Ucrania, echarle el ojo a Rusia. Y no es nada nuevo en esto pues desde el Siglo XVIII Occidente no puede dormir tranquilo sabiendo que un dos por ciento de la población mundial controla el 20 por ciento de los recursos naturales del planeta.
Para poner en marcha su plan de sumisión de Rusia, Washington, irritado por el famoso discurso de Putin sobre Crimea pronunciado el 18 de marzo pasado, decidió castigar a Moscú haciendo abaratar el precio de petróleo. Al comienzo de abril de este año Irak aumentó súbitamente la exportación del oro negro que en 85 por ciento es controlado por EEUU, Gran Bretaña, Francia, Japón, Canadá y Holanda, a 2,2 millones de barriles diarios. La idea que el mercado define el precio de petróleo es una ilusión pues actualmente el valor de todos los recursos energéticos es establecido por Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Citigroup y Morgan Stanley que son sus principales especuladores.
A la vez, los medios de comunicación globalizados empezaron una abierta guerra mediática contra Rusia acusando a este país de ser responsable de lo que sucedió en Ucrania, atribuyéndole inclusive la autoría del propio Maidan y señalándolo como un potencial agresor que hace poner en peligro la seguridad de los países de la Unión Europea, especialmente la de sus vecinos del Mar Báltico.
Para los gobiernos de Washington y Bruselas, que estuvieron detrás de aquella avalancha mediática contra Rusia, la desinformación esgrimida por los periodistas globalizados fue  pretexto suficiente para empezar una agresiva y cada vez más creciente campaña de sanciones económicas y financieras contra Rusia. Utilizaron la misma consigna de Richard Nixon aplicada a Chile de Salvador Allende: “hacer chillar la economía del país rebelde”. Lo que olvidaron es que Rusia no es Chile, sino una potencia nuclear y Putin no es Salvador Allende dubitativo en tomar decisiones. El reciente discurso de Putin en el fórum Valdái lo ha demostrado.
El presidente Obama, acostumbrado a la obediencia de sus satélites incondicionales europeos, no pudo disimular su irritación y debilidad. Señaló a Moscú como “uno de los peligros, junto con el virus Ébola y el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), que amenazan la seguridad del planeta”. La presente guerra mediática contra Rusia está acompañada también, según el periodista de The International Forecaster, Jamas Corbeett por el “terrorismo mediático” en los países occidentales para cundir el pánico debido a la propagación del Ébola y mantener a su pueblo atemorizado. Por algo dijo alguna vez el famoso historiador norteamericano, Howard Zinn que el “mayor problema de Estados Unidos es obediencia civil” y la misma conclusión es válida también para los países de la Unión Europea.
Resulta que los medios de comunicación globalizados, según el libro del periodista alemán Udo Ulfcotte, “Gekaufte Journalisten” (Periodistas Comprados), “la cooperación del “Cuarto Poder” con los servicios de inteligencia, organizaciones transatlánticas, bancos, corporaciones y multimillonarios constituye la “Quinta Columna”. Ulfcotte confesó que “fue educado para mentir, traicionar y no decir la verdad al público” y lo hizo durante 25 años. Declaró que “no es correcto lo que hice en el pasado manipulando la gente, hacer propaganda contra Rusia y no es correcto lo que mis colegas están haciendo y lo que hicieron en el pasado, porque están comprados para traicionar a la gente”. En las últimas páginas de su libro dijo tener “miedo a una nueva guerra en Europa. Siempre hay gente que promueve la guerra y no sólo los políticos sino los periodistas también”. Atreverse a decir la verdad le ha costado caro a Udo Ulfcotte, se ha convertido en el blanco de la prensa globalizada y ya sufrió tres ataques al corazón.
Mientras tanto Barack Obama sigue adelante, no solamente con la retórica de la guerra fría sino repite las acciones de sus predecesores de aquella época. Recientemente ordenó a la 4 División de Infantería con sede en Colorado participar en las maniobras de la OTAN en Alemania bajo el nombre “Resolución Combinada” para “detener la agresión rusa”. En los años 1970 y 1980 se hacían los mismos ejercicios militares bajo el nombre “Reforger” para preparar a los soldados para una posible guerra contra la Unión Soviética. Por supuesto que el complejo militar industrial norteamericano estará de fiesta. En 2013, EEUU vendió armas por 66.3 mil millones de dólares y este año la ganancia será mucho más grande con la ayuda mediática que, usando la técnica llamada por el profesor James Tracy “Ingeniería del Consentimiento”, convencerá al sumiso pueblo norteamericano de la necesidad de aumentar los gastos militares pues “the Russians are Coming” (Ya Vienen los Rusos).
El 27 de setiembre pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov advirtió en las Naciones Unidas que “EEUU y la OTAN están arriesgando una guerra global” olvidándose lo que pasó a Napoleón, a Hitler y a sus respectivos países. Dijo que “posiblemente el tercer intento de conquistar y subyugar a Rusia podría llevar no solamente a la guerra que incluirá grandes territorios del mundo sino podría terminar en el último declive del capitalismo, un sistema económico basado en el imperialismo”.
El famoso poeta soviético Rasul Gamzatov nacido en Daguestán escribió alguna vez que “Si disparas al pasado con el revólver, el futuro te disparará con el cañón”. ¿Lo entenderá Barack Obama y sus iluminados globalizadores? ¿Volverá a caer el pueblo norteamericano en sus cuentos? Quién sabe.

martes, 28 de octubre de 2014

SOCIALISMO

--o--

Un Tema de Actualidad

SOCIALISMO



Primer Paso

            Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben en ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas progresivas de la formación económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónicas no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa, brinda, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la humanidad.

Carlos Marx

Prólogo a Contribución a la crítica de la economía política

Londres, enero de 1859

Segundo Paso

            Ahora bien, la historia del desarrollo de la sociedad difiere sustancialmente, en un punto, de la historia del desarrollo de la naturaleza. En ésta -si prescindimos de la acción inversa ejercida a su vez por los hombres sobre la naturaleza-, los factores que actúan los unos sobre los otros y en cuyo juego mutuo se impone la ley general, son todos agentes inconscientes y ciegos. De cuanto acontece en la naturaleza -lo mismo los innumerables fenómenos aparentemente fortuitos que afloran a la superficie, que los resultados finales por los cuales se comprueba que esas aparentes casualidades se rigen por su lógica interna-, a nada se llega como a un fin propuesto de antemano y consciente. En cambio, en la historia de la sociedad, los agentes son todos hombres dotados de conciencia, que actúan movidos por la reflexión o la pasión, persiguiendo determinados fines; aquí, nada acaece sin una intención consciente, sin un fin propuesto. Pero esta distinción, por muy importante que ella sea para la investigación histórica, sobre todo la de épocas y acontecimientos aislados, no altera para nada el hecho de que el curso de la historia se rige por leyes generales de carácter interno. También aquí reina, en la superficie y en conjunto, pese a los fines conscientemente deseados de los individuos, un aparente azar; rara vez acaece lo que se desea, y en la mayoría de los casos los muchos fines propuestos se entrecruzan unos con otros y se contradicen, cuando no son de suyo irrealizables o son insuficientes los medios de que se dispone para llevarlos a cabo. Las colisiones entre las innumerables voluntades y actos individuales crean en el campo de la historia un estado de cosas muy análogo al que impera en la naturaleza inconsciente. Los fines de los actos son obra de la voluntad, pero los resultados que en la realidad se derivan de ellos no lo son, y, cuando parecen ajustarse de momento al fin propuesto, a la postre encierran consecuencias muy distintas a las propuestas. Por eso, en conjunto, los acontecimientos históricos también parecen estar presididos por el azar. Pero allí donde en la superficie de las cosas parece reinar la casualidad, ésta se halla siempre gobernada por leyes internas ocultas, y de lo que se trata es de descubrir estas leyes.

            Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y la resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia. Importa, pues, también lo que quieran los muchos individuos. La voluntad está determinada por la pasión o por la reflexión. Pero los resortes que, a su vez, mueven directamente a éstas, son muy diversos. Unas veces son objetos exteriores; otras veces motivos ideales: ambición, “pasión por la verdad y la justicia”, odio personal, y también manías individuales de todo género. Pero, por otra parte, ya veíamos que las muchas voluntades individuales que actúan en la historia producen casi siempre resultados muy distintos de los propuestos -a veces incluso contrarios-, y, por tanto, sus móviles tienen también una importancia puramente secundaria en cuanto al resultado total. Por otra parte, hay que preguntarse qué fuerzas propulsoras actúan, a su vez, detrás de esos móviles, qué causas históricas son las que en las cabezas de los hombres se transforman en estos móviles.

            Esta pregunta no se la había hecho jamás el antiguo materialismo. Por esto su interpretación de la historia, cuando la tiene, es esencialmente pragmática; lo enjuicia todo con arreglo a los móviles de los actos; clasifica a los hombres que actúan en la historia en buenos y en malos, y luego comprueba que, por regla general, los buenos son los engañados, y los malos los vencedores. De donde se sigue, para el viejo materialismo, que el estudio de la historia no arroja enseñanzas muy edificantes, y, para nosotros, que en el campo histórico este viejo materialismo se hace traición a sí mismo, puesto que acepta como últimas causas los móviles ideales que allí actúan, en vez de indagar detrás de ellos, cuáles son los móviles de esos móviles. La inconsecuencia no estriba precisamente en admitir móviles ideales, sino en no remontarse, partiendo de ellos, hasta sus causas determinantes. En cambio la filosofía de la historia, principalmente la representada por Hegel, reconoce que los móviles ostensibles y aun los móviles reales y efectivos de los hombres que actúan en la historia no son, ni mucho menos, las últimas causas de los acontecimientos históricos, sino detrás de ellos están otras fuerzas determinantes, que hay que investigar; pero no va a buscar estas fuerzas en la misma historia, sino que las importa de fuera, de la ideología filosófica. En vez de explicar la historia de la antigua Grecia por su propia concatenación interna, Hegel afirma, por ejemplo, sencillamente, que esta historia no es más que la elaboración de las “formas de la bella individualidad”, la realización de la “obra de arte” como tal. Con este motivo, dice muchas cosas hermosas y profundas acerca de los antiguos griegos, pero esto no es obstáculo para que hoy no nos demos por satisfechos con semejante explicación, que no es más que una forma de hablar.

            Por tanto, si se quiere investigar las fuerzas motrices que -consciente o inconscientemente, y con harta frecuencia inconscientemente- están detrás de esos móviles por los que actúan los hombres en la historia y que constituyen los verdaderos resortes supremos de la historia, no habría que fijarse tanto en los móviles de hombres aislados, por muy relevantes que ellos sean, como en aquellos que mueven a grandes masas, a pueblos en bloque, y, dentro de cada pueblo, a clases enteras; y no momentáneamente, en explosiones rápidas, como fugaces hogueras de paja, sino en acciones continuadas que se traducen en grandes cambios históricos. Indagar las causas determinantes que se reflejan en las cabezas de los masas que actúan y en las de sus jefes -los llamados grandes hombres- como móviles conscientes, de un modo claro o confuso, en forma directa o bajo un ropaje ideológico e inclusive divinizado: he aquí el único camino que puede llevarnos a descubrir las leyes por las que se rige la historia en conjunto, al igual que la de los distintos períodos y países. Todo lo que mueve a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas; pero la forma que adopte dentro de ellas depende en mucho de las circunstancias. Los obreros no se han reconciliado, ni mucho menos, con la producción maquinizada capitalista, aunque ya no hagan pedazos las máquinas, como todavía en 1848 hicieran en el Rin.

            Pero mientras que en todos los períodos anteriores la investigación de estas causas propulsoras de la historia era punto menos que imposible -por lo compleja y velada que era la trabazón de aquellas causas con sus efectos-, en la actualidad, esta trabazón está ya lo suficientemente simplificada para que el enigma pueda descifrarse. Desde la implantación de la gran industria, es decir, por lo menos, desde la paz europea de 1815, ya para nadie en Inglaterra era un secreto que allí la lucha política giraba en torno a las pretensiones de dominación de dos clases: la aristocracia terrateniente (landed aristocracy) y la burguesía (middle class). En Francia, se hizo patente este mismo hecho con el retorno de los Borbones; los historiadores del período de la Restauración, desde Thierry hasta Guizot, Mignet y Thiers, lo proclamaban constantemente como el hecho que da la clave para entender la historia de Francia desde la Edad Media. Y desde 1830, en ambos países se reconoce como tercer beligerante, en la lucha por el Poder, a la clase obrera, al proletariado. Las condiciones se habían simplificado hasta tal punto, que había que cerrar intencionalmente los ojos para no ver en la lucha de estas tres grandes clases y en el choque de sus intereses la fuerza propulsora de la historia moderna, por lo menos en los dos países más avanzados.

            Pero ¿cómo habían nacido estas clases? Si, a primera vista, todavía era posible asignar a la gran propiedad del suelo, en otro tiempo feudal, un origen basado -a primera vista al menos- en causas políticas, en una usurpación violenta, para la burguesía y el proletariado ya no servía esta explicación. Era claro y palpable que los orígenes y el desarrollo de estas dos grandes clases residían en causas puramente económicas. Y no menos evidente era que en las luchas entre los grandes terratenientes y la burguesía, lo mismo que en  la lucha de la burguesía con el proletariado, se trataba, en primer término, de intereses económicos, debiendo el Poder político servir de mero instrumento para su realización. Tanto la burguesía como el proletariado debían su nacimiento al cambio introducido en las condiciones económicas, o más concretamente, en el modo de producción. El tránsito del artesanado gremial a la manufactura, primero, y luego de ésta a la gran industria, basada en la aplicación del vapor y de las máquinas, fue lo que hizo que se desarrollasen estas dos clases. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las nuevas fuerzas productivas puestas en marcha por la burguesía -principalmente, la división del trabajo y la reunión de muchos obreros parciales en una manufactura total- y las condiciones y necesidades de intercambio desarrolladas por ellas hiciéronse incompatibles con el régimen de producción existente, heredado de la historia y consagrado por la ley, es decir, con los privilegios gremiales y con los innumerables privilegios de otro género, personales y locales (que eran otras tantas trabas para los estamentos no privilegiados), propios de la sociedad feudal. Las fuerzas productivas representadas por la burguesía se rebelaron contra el régimen de producción representado por los terratenientes feudales y los maestros de los gremios; el resultado es conocido: las trabas feudales fueron rotas, en Inglaterra poco a poco, en Francia de golpe; en Alemania todavía no se han acabado de romper. Pero, del mismo modo que la manufactura, al llegar a una determinada fase de desarrollo, chocó con el régimen feudal de producción, hoy la gran industria choca ya con el régimen burgués de producción, que ha venido a sustituir a aquel. Encadenada por ese orden imperante, cohibida por el estrecho marco del modo capitalista de producción, hoy, la gran industria crea, de una parte, una proletarización cada vez mayor de las grandes masas del pueblo, y de otra parte, una masa creciente de productos que no encuentran salida. Superproducción y miseria de las masas -dos fenómenos cada uno de los cuales es, a su vez, causa del otro- he aquí la absurda contradicción en que desemboca la gran industria y que reclama imperiosamente la liberación de las fuerzas productivas, mediante un cambio del modo de producción.
Federico Engels,
Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana
Londres, 21 de febrero de 1888
Tercer Paso
            El socialismo moderno, cualquiera que sea su tendencia, en la medida en que toma como punto de arranque la economía política burguesa, suscribe casi sin excepciones la teoría del valor de Ricardo. De los dos postulados que Ricardo proclamara en 1817 en las primeras páginas de sus Principles: 1) que el valor de toda mercancía se determina única y exclusivamente por la cantidad de trabajo necesario para producirla, y 2) que el producto de todo trabajo social se divide entre tres clases: los propietarios de la tierra (renta), los capitalistas (ganancia) y los obreros (salarios), de estos dos postulados se hicieron en Inglaterra ya a partir de 1821 deducciones socialistas, y a veces con tal vigor y decisión que esa literatura, hoy casi completamente olvidada y en gran parte redescubierta por Marx, no fue superada hasta la aparición de El Capital. (…)
            La susodicha aplicación de la teoría de Ricardo -a saber: que a los obreros, como únicos productores efectivos, les pertenece el producto social íntegro, su producto- lleva directamente al comunismo. Pero, como indica Marx en las líneas citadas, esta conclusión es formalmente falsa en el sentido económico, ya que representa una simple aplicación de la moral a la economía política. Según las leyes de la economía burguesa, la mayor parte del producto no pertenece a los obreros que lo han creado. Cuando decimos que es injusto, que no debe ocurrir, esto nada tiene de común con la economía política. No decimos sino que este hecho económico se halla en contradicción con nuestro sentido moral. Por eso Marx no basó jamás sus reivindicaciones comunistas en argumentos de esta especie, sino en el desmoronamiento inevitable del modo capitalista de producción, desmoronamiento que adquiere cada día a nuestros ojos proporciones más vastas; Marx habla sólo del simple hecho de que la plusvalía se compone de trabajo no retribuido. Pero lo que no es exacto en el sentido económico formal, puede serlo en el sentido de la historia universal. Si la conciencia moral de las masas declara injusto un hecho económico cualquiera, como en otros tiempos la esclavitud o la prestación personal campesina, esto constituye la prueba de que el hecho en cuestión es algo que ha caducado y de que han surgido otros hechos económicos, en virtud de los cuales el primero es ya intolerable y no puede mantenerse en pie. Por consiguiente, en la inexactitud económica formal puede ocultarse un contenido realmente económico.
Federico Engels
Prólogo a Miseria de la Filosofía (de Carlos Marx, 1847)
Londres, 23 de octubre de 1884
            Nota.-
            Una década después del Manifiesto Comunista, Marx señala que “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben en ella”, que “Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción” y que “Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la humanidad” Todo esto es muy cierto. Y la humanidad toda, con el proletariado a la cabeza, con su volitismo político ha ido superando el determinismo económico, y así se está cerrando la prehistoria humana.
            Marx emplea los términos “modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués”, que ahora poco se usan y son reemplazados por otros:

         Modo de producción
                Etapa Superior
         Comunismo primitivo
                     Despotismo
          Esclavismo
                     Imperialismo
          Feudalismo
                     Absolutismo
          Capitalismo
                      Financierismo
          Socialismo
                      Comunismo

En su etapa superior, el modo de producción en Egipto fue despotismo (señorío), en Grecia fue imperialismo (rey de reyes), en Francia fue absolutismo (“El Estado soy Yo”), en EUA es financierismo (bancocracia). Socialismo y Comunismo son términos sinónimos, pero políticamente diferencian la etapa inicial (Estado proletario) de la superior (anarquía-acracia, sin dominio ni gobierno de clase, es decir sin Estado)
            No obstante que una es la sociedad humana y otra es la naturaleza, su historia también se rige por leyes de carácter interno. Pero el volitismo político no contradice el determinismo económico. Y aunque nadie puede lograr volver al feudalismo, sí puede luchar por una etapa superior. Por eso siempre hay que indagarcuáles son los móviles de esos móviles” ideales que impulsan a “todos hombres dotados de conciencia, que actúan movidos por la reflexión o la pasión, persiguiendo determinados fines” Más aún ahora, cuando “Superproducción y miseria de las masas -dos fenómenos cada uno de los cuales es, a su vez, causa del otro- he aquí la absurda contradicción en que desemboca la gran industria y que reclama imperiosamente la liberación de las fuerzas productivas, mediante un cambio del modo de producción”

            En el proceso histórico se parte de la situación concreta para adecuarla. Por eso, la revolución en Francia derrocó la monarquía pero instauro una nueva dinastía. La revolución en Rusia derrocó la monarquía, pero instauró un Estado burocrático-militar. Y es que “las muchas voluntades individuales que actúan en la historia producen casi siempre resultados muy distintos de los propuestos -a veces incluso contrarios-, y, por tanto, sus móviles tienen también una importancia puramente secundaria en cuanto al resultado total” No obstante, termina imponiéndose el nuevo modo de producción.

Corolario

            La nueva tendencia, que ha descubierto en la historia de la evolución del trabajo la clave para comprender toda la historia de la sociedad, se dirigió preferentemente, desde el primer momento, a la clase obrera y encontró en ella la acogida que ni buscaba ni esperaba de la ciencia oficial.

Federico Engels,

Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana

Londres, 21 de febrero de 1888

            La actual crisis económica genera la crisis social, ésta la crisis cultural, y a su vez ésta la crisis política. En este cuadro, “Si la conciencia moral de las masas declara injusto un hecho económico cualquiera, como en otros tiempos la esclavitud o la prestación personal campesina, esto constituye la prueba de que el hecho en cuestión es algo que ha caducado y de que han surgido otros hechos económicos, en virtud de los cuales el primero es ya intolerable y no puede mantenerse en pie”

            En  nuestro país, la crisis económica-social-cultural-política es ya intolerable.

            Por eso, en esta lucha final ¡Agrupémonos todos!

Ragarro

28.10.14


Lucha Indígena 98


Para descargar la revista, pulsa AQUÍ

lunes, 27 de octubre de 2014

Compendio de historia económica del Perú

Tomo 1 – Economía  Prehispánica Tomo 1 – Economía  Prehispánica Tomo 1 – Economía  Prehispánica


Para descargar libro 1, pulse AQUÍ

Para descargar libro 2 , pulsa AQUÍ 

Para descargar libro 3, pulsa AQUÍ

Fuente: BCRP

viernes, 24 de octubre de 2014

EL ESPEJISMO DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO

                                                        
--o--

Un Tema de Actualidad

EL ESPEJISMO DEL

CRECIMIENTO ECONÓMICO

Julia Evelyn Martínez

Como una tradición de Año Nuevo, economistas y autoridades gubernamentales de nuestros países se enfrascan (y a veces se enfrentan) en el debate sobre el crecimiento económico del año anterior y en las proyecciones de crecimiento del nuevo año. Este debate surge en tanto este dato es considerado en el pensamiento neoclásico como el indicador clave para medir el desempeño y/o la gestión de cualquier sistema económico. Dentro de esta lógica, se asume que si la tasa de crecimiento es alta se puede concluir que ha sido un buen año para la economía y si es baja, se asume lo contrario.

Resulta interesante y hasta entretenido, escuchar los análisis que sobre estos resultados se realizan dependiendo de si se está en la oposición o en el gobierno. Una misma persona puede analizar el mismo dato de crecimiento de la economía de manera distinta dependiendo de su posición en el sistema de relaciones de poder en un momento determinado. Si está en la oposición política y su credibilidad (e incluso su salario) depende de evidenciar la incapacidad de la gestión del partido gobernante, una tasa de crecimiento baja será utilizada como la prueba más fehaciente de la incapacidad de un gobierno de administrar la economía y de garantizar el bienestar de la población.

Sí esa misma persona, luego está en el gobierno, y su puesto depende de la confianza de sus votantes y/o patrocinadores, una baja tasa de crecimiento pasará a ser justificada como el resultado de “factores exógenos” sobre los cuales la política económica gubernamental no tiene control (catástrofes naturales, cambio climático, recesión mundial, etc.), los cuales de no existir, permitirían un mejor dato de crecimiento y más bienestar para la sociedad. En uno y en otro caso, este análisis no deja de estar basado en una simple ilusión.

La ilusión de la tasa de crecimiento deviene tanto de lo que mide como de la forma en que lo mide.

La tasa de crecimiento anual no es más que la variación porcentual de la producción de bienes y servicios que se realiza dentro de un país durante un año con respecto a la producción del año anterior. Este cálculo tiene al menos tres características que es necesario conocer: 1) se hace en términos de precios indexados o precios constante (precios a los cuales se les ha eliminado el efecto de la inflación de ese año para que puedan compararse con los precios de un año de referencia); 2) Solamente se toma en consideración en este cálculo los bienes y servicios que se comercializan en el mercado, y 3) Esta estimación no toma en cuenta las condiciones y/o relaciones dentro de la cuales se realiza la producción de estos bienes y servicios (incluyendo las relaciones de distribución de lo que se produce).

En otras palabras, el crecimiento (o decrecimiento) de la producción de bienes y servicios no es un reflejo del bienestar (o malestar) de la población de un país, porque este indicador no da cuenta de todo lo que se produce en un sistema económico, ni tampoco da cuenta de las implicaciones de la producción social anual en términos de la vida de las personas.

En primer lugar, el Producto Interno Bruto (PIB) que sirve de referencia para la fórmula de la tasa de crecimiento, excluye la producción de bienes y servicios que realizan las familias para su atender necesidades del cuidado de sus miembros y/o de la comunidad. Debido a que esta producción se realiza mediante la utilización de fuerza de trabajo (mayoritariamente femenina) que no recibe remuneración alguna, no entra a formar parte de la estimación del crecimiento económico y esta omisión hace que el indicador de crecimiento ofrezca un panorama incompleto de la dinámica económica de un país.

Esta omisión no constituye una cifra banal, al menos en el caso de El Salvador. En 2005 se estimó que el valor monetario de la producción de los hogares para satisfacer necesidades del cuidado para sus miembros y para las comunidades, ascendió a $5,436 millones, equivalente al 32% del PIB de ese año, y superior a la producción de los principales sectores económicos (agropecuario, manufactura), a las exportaciones y a las remesas. No considerar el aporte económico del trabajo no remunerado de las familias no es solo una imprecisión metodológica en la estimación del PIB sino que impide darse cuenta del importante papel compensatorio que la producción de los hogares desempeña en las distintas fases del ciclo económico. En efecto, la producción de bienes y servicios en los hogares (preparación de alimentos, cuidado a personas enfermas, producción agropecuaria para el autoconsumo, actividades voluntarias comunitarias, etc.) aumenta en tiempos de crisis económica, para compensar la caída en el poder adquisitivo de los salarios e ingresos y/o la caída en el gasto público social. Es decir, una caída en el crecimiento del PIB no implica necesariamente una disminución de la producción social, sino únicamente una reducción de la producción que contabiliza el sistema de cuentas nacionales. El análisis económico y el diseño de políticas económicas estarán incompletos mientras en la discusión del crecimiento económico no se incorpore la contribución de los hogares a la producción social anual.

Otro elemento que vuelve ilusorio al crecimiento como medida del desempeño económico y del bienestar, es la cuestión de la distribución de la producción social. Una economía durante un año, puede aumentar significativamente su producción pero eso no puede leerse como un aumento en el bienestar de TODAS las personas. Tomemos por ejemplo el caso de China, que en los últimos 20 años ha reportado las mayores tasas de crecimiento a nivel mundial (10% promedio anual), al mismo tiempo que se ha convertido en una de las sociedades más desiguales del mundo, incluso más que Estados Unidos. De acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI) el Índice de Gini -que mide la igualdad/desigualdad en la distribución de la riqueza de un país- en el caso de China pasó de 0.35 (menos desigualdad) en 1979 a 0.47 (más desigualdad) en 2010. Esto se traduce en hechos como que en 2010 había en China alrededor de 140 personas con una fortuna personal de más de $1,000 millones mientras que 500 millones de sus compatriotas sobrevivían con menos de dos dólares diarios.

Pero más allá de la distribución de lo que se produce, se encuentra el problema de las condiciones bajo las cuales se produce el crecimiento. Un mayor crecimiento de bienes y servicios puede estar fundamentado en condiciones que amenazan la vida de las personas si la economía crece a costa de un mayor deterioro en los recursos naturales, en la pérdida de la soberanía alimentaria y/o de la destrucción de fuentes de ingresos.

Como ilustración observemos los “motores del crecimiento” que están utilizando algunos países africanos, como Etiopía, Ghana, Angola, Tanzania, Nigeria, Mozambique, Zambia y Libia, que por sexto año consecutivo han crecido en 2011 a una tasa promedio superior al 6%. Estos motores consisten nada más y nada menos que en una agresiva política de atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), que está permitiendo a empresas transnacionales apropiarse de millones de hectáreas de tierra para hacerse de jugosas ganancias mediante la minería extractiva (hierro, diamantes, oro) y la producción para la exportación de productos agrícolas destinados al consumo humano, al consumo animal y a la producción de agro combustibles.

¿Cuál es el problema de esta forma de crecimiento de África? Para los gobiernos y las empresas transnacionales no parece haber por el momento ningún problema. Mediante los Asocios Público Privados (APP) los gobiernos africanos le abren las puertas a la IED y les ofrecen en propiedad o en concesión tierras fértiles, agua, salarios bajos, cero regulaciones medioambientales e incluso subvenciones y a cambio reciben apoyo político, militar y económico de los gobiernos de los países de origen de estas inversiones, que los mantienen en el poder y les permiten seguir gozando de privilegios en medio de la pobreza generalizada.

Las cosas son diferentes para la gente, especialmente si se toma en cuenta que el 80% de la población africana subsiste gracias a la agricultura familiar y que utilizan la tierra deshabitada como “despensas naturales” de las que obtienen de manera gratuita frutos, leña, caza, pastos, agua, entre otros recursos para la reproducción de su vida. Tomemos por ejemplo el caso emblemático de Etiopía, que dicho sea de paso es uno de los países que abastecieron en 2011 de frijol importado a países centroamericanos, como El Salvador y Honduras.

Etiopía es uno de los países africanos que más tierra ha concesionado a las empresas transnacionales: más de 2,500 kilómetros de tierra fértil han sido entregadas a empresas provenientes de 36 países en la región de Ganbella, al mismo tiempo que serán desalojados de esa zona más de 15,000 ciudadanos/as etíopes, que quedarán sin acceso a los recursos necesarios para su supervivencia. En esa región, la multinacional Karaturi (India) ha alquilado 311,000 hectáreas de tierra para producir arroz destinado al consumo de la India y la multinacional Star (Arabia Saudita) ha invertido más de $2,000 millones en la compra de tierras destinadas al cultivo de alimentos para la exportación a países del Oriente Medio. Todo esto sucede mientras miles de personas de la región de Ogaden, mayoritariamente mujeres, corren el riesgo de morir de hambre según la FAO.

Un caso parecido podría ocurrir en El Salvador con la política de asocios para el crecimiento con el Gobierno de Estados Unidos, que tiene como objetivo facilitar el entorno de negocios a las empresas transnacionales de ese país y en el cual se cifran grandes esperanzas del gobierno actual para lograr un repunte en la tasa de crecimiento del PIB a partir de 2012. Se podría traer a cuenta la reciente aprobación de los permisos para la apertura de la sucursal de Wal-Mart en el municipio de Mejicanos, con una superficie de 27 mil metros cuadrados y que creará 500 empleos directos. De acuerdo a estudios realizados por Geólogos del Mundo, el sitio donde se pretende construir esta superficie comercial se encuentra situada en una de las zonas más proclives a deslizamientos de tierra de la zona, por lo que la construcción de Wal-Mart hará más vulnerable a la población de ese municipio. Adicionalmente, de acuerdo a la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgos (MPGR) la construcción obstruirá la quebrada El Arenal que sirve de evacuación natural a escorrentías que bajan del volcán en época lluviosa, con lo cual se incrementará el riesgo de inundaciones y de muerte de los habitantes de las comunidades aledañas. ¿Cuántas vidas de salvadoreños/as de la zona de Mejicanos se tiene disponibilidad de sacrificar por un punto o más de crecimiento del PIB en el 2012? Además debería añadirse a este cálculo la suma de los ingresos monetarios y de los empleos directos e indirectos que se perderán con el inicio de las operaciones de Wal-Mart, como resultado de la caída en las ventas del sector de comerciantes minoristas locales (integrado mayoritariamente por mujeres) que no podrá competir con la agresiva política de “los precios más bajos todos los días” que impulsa esta multinacional en el mundo entero.

Establecido lo anterior, se puede concluir que el debate sobre el crecimiento económico y de su relevancia para determinar el buen o mal desempeño de la economía constituye un debate estéril desde el punto de vista del objetivo fundamental de cualquier sistema económico.

Probablemente es tiempo de recordar la advertencia que Adam Smith hace en una nota al pié de página del primer capítulo de su obra “La Riqueza de las Naciones” (1776), y en la cual después de afirmar que la riqueza de una nación se refleja en el bienestar de sus habitantes, nos advierte que “el bienestar de la nación debe calcularse por el bienestar promedio de sus miembros, y no por el agregado”. ¿Es el bienestar promedio una medida subjetiva? Seguramente lo es, ya que dependerá del paradigma de estilo de vida que colectivamente y/o personalmente se considere el ideal de desarrollo. Este paradigma puede situarse dentro de un amplio espectro de posibilidades y/o de preferencias que en la actualidad pueden oscilar entre el Vivir Bien (American Dream, Rich & Famous´s Lifestyle) y el Buen Vivir (Sumak Kawsay).

Sin embargo, tanto ahora como en 1776 y como en toda la historia de la humanidad, cualquiera que sea el modelo de producción, distribución y/o consumo predominante en una sociedad, hablar del bienestar promedio de los miembros de esa sociedad solo tiene sentido si TODOS sus miembros, una vez nacidos, tienen garantizada su VIDA en las distintas etapas de su ciclo natural. La discusión y/o preferencia entre Vivir Bien o el Buen Vivir, solo tiene razón de ser en este contexto; fuera de él, no es más que un espejismo para la mayoría de la sociedad. Hinkelammert y Mora (2009) lo expresan en los siguientes términos: “La satisfacción de las necesidades hace posible la vida, la satisfacción de preferencias puede hacerla más o menos agradable. Pero para poder ser agradable, antes tiene que ser posible”.

Por lo tanto, si se quiere analizar realmente el desempeño anual de cualquier economía, se tiene que sustituir el actual foco de atención de este análisis. Es preciso pasar del indicador del crecimiento económico y de sus criterios asociados (productividad, competitividad, libertad económica, tasa de rentabilidad, etc.) hacia el indicador de la reproducción de la vida de todos los hombres y todas las mujeres que forman la sociedad. Este análisis debe incorporar por supuesto el estado anual de las condiciones materiales y no materiales que hacen posible la vida digna, tales como la calidad, disponibilidad y acceso a alimentos y al agua para consumo humano, las condiciones del cuidado para los miembros de la sociedad, la sostenibilidad de los recursos agroecológicos, entre otras.

Para avanzar en la construcción de una sociedad y de una economía alternativa fundamentada realmente en la Vida, es preciso comenzar a analizar el desempeño económico desde nuevos paradigmas, nuevas categorías y sobre todo, con nuevos y/o mejores indicadores. He aquí un desafío para las nuevas generaciones de economistas, que frente a los estragos que el predominio del pensamiento neoclásico ha provocado en la teoría y en la práctica económica, desean pasar de la indignación a la acción.

Julia Evelyn Martínez es economista feminista, Profesora del Departamento de Economía de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. (Énfasis agregados)

Tomado de Rebelión (6 de enero 2012)

            Nota.- ¿Por qué se centra el debate en el “crecimiento económico” y no en la relación crecimiento-desarrollo-progreso para el buen vivir de un país? Sencillamente, por el predomino del pensamiento neoclásico, que genera la mentalidad colonial en  más de un exponente de la burguesía profesional. Este artículo de una connotada economista salvadoreña es una guía básica para la comprensión de esta relación y el porqué de la separación de sus elementos. Conserva plena actualidad. En verdad,

            He aquí un desafío para las nuevas generaciones de Activistas.

Ragarro

24.10.14