El pimiento pequeño es más picante (proverbio coreano)
Así se ha hecho con Fidel Castro, Yasir 
Arafat, Slobodan Milosevic, Muamar Gadafi y Sadam Husein, Hugo Chávez y 
Vladímir Putin. Donald Trump no se ha quedado atrás y ha señalado al 
líder de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong-un, 
como el "mayor peligro para la seguridad nacional de EEUU".
Con esta decisión, el 
presidente Trump
 ha retomado en realidad la política agresiva y militarista de su 
predecesor, Barack Obama, quien finalmente tuvo que desistir de un 
ataque preventivo contra Corea del Norte al analizar consecuencias de 
una posible guerra. Según el Pentágono, en caso de un conflicto bélico 
en la Península de Corea, más de cinco millones de personas morirían. 
Pero, como dice Donald Trump en su libro 'Great Again', "a veces vale la
 pena ser un poco salvaje". El mandatario impulsó a su Gobierno a 
endurecer la política norteamericana hacia Pyongyang (capital de la 
RPDC). El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson anunció 
inmediatamente que la era de la "paciencia estratégica" en relación a 
Corea del Norte se acabó, y "todas las opciones están sobre la mesa", 
sin excluir una posible confrontación militar con el uso de armas 
nucleares tácticas.
Además: Corea del Norte podría realizar nuevos ensayos nucleares pronto
Aparentemente,
 Washington quedó irritado por el reciente lanzamiento de cuatro misiles
 balísticos norcoreanos que cayeron en la zona económicamente exclusiva 
de los nipones en el mar de Japón y, supuestamente, en respuesta a esta 
'provocación', ordenó el despliegue en Corea del Sur del Sistema de 
Defensa Área de Alta Altitud Terminal (
THAAD). El despliegue de este sistema antimisiles, igual que los últimos 
ejercicios militares norteamericanos, coreanos y japoneses
 a gran escala cerca de la frontera con Corea del Norte, no han sido del
 agrado tanto de los norcoreanos como de sus vecinos surcoreanos. Los 
últimos están en contra de la 
guerra con Corea del Norte, pues saben perfectamente de su vulnerabilidad, debido a la existencia de armas nucleares en 
Pyongyang.
En realidad, ambos países coreanos viven en
 una permanente tensión desde el fin de la guerra de Corea (1950-1953), 
es decir, los últimos 64 años acordándose de los horrores de aquella 
guerra que desató EEUU. En aquellos tres años, los aviones 
norteamericanos lanzaron 428.000 bombas sobre Corea del Norte, usando 
más napalm que en la guerra de Vietnam (1955-1975). De las 22 grandes 
ciudades norcoreanas, 18 fueron completamente destruidas, lanzando a sus
 habitantes a la edad de piedra. En tres años de conflicto bélico, todo 
en el norte y centro de la península fue destruido y la gente sobrevivió
 en cuevas. Estados Unidos también perdió más de 36.000 soldados, y sus 
aliados dejaron unos 18.000 muertos en los campos de batalla, entre 
ellos 163 colombianos y unos 100 puertorriqueños. Corea del Norte perdió
 también más de tres millones de sus habitantes, la mayoría niños, 
mujeres y ancianos.
No
 hay que olvidar que la península de Corea fue ocupada por Japón desde 
1910 hasta el final de la II Guerra Mundial. Tras la rendición de Tokio,
 los norteamericanos dividieron el territorio por el paralelo 38: el 
norte quedó ocupado por las tropas soviéticas, donde en 1948 se 
estableció un Gobierno socialista, y el sur quedó bajo la protección de 
Washington. En aquel entonces, la política de EEUU se basaba en la 
'doctrina Truman', que proclamaba una drástica oposición al socialismo 
en cualquier lugar del mundo. Al iniciarse la guerra, China empezó a 
apoyar a Corea del Norte militarmente, a lo que el general Douglas 
MacArthur ordenó destruir "cada fábrica, instalación, ciudad y pueblo". 
Sin embargo, por mucho que deseaba MacArthur lanzar unas 30-50 bombas 
nucleares, el Gobierno de EEUU desistió de aquella idea.
Vea también: Corea del Norte amenaza con "reducir EEUU a cenizas"
Los norcoreanos resistieron y siguieron 
adelante con su modelo socialista, con la ayuda de la Unión Soviética y 
China. Lo interesante fue que, ya en 1978, el Producto Nacional Bruto 
(PNB) per cápita del Norte y del Sur era casi igual, dedicándose Corea 
del Norte a la agricultura y producción de acero y maquinaria. La 
vivienda en la RPDC es gratis, igual que la atención médica y, hasta 
1990, el índice de la esperanza de vida era mejor que en la mayoría de 
los países en desarrollo. Con la 'perestroika' en la Unión Soviética, 
Corea del Norte sufrió en 1990 una horrible hambruna, que mató a unas 
500.000 personas, especialmente niños.
Más
 de 20 años después de aquel trágico período, Corea del Norte, según The
 Pyongyang Times, sigue luchando para "mejorar el nivel de vida de su 
pueblo hasta el nivel mundial". Según todas las encuestas, en ambos 
países, tanto la mayoría de norcoreanos como los habitantes del sur 
sueñan con el acercamiento e inclusive con la reunificación. A la vez, 
ambos países nunca han dejado de estar en guerra, pues en 1953 firmaron 
un Acuerdo de Armisticio, pero nunca lograron suscribir un Tratado de 
Paz, debido a los intereses geopolíticos norteamericanos. Actualmente, 
hay unas 38.000 tropas estadounidenses desplegadas en Corea del Sur 
(República de Corea-RC), y otras 50.000 en Japón, bajo el pretexto de 
proteger a estos países de una posible agresión de Pyongyang.
Más aquí: Paso a paso: lo que sucederá si EEUU ataca a Corea del Norte
En realidad, Corea del Norte no representa 
ningún peligro para nadie, y lo que aspira es firmar un Acuerdo de Paz 
con el Sur, el fin de las sanciones de EEUU y de sus aliados para 
detener su programa de armas nucleares. Mientras esto no suceda, no 
puede desarmarse, tomando en cuenta la experiencia de Muamar Gadafi, que
 ordenó desmantelar sus programas de armas nucleares en 1991, pensando 
que con esta acción EEUU levantaría las sanciones contra Libia. Las 
ilusiones de Gadafi llevaron a su país a la destrucción, y a él mismo a 
una muerte horrible que, dicho sea de paso, fue ordenada por Hillary 
Clinton. Para que no se repita el mismo escenario, el Gobierno 
norcoreano está haciendo todo lo posible para tener suficiente armamento
 disuasivo para prevenir los posibles ataques norteamericanos y su 
aliado a la fuerza, Japón. Su misil Nodong tiene un alcance de 1.000 
kilómetros; el Taepodong1, de 2.000km; el Musadan, de 4000 km; y el 
Taepodong 2, de 8.000 kilómetros. Esto significa que podría alcanzar 
Alaska, Canadá y el Reino Unido.
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                    REUTERS/ Franciszek Mazur/Agencja Gazeta
 
Todos
 estos misiles representan un claro mensaje a EEUU y a Japón para que 
piensen antes de actuar y para que su retórica militarista no impulse 
las acciones bélicas. En realidad, las bases norteamericanas en Corea 
del Sur están destinadas no tanto contra Corea del Norte, como contra 
Rusia y China. Los estadounidenses están tratando de cercar a estos dos 
países y esto explica su decisión de no permitir el acercamiento entre 
el Norte y el Sur, y ni hablar de una reunificación que eliminaría todos
 los pretextos para la presencia de tropas norteamericanas en la región.
Para esto, Washington necesita a sus 
aliados en el Gobierno de la República de Corea que crean tensiones con 
sus vecinos del Norte, como fue la 
presidenta Park Geun-hye,
 recientemente destituida debido a un escándalo de corrupción en el que 
estaba envuelta. Hay todas las posibilidades de que el próximo mayo sea 
elegido como presidente Moon Jae-in, partidario de la 'Sunshine 
Diplomacy' con el líder de la RPDC, Kim Jong-un, que floreció durante 
los mandatos de los presidentes surcoreanos Kim Dae-jung (1998-2003) y 
Roh Moo-hyun (2003-2008). Los líderes de Corea del Sur desarrollaron en 
aquellos años una política de acercamiento con Pyongyang, incluyendo el 
intercambio de visitas familiares, creando negocios y construyendo el 
parque industrial Kaesong en la RPDC. Este complejo se levantó con 
capital surcoreano y mano de obra altamente cualificada norcoreana.
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Sin
 embargo, posteriormente, esta política fue interrumpida por la decisión
 de Washington, al que no le convenía el acercamiento de los dos países,
 ya que veía peligrar sus intereses geopolíticos. Y en esto coinciden 
tanto la derecha como la supuesta izquierda norteamericana. Ambas 
piensan igual que la 
Administración Trump:
 que Corea del Sur, Japón y EEUU deben estar juntos en las cuestiones 
estratégicas, y que Norteamérica jamás permitirá la 'finlandización' 
(ser neutral) de Corea del Sur y tratará de obstaculizar también el 
acercamiento de Seúl a China.
Por mucho que quiera EEUU mantener a Corea 
del Sur en su esfera de su influencia, los procesos económicos 
establecen ciertas prioridades nacionales y, en este caso, a Seúl le 
conviene más acercamiento a China que a Washington, que ya está 
cuestionando el tratado de libre comercio KORUS-FTA con Corea del Sur. 
Además, la inversión norteamericana en Corea del Sur durante los últimos
 cinco años alcanzó los 7.900 millones de dólares, mientras que los 
surcoreanos invirtieron en EEUU, en el mismo período de tiempo, más de 
37.000 millones de dólares. Lo único que incrementó Washington es la 
venta de armas, de 600 millones de dólares en 2011, a 5.000 millones en 
2016. Muy pronto, Corea del Sur tendría que pagar un precio bastante 
alto por instalación del sistema norteamericano antimisiles THAAD.
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Los norcoreanos también desean el diálogo y
 anhelan la paz, pero no imposiciones. Como decía uno de los fundadores 
de la República Democrática Popular de Corea, Kim Il-sung, "la paz 
asegurada por la sumisión no es paz".
Fuente: 
Sputnik