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Escribe: Milciades Ruiz

Creyeron que los chancas de 
Cotabambas eran mansas palomas a las que se les podía sacar la vuelta en
 el proyecto minero Las Bambas. Pero se equivocaron. Son gente pacífica,
 humilde y trabajadora pero su combatividad es ancestral. Si se sienten 
burlados se rebelan como lo están haciendo ahora frente al fraude de la 
trasnacional capitalista de los camaradas chinos. Ni el estado de 
emergencia ni todo el ejército podrían parar a los chancas que no temen 
ni al genocidio de los poderosos. Pero ningún gobierno podría sostenerse
 matando chancas a diestra y siniestra.
Los tiempos en que la crueldad del 
implacable capitalismo exterminaba pieles rojas, mohicanos y apaches 
utilizando el ejército es ya asunto del pasado. Hoy los peruanos 
ancestrales como los chancas conocen de las luchas contra el proyecto 
Conga y Tía María. Precisamente Cotabambas ha sido objeto de estudio en 
la investigación de Richard Web en su investigación publicada como libro
 “Conexión y Despegue Rural” para demostrar su tesis de que las 
comunicaciones terrestres y aéreas generan iniciativas de productividad 
social y esta, es una de ellas.
Los poderosos del gobierno, de la prensa y
 de los partidos políticos neoliberales se llenan de ira por el solo 
hecho de que los campesinos afectados se defiendan. Para los 
autoritarios ministros es un delito la defensa propia cuando la los 
reclamos no son escuchados. Es inconcebible para ellos que los agredidos
 decreten un paro de protesta y por ello envían fuerzas represivas que 
generan violencia para después, echarle la culpa a las víctimas.
Las autoridades retrógradas esgrimen 
argumentos que no responden a las causas del conflicto. Los campesinos 
chancas no están reclamando ni discuten si el proyecto es el más 
importante de la historia ni que sea una inversión mayor o que, 
aportaría el 1,4 % al PBI. Menos están buscando fines electoreros 
pretextando objeciones ambientalistas como los acusa el ministro del 
Ambiente. Sin embargo el premier que no conoce el campo dice que los 
campesinos huelguistas pretenden amedrentar al gobierno. Estos son 
argumentos falaces y torpes. ¿En qué cabeza cabe que los comuneros 
chancas indefensos amedrentan a quienes tienen el poder militar del 
ejército, marina y aviación, fuerzas policiales, etc.?
Los campesinos chancas ni siquiera se dan
 tiempo para leer un estudio de impacto ambiental. Solo quieren vivir en
 paz sin que injerencias extrañas perturben la vida apacible que tenían 
en su hábitat hasta que llegaron los modernos conquistadores mineros de 
las transnacionales. El gobierno pretende desconocer el frente de 
defensa pero cuidado, la terquedad oficial puede prender el fuego de la 
solidaridad chanca en las demás provincias apurimeñas, la solidaridad de
 los otros pueblos afectados por la contaminación minera y la 
solidaridad política de la cultura ecológica. En este caso, el conflicto
 pasaría a mayores impredecibles.
En Cotabambas todavía se mantienen los 
ayllus y defienden la tierra desde tiempos inmemoriales como lo hicieron
 ante el poder inca cuyo soberano huyó despavorido cuando los chancas 
cercaron el Cusco. De la defensa de su hábitat parte todo y esto es lo 
que muchos no comprenden. “Déjennos vivir tranquilos por favor. 
Tener riquezas bajo el suelo es nuestra maldición. Ahora vivimos bajo la
 amenaza de que los conquistadores envenenen el aire, el agua, nuestros 
cultivos, nuestros animales. Váyanse por favor”. Estos son los ruegos frente a la impotencia de la falta de poder.
Jamás comprenderán los cultores de la 
dominación el sentimiento ancestral profundo por la madre tierra ni la 
veneración de los apus que moran en las montañas. Ver que gente extraña 
codiciosa venga a sacar de las entrañas los tesoros de la mamapacha y 
bajo amenaza de matar la vida de su hábitat es para ellos un asunto muy 
grave. Hay que ponerse dentro del pellejo de los campesinos chancas para
 comprender su cultura antes que amenazarlos ciegamente para favorecer 
arbitrariamente a una empresa extranjera.
Desde fuera de las comunidades chancas los que no están en su hábitat le dicen: “Hay que apoyar el proyecto porque traerá desarrollo, habrá trabajo y progreso”. Pero
 los comuneros saben que vendrá gente calificada de otras partes y que 
sus posibilidades son muy pocas. Comparando costos y beneficios saben 
que siempre llevan las de perder. Entonces no confían en lo que les 
ofrecen y quieren garantías de que no se verán perjudicados. Es una 
cuestión de vida y pensar en los problemas que se les vienen encima, los
 incita a defenderse.
Como siempre, las autoridades del 
gobierno y los poderes fácticos sacan a relucir la cantaleta de que el 
paro está politizado como si el gobierno no fuera el más politizado, que
 hay infiltrados o que son los antimineros los que están detrás de los 
campesinos a quienes consideran que son unos ignorantes, incapaces de 
darse cuenta de los atropellos e injusticias.
Pero no se equivoquen. Los líderes 
campesinos ya no son como en el siglo pasado en que eran poco enterados.
 Y en esta lucha, los “pulpines de la serranía” son los jóvenes 
campesinos chancas los que ponen el pecho a pesar de las balas y son los
 más rebeldes, los que asumen el nuevo liderazgo. Allí, el 88,6% de su 
población está por debajo de la línea de pobreza y todos aspiran a salir
 de esta situación pero no a cualquier precio.
Es un deber aclarar que los campesinos no
 son antimineros y que la minería existe en el país dese siglos atrás 
sin llegar a crear problemas a la agricultura. Pero en los últimos 
tiempos la competitividad capitalista conlleva un sistema de explotación
 muy intensiva buscando la mayor rentabilidad. Para bajar costos las 
empresas omiten las medidas de seguridad ambiental en complicidad con la
 corruptela de las autoridades.
Es allí donde está la raíz de los 
conflictos y que no vengan con argumentos falaces echándole la culpa a 
supuestos políticos antimineros. La protesta es contra la contaminación,
 venga de donde venga y no solamente de la minería. Así también, si las 
transnacionales se llevan nuestra riqueza dejándonos solo despojos en un
 trato injusto de relaciones económicas perjudiciales para la patria 
tenemos que ser consecuentes con nuestro predicamento vengan de donde 
vengan los inversionistas.
Desde una perspectiva de izquierda es 
importante avizorar las tendencias de las luchas sociales, incluso para 
la estrategia electoral. Los conflictos sociales son parte de un proceso
 fisiológico en el que se forjan las condiciones para el cambio. Si no 
seguimos el curso de las interacciones sociales nuestras opiniones 
perderán certeza.
Conviene indicar que, el proyecto Las 
Bambas pertenece al consorcio transnacional chino-australiano “Las 
Bambas Mining Company S.A.” en el que “Minerals and Metals Group” (MMG),
 filial de China Minmetals Corp. posee el 62.5% de las acciones. Es una 
empresa capitalista estatal controlada por el gobierno del partido 
comunista chino. Hay además, una docena de empresas mineras chinas 
operando en nuestro país siendo China el principal inversionista 
extranjero con el 33% de participación. Pero también otras 
transnacionales chinas tienen acá importantes inversiones en 
hidrocarburos
Sea como fuere, en el fondo del conflicto
 social está la pugna entre los intereses ajenos en complicidad con los 
“Felipillos” que parasitan transnacionales frente a los intereses de los
 peruanos ancestrales. Solo los vende patrias pueden estar en contra de 
lo nuestro. Es falsa toda democracia en la que los grupos de poder 
imponen su tiranía por encima de los intereses populares. No podemos ser
 indiferentes frente a los sufrimientos de nuestros compatriotas del 
ande y si tenemos sensibilidad social lo menos que podemos hacer es 
indignamos por tanto abuso. Si somos consecuentes no podemos quedarnos 
con los brazos cruzados.
Octubre 2015
Fuente: República Equitativa
Fuente: República Equitativa
