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Extrañamente, cuando el Ejército Árabe Sirio (SAA) y sus aliados de Irán y Hezbolá con el apoyo de la aviación rusa estaban a punto de tomar el control sobre todos los centros importantes de Siria, Estados Unidos impuso una tregua de dos semanas.
Extrañamente, cuando el Ejército Árabe Sirio (SAA) y sus aliados de Irán y Hezbolá con el apoyo de la aviación rusa estaban a punto de tomar el control sobre todos los centros importantes de Siria, Estados Unidos impuso una tregua de dos semanas.
Si el enemigo te ofrece pan con una mano, cuida de su otra mano porque podría tener un puñal (proverbio georgiano)
Según los especialistas militares británicos, faltaban unos dos meses aproximadamente para que el gobierno de Bashar Asad tomase el control de la mayor parte de su país. Sin embargo, la histeria occidental sobre la supuesta belicosidad rusa hizo ceder a Moscú y aceptar el cese al fuego pese a saber que es una trampa.
Lo más triste es que nadie cree en su 
duración ni en las intenciones reales de Washington y de la Coalición de
 65 países que ha formado respecto a Siria. El mismo presidente Vladímir
 Putin afirmó en una reunión con los directivos del Servicio Federal de 
Seguridad de Rusia (FSB) que será muy difícil llegar a un arreglo 
político en Siria y poner fin al enfrentamiento porque "este proceso es 
muy complicado y muy contradictorio". La oposición tampoco cree en la 
tregua que empezó el pasado 27 de febrero.
 Uno de los dirigentes del Alto Comité de Negociaciones auspiciado por 
arabia Saudita, Asaad al-Zoubi declaró el pasado 29 de febrero que "la 
tregua terminó desde su inicio porque no podemos confiar en Rusia porque
 es enemiga de Siria igual que el presidente Bashar Asad". A la vez 
Francia ya está acusando a Moscú de la violación del cese de fuego.
Surge la pregunta: si nadie confía en la 
tregua entonces por qué aceptarla. Y de allí viene el problema que 
consiste en el poder de Estados Unidos de imponer su agenda y sus 
intereses. Decía el exasesor del expresidente George W. Bush, Karl Rove 
que "somos un Imperio ahora, y cuando actuamos estamos creando nuestra 
nueva realidad". Simplemente, la intervención rusa en Siria impidió a 
Washington seguir creando "su nueva realidad" en el Medio Oriente. 
Norteamérica necesitó de un respiro para que sus peones yihadistas que 
estaban siendo aplastados, "se reagrupen, se rearmen y se preparen", 
según las declaraciones del exagente del británico MI6 y el exasesor 
(1997-2003) del exmandamás de Relaciones Exteriores de la Unión Europea,
 Javier Solana, este reagrupamiento por supuesto es para seguir la 
agenda estadounidense de poner fin al régimen de Asad y balcanizar a 
Siria.
A los norteamericanos y a su Coalición no 
le interesan los 280 mil muertos, 3,5 millones de refugiados ni los seis
 millones de desplazados internos.
Simplemente tienen que seguir formas de 
imponer su agenda y el cese temporal del fuego les sirve para revisar su
 estrategia en Siria, analizar la situación militar y geopolítica y 
tratar de unir a sus aliados "moderados" yihadistas bajo la "falsa 
bandera" de la lucha contra el Estado Islámico
 (EI), siendo mientras tanto su propósito principal derrocar a Bashar 
Asad lo que no podrán hacer sin neutralizar a los rusos que impiden 
hacerlo. Creer en la tregua y en las promesas de Washington sobre una 
lucha solidaria contra el Estado Islámico es desconocer la historia y 
los 240 años de la existencia de los Estados Unidos. No pasaron ni 17 
años desde la firma del "Nato-Russia Act of Foundation" donde las dos 
partes prometieron no estacionar grandes unidades de tropas a lo largo 
de la frontera entre los países de la OTAN y Rusia, para que Washington 
haya violado aquel Decreto y ha llenando la frontera con sus tropas y 
las de sus aliados.
Entonces la tregua de Siria es una simple 
maniobra para ver qué hacer y cómo lograr cambiar su " Plan A" por el 
"Plan B", diseñado inicialmente por Arabia Saudita. Consiste en aceptar 
la creación del "Califato Takfirí" en una parte del territorio de Siria e
 Irak bajo el mando del Estado Islámico purgándolo antes de los 
elementos radicales y convirtiéndolo en un Estado "moderado" bajo su 
control. Sin embargo, teniendo en cuenta sus recientes derrotas y el 
traslado de más de 10 mil de sus combatientes a Libia para seguir 
haciendo negocio con el petróleo interrumpido en Siria debido al 
bombardeo ruso, existe un plan para poner fin a esta organización y 
reemplazarla por la temible Jabhat al Nusra, otro engendro 
norteamericano.
En realidad, la prensa globalizada ha 
seguido la agenda geoestratégica norteamericana e hizo todo lo posible 
para exagerar la capacidad y el potencial militar del Estado Islámico 
(EI) que nunca ha tenido, como lo estaban publicitando día a día los 
globalizadores, unos 100 mil militantes en vez de unos 30 mil 
yihadistas. Jabhat al Nusra cuenta con unos 20 mil combatientes pero su 
afiliación con Al Qaeda la hace más peligrosa debido a las 
ramificaciones internacionales de Al Qaeda, brazo tenebroso e 
indispensable de los Estados Unidos en sus oscuros planes para la 
región. Washington está acallando también la existencia de dos otras 
organizaciones radicales de yihadistas bastante fuertes militarmente 
como Jeis al-Islam (20 mil hombres armados) y Ahrar ash-Sham que cuenta 
con 25 mil combatientes. Curiosamente el Departamento de Estado 
norteamericano los considera como "opositores moderados".
El "Plan B"
 apoyado por la Coalición bajo el mando norteamericano, los monarcas 
árabes y Turquía considera la necesidad de la división de Siria en 
cuatro partes, es decir cuatro nuevos estados, como lo divulgó el 
periódico turco Yeni Safak. El exasesor de Barack Obama, Philip Gordon 
utilizó las ideas de los estrategas de Arabia Saudita y elaboró el Plan 
de "Descalation y Decentralization" en Siria. Inicialmente se trataba de
 la formación de tres nuevos estados: el Estado Nusayrei que abarcaría 
las gobernaciones de Damasco, Homs y Tartus; el Estado kurdo con la 
Gobernación de Alepo y en el medio del país, el Califato Sunita con el 
centro en la Gobernación de Idlib.
Por su parte el "think tank Rand 
Corporation" ligado al Departamento de Defensa norteamericano preparó el
 "Peace Plan For Syria", según el cual el país se dividirá en cuatro 
estados. Precisamente de esta división está hablando el Secretario de 
Estado, John Kerry, como el "Plan B". El gobierno de Siria controlaría 
Damasco, Homs, Tartus, Baniyas y Latakia en coordinación con Rusia. El 
Estado Kurdo supervisado por EEUU incluirá Alepo, Hassakeh, Qamishli y 
la parte noroccidental de Siria. La oposición "moderada" controlará 
Idlib y Deraa con la ayuda de Turquía y Jordania y las Naciones Unidas 
convertirá en su protectorado el territorio actualmente bajo el control 
del Estado Islámico que incluye Raqqah, Palmira y Deir al-Zour. Así de 
simple es la formación de un nuevo mapa colonial en pleno Siglo XXI.
Por
 el momento, Moscú no acepta ninguna división y su idea es conservar la 
integridad de Siria. Washington quiso balcanizar el país desde hace 
tiempo y empezó a acelerar este proceso en 2007 cuando el gobierno de 
Bashar Asad lanzó la "Doctrina de Cuatro Mares": el Golfo Pérsico, el 
Mar Caspio, el Mar Negro y el Mediterráneo que convertiría el país en un
 punto central de tránsito de gas proveniente del Mar Caspio pasando por
 Irán, Irak, Siria saliendo a los mercados europeos a través de puertos 
de Levante mediterráneo. Este planteamiento contradecía a los proyectos 
de EEUU, Qatar y Turquía de utilizar a Siria como territorio de tránsito
 de gas de Qatar (tercero en el mundo por sus depósitos de gas natural) a
 Turquía y de allí a los mercados europeos.
Lo que pasa es que Siria siempre fue 
considerada como país muy importante en términos geoeconómicos, una zona
 de tránsito de oleoductos y gasoductos para romper la dependencia 
occidental de los hidrocarburos rusos e iraníes. Precisamente con este 
pretexto Turquía, Qatar, Arabia Saudita, Israel y todos bajo la batuta 
norteamericana empezaron a desestabilizar a Siria como lo han hecho 
antes en Irak y posteriormente en Libia.
Así comenzó la "Primavera Árabe" en Siria 
en 2011 que posteriormente se convirtió en la guerra civil bajo el 
auspicio de Washington y sus aliados de la OTAN y de las monarquías árabes que hacen desangrar al pueblo sirio.

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                    Sputnik/ Vladimir Fedorenko
Entonces, la única posibilidad es armar y 
preparar mejor militarmente a los opositores llamados yihadistas 
"moderados" y darles un eficiente apoyo logístico. A la vez los rusos no
 pueden perder a Siria pues esto significaría su derrota y como 
consecuencia su alejamiento del Medio Oriente, la pérdida sustancial del
 mercado energético europeo y el traslado del terrorismo islámico a su 
territorio. Se esperaba que China apoyaría a Rusia en esta tarea de 
proteger la soberanía e integridad de Siria pero los chinos hicieron su 
habitual "jugada china" tomando tiempo para ver con quién aliarse.
Entonces
 en estas condiciones lo único que le queda a Rusia es utilizar su 
estrategia de la guerra de Vietnam donde sin ampliar la participación 
directa dieron un completo apoyo militar al Vietcong en abastecimiento 
de armas, asesoramiento militar, ayuda logística, entrenamiento de 
tropas, precisamente lo que necesita actualmente el Ejército Árabe Sirio
 para aumentar la capacidad bélica de sus 200 mil tropas. Por el momento
 el apoyo militar ruso al gobierno sirio es insuficiente para poner fin a
 la guerra y preservar la integridad de Siria. Se necesita un apoyo 
militar más decisivo a Bashar Asad.
Esperar un gesto de buena voluntad de 
Washington es vivir en un mundo de ilusiones. Para Norteamérica, Rusia 
siempre va a ser lo que dijo hace pocos días el subsecretario de 
Defensa, James Townsend: "una amenaza trágica y perjudicial que tenemos 
que soportar por un tiempo". Es decir, como suelen decir los rusos, "ya 
están pensando cómo sacar el cuero del oso que todavía no han matado".
 





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