¿Frente Amplio sin Frente Amplia? (2-3)
FRENTE AMPLIO DE IZQUIERDA
SEIS
PERÚ ¿UNIDAD AD PORTAS...?
Por Gustavo Espinoza M. (*)
16 de octubre de 2015
Pareciera
 que, finalmente, la unidad de la izquierda es posible en el Perú de 
hoy. No es aún una realidad, por cierto, pero sí una posibilidad 
tangible a partir de la probable confluencia de los dos más 
significativos segmentos que ahora asoman en el escenario. No obstante, 
se trata de un camino que ha de encontrar obstáculos grandes y pequeños y
 que puede aún culminar con un fracaso. Veamos.
El
 proceso que ha recorrido en los últimos meses lo que bien podríamos 
denominar “el campo popular”, el espacio enfrentado a la mafia 
apro-fujimorista empeñada en recuperar el Poder el 2016, se ha ido 
decantado de tal modo que hoy asoman dos vertientes visibles. “Tierra y 
Libertad”, por un parte, y “Democracia Directa”, por otra.
Ambos
 agrupamientos son los que tienen registro electoral válido y, por 
tanto, los únicos de “este lado de la pista” que pueden inscribir 
candidatos. Hay otros que carecen de este requisito, no porque fuera 
imposible alcanzarlo, sino simplemente porque sus dirigentes no 
quisieron darse el trabajo de recolectar firmas. Prefirieron esperar, 
para ver con quién podrían entenderse. Eso, resultaba finalmente más 
cómodo.
Varios
 de estos grupos pequeños y sin inscripción, integraron UNETE, y se 
cobijaron temporalmente a la sombra del Partido Humanista -con Yehude 
Simon- que sí tiene registro electoral. Cuando este parlamentario se 
cansó de tenerlos, habida cuenta que cuestionaban su candidatura, y 
resolvió marcar su propio itinerario, se rompió esa alianza. En otras 
palabras, Yehude se fue con su inscripción a cuestas, y sus aliados 
quedaron como el pintor de murales, colgados de la brocha: les habían 
quitado la escalera.
Para
 estar en capacidad de jugar en el terreno electoral, aunque fuera con 
otra pelota, los integrantes de UNETE ratificaron su alianza; y se 
fueron, orondos, en busca de “Democracia Directa”, que sí tiene registro
 electoral. Esa acción, curiosamente, fue la que abrió la puerta a un 
nuevo escenario que puede lucir interesante.
 “Democracia
 Directa” es una suerte de expresión política de los Fonavistas, un 
conjunto de peruanos que luchan desde hace varios años porque se les 
devuelva el monto del impuesto al Fondo de Vivienda -el FONAVI- que 
fuera creado a fines de los años 70 por el gobierno de Morales Bermúdez
Perspicaces,
 los líderes del FONAVI inscribieron hace unos años su movimiento en el 
registro electoral y lo denominaron “Democracia Directa”. Hoy, ofrecen 
su registro para que cobije un espectro de la izquierda. Loable 
propósito, sin duda.
Otros
 movimientos se ligaron antes a “Democracia Directa”. El “Bloque 
Popular”, liderado por el congresista Sergio Tejada Galindo se sumó allí
 y ganó un aliado interesante: el ingeniero Gonzalo García Núñez, 
ingeniero industrial y economista, antiguo dirigente de Izquierda Unida 
en los años de Barrantes y que fuera también candidato a la primera Vice
 Presidencia de la República en la fórmula de Ollanta Humala el 2006.
Gonzalo
 García, en el camino, fue líder gremial, miembro del Directorio de 
Petro Perú, integrante del Consejo Nacional de la Magistratura y tuvo 
aún otras elevadas funciones. Ellas le valieron establecer vínculos, 
ganar experiencia y fortalecer una imagen que hoy asoma como válida en 
el contexto concreto.
Por
 presión de la gente, Democracia Directa se convirtió así en un polo de 
atracción. Fue invitando, y sumando. Y haciendo concentraciones públicas
 en las que levantó la bandera de la Unidad. Y eso, le resultó valioso. 
Tanto que ahora, los colectivos nucleados en UNETE se han sumado a ella y
 han suscrito una suerte de “pacto electoral”
En
 pista paralela, el “Frente Amplio” hizo elección de candidato, en un 
proceso al que concurrieron 7 postulantes. El resultado de la consulta 
ungió a Verónica Mendoza, una joven y carismática congresista, como la 
candidata presidencial de ese movimiento.
Ahora,
 lo que falta puede parecer pequeño, pero no lo es tanto: se trata de 
lograr que el Frente Amplio y Democracia Directa sumen fuerzas y arriben
 a un acuerdo. Y que, como consecuencia de él, asome un candidato que 
los aglutine. Ya en algunos corrillos se habla de lo que bien podría ser
 una “fórmula” mágica: Gonzalo García de Presidente y Verónica Mendoza y
 Sergio Tejada de Vice Presidentes.
En
 ese orden, o en otro, las tres serían figuras interesantes en un nuevo 
escenario y permitirían dar la impresión que, finalmente, salió humo 
blanco por la chimenea del Concilio de los Obispos de la Izquierda 
Oficial.
Si
 este entendimiento se concretara, se podría suponer que, finalmente la 
Izquierda se unió. Claro que se trataría apenas de una “alianza 
electoral”, que debiera complementarse -para hacerse algo más sólida- 
con un acuerdo programático y una concertación política.
Lo
 del “acuerdo programático” luce más fácil, porque se trata de temas 
comunes, de exigencias que se comparten, y de banderas que vienen “desde
 abajo” y que se nutren de manera cotidiana con la demanda de las 
poblaciones. Lo otro, lo de la concertación política, luce algo más 
complicado porque exige no solo vocación concreta, sino también voluntad
 de trabajo. Y eso, es lo que a nuestra izquierda oficial no le seduce.
Quizá
 no todos los que “se sumen” a un entendimiento entre Frente Amplio” y 
“Democracia Directa” pueden suscribir un entendimiento político porque 
la falta de unidad en la materia es por cierto evidente.
No
 debiera importar eso. Aunque fueran solo dos o tres fuerzas, de las 12 o
 14 que podría aglutinarse tras el membrete que se decida usar, sería 
bueno que se sustentara y se suscribiera. Y que partiera de un 
compromiso obligatorio para el caso: trabajar de manera conjunta y 
también por separado, en el cumplimiento de una voluntad política común.
Ella
 tendría que incluir la defensa irrestricta de los intereses nacionales,
 pero también a la solidaridad activa con el proceso emancipador 
latinoamericano. Y eso, tiene nombre propio: Cuba, Venezuela, Bolivia, 
el Alca, la Celac, son las más definidas exigencias.
La
 idea parte de un concepto que, lamentablemente resulta ajeno al 
análisis de nuestros “políticos”: La lucha de los peruanos no se limita a
 las fronteras nacionales, ni está desconectada del mundo que nos rodea.
 Sobre eso, nos habló Mariátegui. Nos dijo: “poco de internacionalismo, 
nos aleja de nuestra realidad; mucho internacionalismo, nos acerca a 
ella”. El Amauta, en la misma línea, nos aseguró que en su estudio de la
 experiencia mundial, pudo descubrir mejo el drama peruano.
Y
 es verdad. Aunque algunos no lo asimilen y crean aún que se trata de 
“fenómenos ajenos” y asuntos de “otras latitudes”; la realidad peruana 
está más vinculada al escenario continental de lo que se supone. La 
afirmación del proceso emancipador latinoamericano haría más próximo el 
derrotero liberador de nuestro pueblo, en tanto que un retroceso en 
cualquiera de los países de la región implicaría una derrota para todos.
El
 enunciado puede parecer digerible. Pero la consecuencia de la 
formulación no siempre “pasa” por la garganta de quienes prefieren 
eludir definiciones con la idea que ellas podrían “afectarle sus votos”.
 Prefieren callar, o incluso “conceder” espacio al enemigo “reconociendo
 “, por ejemplo, que “Venezuela no es una democracia”, o que Maduro “es 
un Presidente autoritario”. Están seguros que diciendo eso, les 
“concederán espacios” y podrán, de ese modo “ganar votos”.
Y
 es que, objetivamente, resulta en estos casos letal mezclar lo 
electoral con lo político cuando se no se sabe a dónde se va ni por qué 
se lucha. La unidad sin principios, es precaria, pero sobre todo 
endeble. Para hacerla fuerte, hay que sustentarla en valores, y 
afirmarla en concepciones definidas y en deberes solidarios. No debiera 
haber acuerdo electoral, sin pacto político.
La
 experiencia enseña que la unidad es fortaleza. No suma, sino 
multiplica. Y hace tangible una victoria. Los triunfalismos no ayudan. 
Tampoco el optimismo excesivo. Pero sí, la acerada voluntad de un pueblo
 que no está dispuesto a caer otra vez en manos de la Mafia. (fin)
Por Gustavo Espinoza M. (*)
16 de octubre de 2015
SIETE
LAS PRIMARIAS DEL FRENTE AMPLIO:
BALANCE TARDÍO Y PERSONAL
Drama subjetivo en diez actos
PENSABA no volver a escribir sobre las primarias del Frente Amplio. Ya había señalado sus varios aspectos positivos en “Hildebrandt en sus Trece”. De hecho, me ofuscaban las quejas y grititos de quienes buscaban cualquier pequeñez para tirarse abajo la elección.
Sin embargo, creo que debo matizar algunas cosas.
MI HISTORIA ES ASÍ.
 Poco antes de cerrar mi mesita en Brooklyn, me enteré del abrumador 
triunfo de Verónika Mendoza en Cusco ciudad. Luego, los caviares limeños
 llenaron mi timeline con información de sus mesas y con las fotos de 
sus votos. Un Creamfields electoral. En todas ganaba Mendoza por amplio 
margen.
Cerré
 mi mesita. En Brooklyn también ganó Mendoza, con un categórico y 
predecible 14 a 4 (Aprovecho para saludar a Vladimir Pinto, el 
cuadrúpedo militante de Sembrar que impugnó la mesa de Nueva York porque
 creía que era un bastión de Marco Arana) Era domingo en la tarde y en 
todas partes Mendoza parecía patear cabezas.
Es
 cierto, faltaba el voto de provincia, rural, de aparato, donde Marco 
Arana debía ser más fuerte y, creía yo, hasta podía hacerlo ganar las 
primarias. Es cierto, estaban los mensajes sensatos y maduros de los 
amigos terrícolas (entiéndase, de Tierra y Libertad) llamando a la 
calma, pidiendo no subir resultados parciales, no ir al local del 
Partido Socialista a hacer el ridículo ni reventar castillos por el 
abrumador triunfo de Sembrar en Barranco y Miraflores, porque todavía 
faltaban los votos del resto del país. Pero yo imaginaba que la 
abrumadora cantidad de votantes limeños difícilmente sería superada por 
el posible voto del interior. Que Comandante Espinar vencería a Espinar.
De
 todos modos, más de treinta mil votantes era un éxito, y me quedaba 
claro que muchos se movilizaron gracias a la participación de Verónika 
Mendoza. Al César lo que es del César y a Vero lo que es de Vero, me 
dije. Aun así, sentía mucha desazón por la que creía una abultada 
derrota de Marco Arana. Ensombrecido, me fui a leer al Cocoa Bar, me 
encontré a Paul Auster comprando sparkling water, pero nada me sacó de 
la pena. Así acabó mi domingo.
GIOVANNA CONSTANTINI
 se ha convertido, de un día para otro, en el mal hecho persona. ¿Sabe 
quién es? Es la persona que, en un audio presentado por Sembrar, 
coordina el llenado anticipado de los padrones de votación, para luego 
ella misma marcar las boletas con sus votos. Ese es, en resumen, el 
mentado fraude de Pomalca.
Ahora
 todos le tiran barro a Constantini, pero hace unos meses todos se 
peleaban por tenerla en sus filas. El lunes 5 de octubre pregunté quién 
era. Alguien de Tierra y Libertad me dijo que era una militante de Lambayeque
 “que Sembrar les quiso quitar”, debido a su contacto con los cañeros. 
Busqué en Youtube. Encontré un video que fue compartido por el fanpage 
de Sembrar: aparecía Constantini con veinte cañeros detrás, mandaba 
saludos a Sembrar por su reciente fundación, hablaba en primera persona 
plural, tenía esa manía babosa de conjugar el verbo “sembrar” a cada 
momento. Eso confirmó lo que me había dicho el amigo terrícola: en algún
 momento fue cercana a Sembrar.
El
 video no está más. En el caché de Google aún se encuentran comunicados 
de Sembrar donde se hablaba de Constantini como “nuestra compañera”. Los
 borraron.
¿Esto
 habla mal de Sembrar? No. ¿Habla mal de Tierra y Libertad, por tener a 
alguien así en sus filas? Tampoco. Formalmente, Constantini nunca fue de
 Tierra y Libertad, así que muy poco puede hacer esta organización 
contra ella. Está el rumor de que la van a denunciar penalmente. Pero, 
¿por qué? ¿Por hacer fraude en una elección que no tiene ninguna 
legalidad, realizada por una organización de la cual no es parte?
Mi
 punto con Constantini era otro. Ella es un claro ejemplo de la 
precariedad extrema de la política peruana, y de la izquierda en 
particular. Como no llegamos a todo el país, tenemos que depender de 
alguien que esté en la zona, y al cual casi siempre no se puede conocer 
ni controlar. Y si esta persona viene además con una base social, las 
dudas son mucho menores. Esto le pasó a Sembrar y a Tierra y Libertad, 
pero pasa en verdad en todo el país. Hay un compañero en Tumbes, dicen 
que es medio oportunista, medio animal, pero tiene “trabajo” en la zona:
 sus Congresos regionales son de 200 personas y a los Congresos 
nacionales trae 50 delegados. Perfecto. ¿Ustedes creen que alguien, 
alguna instancia nacional, va a supervisar qué hace el compañero, qué 
piensa, qué calcula? No es que no quieran, no es mala fe: a veces 
simplemente no pueden, no se dan abasto, se les cuelan los caciques. 
Peor aún, a veces hasta los quieren captar, como pasó con Sembrar cuando
 cortejaba a Constantini.
Al final, Constantini decidió no irse a Sembrar y permanecer “cercana” a Tierra y Libertad.
 Su acción puso a Marco Arana contra las cuerdas, mostró la triste 
precariedad de las elecciones primarias, llevó a que el escrutinio 
pasase a segundo plano y casi rompe el Frente Amplio. Si alguien quiere 
echar culpas individuales, hágalo. A mí no me interesa. Yo veo en esa 
acción un capítulo más de un partido que no puede controlar a su propia 
gente. Si Patria Roja no puede controlar Cajamarca, donde quieren 
arrancarle la cabeza a Rolando Breña por bajarle el dedo a Gregorio 
Santos, era mucho pedir que Tierra y Libertad y Sembrar controlen 
Lambayeque.
EL LUNES EN LA MAÑANA,
 mientras desayunaba mi calentado, llegó a mis oídos la buena nueva: 
Marco Arana había dado vuelta a la elección en la madrugada. Los votos 
del interior le eran ampliamente favorables y estaba por encima. 
Cajamarca, pensé yo. Lambayeque, me dijeron.
Poco
 antes de entrar a clase, vi el resultado completo: Marco Arana había 
obtenido cuatro mil votos en Pomalca y anexos, mientras Verónika Mendoza
 apenas había conseguido cuatrocientos.
Hasta
 allí, ninguna sospecha. Mis dudas surgieron cuando vi la votación de 
Jorge Bacacorzo, conocido también como Martín Guerra: ¡600 votos! ¿Qué 
estaba pasando? ¿Qué agujero negro se había apoderado de Lambayeque?
Desde
 allí en adelante, el escrutinio parece haberse vuelto secundario. Cada 
agrupación decía que estaba arriba, aun contando los votos de Pomalca. A
 la par, empezó la danza de las impugnaciones. La denuncia de fraude 
tomó cuerpo con la transcripción del audio de Giovanna Constantini, 
donde decía “tú llena las actas, yo después lleno las boletas”. Pero claro, era solo una transcripción. Faltaba el audio.
ARTESANALES fueron
 estas elecciones abiertas. Creo, eso sí, que las elecciones abiertas 
son la mejor forma de elegir un candidato presidencial, pero no por ello
 son “más democráticas” que otras formas de elección. Ahora se habla de 
lo democráticas que fueron, pero si Marco Arana hubiese ganado a punta 
de aparato ya estaríamos oyendo los llantos contra los partidos, cómo un
 aparato vulnera la decisión de los ciudadanos, cómo se mata una 
esperanza, etecé, etecé, etecé.
No
 es la más democrática, pero para mí es la mejor forma. Y, 
afortunadamente, esta vez tuvo resultados positivos: abrió la cancha, 
generó expectativa, concitó atención e invitó a participar a una 
ciudadanía ajena a perder el tiempo en reuniones interminables. De 
hecho, los púberes de Únete, siempre reacios a toda forma de elección 
que implique un mínimo de competencia, han tenido que tragarse el sapo 
(licuado con maca) y convocar sus propias primarias abiertas para no 
quedar tirando cintura.
PERDÓN POR LA DIGRESIÓN. ARTESANALES
 fueron estas elecciones abiertas porque el resultado fue, en la 
práctica, producto de una negociación. A decir verdad, una gran 
negociación, con un buen resultado final, con actos de desprendimiento y
 sinceridad, y que evitó el que parecía el desenlace más probable: la 
ruptura del Frente Amplio. Buena negociación, pero negociación al fin y 
al cabo.
Me
 explico. Verónika Mendoza ganó en las urnas y con justicia, de eso no 
hay duda. Sin embargo, me animo a decir que desde el martes el 
escrutinio como tal había pasado a un segundo plano. ¿Por qué? Porque lo
 más importante era determinar qué pasaría con esas 14 mesas de Pomalca.
Aunque
 Sembrar deslizaba que Mendoza ganaría aun con las mesas de Pomalca, 
todo hace indicar que no era así. Si Pomalca valía, ganaba Arana. Si 
Pomalca no valía, ganaba Mendoza. Sembrar había impugnado Pomalca. Había
 también una prueba de fraude, pero que solo implicaba a tres mesas de 
las catorce. Faltaba determinar, hasta donde sé, la validez de la 
prueba, y qué iba a pasar con las once mesas restantes. ¿Se anulaban 
solamente las tres mesas involucradas, o las catorce mesas en total? 
¿Qué aseguraba que el fraude cometido en una parte, no había sido hecho 
también en el todo?
Si
 las elecciones no hubiesen sido artesanales, habríamos tenido los 
resultados oficiales del escrutinio conforme estaban listos, digamos, el
 martes en la mañana. Luego, se habría informado de las mesas impugnadas
 y, una vez resuelto por el ente correspondiente, se sumarían o no al 
resultado total, y tendríamos un ganador.
Pero
 no ocurrió así. Primero, la decisión de Tierra y Libertad de hacer 
primarias cuanto antes y por su cuenta terminó pasándole factura. Una 
manito de la ONPE hubiese ahorrado muchísimos problemas. Segundo, la 
información oficial fue un desastre. No había peor cosa que el silencio.
 Entiendo que la situación era muy delicada y, por eso, lo mejor era 
cierta prudencia. Pero en un punto la prudencia fue demasiada, y el 
silencio y la lentitud se confundieron con turbiedad.
Finalmente,
 la negociación. Marco Arana envió una carta el jueves en la madrugada 
donde informa que Tierra y Libertad mismo impugnaría todas las mesas de 
Pomalca, y que lo importante era recobrar la confianza.
La
 confianza estaba relacionada al total de las mesas de Pomalca. En una 
elección menos artesanal, las denuncias de fraude hubiesen sido 
puntuales: esta, esta y aquella mesa, este, este y aquellos votos. Pero 
en estas primarias no se podía hacer eso. La razón era política. La 
misma persona que, según un audio, había promovido fraude en tres mesas,
 estaba involucrada en la instalación de otras once mesas. ¿Debía, 
entonces, anularse únicamente las mesas con fraude comprobado, y dejar 
el resto como si nada? Evidentemente, esto ya era un tema de confianza. 
No se podía confiar en la veracidad del resultado de las otras mesas, 
donde Arana obtuvo también resultados extraordinarios. Imagino que 
Sembrar pidió, comprensiblemente, la anulación de todas las mesas. 
Tierra y Libertad pudo, con alguna razón, negarse y admitir la anulación
 únicamente de las mesas involucradas.
Si cedía en todas las mesas, Tierra y Libertad perdía la elección.
Si cedía solamente en las mesas involucradas, Tierra y Libertad ganaba la elección, pero se rompía el Frente Amplio.
Escogieron perder. Algo de grandeza hay que reconocerles.
LAS PRIMERAS DEL FRENTE AMPLIO FUERON EXITOSAS,
 a pesar de sus problemas. Es un éxito distinto al que creímos el 4 de 
octubre, con treinta mil votantes y con un claro ganador. Creo que su 
éxito reside en haber dado un ganador sin romperse en el intento. No es 
un éxito por lo que se consiguió, sino por lo que se evitó.
En
 absoluto me parece un éxito menor. La izquierda ha pasado por rupturas 
estúpidas sin motivo alguno. Esta vez hubo motivos, pero prevaleció 
cierta cordura.
ESO NO VUELVE "HISTÓRICO"
 lo que se hizo. Hacer una guacha en tu área no te hace ganador del 
partido. Pero si en abril se obtiene un resultado electoral importante, 
sí será un nuevo inicio. En ese caso, será difícil que la izquierda 
elija a su candidato presidencial de una forma distinta a las primarias.
 Solo eso me llenaría de alegría.
Pero
 si el resultado de abril es realmente malo, poco quedará. El 2006, el 
Partido Socialista hizo elecciones abiertas para escoger sus candidatos 
al Congreso. Como sacamos menos de 1%, nadie lo tomó como guía y ahora 
nadie lo recuerda. Debemos validar todo esto en abril.
Finalmente,
 el haber hecho primarias no nos hace moralmente superiores al 
fujimorismo o al APRA, y tampoco importa. Ese es el consuelo idiota de 
quien juega un campeonato para ganar el torneo de Fair Play.
UNA PENA LO DE POMALCA,
 en verdad. Yo soñaba con un bello escenario: que el voto de cuarenta 
cañeros valga lo mismo que cuarenta tetudos que firman un comunicado 
llamando a votar a la gente por su candidato, como si el peso de su 
nombre le importase realmente a alguien. Horrible e inútil ad 
verecundiam.
Me
 corrijo: creo que los tetudos no son los firmantes, sino los que 
promovieron el comunicado. En más de una ocasión yo he firmado, 
tetudísimo, un comunicado de respaldo a alguna tontera, y es porque me 
da mucha vergüenza decir que no. De todos modos, el llamado público de 
un grupo de supuestos notables es una de las cosas más tetudas que 
existen. Que cuarenta obreros anónimos con pantalones rotos valgan lo 
mismo que una lista de nombres en Arial 12 con fondo blanco debió ser 
uno de los más preciados desvaríos del viejo Marx, y hubiese mostrado la
 belleza proletaria de las primarias. Pero no, hubo fraude. Fin de la 
fantasía. Una pena lo de Pomalca, en verdad.
VERÓNIKA MENDOZA GANÓ, Y GANÓ BIEN. Aplomada, entera, dejando en el olvido sus viejas dudas.
Seré
 subjetivo. Verónika Mendoza era mi candidata hasta marzo. Además de su 
capacidad, era a mi juicio la mejor candidata que podía tener la 
izquierda, y cosechaba también cierta admiración en un sector de centro.
 Creía que el escenario requería de ella cierta audacia, asumir su 
liderazgo en lugar de rehuirle, y eso habría podido aglutinar a la vieja
 izquierda tras ella. No lo hizo. Poco después, creyéndose el Flautista 
de Hamelin con artrosis, Únete partió la izquierda en dos bajo la 
premisa de que todos irían tras ellos y aislarían a Tierra y Libertad. 
Verónika Mendoza tuvo una postura de principios y se mantuvo cercana al 
Frente Amplio.
Hoy,
 esa arriesgada decisión da buenos frutos. Ella es la candidata en buena
 lid, con la legitimidad que dan las urnas. El escenario es el que yo 
deseado en marzo, pero por otra vía: con Mendoza de líder y con un 
sector de la vieja izquierda buscándola con lágrimas en los ojos.
Pero
 mi candidato para las primarias fue Marco Arana. Primero, porque la 
unanimidad me da caracha. Las vivas fáciles y el apoyo incondicional a 
cualquier persona me vuelven tercamente subjetivo. Las diez frases de 
Verónika Mendoza para que leas antes de dormir y sus fotos abrazando a 
una ovejita huérfana me parecían tan insufribles como los lunáticos que 
veían conspiraciones contra ella en todas partes. Por otra parte, 
destaco de Arana su terquedad y su persistencia en armar un partido a 
pesar de todos los reveses. Pero si voté por él, fue porque él dijo 
desde un inicio que quería ser Presidente, y se le notaba dispuesto a 
quemarse: tuvo en su mano derecha una galonera, y en la izquierda una 
caja de fósforos La llama. Esa sinceridad, esfuerzo y perseverancia 
merecieron mi voto. Además, al buen Arana nadie le hizo ni un videito 
tomando un emoliente ni le publicaron un post con sus mejores diez 
parábolas bíblicas.
Evidentemente,
 Mendoza es mucho más que su campaña. Es una candidata mujer y joven en 
una izquierda muy masculina y vieja. Es una persona que asumió 
muchísimas causas impopulares por principios, aun si estas iban en 
contra del sentir general de su propia región. Creo también que, para 
una elección general, es mejor candidata que Arana, pero ya expliqué por
 qué él mereció mi voto y por qué se lo daría nuevamente. Pero Verónika 
Mendoza ganó, y ganó bien. Claro que sé perder, no será la primera vez. 
Hoy te vas tú, mañana me iré yo.
*Si
 alguien encuentra alguna imprecisión -sea en cifras, votos, hechos, 
cálculos y número de mesas- siéntase libre de corregirme con datos en la
 mano.
Por Gustavo Espinoza M. (*)
17 de octubre de 2015
(*) Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe
Publicado en Nuestra Bandera Prensa nacional de izquierda
Nota.- Los entretelones de la política criolla están a la vista en esta segunda parte de la serie. Votos viajeros, votos difuntos, votos comprados, listas premarcadas.
Y
 encima, con la NDI (National Democratic Institute) ONG yanqui como la 
“entidad a cargo de la recepción y custodia de las actas y de la 
veeduría del conteo final” (¡así como está escrito!)
Hay
 silencios y silencios. Y quien calla, otorga. Los partidos, grupos, 
movimientos que integran el Frente Amplio, sus simpatizantes, están en 
la ineludible tarea de rechazar las denuncias como falsas, ¡o nausearse de esta política criolla!
Recordemos siempre que ¡quien mal anda, mal acaba!
Ragarro
16.06.16
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
16 de junio de 2016
 
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