Estados
 Unidos y sus aliados incondicionales de la OTAN  no pueden entender 
cómo ha logrado resurgir Rusia en estos 26 años después de la 
desintegración de la Unión Soviética.
La paz solo puede lograrse por hegemonía o por el equilibrio de poder. 
(Henry Kissinger)
Según el 'Plan Totality', elaborado en 1945 en Washington y aplicado 
en 1991 por unos 2.000 asesores norteamericanos en el Gobierno de 
Yeltsin, Rusia iba a ser dependiente económicamente de Occidente por el 
resto de su existencia y EEUU jamás le permitiría ser demasiado fuerte 
para amenazar a sus vecinos o edificar su 'Cortina de Hierro'.

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                    Sputnik/ Mikhail Alaeddin
Los
 globalizadores 'iluminados' pensaron en todo para dominar al país, 
inclusive en su desintegración, menos en la fuerza del espíritu ruso, en
 la voluntad de su pueblo y en su capacidad de hacer resurgir una Rusia 
nueva. Recién ahora se ha dado cuenta de cuan equivocado estaba uno de 
sus principales ideólogos, Zbigniew Brzezinski, cuando anunció en 1991 que Rusia era un país "vencido", que jamás podría aspirar a ser una potencia.
Bastaron dos generaciones para que Moscú adquiriera suficiente fuerza
 moral y física para no solo afectar el equilibrio de poder en Euroasia 
sino convertirse en uno de los principales 'jugadores' geopolíticos en Oriente Medio tratando de lograr una estabilidad en la región. Precisamente, debido a la intervención militar de la aviación rusa en Siria,
 Daesh (autodenominado Estado Islámico, organización terrorista 
proscrita en Rusia y otros países) y sus ramificaciones como el Frente 
Al Nusra (actual Frente Fatah al Sham) y Al Qaeda, que ocupaban más del 
70% del país, han tenido que replegarse o rendirse quedándose por el momento sus yihadistas en un 5% del territorio de Siria.
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La exitosa campaña rusa en Siria ha asestado un duro golpe a los 
planes norteamericanos en Oriente Medio. Tanto la Casa Blanca como el 
'Estado profundo' no pueden ocultar su irritación
 y lo único en que suelen coincidir es en aumentar su rusofobia y su 
retórica belicista. No pueden digerir con serenidad el hecho de que no 
pudieron derrocar al presidente de Siria, Bashar Asad, y de que los rusos sacaron ventaja
 en esa región. Durante el reciente viaje del secretario de Estado de 
EEUU, Rex Tillerson, a Catar fracasaron los intentos norteamericanos de establecer un diálogo entre Doha y Riad.
Tampoco Tillerson pudo lograr un acuerdo entre el rey Salman de Arabia Saudí y el primer ministro de Irak, Haider Abadi, para aislar a Irán
 por su "conducta maligna". Lo mismo sucedió con la misión del 
secretario de Defensa, general James Mattis, a Catar y los intentos de 
Donald Trump en las Naciones Unidas de calmar los ánimos de Arabia 
Saudí, Egipto, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, países que a 
instancias del actual presidente de EEUU y del primer ministro israelí, 
Benjamín Netanyahu, impusieron sanciones a Doha y lo intentaron aislar del resto de la región por sus 'buenas relaciones con Irán'.
Mientras los países de Oriente Medio le están dando 'media espalda' a Washington, sus dirigentes están buscando una aproximación a Moscú,
 pensando en la inestabilidad a largo plazo de sus alianzas con 
Norteamérica que suele cambiar de opinión de acuerdo a sus intereses 
nacionales de momento. El mismo rey Salman de Arabia Saudí, país que 
hace tres años atrás amenazó a Rusia con el terrorismo por su apoyo a 
Bashar Asad, está 'construyendo puentes' hacia el Kremlin después de la visita del monarca a Moscú. El emir de Qatar, Tamim Hamad Thani llamó a Vladímir Putin y recibió palabras de apoyo del presidente ruso.
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                    AP Photo/ Geert Vanden Wijngaert
El
 presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que está en permanente 
movimiento tratando de congraciarse tanto con Washington como con Moscú,
 está obligado por el momento a acercarse más a Putin debido al éxito de Rusia en Siria. El primer ministro de Irak, Haider Abadi, está en permanente contacto con Moscú. Irán es un aliado estratégico
 de Rusia en el golfo Pérsico. A la vez, el expresidente de Afganistán, 
Hamid Karzai (2004-2014), que ayudaba a los muyahidines para luchar 
contra los soviéticos entre 1979 y 1989 vino a Sochi para encontrase con
 Vladímir Putin y denunciar a las tropas norteamericanas por trasladar 
durante los últimos dos años a los extremistas de Daesh a Afganistán 
"para crear problemas en toda la región y desestabilizar Asia Central".
El desplazamiento de las redes yihadistas a Irak, Afganistán y Siria 
fue seguido y controlado, según el analista geopolítico de la revista New Eastern Outlook,
 Ulson Gunnar, por el Centro de Combate del Terrorismo de la Academia 
Militar de EEUU West Point y fue documentado en dos informes publicados 
en 2007 y 2008. Actualmente, el desplazamiento de los combatientes de 
Daesh y sus grupos afiliados se realiza en la región usando la autopista
 que conecta Bagdad, Anbar y la frontera de Irak con Jordania como una 
ruta alternativa después de que los aviones rusos pusieron fin
 al desplazamiento de los terroristas a través de Siria. Los mercenarios
 de la corporación Olive Group brindan protección a los terroristas.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, exigió a Washington mostrar claramente su posición respecto a la lucha contra el terrorismo en Oriente Medio y acusó
 a los aliados de Washington, las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF) 
por hacer "sangrientas provocaciones" contra los militares rusos. Sin 
embargo, los intereses del Gobierno de Trump, que está en realidad en 
manos de tres generales: James Mattis (el secretario de Defensa), John 
Kelly (el jefe del Gabinete de la Casa Blanca) y Herbert R. McMaster 
(asesor de Seguridad Nacional), coinciden con los del 'Gobierno 
profundo'. Uno de sus conocidos representantes, el exdirector de la CIA 
(entre 2009 y 2011) y exsecretario de Defensa (entre 2011 y 2013), Leon 
Panetta, declaró en la Conferencia del Instituto Hudson que "actualmente
 estamos en un nuevo capítulo de la Guerra Fría con Rusia (…) y de 
ninguna manera vamos a entregar Oriente Medio a Rusia (…) y vamos a 
enviar un mensaje claro a Rusia. EEUU necesita contener las aspiraciones
 rusas de gran poder global".

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                    REUTERS/ Mark Schiefelbein
Sin embargo, el proceso ya está en marcha y por muchas sanciones
 que traten de imponer Washington y Bruselas, el proceso de 
fortalecimiento de Rusia como una decisiva fuerza de equilibrio en 
Oriente Medio y en Euroasia será muy difícil de parar. Inclusive, el más
 cercano aliado de EEUU, el primer ministro de Israel, Benjamín 
Netanyahu, está de acuerdo con el plan estratégico de Rusia para Oriente
 Medio para crear un equilibrio en la región que favorecería también a 
la seguridad nacional israelí. Militarmente, EEUU no está listo para 
enfrentarse al país eslavo. Además, como declaró el exjefe de la CIA, el
 general retirado David Petraeus, "en este momento el más importante 
reto de EEUU no es Rusia, Irán, Corea del Norte, Siria, Daesh o la competencia con China.
 Es el parroquialismo (tendencia de una comunidad de centrarse en sí 
misma) lo que nos limita a resolver los serios problemas que tenemos en 
EEUU".
Donald Trump lo sabe perfectamente, pero no puede detener el ímpetu 
belicista promovido por el 'Estado profundo' a través del Congreso y el 
complejo industrial-militar que ya ha convertido a Rusia en su enemigo 
principal para desviar la opinión pública interna de la caída de los 
ingresos en el país, del crecimiento de la desigualdad y el racismo, la 
disfunción del Gobierno y la disminución del apoyo popular a la 
democracia. Según las últimas encuestas nacionales, el 70% de los 
estadounidenses que nacieron en vísperas de la Segunda Guerra Mundial 
creen que es esencial vivir en democracia, mientras que sólo el 30% de 
la generación Y o los mileniales, conocidos como nativos digitales 
nacidos entre 1980 y 2000, creen en la democracia. También el porcentaje
 de los ciudadanos estadounidenses que prefieren un fuerte líder 
incrementó de 1995 a 2017 del 24 al 32%. En el mismo período, el 
porcentaje de norteamericanos que está listo para apoyar un Gobierno 
militar incrementó del 6 al 17%.
Están
 todos los indicios de que EEUU está tomando cada vez más un camino 
hacia la domesticación y la militarización de la democracia, lo que 
podría en unas determinadas condiciones repetir la triste y cruenta 
experiencia de América Latina entre los años 1970 y 1980. Los gastos 
militares del Pentágono para 2018 llegan
 a 700.000 millones de dólares, lo que significa que sumando el dinero 
que deben adjudicar otros departamentos gubernamentales a los militares,
 el presupuesto total del departamento de Defensa superaría los 1,5 
millones de millones de dólares. La paranoia antirrusa en EEUU es 
promovida diariamente por el Congreso y los medios de comunicación. El 
periódico The Military Times anunció la necesidad urgente de proteger a 
las tropas norteamericanas para no 'contaminar su cerebro' con la 
información de los medios rusos que resultan ser preferidos entre los 
militares.
Por qué EEUU pone en alerta sus bombarderos nucleares por primera vez desde la Guerra Fría https://t.co/yvUgmHHK6i— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 23 октября 2017 г.
La revista Defense One anunció
 la preparación de los bombarderos estratégicos B-52, B-2 y B-21, 
equipados con bombas nucleares, para el retorno al estado permanente de 
alerta nuclear que terminó con la desintegración de la Unión Soviética 
en 1991. Actualmente, EEUU tiene hasta 250 ojivas nucleares tácticas con
 capacidad de 18 megatones en Bélgica, Italia, Reino Unido, Holanda, 
Alemania y Turquía. Todas estas armas están orientadas hacia Rusia. En 
el transcurso de los últimos años, Washington está rompiendo poco a poco
 todos los tratados firmados con Moscú, igual como se han anulado más de
 300 tratados firmados con los nativos norteamericanos.
A pesar de todo esto, Rusia, según su presidente Putin, sigue 
adelante con su marcha hacia una democracia a su estilo y de acuerdo con
 sus condiciones, tratando de no repetir su error histórico más grande y más trágico de haber tenido confianza en la palabra de los líderes estadounidenses. En su reciente discurso en el Club Internacional de Debates Valdái,
 el mandatario ruso recalcó que "el mundo ha llegado a una época de 
cambios drásticos (…) se está agudizando la competencia por un lugar en 
la jerarquía internacional (…) y Occidente muestra cada día más egoísmo 
al repartir el legado geopolítico de la URSS".
 





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