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La Izquierda en Debate
EL DESAFÍO TEÓRICO DE
LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA.
Resumen presentando por Jerson Arias.
        
LA ORFANDAD DE LA ESTRATEGIA
        
América Latina a pesar de experimentar importantes procesos de 
transformación, de ser un continente de revoluciones y 
contrarrevoluciones, de contar con fuertes capacidades analíticas y 
grandes dirigentes revolucionarios, a pesar de ello no produjo un
 pensamiento estratégico capaz de orientar la acción práctica de los 
diferentes procesos, no produjo la teoría de su propia práctica teniendo
 en cuenta sus condiciones particulares, sus contradicciones, sus 
movimientos, sus contextos, sus subjetividades, en
 fin sus condiciones concretas para el desarrollo de rupturas que le 
abrieran espacio a nuevas realidades para el empoderamiento de los 
sectores populares como protagonistas de los cambios de una sociedad.
        
Las estrategias históricas de la izquierda han contado con 
vigorosos partidos socialistas y comunistas para su liderazgo, con 
movimientos nacionalistas y grupos guerrilleros que condujeron 
experiencias como la revolución cubana, el gobierno de Salvador
 Allende, los gobiernos pos-neoliberales, entre otros, pero no se 
realizaron balances críticos de estas experiencias que permitieran y 
permitan la elaboración de nuevas propuestas, al día de hoy parece que 
se mantiene esta actitud, las nuevas realidades en
 Latinoamérica no incentivan la elaboración teórica, parece que se 
mantiene la práctica de adoptar estrategias externas producto de los 
vínculos internacionales como la internacional comunista en su momento, 
situación que dificultó analizar las realidades concretas
 de cada país Latinoamericano, en otras palabras, las experiencias 
prácticas no se encontraban con las reflexiones teóricas para la 
construcción de pensamiento estratégico, por ejemplo, la movilización 
liderada por Augusto Sandino “nació de condiciones concretas
 de resistencia a la ocupación estadunidense y expresaron formas 
directas de nacionalismo antiimperialista”, sin embargo, no se teorizó 
para la elaboración de una línea de acción estratégica, sino simplemente
 respondieron en la práctica a las demandas económicas,
 sociales y políticas que exigía el momento. Las orientaciones de la 
internacional comunista no tuvieron “en cuenta las condiciones 
particulares de América Latina”, es decir, los soviéticos exportaban las
 ideas de su propia experiencia, su línea de “clase contra
 clase” respondía a las condiciones particulares de la Unión Soviética, y
 los frentes antifascistas respondía a la expansión de los regímenes en 
Europa.
        
Resultado de adoptar mecánicamente estas ideas por parte de los 
procesos de izquierda latinoamericanos generaron interpretaciones que no
 coincidían con su realidad, por ejemplo, “el Frente Popular en Chile 
importó el lema antifascista sin que el fascismo
 se hubiera expandido por el continente”, el fascismo europeo se 
relacionó con el nacionalismo y el antiliberalismo, incluso este 
nacionalismo europeo estuvo marcado por el chauvinismo, es decir, “la 
supuesta superioridad de un Estado nacional sobre los otros”
 una exaltación exagerada de lo nacional con respecto a lo extranjero. 
Otros efectos de esta transposición mecánica en Latinoamérica llevaron a
 que partidos comunistas caracterizaran por ejemplo a Juan Domingo Perón
 y a Getulio Vargas como reproductores del
 fascismo en América Latina.
        
El Partido Comunista de la Argentina, por ejemplo, se alió 
contra Perón en las elecciones de 1945, no sólo con el candidato liberal
 del Partido Radical, sino también con la Iglesia y la embajada 
estadunidense, respondieron a la idea de que toda alianza
 contra el mayor enemigo, el fascismo, era válida.
        
Situación similar pudo haber pasado con la orientación del 
Partido Comunista Colombiano al catalogar en su momento a Jorge Eliecer 
Gaitán como fascista y no lo apoyaron en las elecciones presidenciales 
de 1946, en su lugar apoyaron a Gabriel Turbay,
 candidato oficial del liberalismo, decisión que resultó incompresible 
para los obreros y campesinos que apoyaban a Gaitán. Además, la mayor 
confusión no sólo se presentó al relacionar los Nacionalismos en 
Latinoamérica con el Fascismo en Europa, sino también
 con el liberalismo, que en Europa se asemejaba a la burguesía en 
ascenso y relacionada con las libertades individuales y el desarrollo de
 la industria, mientras que en América Latina el liberalismo está 
relacionada al libre comercio de las oligarquías primario
 exportadoras.
        
Se puede ver que la adopción de planteamientos de otras latitudes
 genera confusión al momento de orientar los procesos políticos locales,
 por ello, la importancia de un análisis concreto de las condiciones 
específicas de las realidades latinoamericanas,
 tarea que si hicieron José Carlos Mariátegui en Perú y el Chileno Luis 
Emilio Recabarren, sin embargo los partidos comunistas a los que 
pertenecían no tuvieron en cuenta sus análisis, terminaron siendo 
análisis teóricos aislados que no fueron tomados en cuenta
 por la izquierda. Así mismo, los nacionalismos asumidos por la 
izquierda latinoamericana como concepción de frente popular 
pluriclasista y antiimperialista no fueron teorizados por la izquierda, 
sin embargo en el caso de la revolución boliviana de 1952 se
 presentaron algunos esbozos interpretativos de la lucha nacionalista 
pluriclasista y anti-oligárquica que se libraba en ese momento, logrando
 identificar reformas agrarias con contenido popular, nacionalización de
 sectores estratégicos de la economía y alianzas
 obreros campesinas que posibilitaron la teorización de un embrionario 
movimiento anticapitalista.
        
Si bien se produjo bibliografía de algunos procesos nacionalistas
 militares en Perú, Ecuador Honduras, el proceso Nicaragüense, y el 
proceso de la Unidad Popular en Chile también generó una vasta 
bibliografía, sin embargo, según el documento no produjeron
 análisis de balance que generaran teoría estratégica que pudiese 
orientar de mejor manera las experiencias venideras de los procesos 
latinoamericanos.
        
Ya entrando los años 90, desaparición del campo socialista y 
retorno a un mundo unipolar bajo la hegemonía imperial de Estados 
Unidos, entran en escena las experiencias neoliberales en América 
Latina, la inserción de los países del continente en el mercado
 mundial a través de la apertura neoliberal, el debilitamiento de los 
Estados nacionales y la sociedad de consumo, políticas que los 
diferentes gobiernos ayudaron a extender incluidos aquellos de corte 
nacionalista y socialdemócrata, como un nuevo proyecto
 de organización de la sociedad que iba más allá de un orden económico, 
contexto que también afecta a Cuba durante el llamado periodo especial. 
En este nuevo contexto, donde sale triunfante un solo relato, el del 
capitalismo como única forma de interpretación
 del mundo, situación que también genera despolitización de las 
izquierdas, un ejemplo de ello lo podemos ver en el fenómeno de la 
“Izquierda Social, si se puede considerar de esa manera según el autor” 
que lideró Lula en Brasil, que consiste NO en generar
 rupturas con el orden dominante, sino más bien en mejorar las 
condiciones de vida de la masa trabajadora, del pueblo o del país, según
 el lenguaje utilizado.
        
Por lo anterior, se puede constatar que la crisis hegemónica 
latinoamericana en la actualidad es producto de la falta de teorización 
de sus procesos de revoluciones y contrarrevoluciones, de la falta de 
investigación de sus realidades específicas, si
 quiera de balances de las experiencias positivas o negativas 
anteriores, en otras palabras, faltan las armas teóricas mínimas para 
una actualización del pensamiento estratégico latinoamericano que 
posibilite la construcción de proyectos hegemónicos alternativos
 y de nuevos bloques sociales y políticos que abran espacios de 
irrupción de otra sociedad que rompa con las lógicas de lo establecido, 
la teoría que nos permita ir más allá de una simple estrategia social de
 resistencia al neoliberalismo, encapsulada en las
 luchas abstractas de una mítica “sociedad civil”, en el reduccionismo 
de las “autonomías de los movimientos sociales”, en desmedro o no 
ligadas a las posiciones partidarias de ruptura y a la construcción de 
poder desde los gobiernos.
        
En el momento actual, el contexto de las luchas posneoliberales 
en América Latina exigen nuevos retos teóricos que deben darse al calor 
de la práctica política desde las organizaciones de base campesinas, 
indígenas, trabajadores, populares, académicas,
 y también desde las experiencias prácticas de gobiernos alternativos, 
teniendo en cuenta que atravesamos por otro momento histórico y que 
“requiere reflexiones y propuestas estratégicas orientadas según las 
coordenadas de las nuevas formas de poder”. Para
 ello, las propuestas del grupo boliviano Comuna constituyen un conjunto
 de reflexiones y elaboraciones teóricas de provecho para los procesos 
latinoamericanos, Comuna, un ejemplo de la “capacidad de conjugar 
trabajos académicos y análisis individuales de gran
 creatividad teórica” como García Linera, al tiempo que desarrollan 
intervenciones políticas directas en la transformación de la realidad y 
generando condiciones para el empoderamiento popular o plebeyo, ello, en
 contraste con la tradición de una práctica teórica
 de la izquierda esencialmente concentrada en las universidades, así 
mismo, la experiencia del grupo boliviano Comuna introdujo temas que 
tradicionalmente han estado alejados de la dinámica de la reflexión 
académica, como el de los pueblos originarios, la nacionalización
 de los recursos naturales, la integración regional, el nuevo 
nacionalismo y el pos-neoliberalismo, por el contrario, las 
instituciones universitarias han preferido continuar con las matrices 
fragmentadas de las realidades sociales en las cuales prima la 
especialización
 o fragmentación del pensamiento en distintas esferas como la económica,
 social, política, jurídica, y cultural. Y en este mismo sentido, “se 
abandonaron los modelos analíticos generales y se abrazó el 
posmodernismo con las consecuencias señaladas por Perry
 Anderson: estructuras in historia, historia sin sujeto, teorías sin 
verdad, un verdadero suicidio de la teoría y de cualquier intento de 
explicación racional del mundo y de las relaciones sociales”.
        
“Los anteriores, temas esenciales para las estrategias de 
poder, como el poder mismo, el Estado, las alianzas, la construcción de 
bloques alternativos de fuerzas, el imperialismo, los análisis de 
correlación de fuerzas, los procesos de acumulación
 de fuerzas, el bloque hegemónico, entre otros, quedaron desplazados, en
 especial a medida que los movimientos sociales pasaron a ocupar un 
lugar protagónico en las luchas anti-neoliberales”.
        
Por ello, para pasar de una etapa de defensiva frente al 
neoliberalismo a una etapa de disputa por la hegemonía es necesario 
recuperar estas temáticas, como el grupo Comuna lo ha afirmado o Chávez 
lo ha enunciado en sus discursos, fundamental para la
 actualización de la teoría en el momento histórico actual, para la 
elaboración de alternativas políticas concretas y no quedarnos en la 
simple denuncia, situación que hace que se distancie el trabajo 
intelectual del movimiento popular, quedando este acéfalo,
 es decir, condenado a ejercicios empíricos de ensayo y error sin apoyo 
de la reflexión teórica comprometida con los procesos de transformación 
existentes. Por ello, es fundamental apropiarnos críticamente de las 
reflexiones teóricas de los procesos latinoamericanos
 y no refugiarnos en el cómodo camino de los textos clásicos, situación 
que sólo nos conduce a la derrota segura. Por el contrario, el desafío 
es encarar las contradicciones de la historia en las condiciones 
concretas latinoamericanas para avanzar en la construcción
 de una propuesta pos-neoliberal, como se atrevieron a escudriñar en la 
historia boliviana, especialmente a partir de 1952 el grupo Comuna de 
Bolivia.
        
REFORMA Y/O REVOLUCIÓN
        
En las últimas décadas, la izquierda ha oscilado entre proyectos 
reformistas y proyectos de ruptura, con respecto al primero, las 
reformas sin romper con el sistema dominante es reproducir de forma 
asfixiante las relaciones sociales, políticas y culturales
 existentes, y por otro lado, las proyecciones estratégicas sin vínculos
 profundos que conquisten el corazón y mente del pueblo se convierten en
 cómodas estrategias sectarias. Por ende, las propuestas exitosas fueron
 aquellas que combinaron modalidades de reformas
 con luchas destinadas a conquistar el poder, o siguiendo la idea de 
Trotsky del programa “de transición” que consiste en reformas que el 
sistema dominante no es capaz de tolerar, es decir, que al mismo tiempo 
golpea el statu quo, decisiones que apuntan a despertar
 las contradicciones y despertar la conciencia social al respecto, por 
ejemplo la propuesta de “paz, pan y tierra en Rusia”, sin embargo en el 
caso de las reformismos latinoamericanos tradicionales de algunas 
experiencias como la Unión Popular en Chile, plantearon
 algunas reformas económicas paulatinas pero sin articularlas con el 
poder, es decir, cayó en un economicismo sin articular decisiones de 
poder con respecto a las fuerzas armadas, el imperialismo, la prensa 
privada, entre otras iniciativas, decisiones que evidencian,
 que no se pensaron como derrotar el poder vigente, entre otros ejemplos
 históricos.
        
Una de las dificultades de la orientación teórica fue caer en una
 falsa dicotomía entre reforma o revolución, debate clásico entre Rosa 
Luxemburgo y Eduardo Berstein, por un lado Berstein creía que un 
acumulado de reformas parciales conducía al poder
 y la transformación anticapitalista, por el otro lado, Rosa Luxemburgo 
creía que las reformas conducían a una ampliación del apoyo de las bases
 obreras al proceso de restructuración del capitalismo, lo que Lenin 
llamó en su momento como crítica a Luxemburgo,
 “aristocracia obrera”, en otras palabras el predominio de una la clase 
obrera privilegiada que jalona el proceso de transformaciones. Lo 
cierto, fue que el reformismo tomó la connotación dominante en la 
historia de la izquierda, especialmente en la adecuación
 de los partidos socialdemócratas al y dentro del capitalismo, y las 
estrategias etapistas de los partidos comunistas que se quedaron en la 
primera etapa y nunca llegaron a generar procesos de ruptura. Este 
enfoque reformista, tuvo mayor influencia en los sectores
 de izquierda especialmente entre los años 1930 a 1970, en el contexto 
latinoamericano de la acumulación industrial por sustitución de 
importaciones, políticas orientadas a través de la CEPAL y las políticas
 del desarrollo y modernización, la expansión del
 mercado interno de consumo, y la articulación con los sistemas 
educativos y de salud.
        
Propuestas que generaron contradicciones entre la burguesía y los
 trabajadores en el momento en que dejaron de ser funcionales al 
sistema, es decir, se produce una alianza entre el movimiento sindical, 
la clase media y la burguesía en la medida que ello
 permitía el desarrollo de la industria y su respectiva acumulación bajo
 la estrategia de la CEPAL de sustitución de importaciones; esta alianza
 se rompe cuando ya no es funcional para la burguesía y por ende para 
poder continuar el proceso de acumulación empieza
 a precarizar las condiciones laborales de los trabajadores con quienes 
pocos años atrás trabajaron en alianza para el desarrollo de la 
industria nacional, situación que se da bajo la lógica de la tasa 
decreciente de ganancia, el capital ahora necesita una
 porción mayor de la plusvalía o del trabajo del obrero, en la lógica 
neoliberal esta tendencia se profundiza.
        
Por lo anterior, los procesos éxitos superaron esta dicotomía 
entre reforma y revolución, y por el contrario hicieron una combinación 
de ambas, siempre con estrategias que articulan teoría y práctica, 
realidad concreta y proposiciones teóricas, y todas
 nacieron de necesidades concretas de su realidad. 
Gracias.
De: Ivan Posada Pedraza <iposada47@hotmail.com>
para:(...)
fecha: 9 sept. 2019 12:24
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
13 de septiembre de 2019
 
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