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Nuestra América Nativa. Guatemala.
TRABAJO SEXUAL, EN GUATEMALA
por Marcelo Colussi
        
En Guatemala
        
“Trabajo sexual: Hay más compañeras independientes que las que dependen de un hombre”
        
Adriana, Keyla y Ángela son tres integrantes de la agrupación 
OMES (Organización Mujeres en Superación) y de SITRASEXGUA (Sindicato 
Nacional de Trabajadoras Sexuales Autónomas de Guatemala). Desde estas 
instituciones trabajan arduamente por la dignificación
 de las trabajadoras sexuales de Guatemala, en combinación con 
instancias similares de otros países latinoamericanos. Su labor es 
incansable, con lo cual lograron importantes avances en la vida de 
muchas mujeres que ejercen este trabajo en el país, con grandes
 avances en lo gremial, en la toma de conciencia, en la organización.
Conversamos con ellas para tener una visión más amplia y detallada de la problemática.
        
Pregunta: ¿Cómo está el campo del trabajo sexual en Guatemala en la actualidad?
        
Respuesta: Ha habido grandes cambios últimamente. Por 
ejemplo: el tema de las llamadas “pre-pago” lo abordamos desde una 
mirada abolicionista. Desde un punto de vista feminista se trata del 
poder decidir de la mujer. A las que habitualmente se
 les llama pre-pago son mujeres que tienen otras actividades en su vida,
 además del trabajo sexual, y que por las connotaciones casi denigrantes
 que tiene el llamarse “trabajadoras sexuales” en nuestra sociedad, 
utilizan la expresión “pre-pago”, dando a entender
 que ellas son de otra categoría social. En general son mujeres que 
tienen más estudio que las trabajadoras sexuales comunes; pueden tener 
estudios universitarios por ejemplo. Algunas, incluso, son graduadas 
universitarias.
        
Hoy día muchas mujeres ofrecen trabajo sexual por internet, a 
veces cobrando con tarjeta de crédito. Dan a conocer sus servicios en 
páginas de internet así como se ofrece hoy cualquier servicio. No solo 
trabajo sexual propiamente dicho se puede encontrar
 ahí, sino baile con poca ropa, damas de compañía, etc. El tema del 
trabajo sexual es muy amplio, hay de todo. Por ejemplo se encuentran 
mujeres, trans, escorts, bisexuales. Hay para todos los gustos y 
requerimientos de los clientes.
        
Pregunta: Todo esto, ¿está manejado por mafias que utilizan a las mujeres, o es un trabajo independiente de ellas?
        
Respuesta: En general son compañeras independientes que se
 promocionan a sí mismas. Utilizan todos los medios que hoy te brinda 
internet; se promocionan con fotos, algún video, ponen sus números de 
teléfono, contactos en whatsapp. En fin, hacen
 todo un trabajo promocional muy bien hecho, lo mismo que se puede hacer
 con cualquier servicio que ofrece una empresa. Lo que el cliente pida, 
se le complace: tríos, orgías, activo, pasivo, etc. “Muchacha joven, 
hermosa, adicta al sexo, multiorgásmica, poses,
 puro placer”…, así son las promociones. Hoy día ya se ven menos las 
mafias que manejan la vida de las chicas; ellas mismas se promocionan. 
Incluso algunas tienen apartamento donde atender a los clientes, o 
lugares que consiguen, sin necesidad de depender de
 una red que las maneja. Hoy día hay más mujeres independientes que 
aquellas manejadas por un chulo, por un varón que las tiene casi 
esclavizadas. Antes eso era lo más común: un tipo que las tenía 
controladas, y no solo por trabajadora sexual, sino como mujer,
 así como se ve con cualquier mujer trabajadora que depende de un varón 
que la controla, que la sojuzga. El hombre sigue imponiéndose a la 
mujer, en cualquier campo. Eso está cambiando, pero aún queda mucho por 
hacer.
        
En el trabajo sexual aquí en Guatemala la mayoría de las 
compañeras que están en esa ocupación trabajan solas, por su cuenta, no 
dependen de nadie a quien le tienen que rendir cuenta. Por supuesto que 
sigue habiendo explotación. Por ejemplo las mujeres
 de lo que se conoce como La Línea, una llamada zona roja donde hay 
pandillas que controlan el sector. Allí, aunque ya no hay tanto hombre 
cobrándole y controlando a las compañeras, pues ya se independizaron en 
muy buena medida, están las maras que le cobran
 extorsión. Además, las condiciones de vida de toda la gente que habita 
en La Línea son francamente inhumanas, indignas. Los cuartos donde 
ejercen su trabajo las trabajadoras sexuales, allí en La Línea, son 
horribles. Pero esas condiciones de insalubridad son
 similares para todos los habitantes del sector. Eso es una muestra de 
cómo vive mucha gente en nuestro país, independientemente del trabajo 
que tengan.
        
Pero como una buena noticia podríamos decir que “chulos”, o 
“padrotes”, es decir, el tipo que vive de la trabajadora sexual que lo 
mantiene, casi no se ve ya hoy día. Eso está cambiando mucho.
        
Pregunta: Se puede decir, entonces, que ha habido 
importantes transformaciones en todo esto. ¿Podríamos decir que en este 
ámbito también se está dando una liberación femenina?
        
Respuesta: Sí, por supuesto. Ya las mujeres han abierto 
los ojos y se están independizando. En muchas ocasiones antes, ese 
hombre que las controlaba y les sacaba el dinero que cobraban, era el 
propio marido. O a veces otro hombre cercano: el hermano,
 el mismo padre, alguien de la familia. Lo que sí se ve mucho hoy día, 
con motivo de la explosión del uso del internet y las redes sociales, 
son los abusos, los engaños que se hace con mujeres, especialmente las 
más jovencitas. Es fácil engañar y meter en problemas
 a una joven a través de internet, y eso pasa mucho lamentablemente. 
Todo eso, porque el cuerpo de la mujer todavía está desvalorizado, aún 
sigue siendo visto como objeto, incluso por muchas mujeres también, que 
sin saberlo repiten los modelos dominantes. Pero
 estas ideas de valorización femenina han calado hondo con las 
trabajadoras sexuales, pues ahora ya se dan a respetar más. Hay más 
compañeras independientes que aquellas que van a un puesto de trabajo y 
dependen de un hombre. La muchacha que se para en la equina
 en minifalda está en vías de extinción. Antes lo común era una mujer 
parada en la vía pública, o en determinadas casas cerradas como clubes 
nocturnos, cantinas, etc. Hoy la oferta es distinta: además de lo que se
 encuentra en internet hay saunas, casa de masajes
 para hombres; ya ninguna, o muy pocas compañeras están supeditadas a un
 varón que las controla, les retiene el pasaporte si son extranjeras, 
las golpea, las abusa. La explotación laboral con las mujeres 
extranjeras era enorme. Eso, ahora está cambiando.
        
Pero esto no quiere decir que no siga habiendo trata de personas,
 fundamentalmente niñas y adolescentes. A muchas las traen engañadas 
desde otros países del área, de Honduras, El Salvador, Nicaragua, o las 
traen a la fuerza, y la explotación laboral
 que sigue es tremenda. Pero las trabajadoras sexuales cada vez están 
más conscientes, y una ayuda a abrirle los ojos a otra, y vamos ganando 
espacio entre todas.
        
Por eso hoy se ven, cada vez más, mujeres que trabajan por 
internet, porque eso es más seguro, más discreto, menos problemático. Ya
 no se depende de alguien que te manda, es una ocupación independiente.
        
Pregunta: Seguramente el trabajo gremial que hacen 
ustedes, con esa fuerte preocupación por lo sanitario y el control de 
cada mujer que labora en esto, ha ido cambiando el perfil de la 
trabajadora sexual. Como dijeron recién: la muchacha que se
 para en la equina en minifalda está en vías de extinción.
        
Respuesta: Sí, sin dudas. Nosotras, las mujeres, todas, 
también las trabajadoras sexuales, estamos haciendo un cambio en los 
modelos sociales, culturales. El feminismo también nos ha llegado, la 
teoría de género y una nueva conciencia nos llegaron,
 y a partir de eso hemos hecho grandes cambios. Por eso ahora es 
distinto el perfil de la trabajadora sexual típica. Eso ya casi no 
existe. Era común identificarla tradicionalmente con una mujer 
proveniente de un hogar desintegrado, golpeada, abusada, falta
 de proyecto en la vida. Todo eso ha ido cambiando. Hoy, hablar de 
trabajo sexual, es hablar de un foro permanente, en discusión, en 
debate. Ya no es lo denigrante que era en un tiempo. Hoy día lo 
enfocamos desde distintas miradas, donde cuenta lo gremial,
 lo laboral, lo familiar. No tiene por qué tener el peso de un estigma, 
hay que terminar de discriminar a la mujer que ejerce ese trabajo, que 
en definitiva es una ocupación más. Por eso mismo hay que tratar a la 
mujer que se dedica al trabajo sexual como a
 cualquier otro ser humano, sin distinción. Es una trabajadora, y punto.
 Entre nosotras ya jamás nos tratamos de “prostituta”, ni siquiera de 
“trabajadora sexual”. Simplemente: “compañera”.
        
En este último tiempo nos hemos movido mucho como movimiento 
sindical. Trabajamos desde la organización OMES: Organización Mujeres en
 Superación, que es una ONG, y desde el sindicato: SITRASEXGUA, 
Sindicato Nacional de Trabajadoras Sexuales Autónomas
 de Guatemala, que existe formalmente desde junio del 2016. Pensamos que
 si queríamos reivindicarnos como trabajadoras, tenemos que formar un 
sindicato; y así lo hicimos. Somos el segundo sindicato de trabajadoras 
sexuales de Latinoamérica, después de Colombia.
        
Pregunta: En otros países ¿también hay organización sindical de trabajadoras sexuales?
        
Respuesta: Hasta donde sabemos, hay en Nicaragua, y hay 
otro en Uruguay. Pero ahí lo organizó el gobierno, a partir del 
presidente Pepe Mujica. En Colombia y en Guatemala lo hicimos nosotras 
mismas, las mujeres trabajadoras. Por otro lado, según
 un estudio reciente al que tuvimos acceso, en Europa y en Estados 
Unidos no hay sindicatos de este tipo. Aquí lo importante es que surgió 
de la necesidad y organización desde las propias mujeres trabajadoras. 
Nosotras impulsamos varias reivindicaciones y apoyamos
 la despenalización, por ejemplo, del aborto, del matrimonio homosexual,
 de la marihuana. Todo eso es muy importante. Hay que regularizar muchas
 cosas en Guatemala, que de hecho se hacen, pero al ser ilegales, se 
hacen en malas condiciones, con consecuencias
 no deseables. Pedimos regularizar el trabajo sexual, y no solo desde el
 aspecto de la salud, sino desde el Ministerio de Trabajo como una 
cuestión laboral. Como cualquier trabajador o trabajadora, pedimos 
condiciones dignas para ejercer nuestra ocupación.
 Por ejemplo, a partir del seguimiento epidemiológico que hacemos con 
compañeras que se dedican al trabajo sexual, el índice de prevalencia 
del VIH-SIDA a nivel nacional en compañeras es menor al de las mujeres 
amas de casa. Tenemos un valor inferior al 1%.
 Eso es un logro de nuestro trabajo sindical.
        
En definitiva: hay que terminar de quitarle el estigma a esto que
 hacemos nosotras, el trabajo sexual. Somos trabajadoras, y como tales, 
merecemos condiciones dignas para trabajar.
De: Martín Guedez
martinguedez@gmail.com [nuestramerica] <nuestramerica@yahoogrupos.com.mx>
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fecha: 27 ago. 2019 20:24
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
11 de septiembre de 2019
 
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