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Nuestra América Nativa. Venezuela
VENEZUELA: EL LABORATORIO
DE INGENIERÍA SOCIAL MÁS GRANDE DEL PLANETA
© AFP 2019 / Matias Delacroix
13:16 15.10.2019 (actualizada a las 14:18 15.10.2019)
Por José Negrón Valera
        
Un famoso aforismo, asociado a Abraham Lincoln, dice lo 
siguiente: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a
 algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el 
tiempo". ¿Pero esto es realmente así?
        
Se han mostrado fotografías del dirigente venezolano de oposición
 Juan Guaidó con miembros de la macabra banda paramilitar Los Rastrojos.
 El terrorista Lorent Saleh aparece en un vídeo declarando que está 
dispuesto a llenar de sangre las calles de Caracas.
 Se presentan grabaciones telefónicas donde Lorenzo Mendoza, dueño del 
grupo empresarial más importante de Venezuela, habla abiertamente con 
Ricardo Hausmann, economista y operador financiero, de su plan para 
endeudar al país a través de un préstamo de miles
 de millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
        
Prueba, tras prueba, hechos tras hechos, y los venezolanos y 
venezolanas que se identifican con el anti chavismo, se mantienen 
inamovibles en su posición de no abrazar la verdad. ¿Qué mecanismo opera
 aquí?
        
Los hechos ya no importan: la teoría de la turbulencia social
        
Durante veinte años se aplicó una operación de asedio psicológico
 sobre los venezolanos que tenía como fin construir una nueva 
arquitectura de razonamiento donde el enemigo estaba representado por 
Hugo Chávez y su proyecto de socialismo bolivariano.
        
Apelando siempre al miedo y a la incertidumbre, se logró que la 
gente creyese que el chavismo había llegado para quitarles sus bienes 
materiales, sus hijos, a espiarlos a través de bombillos ahorradores, a 
ejecutar pactos satánicos para perpetuarse en
 el poder, a traficar uranio dentro de bicicletas, y así un largo 
etcétera que aún a día de hoy quienes adversan al chavismo siguen 
considerando como hechos irrefutables.
        
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Desde pactos satánicos hasta tráfico de material nuclear, las 
historias que intentan socavar el apoyo al proyecto chavista son 
material no solo para la investigación de la psicología de masas, 
sino...
        
Noam Chomsky declaraba que el periodo de auge neoliberal que 
arrancó con Reagan y Tatcher llenó al mundo de una mezcla de "enfado, 
miedo y escapismo". Una resultante del descrédito institucional llevó a 
los individuos a razonar que, "si ya no confías
 en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada 
por mí, por qué he de creer en nadie", explica el intelectual 
estadounidense.
        
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En Venezuela este desencanto con las estructuras institucionales 
como entes que brindaban apoyos a la vida social tuvo su punto de 
inflexión a partir de la explosión social de 1989, con la revuelta 
popular conocida como Caracazo.
        
El deterioro progresivo del Estado venezolano solo pudo ser 
detenido con la llegada de Chávez al poder. Sin embargo, la nueva 
perspectiva política impulsada por el entonces presidente venezolano fue
 rápidamente torpedeada. Los operadores mediáticos desataron
 una ofensiva en todos los niveles y órdenes. No existía espacio de la 
vida institucional que no fuese atacado o iniciativa política 
tergiversada.
        
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Esta táctica, conocida por los expertos en guerra psicológica como turbulencia social,
 buscaba entorpecer el desenvolvimiento del proyecto político. Pero a su
 vez, también avanzar en una nueva reingeniería de relacionamiento entre
 los venezolanos,
 y entre estos y su Estado nación.
        
En su estudio sobre el poder de la televisión en la sociedad, 
Loonie Wolfe declaraba que la técnica de modelado de la mente colectiva 
se lograba si se construía un entorno adecuado al que se pudiera aplicar
 "estrés y tensión a fin de destruir el juicio
 moralmente informado y así lograr que la persona sea más propensa a la 
sugestión". Pensemos en el público que estuvo preso de los canales 
informativos que adversaban a Chávez y que ahora se informan a través de
 las redes sociales, casi omnipresentes.
        
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Otro reconocido psicoanalista, Bruno Bettelheim, en su libro El corazón bien informado
 explicaba que en una "situación de incertidumbre y terror extremos la 
persona se retrotrae a un estado cada vez más infantil", es decir, son 
incapaces de actuar
 como adultos razonables.
        
Recuérdese las imágenes de las guarimbas de 2017 donde quemaron a
 venezolanos en las calles, donde hacían circular mensajes casi a diario
 con la proximidad de un golpe militar. O más recientemente, la actitud 
de reacción automática, sin argumentación,
 sin debate, de quienes tradicionalmente se han opuesto a que se 
renombren distintos lugares de la capital de Venezuela. Es decir, la 
visceralidad sustituye la política. ¿Algo más irracional que eso?
        
La tesis de la turbulencia social fue acuñada por los psicólogos 
Eric Trist y Frederic Emery. Sus conclusiones fueron popularizadas 
gracias al libro de Daniel Estulin El instituto Tavistock, y en ellas se
 explica cómo crear
reacciones sociales de disociación en entornos bien organizados 
(entiéndase grupos con el fin de "ablandar a una población utilizando 
fenómenos en masa como cortes en el suministro de energía, hundimientos 
económicos y financieros y ataques terroristas".
        
Dicen Trist y Emery que "si las impresiones iban muy seguidas 
unas de otras y se administraban cada vez más con mayor intensidad, era 
posible inducir a la sociedad entera a un estado de psicosis colectivo".
        
Para los investigadores, las personas sometidas a este proceso 
"terminarían disociándose, pues intentarían huir del terror causado por 
una realidad apabullante; se encerrarían en un estado de negación y se 
refugiarían en diversiones y entretenimientos
 populares, y mostrarían cierta tendencia a sufrir accesos de cólera". 
        
¿Qué pasa con la gente que se ha sumado a las filas de la 
turbulencia social? ¿Acaso logran detenerse un segundo y decir será que 
me han mentido todos estos años? ¿Es el chavismo la causa de nuestros 
males? ¿Cuál es el tamaño de nuestra responsabilidad
 como grupo político? ¿De mi responsabilidad como ciudadano?
        
El apocalipsis de la disonancia infinita
        
Si solo tomáramos lo ocurrido durante este año 2019, entenderemos cuán hondo caló el
proyecto de ingeniería social aplicado contra Venezuela.
        
Maduro es apenas la punta del iceberg: ¿qué está pasando en Venezuela?
        
Juan Guaidó les ha prometido el apocalipsis a sus simpatizantes 
una y otra vez. Desde hace más de seis años se ha decretado el último 
día de Nicolás Maduro. "El fin está cerca", proclaman con total 
desvergüenza hacía su base electoral. ¿Pero quién puede
 culpar a esos líderes de mentir, si la masa de sus votantes continúa 
dócil respondiendo al engaño?
        
Si me preguntase por qué ocurre esto y cómo pueden mentirles casi
 a diario y que esto no genere ningún tipo de proceso de despertar 
colectivo —una especie de reflexión racional que les impulse a abandonar
 a esos liderazgos—, mi respuesta sería: el problema
 es que la oposición venezolana psicológicamente se comporta como una 
secta, no como un grupo político. Lo explicaré de inmediato.
        
El investigador Marteen Van Doom, al narrar los descubrimientos 
de Leon Festinger (el psicólogo que acuñó la teoría de la disonancia 
cognitiva) da importantes pistas sobre cómo funciona la instauración de 
creencias en los grupos radicalizados.
        
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Recuerda Van Doorn que Festinger se infiltró en una secta cuyos 
miembros creían que los extraterrestres de un planeta llamado Clarion 
destruirían la Tierra el 21 de diciembre de 1954. Sin embargo, como 
verdaderos creyentes, los miembros del culto serían
 salvados y transportados a su nuevo planeta natal en ovnis (se les 
instruyó a esperar en autos estacionados en un suburbio de Chicago). Por
 supuesto, cuando llegó el momento no pasó nada. La Tierra siguió 
existiendo perfectamente y el estacionamiento permaneció
 sin ser visitado por extraterrestres.
        
"¿Ahora qué?", se pregunta Van Doorne. Una interrogante natural 
que calza perfectamente con el engaño continuado del que ha sido víctima
 la oposición venezolana por parte de sus liderazgos y del propio 
Gobierno de Estados Unidos: ¿Cómo lidian las personas
 con una refutación de una creencia en la que han invertido tanto de sus
 vidas?
        
Las banderas de Venezuela. Venezuela en el epicentro del conflicto global
        
¿Cómo lidian con la verdad quienes se despiertan el día después 
de que Juan Guaidó les ha prometido el fin del chavismo? ¿Cómo lidian 
consigo mismos quienes parten a otros lugares a buscar la felicidad y 
tropiezan con la dura realidad que representan
 los países latinoamericanos que han sido sometidos por el 
neoliberalismo a procesos de empobrecimiento generalizado? Festinger 
tiene una respuesta:
        
En lugar de concluir que la profecía estaba equivocada, el culto 
dedujo que, dado que la profecía no podía ser falsa, el hecho de que 
creyeran en ella y actuaran sobre ella salvó la Tierra. "Gracias a 
ellos, los alienígenas mostraron piedad. Y no se
 equivocaron. Podrían aferrarse a sus creencias. Según la teoría de la 
disonancia cognitiva, cuando la realidad falsifica nuestras creencias 
más profundas, preferimos jugar con la realidad que actualizar nuestra 
visión del mundo", dice.
        
"Estamos frente a una mentira a escala global sobre Venezuela"
        
¿No les recuerda esto a las justificaciones que intentan exculpar
 de errores a la oposición con frases como "era necesario hacerlo para 
volver a Venezuela una amenaza creíble", "ahora el mundo conoce el drama
 del país", "estamos un paso más cerca de
 lograrlo"? Y así, en un inacabable sistema de excusas que se protegen 
así mismas de cualquier evaluación racional.
Festinger explica este mecanismo de negación:
        
"Dile que no estás de acuerdo y se va. Muéstrele hechos o cifras y
 él cuestiona sus fuentes. Apela a la lógica y él no entiende lo que 
quieres decir. Supongamos que se le presentan pruebas, pruebas 
inequívocas e innegables, de que su creencia es errónea:
 ¿qué sucederá? El individuo emergerá con frecuencia, no solo 
inquebrantable, sino aún más convencido de la verdad de sus creencias 
que nunca. De hecho, incluso puede mostrar un nuevo fervor por convencer
 y convertir a otras personas a su punto de vista", puntualiza
 Festinger.
        
Triunfará o fracasará la revolución bolivariana
        
El complejo experimento psicológico aplicado contra Venezuela 
construyó una cosmovisión muy particular. Una en la que el chavismo 
sustituía a todo lo que podía estar mal con la vida individual y 
colectiva de la población.
        
Además, obtuvo dos trofeos de guerra: convirtió la crisis y la 
desesperanza en una marca comercial para obtener recursos económicos en 
el exterior. Y además, transformó al país que tiene la mayor reserva de 
petróleo y oro del mundo, una amplia biodiversidad,
 cantidades exorbitantes de minerales de todo tipo y tierras ideales 
para la agricultura en una nación sin futuro.
        
Ahora bien, surge una pregunta que intentaremos responder en una 
próxima entrega: ¿es irreversible esta situación? De ninguna manera.
        
No obstante, el proceso de sanación social y los mecanismos de 
protección de la psiquis y de la cultura venezolana implican el concurso
 de todos los venezolanos, especialmente de aquellos que, identificados 
con la oposición, han sido inscritos en esa
 secta sin saberlo ni desearlo.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
SPUTNIK MUNDO 15.10.19
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20 años de 'fake news' en Venezuela
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
22 de octubre de 2019
 
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