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INFECTADOS: RESPONSABILIDAD COMPARTIDA 
(17 de mayo de 2020)
Por Miguel Aragón 
Es
 muy cierto, no podemos desconocer la gran cantidad de contagios, 
problema que entre nosotros se acrecienta por las grandes limitaciones 
del actual sistema de salubridad pública, problema que no comienza con 
el actual gobierno (y menos con el actual ministro de salud), sino que 
se ha ido incubando y acrecentando en los últimos 50 años. 
La responsabilidad de la gran cantidad de contagios hasta la fecha, hay que verla en su conjunto, y también por etapas.
1.- RESPONSABILIDAD GUBERNAMENTAL.-.
Al comienzo,  la responsabilidad de la difusión de los contagios  fue casi absolutamente de los funcionarios de gobierno. 
El
 virus en la ciudad industrial y comercial de Wujan (China) fue 
detectado a fines del año 2019. A los pocos días, el problema fue 
comunicado por los especialistas chinos a la comunidad científica y 
académica del mundo entero. Y estos, a su vez, lo comunicaron a los 
gobernantes de sus respectivos países, incluido Perú.
Para fines de enero de este año, las autoridades del Ministerio de Salud en Perú ya estaban informadas del desarrollo  de la epidemia  en Wujan y en otras partes  de China.  También estaban informadas  del peligro que la epidemia en un país  se podía  transformar  en pandemia continental (asiática) y pandemia mundial. 
En algunos países y territorios  (con experiencia de epidemias ocurridas en la década anterior),   decretaron medidas urgentes para cerrar fronteras,  e impedir el ingreso de posibles portadores del virus, tal como fueron  los casos de Viet Nam, Camboya, Laos, Taiwan,  Korea, y otros pocos más. En esos países y territorios  la cantidad de infectados y de muertos es mínima. Eso debemos de resaltar y destacar como ejemplo. 
Sin embargo, en Perú (y en el resto de América  Latina),
 no se tomó ninguna medida previsora, y se permitió el libre ingreso de 
viajeros venidos de Europa, continente en cual ya se había extendido el 
contagioso virus. 
Cuando en Perú fue detectado el “paciente cero” (venido de Europa), y con el virus  dentro de nuestras fronteras, recién a mediados  de marzo se decretó el estado de emergencia,  lo cual ya era muy tarde, y era más difícil controlar su expansión. 
Además
 el estado de emergencia en Perú fue un encierro improvisado e 
impositivo. Si el paciente cero apareció en el distrito residencial de 
San Isidro, lo lógico era que en primer lugar debieron aplicar estricta 
“cuarentena doble”, solamente en los linderos  de ese 
distrito, con un “capitán Cueva” en cada esquina del perímetro del 
distrito para que nadie pudiera salir al resto de la ciudad. 
En segundo lugar, debió aplicarse una “cuarentena más simple” en  toda la provincia  de
 Lima, cerrando las carreteras de ingreso y salida a otras provincias. 
Por seguridad, también debió hacerse lo mismo en las otras 10 ciudades 
del país que tienen más de 100,000 habitantes. En poblados menores es 
muy difícil que se propague este contagioso “virus urbano”.
Si
 hubieran sido cercadas y aisladas (al estilo Wujan) solamente estas 
diez ciudades, en el resto de las otras 200 provincias debió continuar 
la actividad económica, principalmente la producción  minera (para garantizar el ingreso de las necesarias divisas), la producción  agropecuaria
 (para garantizar el suministro de los alimentos necesarios para toda la
 población, y también de los productos exportables), y adicionalmente 
debió continuar la construcción (por necesitar gran cantidad de 
trabajadores).   
2.- RESPONSABILIDAD DEL PROPIO PUEBLO.-
En la provincia de Lima, el contagioso virus pasó primero de San Isidro (donde vive un sector de la clase alta),  a los distritos de Jesús María, Lince, Pueblo Libre,   y otros (socialmente habitados por sectores  clase medieros), y después el virus se desplazó  a los distritos periféricos (mayormente ocupados por clases más pobres).
Si
 la responsabilidad inicial ha sido de las autoridades gubernamentales, 
la expansión en la inmensa ciudad de Lima (más de 10 millones de 
habitantes) ha sido absolutamente responsabilidad del propio pueblo 
limeño, es decir HA SIDO NUESTRA RESPONSABILIDAD. 
No bien se hizo pública la noticia de la llegada y la expansión del virus, de inmediato nosotros  debimos
 de haber promovido la formación de JUNTAS VECINALES a nivel de barrios y
 municipios. Y esa tarea era responsabilidad sobre todo de los que nos 
consideramos socialistas, comunistas, o como nos dé la gana auto 
denominarnos (total “el hábito no hace al monje”). En Lima activan más 
de 50 mini grupos político partidaristas, cada cual más sectario que el 
otro, y cada uno  se considera ser  “la 
vanguardia” (pero en los hechos no dirigen nada, ni en la teoría ni en 
la acción práctica). Cada una de estas mini organizaciones,  a
 lo más tiene 10 supuestos “militantes”, que entre ellos viven dispersos
 en esta inmensa ciudad, y por lo tanto es imposible que puedan 
coordinar una acción conjunta efectiva con participación exclusiva  de la gente de “su” grupo. 
Ante
 esa incapacidad práctica, lo único que nos quedaba era “reagruparnos 
todos” (por encima de nuestras ocasionales diferencias teóricas o 
estratégicas), reagruparnos  por municipios o por zonas (conos),  y en forma conjunta promover y apoyar la formación de JUNTAS VECINALES, ayudando a seleccionar y apoyar a los mejores  vecinos
 de cada barrio o municipio. Las tareas del presente, y el debate 
actual, son tareas tácticas, con respuestas concretas a los problemas 
concretos que  la población está afrontando en este momento. 
Juntas
 Vecinales que, en primer lugar debieron organizar el suministro de agua
 potable a todas los barrios; en segundo lugar preparar la actualización
 de los censos vecinales, anotando los nombres, DNI, y cantidad de 
personas que se alojan  en cada vivienda, para en 
coordinación con los municipios organizar el reparto de bonos y bolsas 
de alimentos a todos los pobladores sin excepción; en tercer lugar,  promover
 la formación de mini asociaciones de comerciantes para formar 
“paraditas” con vendedores ambulantes debidamente organizados;  en
 cuarto lugar, coordinar la activación de los comedores populares, wawa 
wasi, desayuno escolar, y otras formas de auto organización, incluido 
las necesarias actividades de recreación.  
Estas no son “tareas del gobierno”, entonces mal haríamos en reducirnos a solamente RECLAMAR. 
Estas, entre otras  más,  son tareas del propio pueblo, entonces a los únicos que podemos y debemos reclamar es A NOSOTROS MISMOS.   
Si
 no reconocemos nuestra propia responsabilidad, en el agravamiento de la
 actual crisis sanitaria y social, que ya está llegando a límites muy 
graves, podemos pasarnos toda la vida esperando que el gobierno de turno
 atienda las necesidades del pueblo y “desarrolle el cambio social”.  
 
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