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TITO LIVIO AGÜERO VIDAL (2023). "“EL INDIO Y/O CAMPESINO EN EL APRISMO AURORAL”. LIMA, 24-VI-2023
“...la
 voz de los viejos incas nos llama al deber. Parece que nos dijera: ahí 
está nuestra obra destruida, ahí está nuestra maravillosa organización 
económica, ahí está nuestro socialismo” (1)
I. Introducción.-
Los orígenes
 del término indio tiene un carácter netamente colonial pues ubicaba a 
los diversos y múltiples pueblos originarios dentro del sistema 
colonial. Era evidentemente una designación para el colonizado en la que
 se abstrae de su identidad cultural y regional específica y, por ende, 
de las diversas culturas, para contrastarlo en bloque con el 
colonizador. Así, indio no ninguna referencia a su identidad primera 
sino sólo y exclusivamente a su posición 
como grupo subordinado dentro de la sociedad colonial.
Con
 los años, especialmente cuando surgen los folkloristas y especialmente 
la etnología, antropología y la etnohistoria indio se convierte en una 
categoría teórica que busca ser conceptualizada. Por ejemplo, John Goins
 sostenía que las características de la sociedad indígena y, por 
consiguiente del indio; eran ser refractarias al cambio, eminentemente 
conservadoras, habían preservado su existencia misma dentro de su propio
 sistema cultural y su conceptualización ponía el acento en un supuesto 
espíritu indio (2). Mientras que José Matos Mar escribía que lo 
que
 lo definía era la mantención de un estereotipo social y cultural, 
cargado de prejuicios, de dominación y símbolo de un proceso colonial, 
postula un nuevo tipo de racismo, como tal, peligroso e inaceptable pero
 también que impide descubrir, analizar, interpretar y definir la 
verdadera situación de la sociedad nacional (3). En los últimos años se 
ha abandonado el este término y ha comenzado a hablarse de campesinos, 
hombres y mujeres andinos y pueblos originarios.
En
 el caso de la conceptualización teórica del indio, así como su 
conceptualización de su realidad social y económica, como la 
conceptualización de la alternativa política en los orígenes del aprismo
 puede encontrarse en un conjunto de textos que serán presentados en 
orden cronológico.
II. “Teoría y táctica del aprismo” (4).- 
La
 carta “El problema del indio”, parece que fue escrita en mayo de 1927, 
tiene una gran trascendencia a pesar de pocas veces ha sido reconocida 
como tal por la llamada crítica porque definitivamente es uno de los 
pocos textos donde Haya de la Torre se explaya más amplia y 
profundamente sobre la temática del indio peruano. Podemos dividirla en 
dos partes: la primera, donde el autor hace una suerte de 
conceptualización sobre la situación del indio, y la segunda, en el que 
delinea u esboza una alternativa de cambio. Su diagnóstico parte de lo 
que ya hace algunos años Manuel González Prada había señalado en "Horas 
de Lucha" sobre que la causa central que explica la condición del indio 
es de un neto carácter socio-económico y por eso tiene un substrato 
clasista (5). 
Pero si 
bien retoma esta idea de González Prada hay que señalar que en esos años
 la perspectiva teórica del joven trujillano era de clara factura 
marxista. Es decir, estamos ante un problema fundamentalmente económico y
 en tal sentido las tesis que se sustentan desde un paradigma 
étnico-racial son totalmente desechados en la medida que ignoran el 
hecho indiscutible de la explotación del indio. Pero, la postración del 
indio no se limita sólo a los estrictos marcos nacionales sino que tiene
 una extensión latinoamericana (6).
Llama
 la atención y pensamos que es digno de mencionarse que junto a estos 
tres factores -económico, clasista e internacional- existe una 
determinada visión de lo que podríamos llamar el carácter o naturaleza 
de la sociedad incaica (7). Si bien es cierto que calificar al Imperio 
de los Incas como una sociedad comunista o socialista puede parecer a 
los ojos de las ciencias histórico-sociales de hoy en día como algo muy 
discutible es importante ubicarse en las coordenadas históricas de esos 
años y especialmente en el nuevo discurso histórico que surge con la 
emergencia de los sectores medios limeños y provincianos en el período 
que Alberto Flores Galindo y Manuel Burga, retomando una vieja 
denominación basadreana, llaman la crisis de la República Aristocrática.
 Una consecuencia de esta lectura histórica es concebir la historia del 
Perú como la lucha entre la comunidad indígena y la hacienda ( .
.
 .
.Así,
 para Haya de la Torre como para casi todos los integrantes de la 
generación del 20 el problema del indio podría resumirse en la 
existencia y pervivencia del latifundio. Pero, nuevamente nos 
encontramos con una serie de temas que en estos momentos serían de 
difícil aceptación. Primero, la idea de la comunidad como una 
institución autóctona, cuando José María Arguedas nos demostró que esta 
institución es más una creación propiamente española que aborigen. 
Segundo, que el latifundio es fundamentalmente de carácter hispánico 
cuando hoy sabemos que lo que se conoce propiamente como tal apareció en
 el siglo XIX justamente cuando los españoles ya no se encontraban en el
 Perú. Tercero, que como muchas veces nos recordó Sinesio López es muy 
difícil de hablar de un país llamado Perú hasta antes de este siglo, 
porque estamos ante un país totalmente desarticulado donde coexisten 
diversos espacios geográficos que no se relacionan entre sí en la medida
 que no hay algo que los integre -llámese mercado, vías de comunicación,
 Estado, etc.- y donde cada uno tiene su propio tiempo histórico. En 
otras palabras no había un espacio ni un tiempo propiamente nacional. 
Por último, menciona al imperialismo como el último factor que explica 
el sometimiento del indio (9).
Ya
 entrando al terreno propiamente de las propuestas políticas para dar 
por concluido esta situación de opresión y de explotación del indio Haya
 propone una alternativa de desarrollo rural que se sustente en las 
antiguas formas comunitarias indígenas. La unidad de producción que se 
presenta como alternativa a la hacienda tradicional será la cooperativa 
agraria de producción (10). Este párrafo merece varios comentarios. 
Primero, esta apuesta por la cooperativazación del agro tiene que ver 
con el propio clima ideo-doctrinario de los intelectuales peruanos de 
esos años pero también con lo que fue su propia experiencia europea en 
la que observó las bondades de este modelo empresarial (Inglaterra, 
Rusia, etc.). Segundo, si bien su alternativa se asienta en la tradición
 andina y que Haya de la Torre a diferencia de los sectores indigenistas
 más radicalizados -por ejemplo, cuzqueños y puneños- no piensa en una 
restauración del Incario. 
III. “Por la emancipación de América Latina (artículos, mensajes y discursos)” (11).-
Este
 libro fue publicado en la ciudad de Buenos Aires por Gabriel del Mazo, 
quien fuera presidente de la Federación de Estudiantes de Argentina, y 
como se indica contiene una serie de documentos donde se abordan una 
multiplicidad de temas pero que para efectos del tema que nos convoca se
 distinguen los siguientes escritos: “Aspecto del problema social en el 
Perú”, “Emiliano Zapata, apóstol y mártir del agrarismo mexicano. 
Apuntes de viaje (1924)”, “El monumento a Túpac Amaru (1924)”, “La 
realidad del Perú (1925). Carta a Julio R. Barcos, Buenos Aires” y 
“Carta a un universitario argentino (Londres, junio-1925)”. Esta última 
nos parece que es la más completa porque aborda la problemática del 
indio y/o campesino desde una perspectiva peruana, latinoamericana y 
mundial.
La carta se 
inicia valorando positivamente la experiencia rusa, a propósito del tema
 agrario (12). Seguidamente, Haya de la Torre criticara a la revolución 
mexicana porque a su entender cometió un gran error al tratar de 
solucionar el problema de la tierra fomentó el individualismo al 
defender y difundir la pequeña propiedad privada rural (13).
La
 identificación de Haya de la Torre con la política agraria de la URSS 
adquiere pleno sentido cuando sostiene que las soluciones que se han 
diseñado e implementado en el mundo, al margen de la experiencia 
mexicana que se desarrollo hasta el año de 1,925, es decir, antes de la 
asunción al gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-40), han sido básicamente 
dos (14): el colectivismo, que presupone una comunidad de elementos de 
trabajo (tractores, arados, carros, útiles, etc.) y la comunidad 
agrícola que se sustentara en las comunidades indígenas, es decir, en la
 tradición de la organización 
indígena latinoamericanas o rusas que existía desde tiempos inmemoriales.
IV. “El antiimperialismo y el Apra” (15).-
Estamos
 ante un libro que se caracteriza por ser fundamentalmente un texto 
propositivo latinoamericanista por lo que el lector encontrara varias 
tesis políticas para hacer frente al imperialismo: la APRA, entendida 
como una organización política regional que buscara constituir diversos 
partidos políticos apristas en todo el continente, el frente único de 
clases explotadas, el estado antiimperialista, el programa máximo, el 
régimen económico, la 
unidad
 política y económica del continente, etc. A pesar que si bien queda 
claro que no estamos ante un texto que se caracterice por abordar la 
problemática del indio o campesino o de las estrategias de desarrollo 
rural o el diseño de políticas agrarias, etc., las encontramos muy 
presentes. Para comenzar, Haya de la Torre, muy influenciado por el 
nacionalismo chino del Kuo Ming Tan (partido del pueblo) de Sun Yat Sen y
 en polémica directa con la III Internacional estalinista, incorpora a 
los indios y campesinos en el frente único y en el partido político como
 los principales sujetos políticos. Como el frente único y el partido 
político son la base del estado antiimperialista, es lógico que los 
intereses de los campesinos e indígenas es lo primero que se deberá 
defender y luego vendrán los intereses de la clase obrera y finalmente 
los de la clase media (16).
V. Conclusiones.-
La
 conceptualización aprista sobre la temática indígena, campesina y 
agraria está relacionada directamente con su interpretación sobre la 
sociedad latinoamericana. Efectivamente, el aprismo aparece como un 
análisis y un ideario elaborado desde una de sus muchas periferias o, 
para ser más preciso, desde la América Latina. Desde ese punto de vista,
 el aprismo es una mirada latinoamericana desde su propia especificidad,
 es decir, es un enfoque latinoamericanista que presupone con respecto a
 la teoría marxista eurocéntrica un descentramiento histórico y 
político. Todo esto lo lleva a plantear una alternativa política para 
toda la región que presupone no sólo la integración económica y política
 en un solo pueblo continente y con ello el fortalecimiento de una 
identidad latinoamericana.
Pero
 no sólo fue la producción intelectual de Haya de la Torre, sino también
 de Manuel Seoane, Carlos Manuel Cox, Manuel Vásquez Díaz, Luis Heysen, 
Alfredo Saco Miró-Quesada, Luis Felipe de las Casas, Pedro Muñiz, etc. 
Sin embargo, de todos ellos hubo dos que sobresalieron porque eran los 
expertos en esta temática: Heysen y Saco Miró-Quesada. Ambos gozaron de 
gran reconocimiento nacional e internacional, participaron en diversos 
foros fuera del país e investigaron y publicaron una infinidad de textos
 muchos de los cuales fueron publicados en el extranjero (Buenos Aires, 
La Plata México, San José de Costa Rica, Washington, etc.). Aunque en el
 caso de Sacó Miró-Quesada se debe añadir que tuvo una destacada 
participación en México cuando Lázaro Cárdenas realizó una radical 
reforma agraria. Por último, el aprismo estableció un espacio cultural 
(poesía, narrativa, pintura, música, iconografía, etc.) propiamente 
dicho donde una pléyade de artistas apristas dejaran su impronta en una 
serie de productos culturales y en el que sobresalen los filósofos, 
críticos e historiadores literarios, poetas y los narradores literatos 
(Antenor Orrego, Luis Alberto Sánchez, Magda Portal, Alberto Hidalgo, 
Ciro Alegría Bazán, Serafín del Mar, Nazario Chávez Aliaga, Guillermo 
Mercado, Américo Pérez Treviño, Manuel Scorza, Eduardo Jibaja, Julio 
Garrido Malaver, Gustavo Valcárcel, Mario Florián, Abraham 
Arias-Larreta, etc.) y los pintores (Felipe Cossio del Pomar, Alejandro 
González Trujillo (Apu-Rimak), Macedonio de la Torre, etc. 
Notas.- 
(1). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1927). “Sentido de la lucha antiimperialista”. En: "Amauta". Lima, # 8, abril 1927, p. 40.
(2).
 GOINS, John. "Consideraciones sobre lo indígena". En: "Perú: identidad 
nacional". Varios Autores. Lima: Cedep, 1979, pp. 83-84.
(3).
 MATOS MAR, José Matos Mar. “Algunas consideraciones acerca del uso del 
vocablo mestizo”. En: "El indio y el poder en el Perú rural". Varios 
Autores. Lima: IEP, 1970, p. 201.
(4).
 "Teoría y Táctica del Aprismo" no es propiamente un libro en el sentido
 convencional del término sino más bien un conjunto de documentos -dos 
cartas y un ensayo- y donde sobresale la carta “El problema del indio”, 
que está dirigida al grupo indigenista cuzqueño Resurgimiento: HAYA DE 
LA TORRE, Víctor Raúl (1927). “El problema del indio”. En: "Teoría y 
Táctica del Aprismo". "Obras Completas". Cuarta edición. Lima: Mejía 
Baca, 1985, T. I, pp. 179-214. 
(5). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., pp. 182-183.
(6). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., pp. 184-185.
(7).
 "El indio americano, que en México, Colombia y Perú había llegado a lo 
que Joyce ha llamado el barbarismo magnífico ("South American 
Archaeology"), con concepciones políticas y sociales realmente 
extraordinarias y en cuanto a los Incas se refiere, sin paralelo en su 
época y en todos los estados correspondientes de progreso de cualquier 
otro pueblo del mundo, vio detenido su camino, avanzando hacia la 
civilización, por imposición del feudalismo. El comunismo primitivo en 
el imperio incásico había avanzado hacía una organización donde no hubo 
pobreza porque el producto de las tierras del Estado, estaba almacenado y
 listo para el avituallamiento de una expedición o para aliviar el 
hambre en cualquier rincón del imperio y la condición del Perú estuvo 
más cerca de los ideales de las doctrinas socialistas que ningún otro 
país del mundo, sea que admitamos el concepto de Lewis Morgan aceptado 
por Engels y por Payne, acerca del estado medio de barbarismo de las 
sociedades indígenas americanas Mexicanos, Chibchas y Peruanos, sea que 
admitamos la concepción bien conocida de Spengler ("The Decline of the 
West") sobre civilizaciones y culturas, es indudable que Incas y Aztecas
 habían llegado a un extraordinario grado de adelanto y lo que Federico 
Engels, el genial compañero de Marx escribe en la obra y el capítulo 
citado: La Conquista de los Españoles, cortó todo ulterior desarrollo 
independiente es una verdad irrefutable (HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl 
(1927). Ob., cit., p. 185)”.
( .
 “El conflicto económico histórico del Perú desde la destrucción del 
estado comunista incaico, está planteado entre la Comunidad, 
-institución representativa de la organización social y económica 
nacional- y el latifundio -institución representativa de la organización
 social y económica extranjera española, impuesta al pueblo peruano por 
los invasores-. Si revisamos detenidamente la historia social del Perú 
desde la conquista española, nos encontraremos con ese conflicto 
permanente: el latifundio contra la comunidad. Repito: el latifundio es 
lo extranjero y la comunidad lo nacional; el latifundio representa la 
conquista, la invasión, los godos y los neogodos, la clase dominante, en
 una palabra el civilismo; y la Comunidad representa la nación, es la 
tradición social del Perú, es la vértebra económica de una organización 
que perdió poder político que le arrebató el latifundio -los sistemas 
feudal o gamonalismo-, tuvo el poder político en el coloniaje y lo 
retiene en la república. Latifundistas los Godos y Neogodos. El 
latifundio ha tenido y tiene en sus manos todas las instituciones 
políticas, el Estado en una palabra. Nosotros no somos país industrial y
 nuestra clase capitalista o comerciante, nuestra burguesía nacional 
propiamente dicha es débil en sí y depende de la fuerza y del apoyo del 
latifundio que sostiene la clase dominante, la minoría privilegiada. De 
los cinco millones de hombres que probablemente -carecemos de cifras 
exactas- viven en el territorio nacional, no llega a un millón el número
 de los habitantes de las ciudades y de los villorrios. Cuatro quintas 
partes de la población del Perú las constituyen los labradores 
indígenas, escribe nuestro gran escritor Luis Valcárcel. La lucha entre 
el latifundio y la comunidad, es, pues, la línea económica central del 
proceso histórico peruano, desde la Conquista hasta hoy. El latifundio 
es la base económica y el fondo de unidad clásica del civilismo (HAYA DE
 LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., pp. 186).
.
 “El conflicto económico histórico del Perú desde la destrucción del 
estado comunista incaico, está planteado entre la Comunidad, 
-institución representativa de la organización social y económica 
nacional- y el latifundio -institución representativa de la organización
 social y económica extranjera española, impuesta al pueblo peruano por 
los invasores-. Si revisamos detenidamente la historia social del Perú 
desde la conquista española, nos encontraremos con ese conflicto 
permanente: el latifundio contra la comunidad. Repito: el latifundio es 
lo extranjero y la comunidad lo nacional; el latifundio representa la 
conquista, la invasión, los godos y los neogodos, la clase dominante, en
 una palabra el civilismo; y la Comunidad representa la nación, es la 
tradición social del Perú, es la vértebra económica de una organización 
que perdió poder político que le arrebató el latifundio -los sistemas 
feudal o gamonalismo-, tuvo el poder político en el coloniaje y lo 
retiene en la república. Latifundistas los Godos y Neogodos. El 
latifundio ha tenido y tiene en sus manos todas las instituciones 
políticas, el Estado en una palabra. Nosotros no somos país industrial y
 nuestra clase capitalista o comerciante, nuestra burguesía nacional 
propiamente dicha es débil en sí y depende de la fuerza y del apoyo del 
latifundio que sostiene la clase dominante, la minoría privilegiada. De 
los cinco millones de hombres que probablemente -carecemos de cifras 
exactas- viven en el territorio nacional, no llega a un millón el número
 de los habitantes de las ciudades y de los villorrios. Cuatro quintas 
partes de la población del Perú las constituyen los labradores 
indígenas, escribe nuestro gran escritor Luis Valcárcel. La lucha entre 
el latifundio y la comunidad, es, pues, la línea económica central del 
proceso histórico peruano, desde la Conquista hasta hoy. El latifundio 
es la base económica y el fondo de unidad clásica del civilismo (HAYA DE
 LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., pp. 186). 
 .
 “El conflicto económico histórico del Perú desde la destrucción del 
estado comunista incaico, está planteado entre la Comunidad, 
-institución representativa de la organización social y económica 
nacional- y el latifundio -institución representativa de la organización
 social y económica extranjera española, impuesta al pueblo peruano por 
los invasores-. Si revisamos detenidamente la historia social del Perú 
desde la conquista española, nos encontraremos con ese conflicto 
permanente: el latifundio contra la comunidad. Repito: el latifundio es 
lo extranjero y la comunidad lo nacional; el latifundio representa la 
conquista, la invasión, los godos y los neogodos, la clase dominante, en
 una palabra el civilismo; y la Comunidad representa la nación, es la 
tradición social del Perú, es la vértebra económica de una organización 
que perdió poder político que le arrebató el latifundio -los sistemas 
feudal o gamonalismo-, tuvo el poder político en el coloniaje y lo 
retiene en la república. Latifundistas los Godos y Neogodos. El 
latifundio ha tenido y tiene en sus manos todas las instituciones 
políticas, el Estado en una palabra. Nosotros no somos país industrial y
 nuestra clase capitalista o comerciante, nuestra burguesía nacional 
propiamente dicha es débil en sí y depende de la fuerza y del apoyo del 
latifundio que sostiene la clase dominante, la minoría privilegiada. De 
los cinco millones de hombres que probablemente -carecemos de cifras 
exactas- viven en el territorio nacional, no llega a un millón el número
 de los habitantes de las ciudades y de los villorrios. Cuatro quintas 
partes de la población del Perú las constituyen los labradores 
indígenas, escribe nuestro gran escritor Luis Valcárcel. La lucha entre 
el latifundio y la comunidad, es, pues, la línea económica central del 
proceso histórico peruano, desde la Conquista hasta hoy. El latifundio 
es la base económica y el fondo de unidad clásica del civilismo (HAYA DE
 LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., pp. 186).
.
 “El conflicto económico histórico del Perú desde la destrucción del 
estado comunista incaico, está planteado entre la Comunidad, 
-institución representativa de la organización social y económica 
nacional- y el latifundio -institución representativa de la organización
 social y económica extranjera española, impuesta al pueblo peruano por 
los invasores-. Si revisamos detenidamente la historia social del Perú 
desde la conquista española, nos encontraremos con ese conflicto 
permanente: el latifundio contra la comunidad. Repito: el latifundio es 
lo extranjero y la comunidad lo nacional; el latifundio representa la 
conquista, la invasión, los godos y los neogodos, la clase dominante, en
 una palabra el civilismo; y la Comunidad representa la nación, es la 
tradición social del Perú, es la vértebra económica de una organización 
que perdió poder político que le arrebató el latifundio -los sistemas 
feudal o gamonalismo-, tuvo el poder político en el coloniaje y lo 
retiene en la república. Latifundistas los Godos y Neogodos. El 
latifundio ha tenido y tiene en sus manos todas las instituciones 
políticas, el Estado en una palabra. Nosotros no somos país industrial y
 nuestra clase capitalista o comerciante, nuestra burguesía nacional 
propiamente dicha es débil en sí y depende de la fuerza y del apoyo del 
latifundio que sostiene la clase dominante, la minoría privilegiada. De 
los cinco millones de hombres que probablemente -carecemos de cifras 
exactas- viven en el territorio nacional, no llega a un millón el número
 de los habitantes de las ciudades y de los villorrios. Cuatro quintas 
partes de la población del Perú las constituyen los labradores 
indígenas, escribe nuestro gran escritor Luis Valcárcel. La lucha entre 
el latifundio y la comunidad, es, pues, la línea económica central del 
proceso histórico peruano, desde la Conquista hasta hoy. El latifundio 
es la base económica y el fondo de unidad clásica del civilismo (HAYA DE
 LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., pp. 186). (9). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., p. 190.
(10). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1927). Ob., cit., p. 187.
(11).
 HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1927). "Por la emancipación de América 
Latina (artículos, mensajes y discursos (1923-1927)". Buenos Aires: 
Gleizer, 1927. Reproducida en "Obras Completas". Cuarta edición. Lima: 
Mejía Baca, 1985, T. I, pp. 3-147.
(12). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1925). Ob., cit., p. 80.
(13). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1925). Ob., cit., p. 83.
(14). HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl (1925). Ob., cit., pp. 83-84.
(15).
 "El antiimperialismo y el Apra" es el libro más importante que 
escribiera Haya de la Torre y que tuvo una enorme resonancia en todo el 
continente pues influyo notablemente en los diversos movimientos 
nacionalistas y antiimperialistas como el cardenismo (México), en la 
revolución del MNR (Bolivia), en el justicialismo peronista (Argentina),
 en el Partido del Pueblo Cubano-Ortodoxo y en el Movimiento 26 de 
Julio, en el Partido Socialista Chileno, etc. Fue escrito en 1928 y 
sufrió algunas correcciones en 1935. Las dos primeras ediciones son de 
1936 y salieron en la editorial Ercilla Santiago de Chile. El libro 
apareció el Perú recién en 1970 (tercera edición) y en 1972 (cuarta 
edición): Reproducida en "Obras Completas". Cuarta edición. Lima: Mejía 
Baca, 1985, T. IV, pp. 3-229.
(16).
 “Un partido que reúna en sus filas a todas las clases amenazadas por el
 imperialismo y que las organice científicamente, no bajo los postulados
 de la democracia burguesa sino sobre las bases de una forma clasista de
 democracia funcional o económica, ha de ser el único efectivo 
instrumento de lucha contra el imperialismo. En este partido de frente 
único, las clases que el imperialismo amenaza estarán representadas de 
acuerdo con su rol en la producción. Nuestros países feudales, al 
emanciparse, tienen que dar preeminencia a la clase campesina, a la 
clase productora de la tierra planteando en primer término su 
reivindicación. Luego a la clase obrera industrial y a la clase media. 
Es claro que si Invirtiéramos este orden, caeríamos de nuevo en el 
estado burgués, rueda de la máquina imperialista. Pero afirmando la 
organización del partido antiimperialista sobre bases estrictamente 
científicas y reconociendo que la lucha contra el imperialismo es lucha 
económica, no puede invertirse el orden de la representación de las 
clases en el partido primero y después en el Estado (HAYA DE LA TORRE, 
Víctor Raúl (1928-1935). Ob., cit., p. 177)”.
 
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