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PERU, EL AGUA CONTINUA, ORADA LA PIEDRA
Por Gustavo Espinoza M.
Diario UNO / Domingo 24 de matzo 2024
Hay dos
 grandes, y graves, problemas que agobian el escenario de hoy en nuestro
 país: la ley de Deforestación alentada por el Gobierno y la 
Privatización del Agua, programada por iniciativa y presión del Neo 
Liberalismo en curso, dócilmente acatado por Dina Boluarte y el 
empresariado, empeñados en obtener nuevos ingresos a partir de la 
explotación inicua de las necesidades de la población.
La
 deforestación anunciada mata los bosques, afecta severamente la bio 
diversidad, asesta duros golpes al eco sistema y perjudica sobre todo a 
las poblaciones originarias y a su modelo de vida. Y lo hace, en 
provecho de unas cuantas empresas empeñadas en succionar la riqueza de 
la tierra, o impulsar asociaciones mercantiles en el sector.
Y
 la privatización del agua registra cambios de primer nivel porque no se
 trata tan sólo de afectar el líquido que cae por las tuberías en los 
predios urbanos. La privatización afecta las fuentes: las lagunas, los 
ríos, las vertientes originarias del agua y los recipientes naturales 
situados en las zonas alto andina. También, por cierto, tiene el mismo 
carácter. Se orienta a convertir este requerimiento humano en una 
mercancía en provecho de grandes consorcios. 
A
 estos retos hay que sumar los asuntos casi cotidianos que derivan de 
las acciones del Poder, graficadas en las decisiones del Congreso de la 
República y en las acciones de los írritos representantes del Poder 
Ejecutivo.
Por
 ambas vías el pueblo recibe agresiones cotidianas que colman la 
paciencia de millones. Por eso, bien puede decirse ahora que la gota 
continua, orada la piedra. Cada vez más la gente grita, a conciencia: 
¡Basta ya…!
Lo
 más reciente ha sido -en el plano Legislativo- la guadaña que cortara 
cabezas a la Junta Nacional de Justicia, en forma ilegal y abusiva. De 
hecho, se tiene criticas fundadas contra organismos de ese género, pero 
no se puede convalidar abusos de Poder como el de permitir votar a 
miembros de la Comisión Permanente en el Pleno cuando no lo tienen ni 
sancionar por delitos inexistentes a unos y cobijar las acciones dolosas
 de otros.
La
 misma inhabilitación de la Congresista María Cordero se explica tan 
sólo como una maniobra en favor de Fuerza Popular asegurándole un voto 
más para sus entuertos. Solo así se explica el que de 10 congresistas 
acusados de lo mismo, 9 hayan sido “blindados” por la “Mayoría”; y sólo 
ella, sea sancionada. 
Y
 por el lado del Ejecutivo, a la “muerte súbita” de Alberto Otárola por 
un asunto de faldas, se ha sumado la excentricidad de Dina Boluarte, 
coleccionista no sólo de cadáveres, sino también de relojes. Al decir de
 la Fiscalía, son 15 los accesorios de “Alta Gama” que guarda la “Dama 
de Yerro”, que yerra una vez más. 
Aunque
 hoy no lo parezca, resulta obvio que en cualquier momento esto va a 
estallar como un caldero. Si no existe una Vanguardia que sea capaz de 
liderar las inquietudes populares, la situación habrá de derivar en la 
anarquía, pero, en todo caso, no seguirá “todo como está”. Eso, es 
seguro. 
Los
 teóricos de la política hablan de una “situación revolucionaria”. Ella 
se produce cuando “los de arriba” no pueden seguir gubernando como 
antes; y “los de ab ajo” no aceptan seguir siendo sometidos como 
siempre. En otras palabras, “los de arriba no pueden y los de abajo no 
quieren” seguir como antes. 
Eso
 es lo que produce una “crisis de Poder”, Pero no toda crisis culmina en
 una Revolución. Antonio Gramsci decía que “cuando lo viejo se muere y 
lo nuevo tarde en aparecer, es cuando surgen los monstruos” 
Para
 que se produzca una Revolución es indispensable que confluyan dos 
factores: los objetivos, y los subjetivos. Los primeros, tienen que ver 
con la situación real de las masas y el nivel que alcanzan en ella las 
contradicciones de clase. Los segundos, con el grado de preparación que 
muestren las fuerzas empeñadas en alentar y promover el cambio: La 
Vanguardia.
Por
 eso es indispensable que quienes busquen realmente jugar un papel 
protagónico en la lucha de nuestro pueblo, busque sobre todo llegar a la
 conciencia de los trabajadores y el pueblo, Pero hacerlo con un mensaje
 político, y no sólo con un esquema de orden sindical y reivindicativo. 
José Carlos Mariátegui, en torno a la materia, era bastante claro y 
directo: “un proletariado sin más ideal que luchar por el salario y las 
condiciones de trabajo, será siempre incapaz de emprender una tarea 
histórica”. 
Vale
 decir: no basta pelear por el Pliego. Hay que combatir contra la 
sociedad capitalista y burguesa y buscar reemplazarla por otra, la 
sociedad socialista. Puede sonar lejana ella, pero es real, y existe. 
Cualquier
 cambio que sirva para debilitar el orden social imperante, constituye 
un avance del movimiento popular. Ayuda a nutrir la conciencia de clase,
 pero también a organizar y elevar la capacidad de entendimiento y 
comprensión de los trabajadores.
Por
 lo demás, la Revolución Social no se decreta, ni se espera. El Poder 
Popular se construye en la medida que se afirma el papel de los 
trabajadores y se consolida la fuerza del pueblo. Todo lo que desgate al
 enemigo, fortalece nuestra trinchera, del mismo modo cómo todo lo que 
nos debilita, sirve a nuestros adversarios. ¿Es difícil entenderlo? 
(fin)
 
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