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Marxismo como Humanismo (2-3)
EL MARXISMO COMO HUMANISMO
            (En
 1983) A 100 años del fallecimiento de Marx (14 de marzo) y a 165 años 
de su nacimiento (5 de mayo), se puede hacer un balance recordatorio de 
la vigencia de su pensamiento y actualidad de su doctrina, de su teoría.
            La
 exacerbación de la lucha política ha nublado desde un comienzo la 
esencia vital del marxismo. Y más todavía si la construcción del 
socialismo no logra ciertamente los resultados previstos por su 
principal orientador. Por eso el marxismo viene siendo cuestionado como 
una utopía más, como una quimera irrealizable, como un horizonte que 
“por más que nos acerquemos a él jamás lo alcanzaremos”
            Es menester, entonces, analizar esta esencia vital.
            El
 marxismo tiene tres partes integrantes, internamente relacionadas y de 
consecuencias lógicas entre sí. El socialismo es relativo a la economía 
tanto como la economía es relativa a la filosofía. Y si se analiza la 
obra de Marx desde estos tres aspectos se puede apreciar nítidamente el 
porqué de estas relaciones y consecuencias.
            Las
 tres partes integrantes son otras tantas rupturas. En filosofía es una 
ruptura con la filosofía de Hegel. En economía es una ruptura con la 
economía de Ricardo. En socialismo es una ruptura con el socialismo de 
Saint Simon. Esta triple ruptura es histórica y es universal. Por eso 
Marx señala que con el sistema capitalista “termina, pues, la 
prehistoria de la sociedad humana” (Contribución a la Crítica de la Economía Política, Prólogo)
            No
 es casual que el marxismo haya comenzado con la ruptura filosófica. Con
 Hegel el pensamiento filosófico llegó a su más alta cumbre. Por vía del
 idealismo nadie ha podido agregar una coma siquiera a la idea dialéctica.
 Por eso se le conoce como filosofía clásica. Con Hegel la teoría del 
desarrollo llega a su cumbre dialéctica, pero el análisis de las 
contradicciones parte de que ese motor está en el Demiurgo, otra manera 
de denominar a Dios. De allí que Hegel sostenga que es la conciencia la 
alienada y no el hombre mismo. Es decir, la dialéctica estaba de cabeza.
            Marx
 da el paso trascendental para la humanidad. Señala que no es la 
conciencia la que determina el ser social sino al contrario, que es el 
ser social el que determina la conciencia social. Así puso la dialéctica
 de pie, y con ello comenzó a poner de pie todo el pensar milenario de 
la humanidad, abriendo un inmenso campo a la investigación. Esto a veces
 no se toma en cuenta o se minimiza.
            Así, con Hegel termina el idealismo y con Marx comienza el materialismo, la materia dialéctica.
            Termina
 la filosofía especulativa, la filosofía tal cual se la entiende 
tradicionalmente. De ella sólo quedan la ontología, la gnoseología y la 
lógica dialéctica. Sus otras ramas, como la fenomenología, pasan a ser 
piezas del Museo del Pensamiento, e igual sus profesores, discípulos y 
propugnadores.
            Por eso también se desarrolla un primer capítulo de la obra de Marx constituido por los Manuscritos Parisinos (1844), Tesis sobre Feuerbach (1845) y Miseria de la Filosofía (1847)
            Planteada
 la tesis de que la alienación no radica en la conciencia sino en el 
ser, toca pasar a demostrarla. Y Marx desarrolla su monumental análisis 
de las formaciones económicas.
            Con
 Ricardo el pensamiento económico llega a su más alta cumbre. Por vía 
del idealismo nadie ha podido agregar una coma siquiera a la idea económica.
 Por eso se le conoce como economía clásica. Con Ricardo la teoría del 
desarrollo llega a su cumbre económica, pero la teoría del trabajo como 
base de todo valor no puede descubrir la esencia del doble valor, del 
valor de uso y del valor de cambio de toda mercancía.
            Marx
 da el paso trascendental. Y con una aparentemente sencilla 
interpolación, venta de la fuerza de trabajo en lugar de venta del 
trabajo, demuestra la raíz económica de la alienación. El análisis 
económico de la alienación, iniciado en los Manuscritos Económicos, lo desarrolla Marx en Fundamentos de la Crítica de la Economía Política (1859) y El Capital (1867 y 1884-1895-1905)
            El
 segundo capítulo de la obra de Marx, el análisis económico, es 
trascendental. Marx descubre que la alienación no es posterior a la 
propiedad privada sino anterior a ella. Por eso, aunque expresión 
extrema, el capitalismo es sólo consecuencia de la alienación y no al 
revés. Aquí también pone al derecho el pensar milenario de la humanidad,
 porque el origen de la alienación está en el trabajo mismo. La alienación en el trabajo
 no es sólo del explotado sino también del explotador, del ser humano, 
del ser social, lo que se acrecienta en el período histórico de la 
sociedad de clases y se extrema en el capitalismo.
            El animal humano se hizo hombre por el trabajo, proceso magistralmente explicado por Engels (El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre,
 1876) ¡Pero se deshumaniza en el trabajo! La división del trabajo es la
 raíz de la alienación. En la división del trabajo el producto se separa
 del productor como un ser extraño a él. Por eso en su relación con las 
cosas, con los objetos, el ser humano los humaniza (fetichismo), y en su
 relación con otros seres los cosifica (alienación, deshumanización)
            Esta
 alienación está registrada desde la,antigüedad. Los teóricos del 
esclavismo clasificaron los instrumentos de trabajo en mudos (el arado, 
p.e.), que emiten sonidos (las bestias) y que emiten palabras (los 
esclavos) Y el genio español acuñó el conocido dicho: “Poderoso 
caballero es Don Dinero”
            En
 el capitalismo la fuerza de trabajo deviene mercancía, sujeta a la ley 
de la oferta y la demanda como cualquiera otra. Marx extrema el análisis
 de la mercancía y descubre la diferencia entre el trabajo concreto y el
 trabajo abstracto, y por ende de dónde surge el valor y la plusvalía. 
La teoría de la plusvalía, piedra angular de la teoría económica 
marxista, es también la piedra angular del análisis de la alienación. 
Con ella demostró que no es el trabajador el que vive del propietario 
sino al contrario. La dialéctica de pie es diametralmente opuesta a la 
dialéctica de cabeza.
            En sus célebres Tesis sobre Feuerbach (1845), señala que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
 Por ello, el objetivo de interpretar la realidad, el objetivo de 
analizar la alienación no puede tener sino un corolario, la lucha por la
 transformación de la realidad, la lucha por la abolición de la 
alienación, tanto en su expresión extrema el capitalismo y toda 
explotación del hombre por el hombre, cuanto en su raíz primigenia la 
división manufacturera del trabajo.
            La
 alienación fue la premisa necesaria para el desarrollo de la humanidad.
 La civilización comienza con la deshumanización, con la explotación del
 hombre por el hombre. Pero el fin de esta alienación es la premisa 
consciente para la continuidad del desarrollo, para salir de la 
prehistoria de la sociedad humana.
            A
 través de la alienación el hombre cobra conciencia de la alienación. 
Esto lleva a la lucha por el socialismo, a la lucha consciente por la 
transformación de la realidad.
            Con
 Saint Simon el pensamiento social llega a su más alta expresión. Por 
vía del idealismo nadie ha podido agregar una coma siquiera a la idea socialista.
 Por eso se le conoce como socialismo clásico o socialismo utópico. Con 
Saint Simon la teoría del desarrollo llega a su cumbre social, pero la 
teoría de la justicia social no podía descubrir que el socialismo no es 
un problema de justicia sino de necesidad, no es un problema de moral 
sino de economía, de propiedad sobre los medios de producción y, por 
ende de propiedad sobre el Estado, un problema de qué clase detenta el 
Poder.
            Marx
 da el paso trascendental. Y señala que la lucha de clases conduce 
necesariamente a la expropiación de los expropiadores, a la dictadura 
del proletariado como premisa para la extinción del Estado y de las 
clases sociales.
            Marx descubre al proletariado como última clase de la humanidad. Ya en La Sagrada Familia
 (1844) señala que “Es cierto que la propiedad privada empuja por sí 
misma, en su movimiento económico, a su propia disolución, pero sólo por
 medio de un desarrollo independiente de ella, inconsciente, contrario a
 su voluntad, condicionado por la naturaleza misma de la cosa; sólo 
cuando engendra al proletariado como proletariado, a la miseria 
consciente de su miseria espiritual y física, consciente de su 
deshumanización y, por tanto, como deshumanización que se supera a sí 
ella misma. El proletariado ejecuta la sentencia que la propiedad 
privada pronuncia sobre sí misma al crear al proletariado, del mismo 
modo que ejecuta la sentencia que el trabajo asalariado pronuncia sobre 
sí  mismo, al crear la riqueza ajena y la miseria propia. 
Al vencer el proletariado, no se convierte por ello, en modo alguno, en 
el lado absoluto de la sociedad, pues sólo avanza destruyéndose a sí 
mismo y a su parte contraria. Y, entonces, habrán desaparecido tanto el 
proletariado como su antítesis condicionante, la propiedad privada” 
(Glosa marginal, Crítica nº II)
            Pero
 proletario no es lo mismo que obrero. Se puede ser proletario sin ser 
obrero y se puede ser obrero sin ser proletario. Este es el problema de 
la conciencia social. En el proceso de alienación el hombre no sólo 
adquiere interés de clase y conciencia de clase sino también adquiere 
conciencia de su alienación. El marxismo es precisamente esta conciencia
 de la alienación.
            La
 conciencia social se expresa entonces como conciencia de clase. Y 
siendo la clase obrera la última clase, la conciencia de clase del 
proletariado es la conciencia social del ser social. Así, la alienación social,
 el concepto más importante del marxismo puede ser mejor aprehendido 
cuando se interrelaciona con los conceptos de ser social (su 
antecedente) y de conciencia social (su consecuente)
            Por
 tanto, la conciencia social del ser social, de la humanidad, no sólo es
 inherente a los obreros sino a todo ser social que toma conciencia de 
su deshumanización. El hombre deviene proletario conscientemente, y no 
espontáneamente por el solo hecho de ser obrero, asalariado.
            El análisis social de la alienación, iniciado en los Manuscritos y desarrollado en El Capital, lo realiza Marx en el Manifiesto Comunista (1848), La lucha de clases en Francia (1850), El Dieciocho Brumario (1852), Carta a Weydemeyer (1852), La Guerra Civil en Francia (1871) y en Crítica del Programa de Gotha (1875)
            Este análisis de la transformación de la sociedad tiene tres etapas. En el Manifiesto Comunista señala la necesidad de la instauración del Poder; en La Guerra Civil en Francia (La Comuna de París) analiza el problema del Gobierno del Poder; en la Crítica del Programa de Gotha plantea el problema de la extinción del Poder, que es en buena cuenta el problema de la extinción de la alienación.
            El
 tercer capítulo de la obra de Marx, la transformación de la sociedad, 
de la realidad, es el que ocasiona más confusión porque es un problema 
de praxis, de demostración de la teoría.
            El marxismo triunfó teóricamente en 1848 con el Manifiesto Comunista. Triunfó políticamente en 1917 con la Revolución de Octubre.
 Pero económicamente está aún lejos de la victoria. Su victoria sólo 
puede darse a nivel mundial. Para ello la humanidad, el socialismo, el 
proletariado tiene que luchar contra “el sello de la vieja sociedad de 
cuya entraña procede”
            En el Manifiesto Comunista
 Marx señala que la lucha del proletariado es internacional, pero que 
tiene que expresarse en su propia forma nacional. Este es el problema de
 la relación entre internacionalismo, nacionalismo, revolución y 
coexistencia. Este es el problema de la dictadura del proletariado, de 
la dictadura proletaria, del Estado de nuevo tipo.
            En La Guerra Civil en Francia
 Marx analiza que el Estado proletario tiene que ser un Estado tipo 
Comuna; no un Estado como aparato burocrático-militar sino un Estado 
basado en el pueblo en armas y en la simplificación de la administración
 y de la justicia; un Estado sin ejército permanente ni policía 
política, sin burocracia política ni partidaria, sin tribunal ni 
cárceles. Pero todo Estado proletario es hasta el presente un aparato 
burocrático-militar, lo que representa la principal distorsión del 
socialismo. Este es el problema de la democracia proletaria.
            El
 Estado proletario como aparato burocrático-militar tiene su 
explicación, aunque explicación no es lo mismo que justificación. Ningún
 país socialista ha dejado de ser hasta ahora un Estado 
burocrático-militar por dos razones que en verdad son una: el acoso del 
sistema capitalista, del imperialismo, que no lo pensó dos veces para 
lanzar una guerra de agresión y de exterminio, y el atraso con que se 
inicia todo Estado proletario. La única razón es en verdad el atraso. Si
 en Estados Unidos de América triunfara la revolución, cualquier otro 
país lo pensaría dos veces antes de pretender la agresión y exterminio.
            En la Crítica del Programa de Gotha
 Marx señala que todo derecho es derecho de la desigualdad. La fórmula 
del socialismo “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su 
trabajo” es también un derecho de la desigualdad. Este derecho sólo 
podrá ser abolido cuando el desarrollo del socialismo acabe con las tres
 diferencias fundamentales, expresiones de la alienación, entre el 
trabajo femenino y el trabajo masculino, entre el trabajo agrícola y el 
trabajo industrial, y entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. 
(No es casual que el marxismo subraye que el grado de emancipación de la
 mujer expresa el grado de emancipación de la humanidad) Este es el 
problema de la anarquía como extinción de la clasiarquía (dictadura), y 
de la acracia como extinción de la democracia. Este es el problema de la
 extinción de la política, que sólo es un derivado de la sociedad de 
clases.
            Así,
 la alienación comienza con la división del trabajo, y se extingue con 
la extinción de las tres diferencias fundamentales en el trabajo.
            Pero
 mientras gravite el sello de la vieja sociedad, mientras el Estado 
proletario sea un aparato burocrático-militar y mientras persistan las 
diferencias fundamentales en el trabajo, el socialismo sólo será un a 
realidad precaria.
            El
 ser humano se habrá humanizado cuando se desligue el trabajo de la 
paga, cuando trabaje “según su capacidad” y reciba de la sociedad “según
 su necesidad” Trabajando todos según su capacidad, cada cual debe 
recibir según su necesidad, y no al revés según su trabajo. Esta es la 
expresión acabada de la dialéctica puesta de pie, del pensar milenario 
de la humanidad puesto de pie.
            A
 esto llegará ineluctablemente la humanidad, tarde o temprano. Pero 
depende del hombre concreto el que sea más temprano que tarde, porque 
una cosa es el determinismo (la teoría, lo objetivo) y otra cosa es el 
volitismo (la praxis, lo subjetivo) Y determinismo y volitismo en unidad
 e integración son precisamente las coordenadas del desarrollo del 
marxismo.
            Por
 eso se puede decir que el marxismo es una Filantropía, un amor al 
hombre (homo) porque es una Filosofía (Sapiens) Y que con el marxismo es
 que el hombre inicia verdaderamente su historia, con el marxismo es que
 el hombre llega verdaderamente a Homo Sapiens.
            Así, Marxismo es Humanismo. He ahí su esencia vital, que ya Marx señalara en el tercero de sus Manuscritos Parisinos (1844): “3. El comunismo, abolición positiva de la propiedad privada (alienación humana de sí ella misma) y por consiguiente, apropiación real de la esencia humana por el hombre y para el hombre; por tanto, retorno total del hombre para sí como hombre social,
 es decir, humano; retorno consciente y operado con la conservación de 
toda la riqueza del desarrollo anterior. Este comunismo, como 
naturalismo consumado = humanismo, como humanismo consumado = 
naturalismo, es la verdadera solución del antagonismo entre el 
hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la verdadera 
solución de la lucha entre existencia y esencia, entre individuo y 
género. Es el enigma de la historia ya resuelto, y sabe que es esta 
solución.”
            En fin, como balance recordatorio se puede subrayar que “Marx
 está vivo en la lucha que por la realización del socialismo libran, en 
el mundo entero, innumerables muchedumbres animadas por su doctrina” (José Carlos Mariátegui, Defensa del Marxismo, IV, 1928)
1) R. García R. 01.03.83
            Nota. Artículo difundido en esa fecha por un periódico local.
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
4 de mayo 2018
 
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