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Trabajo y Estado
EL FUTURO DEL TRABAJO
*Daniel Gaio
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento
No. 543: Tecnologías: manipulando la vida, el clima y el planeta
        
Las innovaciones tecnológicas son presentadas inicialmente como 
procesos que mejoran las condiciones de vida, reducen el tiempo de 
trabajo y optimizan el desarrollo. Las transformaciones que se han 
producido desde la revolución industrial en sus diversas
 etapas han traído consigo, además de avances, cambios radicales en la 
estructuración del trabajo y en sus formas de organización. Al mismo 
tiempo que ciertos puestos de trabajo dejaron de existir, se 
desarrollaron muchos otros y se produjo un salto en las
 condiciones de vida de una parte importante de la población.
        
Hoy estamos viviendo una nueva transformación en el modelo 
productivo y económico que plantea nuevos retos para las formas del 
trabajo. Presentado de diversas maneras, como la 4ª revolución 
industrial o la industria 4.0, el modelo caracterizado por el
 acelerado proceso de automatización y digitalización de la economía, la
 robótica avanzada y el uso intensivo de la biotecnología y la 
nanotecnología aporta, a diferencia de las otras "revoluciones" 
productivas, un nuevo aspecto que es la velocidad con la que
 se desarrolla y que, frente a la falta de una regulación que siga a su 
ritmo, también aumenta la desigualdad en niveles nunca antes vistos. Las
 tecnologías, por sí mismas, no son el problema, sino la lógica que 
impulsa su introducción.
        
El PIB mundial se ha triplicado en los últimos 40 años, pero no 
ha traído beneficios para la población en su conjunto. Datos de la OIT 
[1] muestran que en 2018, 172 millones de personas en todo el mundo 
estaban desempleadas, pero que, a pesar de la disminución
 en comparación con el año anterior, las condiciones de trabajo no han 
mejorado.
        
La misma investigación señala que más de 3.300 millones de 
personas empleadas no tenían niveles adecuados de seguridad económica, 
bienestar material u oportunidades de progreso, advirtiendo que los 
empleos creados por la digitalización son cada vez más
 precarios, temporales y con escasas posibilidades de negociar derechos.
        
En cuanto a la desigualdad, Oxfam [2] señala que el 1% de la 
población mundial concentra el 99% de su riqueza. Desigualdad que es 
condicionada por factores como: región, sexo, edad y raza. 
Mientras los trabajadores europeos se adaptan, no sin pérdidas, a
 este nuevo proceso del mercado laboral, los países del Sur Global se 
enfrentan a la falta de acceso a las tecnologías e Internet, lo que 
genera una distancia abismal en cuanto al tipo
 de beneficios y capacidades para participar en esta nueva economía.
        
La división del trabajo internacional es aún más desigual
        
Una cuestión determinante en el proceso de acumulación de capital
 y directamente ligada a esta nueva distribución son las cadenas 
globales de producción, donde existe una clara división entre países que
 concentran tecnología de punta, desarrollo de productos
 con alto valor agregado y concentración de "propiedad intelectual" y 
otros países relegados a una producción con bajo valor agregado, baja 
capacidad de innovación tecnológica, que se resignan apenas a reproducir
 o ensamblar productos y equipos.
        
Este modelo se caracteriza por una producción fragmentada en 
varios países, llevada a cabo por una empresa matriz, generalmente 
transnacional, con sede en el Norte Global, que se encuentra lejos de 
donde se producen y/o comercializan los productos. La
 publicación Cadenas Globales de Producción y Acción Sindical, de la 
Confederación de Trabajadores de las Américas (CSA) muestra que el 20,6%
 del trabajo global forma parte de las largas cadenas productivas [3], 
donde la mayor parte de la fuerza laboral no
 es reconocida por las empresas matrices, ignorando los derechos de 
millones de trabajadores en todo el mundo.
        
Dentro de este mapa de la división de la producción 
internacional, ¿cuáles son los empleos y sus características para los 
países latinoamericanos?. El 95% de la fuerza laboral de 25 
multinacionales que operan en América Latina (El Salvador, Panamá, Costa
 Rica, Brasil, Argentina) está compuesto por trabajadores ocultos. Hay 
17 trabajadores ocultos en estas cadenas por cada trabajo directo. [4]
        
De hecho, nuestra región en particular continúa profundizando su 
especialización como proveedora de materias primas de origen mineral o 
agrícola, ubicadas en las primeras fases de las cadenas, mientras que 
pierde peso en las etapas de mayor elaboración,
 ubicadas en las fases superiores.
        
Al estructurar grandes cadenas de producción, las empresas 
transnacionales pueden trasladar las cargas sociales, ambientales y 
laborales y las amenazas para la institución a los últimos eslabones de 
la cadena, a empresas locales ubicadas en los países
 del Sur, mientras que los principales beneficios se concentran en las 
manos de las empresas matrices, generalmente en el Norte, pero también 
en países como Brasil y México que son sedes de estas empresas matrices.
        
La precarización de los derechos como tendencia
        
Un estudio [5] de la OIT muestra que entre 2008 y 2014, 110 
países se sometieron a reformas legales para debilitar la legislación 
laboral, aumentando las horas de trabajo, fomentando los contratos 
temporales, el despido colectivo e interfiriendo en la
 negociación colectiva y las formas de contratación.
        
Las reformas en curso en Brasil desde 2016 están fuera del 
período de investigación de la OIT, pero forman parte del mismo patrón 
de recorte de los derechos adquiridos históricamente, favoreciendo así a
 una mayor inseguridad laboral, la tercerización
 y los ataques a las organizaciones sindicales.
        
Los cambios cada vez más rápidos de los modos de producción y el 
aumento del nivel de desempleo señalan un futuro poco promisorio para la
 clase obrera, si no se reformulan estas normas y si la legislación no 
se adapta a las nuevas características para
 garantizar la preservación de los derechos y la protección de los 
trabajadores.
        
Brasil en este contexto
        
En este marco, la realidad brasileña se agrava tras los reveses 
que se vienen dando desde 2016, con la destitución de la presidenta 
Dilma Rousseff y con los gobiernos de Temer y Bolsonaro, caracterizados 
por el desmantelamiento de las políticas sociales
 y laborales, así como por una inversión cada vez menor en tecnologías y
 la priorización de las economías primarias, lo que plantea una 
perspectiva bastante desafiante para el futuro del trabajo en el país.
        
Dentro de la economía mundial, Brasil profundiza su rol como uno 
de los principales exportadores de productos básicos minerales y 
agrícolas, que tienden a caracterizarse cada vez más por un alto grado 
de automatización y robotización, con poca generación
 de empleo y un gasto cada vez mayor en energía y recursos naturales.
        
Esta realidad transfiere no sólo más empleos precarios a estas 
regiones, sino también modelos económicos basados en la primarización y 
exportación de bajo valor agregado y, frecuentemente, con altos costos 
ambientales y sociales.
        
Frente a una política de Estado que no prioriza las inversiones 
en investigación y tecnología y la diversificación de la economía, los 
trabajadores son vulnerables ante una dinámica de mercado cada vez más 
cruel y agresiva. En tiempos de disputa mundial
 por el control de las ganancias obtenidas de la alta especialización de
 la economía, el proyecto del gobierno que hoy ejerce el poder en 
Brasil, vinculado al ultraliberalismo internacional, renuncia 
subordinadamente a las posibilidades de obtener beneficios
 de las nuevas tecnologías para el desarrollo del país.
        
El papel del Estado y la democracia
        
Los Estados fuertes y democráticos son fundamentales ante una 
dinámica económica cada vez más rápida que exacerba las desigualdades. 
Por otra parte, es necesario incorporar al actual proceso de 
transformación las políticas sociales y económicas que garanticen
 derechos más justos y posibilidades de competitividad, como formas de 
compensación ante los rápidos cambios en el mundo del trabajo. El tema 
de las tecnologías y su papel en la economía no es una cuestión de 
determinismo tecnológico, sino de su control y aplicación
 en beneficio de la mayoría de la población. El Sur Global en general 
tiene poca participación en este debate, acaparado por las economías 
desarrolladas y especialmente por las grandes empresas transnacionales.
        
Al no tener el protagonismo en esta disputa, nuestras economías y
 países refuerzan el papel que se les otorga en la distribución 
internacional del capital como fuentes de materias primas, proveedoras 
de energía y mano de obra barata.
        
Dada la tendencia al desmantelamiento acelerado de las 
capacidades regulatorias y de control por parte de las instituciones 
estatales en Brasil, la población trabajadora se encuentra sin 
mecanismos de protección y defensa. El sector privado brasileño,
 el mayor beneficiario del golpe judicial, legislativo y mediático, ha 
recibido diversos tipos de beneficios desde 2016 (impuestos, condonación
 de deudas con el Estado, facilitación e incentivos en la privatización 
de empresas públicas, entre otros), además
 de ser el principal promotor de las contrarreformas laborales 
implementadas por los gobiernos de Temer y Bolsonaro.
        
En este contexto, también existe una creciente tendencia a 
desconocer los mecanismos de intermediación social construidos desde la 
redemocratización, así como la criminalización de las diversas formas de
 organización social en el campo y en la ciudad.
        
Transición justa como estrategia sindical frente a los cambios en el mundo del trabajo
Frente
 a un contexto de ataques, pero entendiendo la urgencia de actuar para 
hacerles frente, en la actualidad, la bandera sindical de una transición
 justa puede entenderse como
 una forma posible y necesaria de responder a un panorama inicialmente 
devastador para el empleo.
        
En una perspectiva de cambio del sistema de producción y de las 
formas de empleo, un debate que presenta ciertas similitudes con 
relación a los impactos sobre la clase obrera es el del cambio climático
 y las transformaciones hacia una economía baja en
 carbono.
        
Tanto la industria 4.0 como la economía baja en carbono traen 
consigo cambios fundamentales que implican un alto uso de tecnologías 
con la sustitución de modelos que afectan a un gran número de 
trabajadores, lo que plantea retos en cuanto a las respuestas
 necesarias y urgentes para los trabajadores implicados.
        
Para una transición justa, abogamos por una política que 
involucre a los Estados, empresas, trabajadores y comunidades afectadas,
 donde se garantice que la clase obrera no cargue con la responsabilidad
 de las transformaciones necesarias o implementadas
 para una nueva economía, ni de las deudas sociales de las empresas, que
 no están dispuestas a hacer una transición socialmente justa.
        
Esta política debe implicar la capacitación de los trabajadores 
para las nuevas tecnologías y la recalificación e inserción de los 
trabajadores de los sectores que serán transformados o dejarán de 
existir, asegurando la participación de los sindicatos
 y las comunidades en la formulación de las políticas desarrolladas, 
incluyendo perspectivas como de género, raza y generacional. 
Implica también conseguir la generación de nuevos y mejores 
empleos sobre la base del trabajo decente y el respeto a la organización
 sindical.
        
Si no se observan esta realidad y esta necesidad, veremos que las
 nuevas tecnologías ensancharán aún más la brecha entre la precariedad y
 la miseria sistémica de la clase obrera y las condiciones mínimas para 
el desarrollo sostenible y la dignidad humana. 
Si conseguimos tener un control social en la implantación de 
estas nuevas tecnologías, seremos capaces de crear un trabajo de 
calidad, con una reducción de la jornada laboral y una mejora de los 
parámetros de seguridad y salud en el trabajo.
        
*Daniel Gaio es sociólogo, master en Políticas Públicas de Educación por la Universidad de Brasilia. 
Funcionario de la Caixa Econômica Federal, dirigente de la 
Confederación de Trabajadores Financieros (Contraf-CUT) y Secretario 
Nacional de Medio Ambiente de la Central Única de los Trabajadores 
(CUT).
URL de este artículo:
https://www.alainet.org/es/articulo/202298
En portugués:
https://www.alainet.org/pt/articulo/202299
[1] OIT, 2019. 
Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2019. Disponible en:
https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---publ/documents/publication/wcms_713013.pdf
[2] Oxfam Internacional, 2016. 
Uma Economia para o 1%. Disponible en: 
https://www.oxfam.org.br/sites/default/files/arquivos/uma_economia_para_o_um_por_cento_-_janeiro_2016_-_relatorio_completo.pdf
[3] Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas, 2018. 
Cadenas globales de producción y acción sindical. Cartilla didáctica. Disponible en:
[4] Confederación Sindical Internacional, 2017. Escándalo Exportando codicia a través del Canal de Panamá. 
Disponible en: 
https://www.ituc-csi.org/IMG/pdf/frontlines_scandal_2017_es.pdf.
[5] ILO, 2015. 
Labour market reforms since the crisis: drivers and consequences /
 Dragos Adascalitei, Clemente Pignatti Morano; International Labour 
Office, Research Department. Geneva: (Research Department working paper;
 No. 5. Disponible en:
https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---inst/documents/publication/wcms_414588.pdf
de: Alai-AmLatina <alai-amlatina@alai.info> a través de
alainet.org 
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fecha: 24 sept. 2019 12:52
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[alai-amlatina] El futuro del trabajo ante el desmantelamiento del Estado
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
 27 de septiembre de 2019
 
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