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SUELO Y SUBSUELO DE LA REALIDAD 
  Van
 ya más de 70 días de declarado el “Estado de Emergencia en todo el 
Perú”. Durante estos días muchas cosas han pasado en la superficie de 
nuestra realidad.
 
 Poco a poco el estado de miedo y pánico entre la población sembrado por
 los medios de comunicación y los mensajes necrológicos semanales desde 
el Gobierno, se han ido disipando en la conciencia de la población 
trabajadora, acostumbrada a lidiar y a resistir en las más agrias 
batallas de la pobreza, la desocupación, siendo parte en la solución de 
los problemas y no parte del problema. Visto así, el panorama político 
social en el Perú, no por ahora ante un evento superficial de pandemia, 
sino desde hace muchas, muchísimas décadas atrás, el Estado y sus 
sucesivos Gobiernos de turno, no han sido para el Perú sino parte del 
problema. 
 
 Si antes el corazón del pueblo se rendía ante promeseros de turno, hoy,
 ante un temporal no contemplado, su conciencia se abre de par en par al
 engaño y la mentira de aquellas promesas utilizadas para salvaguardar 
los intereses privados, económicos y privilegios políticos de un sistema
 dominante de una clases dominante caduca, corrupta, que en el tablero 
del juego de los altos negocios, no son más simples intermediarios, 
parásitos, actores principales de un capitalismo marginal, sujeto al 
dominio  y poder de un capitalismo transnacional, hoy en crisis 
terminal. Es aquella clase caduca y corrupta, pues solo vive de la 
renta, no de la producción, la más interesada en que la economía 
nacional no se independice de su carácter de economía colonial. Son los 
principales opositores a la tendencia del Cambio Social, de 
“Peruanicemos el Perú”.
 
 La pandemia, como toda enfermedad, exige medicamentos y tratamiento 
inmediato. No hay medicamentos, y si por ahí algo sobra, cuesta un ojo 
de la cara. Tratamiento inmediato, no hay. Sin contar a los pacientes 
con enfermedades crónicas para quienes los hospitales se cerraron y 
quedaron sentenciados al patíbulo. A fin de cuentas la estadística dice o
 mejor lo dice a la “criollada”, que tantos por tantos dejaron de 
existir a causa del covid-19. Ya no se diferencia papas de camotes, 
todas son de la sola marca del momento. Así es como se balancea a la 
opinión pública.
 
 Por otro lado, en sectores masivos de la gran Lima y Provincias, sus 
pobladores han quedado al escoger por el hambre, por la carestía de 
subsistencias. Sus precarios ingresos se terminaron. Sus egresos son 
abrumadores, que los empuja a vivir de la solicitud a la caridad pública
 para mal sobrevivir. ¿Es posible que esto suceda en un pueblo que 
cuenta con un factor humano de más de 32 millones? Y aun así, somos un 
país despoblado. Somos el tercer país más grande en Sudamérica y 
tranquilamente el territorio peruano puede albergar en su seno a Italia y
 Bélgica, enteros. ¿Es posible que estemos como estamos?
 
 El Perú, por su tradición ancestral, es un país de agricultores, y de 
los mejores en producción y nutrición a su población. Sin embargo, vive 
bajo las amenazas de la pobreza. La desnutrición los discapacita para 
toda creación. A pesar de esto, no se rinde y está listo, mejor que 
cualquiera, para ofrecerse como parte enérgica en las soluciones de los 
problemas.
 
 Los vemos ahora, a pesar del mal tiempo, como envían los productos de 
sus cosechas a los mercados de abastos de las ciudades. Otros, no han 
podido pasar debido al control policial militar y han tenido que tirar a
 las faldas de los cerros todas las toneladas de sus cosechas. Otros, 
como consecuencia del mismo control policial militar, han dejado que sus
 productos se pudran en sus sementeras. Estos últimos suman miles. 
Mientras tanto, el pueblo sufre hambre. ¿Es posible esto? Y en medio de 
tanta carestía promover una hambruna artificial, de falta de dinero. 
Entonces, ¿quién es parte del problema, que no hace otra cosa que sumar,
 sumar más problemas donde no hay? ¿Será el pueblo trabajador? O ¿será 
el Estado burocrático militar judicial? Saque usted sus conclusiones y 
sobre los mismos, ponerse a trabajar.
 
 En conclusión. El pueblo trabajador peruano, a lo largo de la historia,
 siempre ha sido parte en la solución del problema. En cambio, a lo 
largo de esa misma historia, la clase dominante y sus instituciones 
representativas, como el Estado y sus administradores de turno, han sido
 siempre parte del problema. 
   Pongamos entonces bajo los ojos críticos, la realidad profunda del Perú y de lo que pasa en el mundo de los trabajadores.
Héctor Félix D.
30.05.20 
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
30 de mayo del 2020
 
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