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LA SÍNTESIS DE LA CEGUERA Y LA LUCIDEZ
Escribe: Erick Braga 
José Saramago,
 es un maestro, un mago de la palabra descarnada y precisa, es el 
artífice de la interpretación real de las realidades de una sociedad que
 va camino a su propia destrucción y a la acelerada extinción de la 
misma especie humana, el cual, a decir verdad, tal y como están las 
cosas, penden de un hilo, en las manos de un sistema político-económico 
de caos y destrucción.
Es
 un exponente de la rebeldía y la vida misma, de aquellas formas que te 
hacen pensar que es necesario poner todo de cabeza y cambiarlo de raíz, e
 incluso aquellos métodos que, siendo aparentemente mejores y contrarios
 a este sistema de muerte, al final son totalmente similares.
De
 ahí que es importante reflexionar y repensar en esas nuevas formas de 
vivir, de asumir la vida y el cambio de la lucha social, de una forma 
totalmente diferente...Por un momento es importante pensar en la 
paradoja de aquella única mujer, que en el personaje de la novela: 
“Ensayo sobre la ceguera”, es la única que logra ver y encaminar a una 
horda humana salvaje y animalizada en busca de alimentos, totalmente 
ciegos, víctimas de una pandemia en la que todo el mundo pierde la vista
 en una mancha blanca, los defectos y las miserias humanas son parte de 
la trama de una realidad que describe a una sociedad putrefacta en total
 descomposición. 
La
 condición de ver y conducir a los demás, es un llamado a esas nuevas 
formas de convivencia humana, que aún en medio de todo lo terrible de la
 desesperanza y la destrucción ética-moral de la sociedad, te hacen 
pensar en la importancia de asumir nuevos paradigmas y nuevos liderazgos
 que estén dispuestos a transitar una lucha diaria y continua para 
destruir los cimientos conceptuales y materiales de una sociedad 
destructiva y corroída por dentro, llegando a los niveles cancerígenos 
de metástasis cultural y social, planteándose la necesidad de reformar 
todo lo bueno, en la perspectiva de poder construir y edificar una 
sociedad mejor.
Alguien
 me decía hoy en un comentario a aquella perspectiva nuestra de seguir 
luchando en las calles, que ante toda la indiferencia de la gente que ve
 destruir su propia fuente de agua y vida sin hacer nada, o ve que le 
roban el País y la esperanza con un silencio cómplice y una cobardía de 
inacción inapelable, que había llegado el momento de cambiar de 
estrategia.
Me
 preguntaba entonces: ¿Dejar que todo siga su curso y que esto se vuelva
 algo totalmente normal, vivir entre tanta riqueza natural y ser tan 
pobres a la vez, pobres no sólo materiales, sino también pobres 
moralmente, sin principios y valores, sin espíritu de lucha?...Me hacía 
pensar, que quizás deberíamos abordar la estrategia del ejemplo 
constante, o la de apagar las luces e irnos todos a casa y como en los 
tiempos de pandemia dejar que las calles vacías hablen por sí solas y no
 consumir todo aquello que alimenta este sistema, dejándolo morir por 
asfixia e inanición, pero no, esto es sólo un sueño irreal, es más fácil
 que la gente muera envenenada o asfixiada por este sistema de 
corrupción y veneno, a que la gente deje que el sistema muera de ese 
modo. El sueño de Gandhi aquí no existe, nadie está en la condición de 
renunciar al sistema. 
Entonces,
 ¿Cuál es la estrategia?, ¿Dejar que la gente padezca y se vean sacarse 
los ojos, unos a otros, en medio del latrocinio, el abandono y el caos 
de un sistema político totalmente corrupto?, ¿No hacer nada por ahora y 
dejar que mañana la destrucción de nuestra propia existencia nos lleve a
 pensar en el por qué no nos dimos cuenta antes de que la carroña y los 
gánsteres, venían y vienen destruyendo no sólo nuestros suelos, ríos, 
bosques, sino también toda esperanza de un mundo mucho más humano?
¿Por
 qué, no hice nada y por el contrario aplaudía, mientras la putrefacción
 de este sistema político que gobierna el Perú, hacía y deshacía del 
País como si nada, vendiendo nuestros recursos naturales y dejando libre
 a asesinos, ladrones y genocidas como el sátrapa Fujimori?
En
 realidad, es así como vivimos, la situación política del País no es un 
tema que le interese a la gente, es mejor la distracción de un partido 
de futbol, pues la gente es mucho más feliz cuando la selección peruana 
mete un gol, aún cuando nos estemos peleando el último lugar de la baja,
 pero por otro lado nadie se alegra ante el triunfo de jóvenes atletas 
de los andes, que en las olimpiadas últimas volvieron con medallas de 
oro y plata, o que los hermanos Cori del Perú, sean campeones de ajedrez
 una y otra vez. Paradójico, ciertamente totalmente paradójico. 
Nos
 gusta y nos divierte más lo banal, lo vacío, lo infructuoso, lo 
estúpidamente insignificante, como el sonido gutural de la voz de un 
personaje que se dice rey del pop a través de una firma excrementicia 
que revela y devela, el cuánto tienes cuánto vales. Quizá mañana cuando 
nos hagamos la pregunta del porqué no hice nada en su momento, ya será 
demasiado tarde, o peor aún quizá ni te importe ni te hayas dado cuenta 
de la realidad en la que estas viviendo.
Quizá
 en el sentido más real de la realidad, sería mejor apelar a la síntesis
 de la ceguera y la lucidez de José Saramago, que no es sino simplemente
 apelar el amor, a esa magia de enamorarse de alguien que vio en él la 
luz de su vida, más allá de todas las diferencias de edades y todo lo 
demás, un amor que sobrepasa la dimensión física material y se convierte
 en la más importante razón de vivir y existir, e ir a otro lugar donde 
se pueda vivir mejor.
Pienso
 que quizás al igual que las grandes destrucciones que asolaron el viejo
 mundo, y que hoy tratan de conservar lo poco, o lo único que tienen de 
vida y conservación de sus riquezas, aquí igual se hace necesario que la
 gente vea morir a sus hijos frente a sus narices por serios problemas 
de contaminación ambiental o guerras fratricidas, por codicia y todo lo 
putrefacto de un sistema tan corrupto como lesivo, para que recién la 
gente haga algo al respecto. 
Quizá
 hace falta eso y mucho más, para que esta y las futuras generaciones, 
sean capaces de tomar el rumbo de la historia, apelando a esas nuevas 
formas de conducción y rebeldía, tomando el mando y diciendo: Aquí no 
hay otra forma de cambiar esto sino de una forma totalmente radical, aun
 sin gastar ni una sola gota de sangre, quizá recién a partir de ese 
momento la gente sea capaz de asfixiar todo el mal y dejar morir por 
inanición a este sistema, renunciando a todo aquello que alimenta a esta
 sociedad de indiferencia y desprecio al pueblo.
Cientos
 de miles de vidas perdidas en la pandemia del COVID-19, y ahí estuvimos
 luchando por salvar al prójimo, protestando contra todo el latrocinio 
de quienes bailaban sobre los ataúdes de la población y hoy son los 
nuevos millonarios de esta región, ahí organizamos cacerolazos, 
vigilias, cadenas humanas de ayuda, pero pasado esto, hoy nos damos 
cuenta que no hemos aprendido nada, cientos y miles de vidas se pierden 
por las guerras de Ucrania-Rusia, Israel y Palestina, asaltos y 
asesinatos todos los días, bajo el manto de un Estado totalmente 
pestilente y podrido. 
En
 medio de toda esta vorágine de inequidades e injusticias, hay quienes 
seguiremos accionando y pensando, que la única forma de cambiar este 
sistema es a través de un proceso real de cambio y transformación 
social, de tal modo que, llegado el momento, es mucho más efectivo el 
silencio de acciones certeras y precisas que trae la organización, que 
los gritos y golpes aislados. 
Volviendo
 fiablemente a Saramago, debo decir que es un maestro de maestros. En la
 voz de sus novelas no hay nada mejor que ver el mundo a través de la 
realidad, pero esto es mucho mejor cuando en referencia a su novela: 
"Ensayo sobre la ceguera", se aprende a ver la vida a través de los ojos
 de aquella mujer que en las manos de este nobel, no es sino la 
representación de aquellos seres humanos que nunca se rinden ni se 
rendirán jamás, aún en medio de todas las dificultades, sin dejar de 
luchar día a día por una sociedad mejor...A lo que Bertold Brecht los 
llamaría: Los imprescindibles. 
Iquitos, 10 de diciembre del 2023.
 
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