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El Mundo Hoy
DIGITALIZACIÓN POLÍTICA E INTELIGENCIA DIGITAL
¿QUÉ FUTURO PODEMOS ESPERAR?
Enzo Giraldi
        
La digitalización, junto con la «etapa superior» de la 
inteligencia artificial, anticipa fuertes transformaciones en todas las 
dimensiones de las relaciones sociales, con impactos en la política que 
aún no podemos perfilar con precisión. No obstante,
 ya pueden verse algunos efectos de la «psicopolítica digital» y del 
control y procesamiento de enormes volúmenes de datos para anticipar el 
comportamiento humano, maximizar ganancias y perfeccionar la penetración
 y el control de los mercados, en el marco de
 una «razón tecnoliberal» en expansión.
        
Digitalización, política e inteligencia artificial  ¿Qué futuro podemos esperar?
        
Las revoluciones políticas más importantes se están produciendo 
en los laboratorios y las empresas tecnológicas. Allí se está decidiendo
 si el futuro va a estar en nuestras manos y de qué modo. Daniel 
Innerarity.1
        
Introducción
        
¿Qué tipo de liderazgo demandará una realidad que se articula 
cada vez más por consensos que se establecen en las redes? ¿Cómo se 
construirá lo común, esa amalgama de prioridades, propósitos e intereses
 que hacen posible la sociedad, en la era de la
 individuación? ¿Cómo se tomarán decisiones en una realidad signada por 
la instantaneidad del touch en una pantalla? Las herramientas digitales 
se expandieron a todos los órdenes existenciales y crearon una 
cotidianeidad reticular en la que la comunicación
 fluye arrebatadamente. Los líderes políticos decidirán presionados por 
la inmediatez, abrumados por una sobreinformación saturada de un barullo
 que no da tregua para el ejercicio introspectivo.
        
La digitalización de la vida va a impactar en todas las 
dimensiones de las relaciones sociales. Solo a modo de ejemplo: ¿cuál 
será el futuro de la democracia o, de modo más simple, cómo ejerceremos 
nuestro elemental derecho a decidir libremente si, como
 se anuncia, la combinación de desarrollos de inteligencia artificial y 
de biotecnología no solo permitirá interpretar la información que surge 
de nuestra vida cotidiana, privada, sino también manipular nuestras 
emociones y comportamientos?
        
La era digital
        
La velocidad, extensión e intensidad que exhibe la dinámica de 
innovación tecnológica están modificando la naturaleza y los patrones 
que guían las relaciones sociales. Ese masivo proceso de digitalización 
de información sobre las personas devino en la
 construcción de una «infoesfera», imponente caja de resonancia que 
mezcla y reconfigura constantemente las ideas, las emociones y los 
impulsos emitidos por un número infinito de usuarios en la red.
        
A este proceso se están incorporando progresivamente desarrollos 
de inteligencia artificial que están llamados a profundizar y 
complejizar los cambios en marcha. Son herramientas que procesan 
información mediante algoritmos, en cantidades y a una velocidad
 que exceden la capacidad del cerebro humano. La inteligencia artificial
 lleva consigo la posibilidad del autoaprendizaje, es decir, la 
capacidad de los algoritmos de incorporar permanentemente nueva 
información y perfeccionar automáticamente sus recursos para
 analizarla, lo que permite a las máquinas generar su propio capital 
cognitivo. El concepto de singularidad, aplicado en el ámbito de la 
tecnología, hace referencia a este momento, que deviene en crucial 
instancia en la que las máquinas podrían alcanzar una
 inteligencia igual o superior a la del ser humano. Es decir, se trata 
de máquinas (computadoras, robots, softwares) capaces de aprender por sí
 solas y de mejorarse a sí mismas, susceptibles de inaugurar un inédito 
proceso de creación de inteligencia. La magnitud
 de este proceso ha motivado a Henry Kissinger, uno de los más 
importantes arquitectos del orden mundial del siglo pasado, a expresar 
lo siguiente:
        
La tecnología moderna plantea desafíos para el orden y la 
estabilidad mundial que carecen de todo precedente (...). Personalmente,
 creo que lo que trae aparejado la inteligencia artificial es crucial 
(...). Que nuestras propias creaciones posean una
 capacidad de análisis superior a la nuestra es un problema que 
deberemos resolver.2
        
La capacidad de autoaprendizaje aún no es conceptual, sino que se
 produce en términos de resultados matemáticos, mediante ajustes que van
 rediseñando los algoritmos. Estos, como representación matemática de la
 información, no reconocen el contexto ni
 la perspectiva histórica, de allí que sus resultados deriven de un 
procedimiento de procesamiento de datos que se concreta en función de 
los objetivos e intereses del programador.
        
Capitalismo y vigilancia
        
La sociedad en red hace que la comunicación fluya de manera 
incesante, diseminando las huellas de la vida de las personas por el 
tejido tecnológico. La exposición pública y la vida privada pueden ser 
grabadas y recopiladas como datos, que pueden ser
 interpretados y grabados para influir sobre los deseos, aspiraciones y 
necesidades. La manipulación de grandes volúmenes de datos (big data) 
pone en marcha una lógica de acumulación que tiene por finalidad la 
predicción del comportamiento humano para maximizar
 ganancias y perfeccionar la penetración y el control de los mercados. 
La información sobre y de las personas deviene en insumo estratégico 
para la creación de riqueza y de poder. La tecnología de poder que se 
deriva de esta nueva lógica de acumulación monetiza
 la intimidad y prioriza, por sobre la propiedad de los medios de 
producción, la de los medios de manipulación de comportamientos.3. Así, 
cuanta más información sobre una persona se dispone, más posibilidades 
existen para influir sobre ella. Puntualiza Shoshana
 Zuboff:
        
El asalto sobre los datos acerca del comportamiento en el día a 
día de las personas es tan amplio que las dudas ya no se pueden 
circunscribir al concepto de privacidad y a sus efectos. Ahora estamos 
ante otro tipo de desafíos, que amenazan las bases
 mismas del orden liberal-moderno. Son retos que impactan sobre la 
integridad política de las sociedades y el futuro de la democracia.4. 
Los algoritmos pueden identificar los miedos, deseos y necesidades, y 
esa información se puede utilizar en contra de los
 usuarios. El uso abusivo de estos dispositivos de vigilancia y 
manipulación podría hacer inviable la democracia representativa y crear 
una «dictadura informacional»5. En este sentido, Daniel Innerarity 
precisa:
        
Los tres elementos que modificarán la política de este siglo son 
los sistemas cada vez más inteligentes, una tecnología más integrada y 
una sociedad más cuantificada (…) La gran cuestión hoy es decidir si 
nuestras vidas deben estar controladas por poderosas
 máquinas digitales y en qué medida, cómo articular los beneficios de la
 robotización, automatización y digitalización con aquellos principios 
de autogobierno que constituyen el núcleo normativo de la organización 
democrática de las sociedades.6
        
¿Qué pasará cuando, en pocos años, el cruce entre herramientas de
 la inteligencia artificial y de la biotecnología abra las puertas a 
formas aún más novedosas, por lo intrusivas y sofisticadas, de control 
social? Yuval Harari advierte sobre esta distopía:
 «El auge de la inteligencia artificial podría eliminar el valor 
económico o político de la mayoría de los humanos. Al mismo tiempo, las 
mejoras en biotecnología tal vez posibiliten que la desigualdad 
económica se traduzca en desigualdad biológica»7.
        
Aplicar recursos de la inteligencia artificial producirá otro 
efecto llamado a generar reacciones sociales y políticas: el creciente 
desempleo por el reemplazo de la mano de obra tradicional. Estas 
tecnologías trastocarán la relación entre capital y
 trabajo en las economías de todo el mundo. Aun cuando generen nuevos 
empleos, se prevé que lo harán en una proporción mucho menor a la de los
 que destruirán.
        
Psicopolítica digital
        
La construcción tecnológica de la personalidad estandariza al ser
 humano, lo aleja de lo imprevisible, lo sistematiza y codifica, 
pautando las reacciones, reconfigurando las creencias y afectando el 
libre ejercicio del juicio personal, instancia germinal
 e indispensable para el acto político. El espacio de lo político se 
reduce y los márgenes para el ejercicio de liderazgo se comprimen. El 
ser digital funge, esencialmente, como un ser individual, protagonista 
de asociaciones fugaces e inestables. Es el sujeto
 de una dinámica de atomización social que desmonta el sentido abarcador
 de lo público. La organización reticular fragmenta el espacio de 
participación política y conspira contra la gestación de dinámicas de 
consenso sobre intereses colectivos. La segmentación
 del público favorece la asociación de voluntades en torno de objetivos 
parciales, de nicho. De esa manera, las prioridades se alejan de lo 
común y se sitúan en el plano de lo grupal, temporario y superficial.
        
El medio digital sumerge al líder político en una realidad sin 
privacidad, en la sociedad de la comunicación y de la 
visibilidad-transparencia. Lo expone, lo hace visible. La visibilidad es
 el resultado natural de las interacciones en la red y la búsqueda
 de transparencia es una premisa que el ciudadano digital ha 
interiorizado como fetiche pero que, en el extremo de un ideal absoluto,
 afecta la toma de decisiones. La excesiva exposición puede atrofiar u 
oprimir la voluntad del decisor, nublar sus convicciones
 y debilitar su predisposición a exponer sus creencias. Esta exposición 
pone en entredicho entonces al líder y al decisor, pone en cuestión la 
determinación del conductor, afectando una dimensión estratégica de la 
política. Como señala Byung-Chul Han: «El imperativo
 de la transparencia sirve sobre todo para desnudar a los políticos, 
para desenmascararlos, para convertirlos en objeto de escándalo. La 
reivindicación de la transparencia presupone un espectador que se 
escandaliza»8.
        
El ritmo de comunicación constante, espontáneo e inestable 
descompone las ideas en opiniones, lo que resta densidad a la 
elaboración ideológica. Debilita la necesidad de asociación y construye 
retraimiento. Desaparece la idea de conjunto. Éric Sadin
 lo resume del siguiente modo: «La innovación digital modifica y modela 
el universo cognitivo, con lo que debilita la posibilidad de la acción 
política, entendida esta como la implicación voluntaria y libre de los 
individuos en la construcción del bien común»9.
 La subjetividad que construye la sociabilidad en red es 
autorreferencial. La representación autorreferencial es representación 
de sí mismo, es autorrepresentación que debilita la idea de comunidad y 
los sentimientos de empatía, que paraliza el sentido de adhesión,
 la disposición a la lealtad, necesarios para articular la 
representación. La crisis de representación es otra de las dimensiones 
estratégicas de la política que se ponen en cuestión. Son precisos, 
nuevamente, los términos de Han:Nos dirigimos a la época de
 la psicopolítica digital. Avanza desde una vigilancia pasiva hacia un 
control activo. Nos precipita a una crisis de la libertad con mayor 
alcance, pues ahora afecta a la misma voluntad libre. El big data es un 
instrumento psicopolítico muy eficiente que permite
 adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la 
sociedad de la comunicación. Se trata de un conocimiento de dominación 
que permite intervenir en la psique y condicionarla a un nivel 
prerreflexivo.10
        
Pulsión tecnototalizadora
        
Cuarta Revolución Industrial, Revolución Informacional, 
Revolución Digital: distintas nominaciones para describir el creciente 
poder global de un orden corporativo concentrado, protagonizado por un 
grupo de megaempresas que han alcanzado un nivel de
 influencia sistémico y están cambiando la escala del modelo global de 
negocios.
        
Empresas como las estadounidenses Google, Amazon, Facebook, 
Apple, Microsoft, Amazon, Tesla, Netflix, Airbnb y Uber o las chinas 
Baidu, Alibaba y Tencent impulsan un cambio de paradigma en el 
capitalismo global. Participan de un exclusivo club de gigantes
 ambiciosos, líderes en innovación, que están protagonizando un 
acelerado y certero proceso de acumulación de poder político, económico,
 cultural y logístico para erigirse en los creadores de un inédito 
«modelo industrial-civilizatorio»11.
        
Siete de las diez mayores empresas globales por capitalización 
bursátil en el mundo son monopolios tecnológicos. Por ejemplo, el valor 
bursátil de Microsoft alcanzó este año el billón de dólares, un monto 
que compite con el pib de México, la decimoquinta
 economía mundial. Para entrever el grado de influencia que han 
alcanzado estas empresas, sirve tomar como ejemplo Twitter, un servicio 
de mensajería por internet que, se calcula, hace circular unos 500 
millones de intercambios por día. Si partimos de la premisa
 de que cada tuit contiene unas 20 palabras promedio, el volumen de 
contenidos que se publican en Twitter en un solo día equivale al que, se
 estima, produjo un diario tradicional de una gran ciudad, por ejemplo 
The New York Times, en 182 años.
        
Las grandes corporaciones tecnológicas se expanden poniendo bajo 
control nuevas áreas de la economía y utilizando recursos tecnológicos 
que optimizan las condiciones de conectividad y la velocidad de los 
procesadores. Se estima que las velocidades de
 cálculo se duplican cada 18 meses y que la conectividad se duplica a un
 ritmo apenas más lento. Estas megaempresas interpretan y ejecutan, en 
los hechos, una ideología universalizadora tecnoliberal que les sirve 
como argumento de legitimación. Postulan la
 razón tecnocientífica que presenta a la tecnología como la herramienta 
definitiva, aquella que resolverá los problemas pendientes del ser 
humano. La ontología tecnolibertaria consiste en descalificar la acción 
humana en beneficio de un ser computacional, que
 se juzga superior. La inteligencia artificial representa la mayor 
potencia política de la historia, ya que se la convoca a personificar 
una forma de superyó dotado en una presunción de verdad que orienta 
nuestras acciones, individuales y colectivas, hacia
 el mejor de los mundos posibles.12.
        
La razón tecnoliberal da rienda suelta a un capitalismo 
precarizador, extremo, que a la vez que entroniza una cotidianeidad 
actuada por individuos sin identidad ni vínculos consolidados, disgrega 
las formas de organización y convivencia inherentes a
 la comunidad humana, vaciando de sentido las estructuras de solidaridad
 comunitarias, desde la familia hasta los sindicatos, la escuela, la 
universidad y, por último, el Estado.
Conclusiones
        
Los excesos del imperio de la conectividad inhiben las 
posibilidades de reflexión, la inmediatez provoca inseguridad y sesga la
 introspección. El desarrollo del conflicto político comienza a 
articularse en el plano de la información, a medida que se
 aleja del espacio físico, lo que expone al decisor político a la 
tentación de una respuesta simple, emocional y efectista. Los consensos 
que surgen de la sociedad en red recrean valores, referencias y símbolos
 que nacen de la búsqueda de asentimiento antes
 que de la meditación. Son resultados que no han sido tamizados por la 
experiencia ni la perspectiva histórica.
        
Si desde siempre el ejercicio del liderazgo necesitó del contexto
 y de la historia, y del conocimiento por encima de la información, hoy y
 cada vez más deberá lidiar con prácticas que ponen en juego estrategias
 de marketing y eslóganes previstos para
 obtener la aprobación inmediata. La omnipresencia de lo digital está 
destruyendo los tejidos de confianza que mantuvieron unido al conjunto 
social, pero a una velocidad tal que instituciones y decisores no se 
pueden adaptar; así, es poco lo que pueden hacer
 para repararlos. Estas dinámicas nos conducen a un futuro que estará 
signado por un andamiaje tecnológico con capacidades potencialmente 
absolutas que es preciso humanizar. Se trata de prestaciones que ponen 
en cuestión el tipo de organización social que las
 cobijará y que aún demandan un anclaje ético y un conjunto de 
postulados filosóficos que las rijan.
        
Nota: este texto integra el volumen Futuros: miradas desde
 las humanidades, coordinado por Andrés Kozel, Martín Bergel y Valeria 
Llobet, de próxima aparición en la colección Futuros (FUNINTEC / UNSAM 
Edita). Foto: Mike MacKenzie
1.
 Enzo Girardi: es docente de la Maestría en Estudios Latinoamericanos 
del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de 
San Martín (unsam) y coordinador del
 grupo Cibersociedad, Ciberdefensa, Ciberseguridad, Protección de Datos 
Personales (c3pd) en esa misma universidad.Palabras claves: 
digitalización, inteligencia artificial, psicopolítica digital, razón 
tecnoliberal.Nota: este texto integra el volumen Futuros:
 miradas desde las humanidades, coordinado por Andrés Kozel, Martín 
Bergel y Valeria Llobet, de próxima aparición en la colección Futuros 
(funintec / unsam Edita).. «Lo digital es lo político» en La Vanguardia,
 11/3/2019.
2. Ver Allan Dafoe: «The ai Revolution and International Politics» en YouTube, 17/7/2017,
www.youtube.com/watch?v=zef-mIkjhak. Para conocer con mayor detalle 
el pensamiento del ex-secretario de Estado norteamericano sobre la 
emergencia de la inteligencia artificial, v. H. Kissinger: Orden 
mundial, Debate, Buenos Aires, 2016.
3.
 S. Zuboff: «Big Other: Surveillance Capitalism and the Prospects of an 
Information Civilization» en Journal of Information Technology vol. 30, 
2015.
4. S. Zuboff: «The Secrets of Surveillance Capitalism» en Franfurter Allgemeine, 5/3/2016.
5. Martin Hilbert: «La democracia no está preparada para la era digital y está siendo destruida» en La Nación, 10/4/2017.
6. D. Innerarity: ob. cit.
7. Y. Harari: «Why Technology Favors Tyranny» en The Atlantic, 10/2018, p. 98.
8. B.-C. Han: Psicopolítica, Herder, Barcelona, 2014, p. 11.
9. É. Sadin: La silicolonización del mundo, Caja Negra, Buenos Aires, 2018, p. 96.
10. B.-C. Han: ob. cit., p. 39.
11. É. Sadin: ob. cit.
12. Ibíd., p. 109.
        
En este artículo: digitalización, inteligencia artificial, psicopolítica digital, razón tecnoliberal
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
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fecha: 18 oct. 2019 12:15
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24 de octubre de 2019
 
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