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                    AFP 2018 / Juan Barreto
La
 oposición venezolana, financiada y dirigida por EEUU con sus satélites 
europeos y latinoamericanos, después de varios fallidos intentos de 
poner fin al Gobierno de Maduro usando guarimbas, sabotaje económico, 
criminalización diplomática y guerra mediática, decidió finalmente en su
 frustración tomar una medida extrema: asesinar al presidente.
El
 lenguaje político está diseñado para que un asesinato político parezca 
una acción respetable y para dar al viento apariencia de solidez (George
 Orwell, 1903-1950)
El intento de magnicidio contra el mandatario venezolano tuvo lugar
 durante el desfile por el 81 aniversario de la Guardia Nacional 
Bolivariana (GNB). En el momento del discurso presidencial, dos drones 
DJIM600, cargados cada uno con 50 kilos de explosivo plástico C4, usado 
por militares de EEUU y de la OTAN, aparecieron volando y se acercaron a
 la tarima donde estaban el presidente y miembros de su Gobierno.

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                    REUTERS / 
Sin embargo, el atentado falló debido a la pericia de los especialistas de la guardia presidencial,
 que usaron equipos inhibidores de señales para desorientar el primer 
dron y activarlo fuera del perímetro donde se encontraba Nicolás Maduro.
El segundo aparato no tripulado perdió el control y detonó en un 
edificio aledaño al evento, ocasionando heridas a seis miembros de la 
GNB. Unos días después los agentes del Servicio Bolivariano de 
Inteligencia (SEBIN) lograron detener a seis individuos presuntamente 
involucrados en el complot. El presidente Maduro denunció que las 
personas que participaron en el intento de magnicidio fueron entrenados 
por colombianos en Chinácota, departamento de Colombia ubicado al norte 
de Santander.
El mandatario bolivariano aseveró
 no tener dudas de que "la ultraderecha venezolana, en alianza con la 
ultraderecha colombiana y sin olvidar el nombre de Juan Manuel Santos, 
están detrás de este atentado". Aunque Santos lo niega debe tener razón 
el presidente Maduro al señalar al expresidente de Colombia —el mandato 
de Juan Manuel Santos terminó el 7 de agosto pasado— como promotor del 
fallido atentado a instancias de EEUU.
No
 hay que olvidar que Colombia, con siete bases norteamericanas, es la 
mano derecha bien armada de Washington en América Latina y también de la
 OTAN, después de firmar Santos un compromiso con esta alianza.
Cinco días antes del atentado, Santos declaró que veía "cerca la 
caída del régimen de Maduro en Venezuela". "Ojalá mañana mismo terminara
 el Gobierno de Maduro", añadió.
Y no era la primera vez que Santos expresara sus deseos de la caída 
del chavismo en Venezuela. Lo hizo en múltiples ocasiones en las que 
confesó abiertamente sus intenciones de intervenir en los asuntos 
venezolanos y participar en el cambio de su Gobierno.
Artículo relacionado: Alerta, Venezuela: todos los caminos apuntan a Colombia
Fue Colombia bajo su mandato que aplicó sanciones indicadas por 
Washington contra Caracas, especialmente prohibiendo la exportación de 
medicamentos a Venezuela, obligando al país a recurrir a la medicina 
importada de la India.
Por
 supuesto, la ofensiva principal contra Venezuela proviene de Estados 
Unidos. Sin mencionar el fallido golpe de Estado dirigido por Washington
 en 2002 contra Hugo Chávez, y los 16 años de acechanzas tejidas en el 
Departamento de Estado de EEUU contra Caracas. Fue Barack Obama quien 
dictó la orden ejecutiva (Decreto 2015) que declaró a Venezuela como una
 "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la 
política exterior de EEUU".
Donald Trump, a su vez, ordenó la prórroga por un año de la 'Emergencia Nacional' contra el país bolivariano.
El 11 de agosto de 2017, Donald Trump habló inclusive sobre la 
posibilidad de intervención militar contra Venezuela: "Tenemos nuestras 
tropas en todo el mundo (300.000 militares en 177 países), en lugares 
muy lejanos, y Venezuela no está lejos".
Lo que le interesa a EEUU son los 600.000 millones de barriles de 
petróleo que posee el país, pero actualmente las Fuerzas Armadas de 
EEUU, dispersas por el mundo y participando en conflictos bélicos en 
Irak, Afganistán, Siria y Yemen, no están listas para iniciar una nueva 
aventura bélica.
Lo que les queda a los estadounidenses es seguir desestabilizando los
 últimos reductos del populismo y nacionalismo en Venezuela, Nicaragua y
 Bolivia, dando una 'atención' primordial al chavismo y promoviendo 
'guarimbas' en Nicaragua. Bolivia, por el momento, está a la cola de las
 'revoluciones de colores' promovidas por el Departamento de Estado y la
 CIA.
Según el periodista
 de El Nuevo Herald de Miami, Carlos Alberto Montaner (4 de agosto 
2018), el deber de EEUU es "acabar con las satrapías cubana, venezolana,
 nicaragüense y boliviana". El presidente de Bolivia, Evo Morales, en 
referencia a las recientes visitas del secretario de Estado de EEUU, 
Mike Pompeo, a diferentes países de América Latina, recalcó que "han 
sido en busca de conseguir el apoyo para una intervención a Venezuela".
El
 presidente de Bolivia sostuvo también que cuando EEUU "no puede acabar 
con el Gobierno de Maduro ni políticamente, ni democráticamente, ni con 
supuestos intervencionismos militares, siento y veo que quiere acabar 
con la vida. Eso es la historia de todos los partidos de izquierda y de 
todos los Gobiernos de izquierda".
Por supuesto, Washington trató de distanciarse del intento de 
asesinato de Maduro por medio del consejero de Seguridad Nacional del 
presidente Trump, John Bolton, quien aseguró a los medios de 
comunicación que "no hubo absolutamente ninguna participación del 
Gobierno norteamericano en lo que ha sucedido allí". Pero Bolton también
 insinuó que el incidente podría haber sido provocado "por muchas cosas,
 como un pretexto montado 'por el régimen mismo o cualquier otra cosa". 
La idea del 'atentado fingido' recibió gran cobertura de los medios de 
comunicación globalizados.
Según el periodista
 Benjamin F. Deyurre, el atentado fue montado por el Gobierno de 
Venezuela para hacer 'caída y mesa limpia' para anular a los opositores 
más destacados y hacer limpieza en las Fuerzas Armadas. Deyurre 
considera que Maduro y sus seguidores saben que su "país va a 
implosionar". "En base a ello, optarían por implicar como responsable de
 esta farsa a un Gobierno extranjero. ¿Cuál mejor que Colombia, cuyo 
presidente, Iván Duque, está dispuesto a cerrar sus fronteras y romper 
relaciones con el bandolero régimen de Nicolás Maduro"?

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                    REUTERS / Adriana Loureiro
El nuevo mandatario de Colombia,
 que es la principal base de acción de EEUU en el continente, Iván 
Duque, hombre de Álvaro Uribe, ya acordó con el vicepresidente de EEUU, 
Mike Pence, seguir presionando al Gobierno de Venezuela. Precisamente 
con este pretexto para elaborar un plan de poner fin al chavismo, Duque 
tuvo reuniones con el secretario de Estado, Mike Pompeo, la directora de
 la CIA, Gina Haspel, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y 
con el acérrimo enemigo de Maduro, el secretario general de la OEA, Luis
 Almagro.
Durante estos encuentros, Duque dejó entrever una posible vía militar
 en Venezuela, después que la Casa Blanca confirmara el planteamiento de
 una posible intervención militar en Venezuela, una de tantas ideas sin 
sustento Donald Trump.
Más información: Fiscalía de Venezuela presume que atentado contra Maduro está vinculado con ataque de 2017
El portal informativo Information Clearing House informa sobre las 
aspiraciones del exjefe de la CIA, Mike Pompeo, (actual secretario de 
Estado) de acelerar la 'transición' de Venezuela con la ayuda de 
Colombia y México. Según Pompeo, la CIA está haciendo lo mejor para 
entender la dinámica venezolana para asesorar al Departamento de Estado y
 otras dependencias del Gobierno estadounidense". La conclusión a la que
 llega la CIA es que la oposición venezolana es demasiado débil y está 
dividida.

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                    REUTERS / Miraflores Palace/Handout
La
 fuerza principal para terminar con el régimen de Maduro es la Fuerza 
Armada. Lo que habría que hacer es romper su adhesión al chavismo y 
fragmentarla, usando el descontento de algunos de sus mandos medios y 
subvirtiendo a los oficiales jóvenes.
Una de las opositoras venezolanas residente en Miami, Patricia Poleo,
 es promotora de la misma tesis de que solo se podrá terminar con el 
chavismo mediante la violencia armada dirigida por oficiales, 
suboficiales, soldados activos y en reserva de la Fuerza Armada Nacional
 Bolivariana (FARB) (@soldadosdefranela).
El portal lahaine.org analizó
 la desactivación dentro de las FARB al Movimiento de Transición al 
Pueblo y la Operación Constitución, llegando a la conclusión de que "el 
chavismo se enfrenta a una estrategia que combina todas las formas 
posibles de ataques, las que en otros países del continente aparecen 
solo en una o dos dimensiones. En Venezuela golpean por asaltos, de 
forma conjunta, separada, por etapas, por todos los ángulos. Los drones 
sobre el presidente fueron una más.
En América Latina, Venezuela es el objetivo principal de EEUU y de 
Colombia, los que representan "el peligro real", como los definió 
Nicolás Maduro. Este "peligro real" es latente y se revela en la muerte 
de dos campesinos de Barinas a pocas horas de haber culminado el 
encuentro con el presidente venezolano. Los asesinos dejaron un claro 
mensaje al mandatario: "Hoy fueron ellos, tus consentidos. El próximo 
podrías ser tú".
No le queda otra alternativa al pueblo que estar alerta y vigilante 
para mantener vivo a su presidente, que trata de sacar adelante la 
economía del país luchando día a día para lanzar el próximo 20 de agosto
 una nueva reforma económica que quiera Dios represente respuestas 
efectivas a la actual crisis para traer estabilidad, prosperidad y paz a
 los venezolanos.
 





 
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