Escribe: César Vásquez Bazán
El
 pasado lunes 29 de julio de 2013, el ministro del Interior del régimen 
humaliento, un caballero con serias dificultades de dicción que responde
 al nombre de Wilfredo Pedraza, formuló declaraciones que se hace necesario comentar sobre el crecimiento de la delincuencia en el Perú.
Dijo el ministro lo siguiente:
Dijo el ministro lo siguiente:
“El crecimiento de la delincuencia es un fenómeno internacional, especialmente en aquellos países que tienen un franco crecimiento económico. Las tadísticas [sic] nos indican, por jemplo [sic] que Ica, Lima y todo el norte del país tienen índices ligeramente elevados…”
La pedrada de Pedraza
Por
 supuesto, expresada de la manera como lo fue, la declaración de Pedraza
 resulta una insensatez mayúscula, una verdadera pedrada mental del 
pobre Pedraza a sus oyentes. De acuerdo con las palabras de este 
cómplice de Humala, el crecimiento económico llevaría a una situación 
contradictoria: como consecuencia del dinamismo económico, en el que se 
supone que las cosas mejoran para la sociedad y los seres humanos que la
 conforman, los peruanos tendríamos más incentivos para matar, 
secuestrar, violar, abalear o acuchillar a otros peruanos.
Hay
 algo que no funciona en la manera utilizada por el burro Pedraza para 
relacionar el crecimiento económico con el crecimiento de la 
delincuencia. Si como producto del crecimiento la situación económica y 
social del país estuviera mejorando genuinamente, la delincuencia debería reducirse y no aumentar. En vista del crecimiento económico en el que, supuestamente, a todos nos chorrea alguito,
 los peruanos deberíamos tener menos incentivos para cometer crímenes y,
 por lo tanto, menos tiempo para matar, secuestrar, violar, abalear o 
acuchillar a otros peruanos. Si viviéramos
 un verdadero crecimiento, deberíamos contar con más incentivos para 
trabajar, para innovar, para mejorar y, a la vez, deberíamos observar 
una decreciente propensión marginal a delinquir.
Si
 se acepta este razonamiento, puede obtenerse una primera conclusión: es
 incorrecto afirmar que todo crecimiento económico genere crecimiento de
 la delincuencia. Por el contrario, de existir algún tipo de relación 
entre ambos fenómenos, esta relación debería ser la inversa, es decir, a
 mayor crecimiento de la economía, debería verificarse un menor 
crecimiento de la delincuencia.
Lo que debió decir Pedraza
La
 declaración del ministro Pedraza puede corregirse y si esto se hace 
obtendríamos una afirmación que es verdadera. Lo que Pedraza debió haber
 dicho es lo siguiente: El crecimiento de la delincuencia es un fenómeno generado por el TIPO de crecimiento económico que estamos viviendo.
Así
 es, mis amables lectores: el crecimiento económico que se produce en el
 país es un crecimiento concentrado en sectores como la minería y la 
exportación de recursos naturales, cuyas ganancias son capturadas por 
una afortunadísima minoría de minorías. Nos encontramos frente a una 
situación en la que hay crecimiento, pero es un dinamismo que no incluye
 a la mayoría de la colectividad. 
Frente
 a un crecimiento que se concentra en pocas manos, que no llega a todos,
 que no distribuye sus frutos en la colectividad, miembros de la mayoría
 dejada de lado deciden rebelarse y poner en práctica a nivel 
microsocial una mejor “distribución” de los frutos del crecimiento 
económico. El problema es que esta peculiar acción distributiva se 
implementa matando, secuestrando, violando, abaleando o acuchillando a otros peruanos que supuestamente sí han recibido algo −o alguito− del chorreo económico. 
Arribamos a una conclusión preocupante, no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista social y político: el TIPO de crecimiento económico observado en el Perú es el que genera el incremento de la delincuencia.
A manera de resumen
Arribamos a una conclusión preocupante, no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista social y político: el TIPO de crecimiento económico observado en el Perú es el que genera el incremento de la delincuencia.
A manera de resumen
Con un pequeño ajuste −que por supuesto no es sólo de palabras sino de concepto− puede
 encontrarse utilidad en la pedrada verbal sobre el crecimiento 
económico arrojada por el buen Pedraza. No se trata sólo de burlarse un 
rato del ministro y recordarle que no se dice tadísticas sino estadísticas, que no se pronuncia jemplo sino
 ejemplo y que si desea referirse al crecimiento internacional de la 
delincuencia sería conveniente que mencione a naciones y no a regiones 
del Perú. ¡Ah, ah! Se trata de hacerle presente al ministro Pedraza que 
el gobierno del cual forma parte ofreció, precisamente, iniciar una gran
 transformación que impulsaría un crecimiento incluyente y no un 
crecimiento generador de mayor delincuencia.
Claro
 está, es imposible pensar que un gobierno representante de los 
super-ricos mineros y banqueros pueda llevar adelante un cambio en el 
patrón de crecimiento. El modelo actual, que genera mayor criminalidad, 
es el que, paradójicamente, la plutocracia necesita para beneficiarse 
cada vez más y retener las ganancias al interior de los grupos más 
ricos. La plutocracia que gobierna nuestro país no sufre los efectos de 
la delincuencia, porque lo fundamental de su vida transcurre en el 
extranjero o en un mundo de residencias cercadas, bajo vigilancia 
permanente, y con tránsitos personales y familiares protegidos por 
guardaespaldas y choferes.
Si
 los peruanos realmente queremos que comience a reducirse la 
delincuencia en nuestro país, necesitamos cambiar el modelo de 
crecimiento seguido por el neoliberalismo y que es el que provoca el 
 surgimiento acelerado de nuevos delincuentes. 
Ésa
 debe ser la exigencia de los peruanos sensatos: que el crecimiento 
económico incluya a más miembros de la colectividad y que dicha 
inclusión se produzca de veras, más rápida e integralmente. Ése será el 
día en que el crecimiento económico comenzará a generar disminución de
 la delincuencia. Y ése será el día también del inicio de la verdadera 
Gran Transformación que necesita el Perú, aquella que fue predicada por 
más de medio siglo por un gran peruano cuyo aniversario de fallecimiento
 recordamos mañana, 2 de agosto, y en cuya memoria ha sido escrita esta 
breve reflexión.
© César Vásquez Bazán, 2013
 
 
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