Atmósfera de Ideas
TRES EXPERIENCIAS
UNO
TRES EXPERIENCIAS INTERNACIONALES
Del
 siglo pasado hay valiosas experiencias revolucionarias internacionales,
 de las cuales hay mucho que aprender siguiendo la norma de “que lo 
pasado sirva al presente y lo extranjero al país” Pero sin desmerecer a 
otras y tomando una por continente, se tiene en Europa la Revolución de 
Octubre, en Asia la Revolución China, en América la Revolución Cubana.
En
 1917 la Revolución de Octubre (25 de octubre en el Calendario Juliano, 7
 de noviembre en el Calendario Gregoriano), abrió una nueva época en la 
historia mundial: “con la Revolución Rusa ha comenzado la revolución 
social” (JCM, 15.06.23) La repercusión de este gran esfuerzo de un 
sector del proletariado europeo quedó analizada por JCM en su célebre Historia de la Crisis Mundial.
 Ya en su primera conferencia señalaba que esta revolución repercutía en
 nuestro país porque “el Perú, como los demás pueblos de América, gira 
dentro de la órbita de esta civilización, no sólo porque se trata de 
países políticamente independientes pero económicamente coloniales, 
ligados al carro del capitalismo británico, del capitalismo americano o 
del capitalismo francés, sino porque europea es nuestra cultura, europeo
 es el tipo de nuestras instituciones” y que “precisamente, estas 
instituciones, que nosotros copiamos de Europa, esta cultura, que 
nosotros copiamos de Europa también, están ahora en un período de crisis
 definitiva, de crisis total” (15.06.23) En el Programa de las 
Conferencias figuraba el análisis de la controvertida Nueva Política 
Económica, NEP; la reseña periodística señala que “La nueva política 
económica de los Soviets está caracterizada por algunas concesiones, 
inevitables históricas y políticamente” (23.10.23); y años después 
señala que “El genio realista de Lenin inauguró el ‘nuevo curso’. Vino 
el período de la NEP (Nueva Política Económica) Período de trabajo 
prosaico: reorganización de la industria y el comercio” (01.10.27)
El
 07.11.07 cumpliría la Revolución de Octubre 90 años. La URSS era el 
país más extenso del mundo. Era de hecho, un país-región en el plano 
mundial. En sus etapas, primero, gracias al Partido Comunista, gracias al Socialismo de Estado, gracias
 a la NEP, La Unión Soviética se desarrolló y pudo superar el atraso 
industrial, enfrentar la II-GM y la agresión nazi. Después, pasada esta 
dura experiencia, a causa del Partido Comunista, a causa del Socialismo de Estado, a causa
 de la NEP se derrumbó esta gran experiencia internacional. Pero la 
copiosa literatura al respecto nos sirve ahora más que nunca para hallar
 nuestro propio camino. Y la literatura de JCM es la base para ello.
En
 1949 triunfó la Revolución China (1° de octubre) China es el único país
 que cuenta con una historia continua de más de dos mil años, y con la 
población más numerosa del mundo. En el plano internacional es, de 
hecho, un país-región. En los años 70 se descubrió la tumba del primer 
emperador, Qin Shi Huang-ti. El ejército de Terracota, que la 
custodiaba, concita la atención internacional. Las dinastías que se 
sucedieron impulsaron el avance de China, hasta que las posibilidades 
del feudalismo se agotaron. En 1840, la agresión europea, británica en 
particular, se inició con la Guerra del Opio. Pero tras cien años de 
larga y tenaz lucha contra el imperialismo, feudalismo, capitalismo 
burocrático el pueblo chino logró la victoria e inició la construcción 
de una nueva sociedad. En la primera Conferencia Consultiva Política del
 Pueblo Chino, Mao Zedong señaló que “Nuestra nación no será más una 
nación humillada. Nos hemos puesto de pie” (21.09.49) Eso está 
ocurriendo ahora.
En
 1929 JCM señalaba que “La revolución china constituye el signo más 
extenso y profundo del despertar del Asia. Un pueblo de 400 millones de 
hombres, a través de este proceso lleno de alternativas y 
complicaciones, se esfuerza por encontrar la vía de su emancipación” 
(13.03.29) Es a través de estas alternativas y complicaciones que China 
ha logrado convertirse en el país del más alto desarrollo sostenido, 
cerrando primero sus fronteras para montar su base industrial y 
abriéndolas después para concurrir en el mercado internacional, 
declarando construir un “socialismo con características chinas” El 
análisis de este “signo más extenso y profundo del despertar del Asia” 
nos sirve ahora para hallar nuestro propio camino. Y la literatura de 
JCM es la base para ello.
En
 1959, 1° de enero, triunfó la Revolución Cubana, en un país-isla de 10 
millones de habitantes y a 150 km de EUA, el país más poderoso de la 
tierra. Sin embargo, rompiendo todo fatalismo geográfico, superando la 
dirección del Partido Socialista Popular de los comunistas cubanos, 
mediante un Movimiento político-militar el pueblo cubano derrocó a la 
dictadura títere del imperialismo, uniendo la lucha contra el 
colonialismo a la lucha por el cambio social. Durante décadas Cuba ha 
podido repeler el embargo sistemático de EUA, aunque no ha podido lograr
 su autonomía económica. Cuando se desintegró la URSS, más de un 
analista interesado pronosticaba la inminente caída del régimen 
“Castro-comunista” Sin embargo, hasta ahora Cuba se muestra como La Dignidad de América,
 y en reciente sesión de la ONU, 184 países votaron contra el ilegal 
embargo, respaldo que es imposible ignorar o pasar por alto, y sólo tres
 países apoyaron a EUA.
Si
 bien JCM no se refirió directamente a Cuba, su copioso, persistente y 
sistemático análisis de la lucha de nuestros países queda plasmado en 
sus Temas de Nuestra América. Esa literatura es la base para comprender nuestra realidad americana.
Sobre la base de la obra de JCM, literatura elemental para comprender el devenir de la Unión Soviética es Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS
 (Moscú, 1940, 430 págs.) Y su elemental mensaje que nos deja es que, en
 la labor de preparación desempeña papel decisivo la construcción 
ideológica, la construcción teórica, la construcción política, la 
construcción orgánica. (Cap. IV. La Conferencia de Praga).
Sobre la base de la obra de JCM, literatura elemental para comprender el devenir de China es Breve Historia del Partido Comunista de China (Beijing, 1994, 1015 págs.) Y su elemental mensaje que nos deja es que, al echar una mirada a los últimos 42 años de China (Nota: 1949-1991),
 con sus éxitos y reveses, “la sociedad humana nunca se ha desarrollado y
 progresado en forma recta, y es inevitable que cometamos errores en el 
trabajo y experimentemos reveses en el proceso de desarrollo cuando 
buscamos un nuevo camino de construcción socialista sobre la base 
económica y cultural tan extremadamente atrasada como la que nos legó la
 vieja China. El hecho de que sean grandes o pequeños los reveses 
depende de muchos factores, empero, no se puede plantear la hipótesis de
 la no ocurrencia de ningún tipo de reveses” (Conclusión)
Sobre la base de la obra de JCM, literatura elemental para comprender el devenir de Cuba son La Historia me Absolverá:
 “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca 
para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no
 temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a sesenta 
hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.(Fidel 
Castro, La Habana, 1953); y la Segunda Declaración de La Habana: 
“Las condiciones subjetivas de cada país, es decir, el factor 
conciencia, organización, dirección, pueden acelerar o retrasar la 
revolución según su mayor o menor grado de desarrollo; pero tarde o 
temprano en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas 
maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la 
dirección surge y la revolución se produce” (La Habana, 1962).
De
 estas tres experiencias, una por continente, se constata que hasta el 
presente la revolución proletaria ha triunfado en países atrasados, en 
países semi-coloniales. Ésa es la razón básica para que tengan que 
emprender de inmediato la industrialización del país, con todas sus 
contradicciones, problemas, peligros y consecuencias que esa tarea 
conlleva. A causa de esta tarea, no ha sido posible transformar 
radicalmente la superestructura mediante un Estado tipo Comuna, como 
plantea la teoría marxista y se ha tenido que conformar un aparato 
burocrático-militar que a la corta o a la larga resultó ser otro aparato
 burocrático-militar, como el que fue derrocado por la revolución. El 
Soviet primigenio fue archivado, la Comuna Popular fue archivada, el 
Pueblo en armas fue archivado; y sólo en Cuba, según la propaganda, 
funciona todavía el “pueblo en armas”, como única forma de poder 
enfrentar la agresión del imperialismo. Y no se ha podido resolver la 
cuestión del multipartidismo, bipartidismo, unipartidismo, apartidismo. 
Queda intocado el tema capital, el propio Partido Comunista único.
En
 todo cambio social, temprano o tarde “la revolución devora a sus 
líderes” Eso ocurrió en Rusia, eso ocurrió en China, eso ocurrió en 
Cuba. Y al identificarse con la propaganda que los elevó, el activista 
interno o externo rechaza a quien lo defenestró, dejando de lado la 
premisa del análisis concreto de la realidad concreta. Y en lugar de 
aprender, el activista externo pretende dar lecciones a los actores del 
proceso. Se olvida que “la ironía de la historia quiso -como acontece 
generalmente cuando el Poder cae en manos de doctrinarios- que tanto 
unos como otros hiciesen lo contrario de lo que la doctrina de su 
escuela prescribía” (Prólogo de Engels, 1891, a La Guerra Civil en Francia,
 de Marx, 1871) Y, por un lado, Marx señalaba que ”Ninguna formación 
social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas 
productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más 
altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales 
para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad 
antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los 
objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos 
siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo 
menos, se están gestando las condiciones materiales para su realización”
 (Prólogo a Contribución a la Crítica de la Economía Política,
 1859) Por otro lado, después entre nosotros JCM señala que “La 
Revolución social necesita históricamente la insurrección de los pueblos
 coloniales. La sociedad capitalista tiende a restaurarse mediante la 
explotación más metódica y más intensa de sus colonias políticas y 
económicas. Y la revolución social tiene que soliviantar a los pueblos 
coloniales contra Europa y Estados Unidos, para reducir el número de 
vasallos y tributarios de la sociedad capitalista” (22.12.23)
Debemos tener presentes ambos planteamientos en el análisis concreto de cada situación concreta.
Ragarro
03.01.08
18.03.08
DOS
TRES EXPERIENCIAS NACIONALES
El
 Perú, como cualquier otro país del mundo, tiene un glorioso historial 
de lucha contra la dominación ideológica, explotación económica, 
opresión política, represión social. El pueblo peruano no desmerece ante
 otros pueblos del mundo. Aún más, tiene hasta literatura propia que le 
da fisonomía singular. Felipe Huamán Poma, Garcilaso de la Vega Inca, 
Hipólito Unánue. Ricardo Palma, Manuel González Prada, César Vallejo, 
José Carlos Mariátegui jalonan nuestra historia, sin desmerecer a tantos
 más varones ilustres y mujeres heroicas. Huamán Poma y Garcilaso nos 
enseñan lo que fue nuestro glorioso pasado precolombino, lo que fue el 
único Estado conocido en todo el Hemisferio-Sur, de cuyo pasado a veces 
vivimos hasta de espaldas, Hipólito Unánue y Ricardo Palma  nos
 enseñan la preparación de la lucha por el cambio social de entonces, y a
 rescatar nuestras propias tradiciones. González Prada y César Vallejo 
nos muestran ya al aristócrata intelectual y al hijo del pueblo 
trabajador comprometidos con la nueva realidad social. Con el Amauta 
Mariátegui se asimila creadoramente la teoría del proletariado, clase 
con la cual culmina la sociedad de clases y que en nuestra realidad 
tiene connotación específica, unión de obreros y campesinos “con 
carácter netamente clasista” El socialismo ciencia fue “peruanizado” por
 JCM.
El
 Perú precolombino fue obra de un pueblo trabajador, solidario, digno, 
disciplinado, creativo, cualidades que marcan nuestra realidad actual 
sin solución de continuidad. Sin trabajo solidario no habría podido 
domeñar la difícil naturaleza. Sin dignidad ni disciplina no habría 
podido resistir la desigual lucha contra la adversidad histórica. Sin 
creatividad no habría podido expresar su pensamiento propio ante tantos 
retos del proceso social. Es, pues, el más preciado legado de nuestro 
pasado histórico. Es nuestra piedra miliar. Con la rebelión de Túpac 
Amaru, 1781, se agotó la posibilidad de una “restauración” del Estado 
quechua, con dinastía incaica incluida. Y la rebelión de Atusparia, 
1885, mostró ya la impotencia de todo intento similar “por falta de 
fusiles, de programa y de doctrina”, como analizara JCM (15.03.30) El 
programa restaurador era ya obsoleto, y la doctrina liberal estaba ya en
 el Poder en plena república.
El
 Perú republicano fue otro gran esfuerzo en nuestra historia, la 
independencia, la emancipación del país, con los altibajos propios de 
toda creación heroica. Si el Perú republicano devino políticamente 
independiente pero económicamente colonial, eso se debe al desarrollo 
propio del capitalismo internacional, y a que el liberalismo peruano no 
pudo liberarse del lastre feudal y no supo resolver el problema 
primario, el problema de la tierra. La pobreza de la literatura liberal 
sólo expresa la pobreza del capitalismo peruano, marginal ante el 
capitalismo transnacional. Pero el Perú republicano es el punto de 
partida para nuestra tercera experiencia histórica, que no puede ser ya 
la “segunda independencia” o “segunda emancipación” sino la emancipación
 del trabajo, en esencia la propiedad social sobre los medios de 
producción. Por eso señalaba JCM que “La reivindicación que sostenemos 
es la del trabajo. Es la de las clases trabajadoras, sin distinción de 
costa ni de sierra, de indio ni de cholo” (11.03.27)
Contrastando
 con esta realidad surge la lucha por el Socialismo Peruano, por el Perú
 Socialista. Su tarea basal fue resolver la cuestión nacional. Sin ella 
no era ni será posible unir a obreros y campesinos en la lucha común 
contra el enemigo común, por el cambio social. No era ni será posible el
 Perú Integral. Para ello había que lograr perfil definido, no seguir al
 bastón de mando de turno sino aprender por cuenta propia. El Socialismo
 Peruano surgió así como creación heroica, no de iluminados sino de 
quienes supieron y lograron realizar el análisis concreto de la realidad
 concreta de su tiempo. Es el mejor mensaje que nos dejan los 
iniciadores, partir siempre de la realidad, no de los libros.
En
 el análisis de esta realidad concurren diferentes escuelas, diferentes 
tendencias. Es natural, entonces que la lucha hasta se agudice en 
momentos coyunturales. Y si el pueblo peruano tiene cualidades 
innegables, que es deber común reconocer, resaltar, asimilar y cultivar,
 también tiene defectos que se expresan en los individuos, por más 
buenas intenciones que levanten. El pueblo indígena, raizal, siempre se 
ha mostrado desconfiado ate el “misti” aunque “La llamada hipocresía del
 indio, según Valcárcel, es una actitud defensiva” (JCM, 25.02.27). Más 
de un descendiente de terrateniente tiene “todos los defectos del 
plebeyo y ninguna de las virtudes del hidalgo” (JCM, XI.27). Más de un 
intelectual burgués que se une a la lucha del pueblo “tiene el concepto 
de la renta antes que el de la producción” (JCM. 27.07.28). Esto se 
expresa más ahora, cuando se pasa a la preparación de la organización. 
Así, quien no sabe mandar ni sabe obedecer es porque tampoco sabe 
mandarse ni sabe obedecerse; es simple expresión del individualismo 
huachafo.
Estas
 cualidades son de mayorías y estos defectos son de minorías que, así se
 logre la organización formal, persistirán hasta que una nueva cultura 
de solidaridad enraíce en el pueblo. Mientras, la mejor solución es la 
que plantea la expresión china: “buscar lo que haya de común, dejar de 
lado las divergencias”. Es la guía más segura para avanzar, etapa tras 
etapa, hacia el objetivo común: liberar las fuerzas productivas.
Ragarro
18.01.08
18.03.08
TRES
3.- TRES EXPERIENCIAS PROGRAMÁTICAS
El
 pueblo peruano tiene a la vista tres experiencias programáticas 
básicas, que le sirven de guía para la acción, dos del exterior y una 
propia. Teniéndolas siempre presentes, podremos orientarnos mejor en la 
situación actual.
Del histórico Manifiesto del Partido Comunista,
 1848, parten todas las demás experiencias. En él Marx y Engels, luego 
del corto Preámbulo y del conciso Capítulo I: Burgueses y Proletarios, 
en el concreto Capítulo II: Proletarios y Comunistas, en su parte final 
plantean “la adopción de medidas que desde el punto de vista económico 
parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del 
movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio
 para transformar radicalmente todo el modo de producción” Entre esas 10
 medidas no estaba aún la “nacionalización”, que levantaba la burguesía.
En
 verdad, aparte del punto de vista económico faltaba precisar el punto 
de vista político. Y sólo la experiencia de la Comuna de París, 1871, 
posibilitó señalar que “la clase obrera no puede simplemente tomar 
posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus 
propios fines” (Prólogo de 1872) Así, siete puntos básicos del Programa Máximo son: Nacionalización, Expropiación, Propiedad, Centralización, Organización, Cultura, Planeación. Así, es en el Manifiesto Comunista donde se plantea por primera vez trabajar “según plan general”.
Cuando en nuevas circunstancias surgieron nuevos partidos, en Alemania dos de ellos propusieron unificarse y elaboraron el Programa de Gotha. Sometido a crítica, Engels señaló que “En general, importa menos el programa oficial que sus actos. Pero un nuevo programa
 es siempre, a pesar de todo, una bandera que se levanta públicamente y 
por la cual los de afuera juzgan al Partido” (18.03.875) Y Marx señaló 
que “Cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas. 
(…) pero cuando se redacta un programa de principios (en vez de 
aplazarlo hasta el momento en que una más prolongada actuación conjunta 
lo haya preparado), se colocan ante el mundo los jalones por los que se 
mide el nivel del movimiento del Partido” (05.05.875)
Como la situación había cambiado, se requería no de un Programa Máximo
 sino de un Programa Mínimo. Por eso Marx señala que “Por tanto, si no 
era posible -y las circunstancias del momento no lo consentían- ir más allá del
 programa de Eisenach, habría que haberse limitado, simplemente, a 
concertar un acuerdo para la acción contra el enemigo común”; y agrega 
que si a los lassalleanos “desde el primer momento se les hubiera hecho 
saber que no se admitía ningún chalaneo con los principios, habrían tenido
 que contentarse con un programa de acción o con un plan de organización
 para la actuación conjunta” Así se planteó por primera vez la 
diferencia entre Programa Máximo y Programa Mínimo, la razón de ambos y la relación entre ambos. (Eisenachanos y Lassalleanos eran los dos grupos a unirse) Ésta es la primera gran experiencia que debemos asimilar
Cuando
 surgió Lenin, logró la unificación de grupos que activaban en Rusia. 
Pero de inmediato el Partido del proletariado ruso constituido tras 
tenaces esfuerzos contra el “espíritu de secta” de los grupos, se 
escindió. En Dos tácticas… señala que los militantes “debemos 
insistir en la necesidad de un gobierno provisional revolucionario. Es 
más, debemos indicar el programa de acción de dicho gobierno, programa 
que corresponda a las condiciones objetivas del momento histórico por el
 que estamos atravesando y a las tareas de la democracia proletaria. 
Dicho programa es todo el programa mínimo de nuestro Partido, el 
programa de las transformaciones políticas y económicas inmediatas, 
completamente realizables, por una parte, a base de las relaciones 
económicas-sociales actuales, y necesarias, por otra, para dar el paso 
siguiente, para realizar el socialismo” (p. 9) Luego señala que “al 
fijar como tarea del gobierno provisional revolucionario la aplicación 
del programa mínimo, la resolución elimina con ello las absurdas ideas 
semianarquistas sobre la realización inmediata del programa máximo sobre
 la conquista del Poder para llevar a cabo la revolución socialista. El 
grado de desarrollo económico de Rusia (condición objetiva) y el grado 
de conciencia y de organización de las grandes masas del proletariado 
(condición subjetiva, indisolublemente ligada a la objetiva) hacen 
imposible la liberación completa inmediata de la clase obrera”, y que 
“Si en un momento determinado tales o cuales obreros nos preguntan por 
qué no hemos de realizar nuestro programa máximo, contestaremos 
indicándoles cuán ajenas son aún al socialismo las masas del pueblo, 
impregnadas de un estado de espíritu democrático, cuán poco 
desarrolladas se hallan aún las contradicciones de clase, cuán 
inorganizadas están aún las contradicciones de clase, cuán inorganizados
 están aún los proletarios. ¡Organizad a centenares de miles de obreros 
en toda Rusia, difundid entre millones la simpatía hacia vuestro 
programa! Probad a hacer esto, no limitándoos a frases anarquistas 
sonoras, pero huecas, y veréis inmediatamente que llevar a cabo esta 
organización, que la difusión de esta educación socialista depende de la
 realización más completa posible de las transformaciones democráticas” 
(p.11.1905)
Años
 de lucha después, señala que “Ahora nace un nuevo ‘economismo’, que 
razona con dos escarceos análogos. (…) ‘A la izquierda’: estamos en 
contra del programa mínimo (es decir en contra de la lucha por las 
reformas y por la democracia), pues esto ‘contradice’ la revolución 
socialista” Y líneas después señala que “¡El autor quiere suprimir furtivamente
 (sin pensar él mismo y sin ofrecer nada acabado sin tomarse el trabajo 
de elaborar su propio programa) el programa mínimo del Partido 
Socialdemócrata! ¡No es de extrañar que lleve un año atascado en el 
mismo sitio!” Y concluye: “El error del kautskismo radica en que las 
justas reivindicaciones democráticas las orienta hacia atrás, hacia el 
capitalismo pacífico, en vez de orientarlas hacia adelante, hacia la 
revolución social” (Acerca de la naciente tendencia del ‘economismo imperialista’, VIII-916, pp. 3, 7, 8)
Así, el Programa Máximo es el Programa General para realizar el Socialismo, mientras que el Programa Mínimo es el Programa de Acción, para transformaciones políticas y económicas inmediatas. Uno es el Programa Prospectivo, otro es el Programa Reivindicativo. Ignorando uno, el otro no funciona.
Pero
 la diferenciación entre ambos programas, su razón y relación no es 
fácil de lograr ni en la teoría ni en la práctica. En su comentario al 
folleto Un paso adelante…de Lenin, Rosa Luxemburgo señala:
 “El movimiento mundial del proletariado hacia su emancipación total es 
un proceso cuya particularidad consiste en lo siguiente: por primera vez
 desde que existe la sociedad civil, las masas populares hacen valer su 
voluntad conscientemente y frente a todas las clases dominantes, 
mientras que la realización de esta voluntad sólo es posible más allá de
 los límites del actual sistema social. Pero las masas no pueden 
adquirir y fortificar dentro de sí esta voluntad sino en la lucha 
cotidiana contra el orden constituido, o sea en los límites de este 
orden. Por una parte las masas populares, por la otra un fin situado más
 allá del orden social existente: por un lado la lucha cotidiana, y por 
el otro la revolución; tales son los términos de la contradicción 
dialéctica en la que se mueve el movimiento socialista. De aquí resulta 
la necesidad de desplazarse hábilmente entre dos escollos: uno es la 
pérdida de su carácter de masa, el otro la renuncia al objetivo final: 
la recaída al estado de secta y la transformación en un movimiento 
reformista burgués” (1906; la página-comentario circuló por listas de 
internet en julio 2007)
Ésta
 es la contradicción dialéctica que todo partido proletario debe 
resolver. Si levanta sólo el Programa Máximo, deviene secta divorciada 
de las masas. Si levanta sólo el Programa Mínimo, deviene movimiento 
reformista que renuncia al objetivo final. Ésta es la segunda gran experiencia que debemos asimilar.
Cuando
 JCM regresó al país, 18.03.23, declaró ser “partidario antes que nada 
del frente único proletario”, organización de masas. Pero al mismo 
tiempo trabajó por una facción “orgánica y doctrinariamente homogénea”, 
organización de clase. Primero desarrolló y expuso su teoría de la 
formación nacional. Sobre esta base planteó después, en su Indigenismo y Socialismo (11.03.27) que “la reivindicación que sostenemos es la del trabajo”, punto medular del Programa Mínimo, y en sus Principios de Política Agraria Nacional
 (01.07.27) planteó que “El punto de partida formal y doctrinal de una 
política agraria socialista no puede ser otro que una ley de 
nacionalización de la tierra”, punto medular del Programa Máximo. En el Acta de Constitución del PSP
 (07.10.28) señaló que “La organización de los obreros y campesinos con 
carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestro esfuerzo y 
nuestra propaganda, y la base de la lucha contra el imperialismo 
extranjero y la burguesía nacional” punto medular de la organización del
 proletariado peruano. Y en la misma histórica Reunión de Barranco, 
plantea los Principios Programáticos del Partido Socialista, donde desarrolla y une los puntos programáticos iniciales. Así, el PSP se presentaba como un partido de masas (Programa Mínimo), pero dirigido por la “célula de los 7” como un partido de clase (Programa Máximo)
Fallecido prematuramente JCM (14.04.30) Ravines desechó el partido de masas y su Programa Mínimo, siguiendo el bastón de mando de Codovilla y su Buró Sudamericano de la III-IC, que hasta negó que Lenin hubiera levantado un Programa Mínimo; y Martínez desechó el partido de clase y su Programa Máximo,
 siguiendo el bastón de mando de Prado y la oligarquía nativa. Se 
desechó la contradicción dialéctica que todo partido proletario debe 
resolver. Y ésta es la tercera gran experiencia que debemos asimilar.
Esta
 contradicción dialéctica pone ahora en primer plano el tema de 
desintegración o integración del partido proletario, el tema de 
disolución o dilución. Los partidos proletarios, llámense como se 
llamen, que no puedan levantar el Programa Máximo, se ven en la necesidad de levantar o apoyar un Programa Mínimo
 desligado del anterior, y pierden su razón de ser así tengan un 
historial heroico. Pero si parten de la diferencia entre ambos, y su 
razón y relación, pueden abrir un nuevo rumbo yendo, no a la disolución,
 desintegración, sino a la dilución, integración. La clave está en que 
el Programa Mínimo como Programa de Acción esté íntimamente relacionado, no en palabras, sino en contenido, al Programa Máximo.
 Y que la organización del proletariado, cualquiera sea su nombre, pueda
 participar en la lucha de masas y en la lucha política, comenzando por 
el municipio “hasta que el termómetro del sufragio universal marque el 
punto de ebullición” Es nuestra tarea actual
Ragarro
02.02.08
18.03.08
Nota:
Estos artículos forman parte del folleto: La Creación Heroica de José Carlos Mariátegui: 80 Aniversario, de Ramón García Rodríguez, editado por el Comité 80 Aniversario, como parte de las actividades para la Celebración del 80 Aniversario de la Creación Heroica de JCM. (1928-07 de octubre-2008)
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
18 de marzo 2016
 
 
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