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LA FARSA DE LA JUSTICIA BURGUESA
(15 de julio de 2017)
Por Miguel Aragón
No hay que hacerse ilusiones con la función de la justicia burguesa, ni con las condenas a sus funcionarios públicos. 
En
 el país, el poder está en manos de la CLASE DOMINANTE, y no en manos de
 sus ocasionales representantes políticos, como son los Fujimori, 
Toledo, García, Humala o PPK. 
La
 cúpula de la clase dominante está formada por los propietarios de los 
bancos, los propietarios de las grandes empresas comerciales y los 
propietarios de la gran minería. Ese grupito reducido decide las 
políticas de estado, políticas que son aplicadas fiel y servilmente por 
sus funcionarios de turno, como los Fujimori, Toledo, García, Humala o 
PPK. Todos ellos son empleados a sueldo de la clase dominante, todos 
ellos trabajan para los mismos patrones, y las pugnas superficiales 
entre ellos son por "quien sirve mejor al patrón", y quien recibe "más 
limosnas de sus patrones".
Por
 otro lado, la clase dominante financia las campañas políticas de todos 
sus candidatos que están dispuestos a defender la permanencia del actual
 orden social feudal burgués  (así ha ocurrido con los Fujimori, Toledo, García, Humala y PPK). 
Después
 que son elegidos "democráticamente" como funcionarios públicos 
(presidentes, ministros, etc.), estos serviles funcionarios, además de 
sus sueldos legales, reciben sobornos ilegales que les entrega la propia clase dominante,
 es decir los corrompe. La corrupción de funcionarios públicos no es una
 excepción, sino que es una regla de la actual política de estado.  
Concluida
 su función temporal de “gobernantes” al servicio de los grupos de 
poder, la propia clase dominante los denuncia por "corruptos" (revisar 
editoriales de El Comercio, principal vocero de la CONFIEP)  y los entrega al grosero circo mediático, como el que estamos viviendo en estos momentos. 
De
 esa manera tienden una "cortina de humo", para que el pueblo 
ingenuamente crea que los poderosos y los explotadores son “sus serviles
 empleados”, y de esa manera el pueblo no se pueda dar cuenta que 
quienes realmente tienen el poder son los grandes propietarios que 
conforman la clase dominante en el país.
Si sumamos  todos los ingresos económicos “legales” e “ilegales”, conseguidos durante toda su vida política,  de
 todos los últimos presidentes (Fujimori, Toledo, García, Humala, PPK) 
en su conjunto son “una ridiculez”, al lado de las ganancias,  de un solo año, de cualquiera de los grandes grupos de poder (bancos, grandes empresas comerciales y gran minería).     
            Entonces decidamos de una vez. 
O
 seguimos perdiendo el tiempo, denunciando y acusando a los serviles 
empleados de los grupos de poder; o de una vez, nos atrevemos a impulsar
 la lucha de clases contra la clase dominante, para impulsar el cambio 
social.   
 
 
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