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Marxismo como Humanismo (1-3)
TRABAJO – MÁQUINA - ESCLAVO
               UNO 
Si
 cada instrumento pudiese, en virtud de una orden recibida o, si se 
quiere, adivinada, trabajar por sí mismo, como las estatuas de Dédalo o 
los trípodes de Vulcano, “que se iban solos a las reuniones de los 
dioses”; si las lanzaderas tejiesen por sí mismas;  si el arco tocase solo la cítara, los empresarios prescindirían de los operarios y los señores de los esclavos
Aristóteles (384-322 a.n.e) La Política, Cap.II, De la esclavitud. Gráficas Modernas, Bogotá, 2000, pág. 28
         DOS
En el primer proyecto de Constitución (1848) redactado antes de las jornadas de junio, figuraba todavía el “droit au travail”,
 el derecho al trabajo, esta primera fórmula, torpemente enunciada, en 
que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado. 
Ahora se convertía en el droit à l` assistance, en el derecho a 
la asistencia pública, y ¿qué Estado moderno no alimenta, en una forma u
 otra, a sus pobres? El derecho al trabajo es, en el sentido burgués, un
 contrasentido, un mezquino deseo piadoso, pero detrás del derecho al 
trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el 
capital, la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la 
clase obrera asociada, y, por consiguiente, la abolición tanto del 
trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas. Detrás 
del “derecho al trabajo” estaba la insurrección de Junio.
Marx, 1850. La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850. Editorial Progreso, Moscú, 1979, p.64
         TRES
Y así se explica también la paradoja económica de que el recurso más formidable que se conoce para acortar la jornada de trabajo se trueque en el medio más infalible para convertir toda la vida
 del obrero y de su familia en tiempo de trabajo disponible para la 
explotación del capital. “Si las herramientas -soñaba Aristóteles-, 
obedeciendo a nuestras órdenes o leyendo en nuestros deseos, pudiesen 
ejecutar los trabajos que les están encomendados, como los artefactos de
 Dédalo, que se movían por sí solos, o los trípodes de Hefestos, que 
marchaban por su propio impulso al trabajo sagrado; si las canillas de los tejedores tejiesen ellas solas, como esos mecanismos, el maestro no necesitaría auxiliares ni el señor esclavos”
Marx, 1867, El Capital, Libro primero, Capítulo 13, Maquinaria y gran industria. Fondo de Cultura Económica, México, 2001, págs.335-336
(N.B.
 Marche: obrero francés que, en nombre del pueblo, exigió en 1848 del 
Gobierno Provisional la proclamación del derecho al trabajo)
         CUATRO
“El
 prejuicio de la esclavitud dominaba al espíritu de Pitágoras y de 
Aristóteles”, ha escrito alguien desdeñosamente”. Y sin embargo, 
Aristóteles preveía que: “si cada útil pudiera ejecutar sin 
colaboración, o bien por sí mismo, su función propia, y ello del mismo 
modo que las obras maestras de Dédalo se movían por si mismas o que los 
tridentes de Vulcano emprendían espontáneamente su trabajo sagrado, si 
por ejemplo las lanzaderas de los tejedores tejieran solas, el encargado
 del taller no necesitaría más ayudas ni el amo más esclavos”
El
 sueño de Aristóteles es nuestra realidad. Nuestras máquinas alentadas 
por el fuego, dotadas de miembros de acero, infatigables, fecundas e 
inagotables, desempeñan dócilmente, por sí mismas, su trabajo sagrado. 
Pero, no obstante ello, el genio de los grandes pensadores capitalistas 
permanece dominado por el prejuicio del asalariado, por la peor de las 
esclavitudes: todavía no comprenden que la  máquina es la redentora de la humanidad, el dios que rescatará al hombre de los sordidae artes (oficios) y del trabajo asalariado, en una palabra el dios que le dará ocio y libertad.
Lafargue, 1880, El Derecho a la Pereza, Apéndice. Editorial Grijalbo, México, 1986, p.55
         CINCO
Lo
 que da, además, a nuestra obra una importancia especialísima es la 
circunstancia de que en ella se proclama por vez primera la fórmula en 
que unánimemente los partidos obreros de todos los países del mundo 
condensan su demanda de una transformación económica: la apropiación de 
los medios de producción por la sociedad. En el capítulo segundo, a 
propósito del “derecho al trabajo”, del que se dice que es la “primera 
fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones 
revolucionarias del proletariado”, escribe Marx: “Pero detrás del 
derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder 
sobre el capital la apropiación de los medios de producción, su 
sumisión a la clase obrera asociada, y por consiguiente la abolición del
 trabajo asalariado y de sus relaciones mutuas”. Aquí se formula, pues 
-por primera vez-, la tesis de que el socialismo obrero moderno se 
distingue tajantemente de todos los matices del socialismo feudal, 
burgués, pequeñoburgués, etc., al igual que de la confusa comunidad de 
bienes del comunismo utópico y del comunismo obrero espontáneo.
Engels, 1895. Prólogo a Las luchas de clases en Francia.... Editorial Progreso, Moscú, p. 8
         SEIS
En
 los primeros tiempos de la vida ateniense, cuando entre los Aquiles y 
los Agamenón uno solo entre cien sabía leer y escribir, la “virtud” del 
hombre de gobierno no estuvo muy distante del ideal guerrero y brutal de
 los espartanos. Pero más delante, cuando la sociedad fue complicando su
 estructura y el trabajo del esclavo aseguró a las clases directivas un 
bienestar cada vez más acentuado, otros elementos se incorporaron al 
ideal de la “virtud”. Desvinculadas totalmente del trabajo productivo, 
fueron poco a poco considerando las actividades alejadas de la práctica y
 de la necesidad como a las verdaderamente distintivas de las clases superiores. El tiempo dedicado a esas ocupaciones y las ocupaciones mismas fueron calificadas con una palabra intraducible, diagosos,
 pero que significa algo así como “ocio elegante”, “juego noble”, 
“reposo distinguido”. Y como las concepciones religiosas reflejan paso a
 paso los movimientos de la sociedad que las produce, los dioses 
batalladores y guerreros de las épocas bárbaras fueron cediendo el paso a
 otros dioses equilibrados y serenos que saboreaban en el Olimpo una 
vida de perpetuos diasgogos.
Aníbal Ponce, 1934. Educación y Lucha de Clases. Bogotá, s.f. aprox. 1984. p.70)
         SIETE
Más franco todavía que Platón, Aristóteles no se ampara ni disfraza con las metáforas y los mitos: en  él
 hay muy poco de armonías musicales y de sociedades comparadas a 
organismos. No sólo sostuvo que la esclavitud estaba en la naturaleza de
 las cosas; no sólo afirmó como ya dijimos que las clases industriales 
son incapaces de “virtud” y de poder político, sino que reservando para 
muy pocos elegidos la visión de lo divino -que eso quiere decir teoría- 
lanzó con crueldad su sarcasmo sangriento: “cuando los telares marchan 
solos y las citaras suenen por sí mismas, entonces no necesitaremos ni 
esclavos ni patrones de esclavos. (“Si cada instrumento, en efecto, 
pudiera trabajar por sí mismo al recibir una orden o al adivinarla -como
 las estatuas de Dédalo a los trípodes de Vulcano, ‘que se presentaban 
solos, según dice el poeta, a las reuniones de los dioses’- si las 
lanzaderas tejiesen solas, si el arco se moviese solo sobre la cítara, 
los empresarios no necesitarían obreros ni los patrones, esclavos”. 
Aristóteles, La Política, p.13)
Tenía razón Aristóteles, como la tenía Platón: una sociedad asentada en el trabajo del esclavo, no podía asegurar la cultura para todos.
 El rendimiento de la fuerza humana es tan exiguo que un mismo hombre no
 podía a la vez, estudiar y trabajar. Los filósofos por eso debían 
conducir la sociedad; los guerreros protegerla; los esclavos mantener a 
los filósofos y los guerreros. La separación de la fuerza física y de la
 fuerza mental imponía al mundo antiguo estas dos enormidades: para 
trabajar había que gemir en las miserias de la esclavitud; para estudiar
 había que recluirse en el egoísmo de la soledad.
Veintitrés
 siglos hubo que esperar para que se cumpliera al pie de la letra la 
profecía involuntaria de Aristóteles: los telares empezaron a andar 
solos y las citaras a sonar sin citaristas. Pero más de un siglo fue 
todavía necesario para que los hombres llevaran a la práctica la 
profecía total. Puesto que la máquina liberó al hombre del trabajo 
interminable, ya están de más, en nuestros propios días, los esclavos y 
el patrón.
Aníbal Ponce, 1934. Educación y Lucha de Clases. Bogotá, s.f. aprox. 1984. p.84)
         OCHO
Para
 esta sociedad en que el trabajo ha dejado de ser un tormento, han 
retrocedido los límites de lo imposible. En las estepas, en las 
montañas, en los desiertos, en los pantanos, en los torrentes, surgen 
como por ensalmo las maravillas del hombre. Aldehuelas perdidas, 
villorrios hasta ayer desconocidos, adquieren de pronto repercusión 
universal. Pocos, muy pocos, ni en el mismo Ural, sabían a dónde estaba 
la montaña Magnitaya. ¿Quién no conoce hoy Magnitogorsk, una de las más 
grandes empresas siderúrgicas del mundo?
Nota
 del autor: La palabra “trabajo” se deriva de “tripaliun”, instrumento 
de tortura formado por tres piezas. En un principio, trabajar 
significaba atormentar.
Aníbal Ponce, 1935. Humanismo Burgués, Humanismo Proletario. Editorial Signos, Bogotá, 1983, p. 123.
         NOTA.- El presente año 2018 es útil para conmemorar tres aniversarios importantes:
-Bicentenario de Karl Marx (1818-2018)
-Mariátegui 124 Años (1894-2018)
-Centenario del Socialismo Peruano (1918-2018).
         Hace un par años el C-PI
 difundió una serie donde se ponía el acento en el trabajo como tema 
central del Marxismo, de José Carlos Mariátegui, del Socialismo Peruano.
 Esta vez se amplía el tema, comenzando por una serie de citas que 
sirven para respaldar esta interpretación.
         El objetivo de la teoría y práctica del Marxismo se basa en la liberación de las fuerzas productivas de la humanidad toda.
         El
 objetivo de la teoría y práctica de José Carlos Mariátegui se basa en 
la liberación de las fuerzas productivas del pueblo peruano
         El
 objetivo de la teoría y práctica del Socialismo Peruano se basa en la 
liberación de las fuerzas productivas de nuestro Perú Integral.
         No
 está demás reiterar que estas celebraciones marcan etapas de balance. 
La actividad ni comienza ni termina el mismo día de conmemoración. Bien 
se sabe que el hombre llega para partir de nuevo. Por eso, estas conmemoraciones tienen un objetivo definido:
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Las
 discrepancias teóricas no impiden concertarse respecto de un programa 
de acción. El frente único de los trabajadores es nuestro objetivo. En 
el trabajo de constituirlo, los trabajadores de vanguardia tienen el 
deber de dar el ejemplo. En la jornada de hoy nada nos divide: todo nos 
une. | 
         Por eso, deseamos que estos temas sean de utilidad para el lector, para las Nuevas Oleadas de Activistas NOA
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
3 de mayo 2018 

 
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