
© REUTERS/ Carlos Barria
Año
 tras año, miles de líderes mundiales, los hombres de negocios más ricos
 y poderosos del planeta o sus representantes, se reúnen en la bella y 
lujosa Davos.
En las promesas almíbar y en el cumplimiento acíbar 
(Tirso de Molina, 1579-1648)
Acuden a la ciudad suiza para lucirse y participar en cientos de 
charlas, talleres, discusiones, lujosos almuerzos y cenas para buscar 
soluciones a viejos y nuevos problemas que están afectando al mundo, 
pero sin encontrar nunca las respuestas concretas a los retos.
Finalmente,
 los participantes en este exclusivo foro se despiden con las promesas 
de encontrarse el año que viene para seguir buscando los remedios a 
desigualdades económicas, proteccionismo, cambio climático, etc.
Hace apenas unos días, la misma historia se repitió en Davos. Bajo el
 lema de 'Creando un Futuro Compartido en un Mundo Fracturado', se 
reunieron unos 3.000 representantes de las elites mundiales. Cada uno 
pagó 245.000 dólares por tener oportunidad de encontrarse e intercambiar
 sus puntos de vista sobre los retos globales que prácticamente han sido
 los mismos durante los 47 años de la existencia del Foro Económico 
Mundial anual.
A esto habría que añadir entre 3.000 y 5.000 dólares diarios por el 
hotel. La exclusiva cumbre de Davos fue fundada en 1971 por Klaus M. 
Schwab, profesor de política comercial (business) en Suiza. Su idea fue 
que el Foro generase "una serie de informes de investigación" e 
involucrase a sus miembros "en iniciativas específicas de cada sector".
También
 Schwab, un respetado miembro del Grupo Bilderberg y asociado de 
consejos de administración de varias corporaciones como The Swatch Group
 y The Daily Mail Group, entre otras muchas, ha sido el creador de la 
Fundación Schwab de Emprendimiento Social sin ánimo de lucro y del Foro 
de Jóvenes Líderes Globales. Lo que en otros términos sería una 
institución elitista para la formación de los nuevos globalizadores al 
servicio de un futuro Gobierno Global.
A pesar de que todos sus foros carecen de ánimo de lucro, solamente 
el de Davos recaudó durante 47 años de su existencia unos 34.000 
millones de dólares si tomamos en cuenta que, en promedio, los 3.000 
participantes de este año pagaron un total de 735 millones de dólares 
por el derecho de estar presentes en la reunión.
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Resulta que ninguna de estas cumbres ha aportado algo sustancial a 
los problemas que ha traído la globalización usando el modelo 
neoliberal, que favoreció a los más ricos en detrimento permanente de la
 clase media, los empleados y la clase trabajadora en general.

La
 misma presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine 
Lagarde, reconoció que el 82% de la riqueza generada en 2017 se destinó
 al 1% más rico de la población mundial, mientras que 3.700 millones de 
personas que pertenecen a la mitad más pobre del mundo no vieron ningún 
aumento.
A pesar de estas cada vez más crecientes desigualdades, la economía global vive un momento 'dulce',
 según la presidenta del FMI y del director del Banco Central de Japón, 
Haruhiko Kuroda, y su homólogo británico, Mark Carney. En la estimación 
de todos ellos, la economía mundial crecerá el presente año en un 3,9%.
Esto significa que no hay que reformar el 
actual modelo capitalista, sino hacer ciertas modificaciones. Así quedó 
en nada la conclusión del informe de Davos 2017,
 que decía que son posibles y "necesarias reformas fundamentales del 
capitalismo de mercado para hacer frente, en particular, a una aparente 
falta de solidaridad entre aquellos que ocupan la parte superior de la 
renta en la distribución de riqueza y aquellos más abajo".
En Davos 2018
 ya no levantaron el tema de la redistribución de la riqueza, pues en la
 estimación de Christine Lagarde, más de 120 países vivirán un fuerte 
crecimiento en 2018. Esto quiere decir que el sistema globalizado 
neoliberal está funcionando adecuadamente.
Entonces
 no será necesario hablar de la solidaridad pues todo anda bien. Nadie 
sabe de dónde sacan tales pronósticos optimistas los líderes de la 
globalización. Parece que todos ellos están utilizando la fórmula de 
Winston Churchill, que solía declarar: "Solo me fío de la estadística 
que he manipulado".
Los globalizadores tienen a su disposición más de 5.000 'think tanks'
 para producir las cifras de acuerdo a las circunstancias específicas. 
El año pasado era conveniente en Davos hablar de solidaridad de los que 
tienen con los que no tienen para crear una imagen 'humana' del Foro 
suizo, sabiendo de antemano que el capitalismo no acepta ni una pizca de
 solidaridad que es contradictoria a su 'modus vivendi', basado 
exclusivamente en la competencia despiadada.
Decía el político y líder de la Liga 
Espartaquista de Alemania, Karl Liebknecht, que "la ley básica del 
capitalismo es Tú o Yo y no Tú y Yo". En el neoliberalismo, hasta esta 
'ley' se modificó. 'Tú' se quedó inmóvil pero el 'Yo' se convirtió en 
una corporación para la cual la solidaridad ni siquiera está en su 
vocabulario.
Desde
 esta perspectiva, el crecimiento económico en este año que pronosticó 
la directora del FMI para 120 países del globo significaría el 
incremento de la pobreza para la mayoría de su población debido al 
aumento de la privatización, terciarización y robotización del trabajo y
 el recorte masivo de los programas sociales y derechos de los 
trabajadores. Lo podemos observar en Estados Unidos, Unión Europea, 
Japón y América Latina.
El neoliberalismo simplemente no acepta ninguna otra alternativa en 
su empeño de destruir todo lo que impide la expansión del capital, 
siendo el Foro de Davos uno de sus mecanismos para construir una 
realidad ficticia para reforzar al neoliberalismo y elevarlo al máximo 
de un modelo económico eficiente y el único razonable para el desarrollo
 de la humanidad. A ninguno de los participantes se le ha ocurrido 
cuestionar el actual sistema económico mundial y presentar algún modelo 
alternativo. Prefieren 'no ver y palpar' la realidad actual que no es 
favorable al actual sistema económico mundial.
No se lo pierda: El Foro de Davos, puesta en escena versión 2018
Las elites globales decidieron ignorar la deuda global, que ya está 
superando los 233 billones de dólares, según The International 
Forecaster, y trillones de dólares en derivados y contrapartes (Swaps). 
La deuda real de EEUU está alrededor de 65 billones de dólares.

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                    AP Photo/ Kiichiro Sato
Por mucho que prometa
 Donald Trump poner a "América Primero", pasará mucho tiempo antes que 
EEUU pueda, si es que lo logra alguna vez, hacer revivir su complejo 
industrial que actualmente funciona solamente como industrial-militar.
Mientras tanto, el déficit comercial del país con China es de 344.000
 millones de dólares, 65.000 millones con México, 63.000 millones con 
Japón, 56.000 millones con la Unión Europea.
Todo esto contrasta con el discurso optimista de Donald Trump en 
Davos, donde habló sobre el crecimiento económico de su país, la 
disminución de la pobreza, y de la desocupación laboral, beneficios de 
la reforma fiscal y regulatoria y la escalada de las bolsas de valores. 
Habló cinicamente del "comercio justo y recíproco", sabiendo que su país
 es el principal depredador de mercados "abiertos y libres", usando el 
proteccionismo a su antojo.
Cuatro factores que ponen en peligro la hegemonía del dólar https://t.co/VAiTax1IsE— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 16 января 2018 г.
Sin embargo, durante su discurso de 25 minutos, trató de hacer las 
paces con las elites mundiales mostrándose interesado en el desarrollo 
donde "EEUU será primero, lo que no significa EEUU en solitario. Cuando 
crece nuestro país también crece el mundo".
A
 la vez, Trump mandó un mensaje a los poderosos y ricos del planeta 
indicándoles que habría que ayudar a Norteamérica a ser de nuevo la 
locomotora del desarrollo y, para eso, habría que invertir generosamente
 en la economía del país. Lo que Trump llama 'condiciones ideales' para 
los inversionistas se manifiestan en la vida real en forma de reducción 
de los programas y derechos sociales, laborales, humanos y políticos de 
la mayoría de la población estadounidense y, por otra parte, en el 
aumento de subsidios públicos a las empresas privadas.
Inclusive 750.000 millones de dólares designados para la renovación 
de la infraestructura de EEUU no serán destinados a los proyectos 
concretos, sino a las corporaciones como subsidios a los impuestos.
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Lo que no menciona Trump es que su 'exitosa política económica' se 
refleja también en el hecho de que la mayoría de los estados 
norteamericanos tiene una grave crisis de presupuesto. El estado más 
grande y menos poblado de EEUU, Alaska, necesita una urgente ayuda 
federal, pues se agotó el dinero —190 millones de dólares— para el 
programa de cupones de alimentos (Suplemental Nutrition Assistance 
Program) debido a un vertiginoso incremento de solicitudes de 
asistencia.
Allí, las familias de cuatro personas que ganan menos de 40.000 dólares al año reciben 800 dólares al mes de ayuda alimenticia.
Estos problemas nunca han existido para los ricos y poderosos que se 
reúnen anualmente en Davos, como tampoco la forma de sobrevivencia de 
los jubilados alemanes con 800 euros al mes. Como decía Groucho Marx, 
"la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un 
diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados". Aunque los 
remedios que aplican los globalizadores neoliberales no son 
'equivocados', sino intencionados deliberadamente para asegurar y 
mejorar el bienestar de la elites globales.
 






 
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