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Caos constructivo o Divide et impera
¿HAN CAÍDO RUSIA E IRÁN EN LA TRAMPA SIRIA DE EE.UU.?
Germán Gorraiz López
12 abril 2018|
Las bases del gran Próximo Oriente se establecieron en el Pacto del Quincey (1.945) siguiendo la doctrina de los acuerdos franco- británicos Sykes-Picot de 1.916
 que favorecían la división regional del poder en zonas de influencia y 
sustentada en el trípode EEUU-Egipto-Arabia Saudí. Dicha doctrina 
consistía en la pervivencia endémica en Egipto de gobiernos militares 
autocráticos pro-occidentales, lo que aseguraba la supervivencia del 
Estado de Israel (1.948) y proporcionaba a la Marina de EEUU de un 
acceso privilegiado al Canal de Suez, atajo crucial para el acceso 
directo a los Emiratos Árabes, Irak y Afganistán, quedando como firme 
bastión de los intereses geopolíticos de EEUU en la zona, máxime tras la
 caída del Sha de Persia en 1980.
¿Han caído Rusia e Irán en la trampa siria de EE.UU.?
El
 otro pilar del acuerdo consistía en el acceso privilegiado de EEUU al 
petróleo de Arabia Saudí a cambio de preservar su régimen autocrático y 
favorecer la difusión del wahabismo (doctrina fundada por Mohamed Abdel 
Wahab a mediados del siglo XVIII con el objetivo de convertirse en una 
visión atractiva del Islam y exportable al resto de países árabes), con 
lo que la teocracia saudí se convirtió en una potencia regional que 
proporcionaba a EEUU la llave del dominio energético al tiempo que 
servía de muro de contención de las corrientes socialistas y 
panarabistas. Finalmente, tras la Guerra de los Seis Días (1.967), el 
puzzle geoestratégico de Oriente Medio-Próximo se completó con la 
instauración de regímenes autocráticos y pro-occidentales en los países 
circundantes a Israel (Libia, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Irak e 
Irán), quedando los palestinos confinados en los guetos de Cisjordania y
 Gaza.
La teoría del “caos constructivo”
La Doctrina Carter inspirada por Brzezinski (1980), tenía como objetivo la implementación en Oriente Próximo y Medio del llamado “caos constructivo”, concepto que se basaría en la máxima atribuida al emperador romano Julio César “divide et impera”, para lograr la instauración de un campo de inestabilidad y violencia en la zona (balcanización)
 y originar un caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a 
Iraq y desde Irán y Afganistán hasta Pakistán y Anatolia (Asia Menor). 
Recordar que Oriente Medio y Próximo presentan un paralelismo 
sorprendente con los Balcanes y la Europa centro-oriental de los años 
que provocó la Primera Guerra Mundial, tras la que los vencedores 
procedieron a rediseñar las inestables fronteras de de dicha zona 
dibujando unas fronteras virtuales que provocaron un extenso periodo de 
agitación, de violencia y de conflictos en la zona como consecuencia de 
los conflictos étnicos derivadas de unas fronteras artificiales amén del
 choque de intereses económicos de las principales potencias europeas en
 la zona.
Así,
 el ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a
 la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en 
una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan
 para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la 
instauración del citado “caos constructivo” mediante la sucesiva 
destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e
 Irán y reservando para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo 
palestino”, para lo cual EEUU se serviría de los grupos takfiríes 
(especie de hidra cuya cabeza primigenia sería Al Qaeda), para mediante 
sus acciones terroristas destruir la imagen pacífica del Islam e impedir
 el enaltecimiento político del mundo musulmán. Dicho proceso de 
balcanización de la zona estaría ya en marcha y tendría su plasmación en
 países como Irak devenido en Estado fallido, en la endémica división 
palestina entre las facciones de Hamás y la OLP; en la anarquía reinante
 en Libia con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras 
grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior
 de Libia y en la aplicación de la yihad suní contra el régimen laico de
 Al Assad y sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá que por efecto mimético 
habría convertido ya al Líbano en un país dividido y presto para ser 
fagocitado por Israel, quedando el régimen chíita del Líder Supremo 
Ayatolah Jamenei como única zona todavía impermeable a la estrategia 
balcanizadora de EE.UU.
¿Partición de Siria?
Tras la inanidad de la Administración Obama, la Cuarta Rama del Gobierno de EEUU (verdadero poder en la sombra
 que controla ya la Administración Trump), volvió a recurrir al 
holograma del ataque con armas químicas por parte del Ejército sirio 
para perpetrar un ataque mediático contra la base aérea siria de 
Al-Shairat, ataque que en realidad sería un aviso a Rusia, Siria e Irán 
de que deberán contar con EEUU en la búsqueda de un acuerdo 
internacional que se plasmaría en la Conferencia de Ginebra II sobre 
Siria (que será aplazada “sine die” por EEUU hasta que se equilibre la 
situación militar y que se englobaría en un escenario de solución global
 a los contenciosos existentes en Oriente Medio (Siria, Palestina, Irak e
 Irán).
Las
 premisas de la Administración Trump serían la defenestración de Al Asad
 y la posterior partición de Siria en tres partes. Así tendremos la 
Siria alawita, protectorado ruso que abarcaría desde la costa 
mediterránea hasta Alepo, el Kurdistán sirio tutelado por EEUU y la zona
 sunita del sur sirio que se englobaría en el nuevo Sunistán 
sirio-iraquí, lo que unido a la división de Irak consagraría el triunfo 
de los esfuerzos de Israel para la balcanización de Siria e Irak. 
Asimismo, la OTAN asumirá próximamente el papel de gendarme en los 
países árabes del arco mediterráneo con el objetivo inequívoco de 
establecer un anillo de seguridad que impida la salida anual de cerca de
 150.000 personas rumbo a Europa. especialmente desde Libia, Estado 
fallido en el que el llamado Gobierno de Unidad Nacional sería impotente
 para controlar la anarquía reinante con el wahhabísmo salafista 
instaurado en Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) 
dominan tribalmente el interior.
Irak y el Plan Biden
El
 Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado 
por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, preveía la
 instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el 
colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y 
proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un 
gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de 
la administración de los ingresos por el petróleo. Así, asistiríamos a 
la aparición del Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con
 capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el 
vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la 
provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de 
etnia kurda de Siria (excepto Hasaka y Qamishli) ocupadas por la 
insurgencia kurda del BDP. El nuevo Kurdistán contará con las 
bendiciones de EEUU y dispondría de autonomía financiera al poseer el 
20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio 
sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del 
petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el 
puerto turco de Ceyhan.
De otra parte, el Sunistán
 que abarcaría las ciudades suníes de Ramadi, Faluya, Mosul, Tal Afar y 
Baquba (triángulo suní), con fuertes conexiones con Arabia Saudí y 
Emiratos Árabes y que derivará posteriormente hacia un radical 
movimiento panislamista que utilizará el arma del petróleo para 
estrangular las economías occidentales en el horizonte del próximo 
quinquenio. Finalmente, como tercera pata del trípode, tendríamos al Irak chíi
 con capital en Bagdad que ejercería de contrapeso al wahabismo saudí y 
que gravitaría en la órbita de influencia de Irán, lo que convertiría 
Irán en gran potencia regional en clara pugna con sus enemigos acérrimos
 (Israel y Arabia Saudí).
Siria sería tan sólo el cebo de EE.UU. para atraer tanto a Rusia como a China e Irán
Irán
 adquirió una dimensión de potencia regional gracias a la política 
errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía política de la 
Administración Busch obsesionada con el Eje del Mal) al eliminar a sus 
rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam Husein con
 el subsiguiente vacío de poder en la zona, por lo que ha reafirmado su 
derecho inalienable a la nuclearización, pero tras la elección de Hasan 
Rowhani como nuevo Presidente electo de Irán se abrió un escenario nuevo
 y una oportunidad para la resolución del contencioso nuclear 
EEUU-Israel-Irán. Así, sería factible retomar el acuerdo de cooperación 
energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del 
gasoducto de South Pars a Homms que conectaría el Golfo Pérsico con el 
Mar Mediterráneo y permitiría la llegada del gas iraní a la Unión 
Europea relativizando de paso la importancia estratégica de Turquía 
dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP) así como el 
papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como suministradores 
de crudo a Occidente, con lo que Obama se granjeaba la enemistad de 
Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes e Israel.
En
 consecuencia, el Congreso y Senado de EEUU aprobaron una declaración 
preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta 
Robert Menéndez que señalaba con rotundidad que “si Israel se ve 
obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a
 su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, 
previsiblemente, lo que conllevará el aumento de la presión del lobby 
pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de 
Siria e Irán por métodos expeditivos. En consecuencia, el Senado de 
EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra
 Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo 
misil balístico por Irán, Trump ha ampliado las sanciones contra varias 
empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el 
Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 , conocido como 
Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés), 
aunque todo ello tan sólo serían simples fuegos de artificio para 
distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza 
anglo-judía en 1960.
Así,
 Siria sería tan sólo el cebo para atraer tanto a Rusia como a China e 
Irán y tras desencadenar una concatenación de conflictos locales (Yemen,
 Qatar, Gaza y Líbano), desembocar en un gran conflicto regional que 
marcará el devenir de la zona en los próximos años con el objetivo 
inequívoco de implementar el Gran Israel (“Eretz Israel”). Dicha guerra 
será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al 
endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas 
superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias 
regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio 
geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y 
Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro 
(rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).
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fecha: 13 de abril de 2018, 12:09
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
16 de abril 2018
 
 
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