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                    REUTERS/ Max Rossi
Parecía un milagro el simbólico beso y abrazo que se dieron el Papa Francisco y el Patriarca Kirill declarándose amigos y hermanos el pasado 12 de febrero en La Habana. Esto sucedía después de 1,000 años de separación, ofensas y enemistad entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Si
 alguien pudiera probarme que Cristo está fuera de la verdad y si la 
verdad realmente excluyera a Cristo, preferiría quedarme con Cristo y no
 con la verdad. 
(Fedor Dostoyevski, La Carta a Madame N.D. Fonvisin, 1854)
Ambos líderes religiosos reconocieron, 
según el Patriarca Kirill, que “las dos Iglesias pueden operar 
conjuntamente defendiendo a los cristianos en todo el mundo” a lo que el
 Papa Francisco contestó que la “unidad se hace caminando” y agradeció 
“la humildad fraterna” de su interlocutor y “sus buenos deseos de 
unidad”.
El
 camino de estas dos ramas del Cristianismo había sido desde 1,054, el 
año de su separación, completamente diferente. La Iglesia Católica 
Romana se había convertido en una poderosa organización que siempre 
había tratado de elevar al Vaticano a nivel de Estado, no sólo en 
términos espirituales sino financieros y en especial políticos. Cada 
Papa aspiraba jugar un papel central en todos los procesos que sucedía 
en el mundo.
La independencia de la Iglesia Católica 
siempre había sido relativa en el transcurso de estos 1,000 años. 
Durante la conquista del Nuevo Mundo mientras Hernán Cortés, Cristóbal 
Colón, Francisco Pizarro imponían el poder del Estado español a sangre y
 fuego, la Iglesia Católica reforzaba la invasión y el genocidio a 
través de la evangelización forzada de la población nativa.
Cada Papa siempre aspiraba convertir a los 
ortodoxos rusos en católicos y la influencia de la Iglesia Romana llegó a
 tal poder que el Gran Príncipe de Toda Rusia, Iván III que reinó de 
1462 a 1505 decidió, a sugerencia del Papa Paulo II, esposar a la 
sobrina del último emperador bizantino Constantino XI, Sofía Paleoloza, 
protegida del Pontífice.
De
 esta forma el monarca ruso pensaba reforzar su prestigio en Europa 
mientras que el Papa quería unir a través de aquel matrimonio a los 
católicos y los ortodoxos en una sola fe, por supuesto la católica. El 
cortejo de la novia lo dirigía el representante papal el cardenal 
Basilio Bessarión junto con Antonio Benumbra llevando una gran cruz 
católica. Sin embargo, a 15 leguas de Moscú el boyardo Fedor Jromoy 
arrancó la cruz del cortejo y no permitió que aquel símbolo católico 
entrase en la ciudad. Así fracasó la misión papal de convertir la 
política religiosa moscovita. Inclusive la princesa Sofía después del 
matrimonio se convirtió a la ortodoxia.
Pasados unos 400 años el Vaticano se 
pronunció por  medio del Papa Pío XI contra la Unión Soviética y después
 de la Segunda Guerra Mundial se negó a participar en la promoción de 
paz en el mundo con el Patriarcado de Moscú. Desde la revolución rusa 
hasta la disolución de la URSS, el Vaticano se convirtió en una las 
fuerzas principales de lucha contra todas las manifestaciones del 
socialismo y comunismo. Desde su elección en 1978 el Papa polaco Juan 
Pablo II se unió con Ronald Reagan y Margaret Thatcher para hacer una 
cruzada contra el campo socialista con la ayuda de la CIA, la Mossad, el
 MI6 que terminó con el derribo del Muro de Berlín y la desintegración 
del Unión Soviética. En seguida el Papa empezó a crear cuatro diócesis 
católicas en Rusia aprovechando la debilidad de la Iglesia Ortodoxa rusa
 lo que irritó seriamente al Patriarca Alejo II y generó inquietud en 
Moscú que lo vio como una invasión. También empezó a reforzar el 
catolicismo en Ucrania y Bielorrusia.

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                    REUTERS/ Enrique de la Osa
En términos numéricos los católicos superan
 a los ortodoxos. Según la estadística de Naciones Unidas, actualmente 
hay 1,200 millones de católicos en el mundo y 300 millones de ortodoxos 
de los cuales 150 millones de sus seguidores en las iglesias autocéfalas
 están bajo la supervisión de la Iglesia Ortodoxa rusa.
Las dos iglesias tienen ciertas diferencias
 rituales y se enfrentan en cuestiones teológicas y doctrinarias como el
 concepto de purgatorio y en especial la controversia trinitaria. 
Mientras para los católicos el Espíritu Santo “procede del padre y del 
hijo”, los ortodoxos prescinden de la figura del hijo respecto al 
Espíritu Santo. Según el vicerrector de la Universidad Pontíficia de la 
Santa Cruz de Roma, Philip Goyert, “lo que en latín se llama clausula 
“filioque” (“y del hijo”) ha generado concilios, guerras y 
malentendidos. Por eso nos peleamos un milenio”.

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                    AFP 2016/ Anwar Amro
También expresaron su preocupación por la 
“división entre los creyentes en Ucrania donde después del colapso de la
 URSS, la Iglesia Ortodoxa se separó en el Patriarcado de Kiev que se 
acercó a la Iglesia Greco-Católica y al Patriarcado de Moscú que es 
bastante cercano a Rusia. El encuentro entre el Patriarca Kiril y el 
Papa Francisco produjo descontento en la Iglesia Greco- Católica 
ucraniana, cuyo líder Sviatoslav Shevchuk afirmó que “nuestra 
experiencia nos ha enseñado que cuando el Vaticano y Moscú organizan 
encuentros o firman acuerdos, no tenemos que esperar nada bueno”.
En realidad no se puede esperar grandes 
cambios en el acontecer mundial después de este histórico encuentro. El 
Papa Francisco, con sus ideas expresadas en Evangelii Gaudium condenando
 el neoliberalismo por “envenenar el mundo por el espíritu del consumo” y
 declarando que “mientras los problemas de los pobres no estén 
solucionados radicalmente mediante el rechazo a los mercados libres y la
 especulación financiera… ningún problema va a resolverse”, no es muy 
popular entre los ricos y poderosos que dirigen los destinos del 
planeta. Pero sí podría crear un consenso popular a nivel internacional 
para que más de un millón de cristianos presionen a sus gobiernos y así 
parar la violencia en el Medio Oriente y en África.

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                    AP Photo/ Adalberto Roque/Pool photo via AP
También este encuentro podría ser preludio para el rompimiento del aislamiento político de Rusia como resultado de hostilidades en Ucrania
 y autoproclamación de dos repúblicas independientes del gobierno 
ucraniano: la República Popular de Donetsk y la de Lugansk. El Papa 
podría convertirse en el mediador entre Rusia y el Occidente como lo 
hizo en el caso de Cuba y Norteamérica. De todas formas el abrazo entre 
Kiril y Francisco es una señal de Moscú de establecer buenas relaciones 
con el Vaticano y posiblemente buscar su ayuda en la solución de la guerra en Siria
 bajo el pretexto de proteger a los cristianos perseguidos por el Estado
 Islámico, al-Qaeda, al-Nusra y otras organizaciones y grupos radicales 
de yihadistas.
Todo esto podría ser cuestión del futuro, 
mientras tanto la guerra en Siria sigue su curso amenazando al país de 
ser origen de un nuevo conflicto mundial. El Papa Francisco se dirigió a
 México donde su estadía produjo un alboroto popular. El pontífice 
exhorto a los obispos de “ser de mirada limpia, de alma transparente y 
de rostro luminoso” lo que es muy difícil esperar en México 
contemporáneo donde gran parte de los sacerdotes se oponen a la 
renovación de la Iglesia impulsada por el Papa. En otras palabras es 
como “pedirle peras al olmo”. El mismo presidente de México, Enrique 
Peña Nieto comulgó, pero como escribió el periodista Víctor Toledo “¿Qué
 puede confesar un ser humano cuyo gobierno envía cada día a la pobreza a
 4,000 mexicanos?”. También el Pontífice tuvo un encuentro con los ricos
 y poderosos mexicanos del Consejo Coordinador Empresarial que 
representan un por ciento de los mexicanos.
Recién en San Cristóbal de Las Casas hubo 
una misa realmente participativa durante la cual el Papa Francisco 
denunció como algunos “marcados por el poder y las leyes del mercado han
 despojado a los indígenas de su tierra”. Terminó diciendo “¡Perdón, 
Perdón, Hermanos!”. También hubo ciertas extrañezas en su conducta 
cuando aparente cedió a las presiones del gobierno y se negó a tener una
 entrevista con los padres de 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.
 Tampoco admitió un encuentro con los afectados por las violaciones de 
los “sacerdotes” de los Legionarios de Cristo encabezados por Marcial 
Maciel, los cuales obtuvieron sorpresivamente el perdón del Papa 
Francisco.
El Papa se irá finalmente de México que se 
quedará sólo con sus 164,000 asesinados, 27 mil desaparecidos, decenas 
de periodistas eliminados o amenazados y nueve millones de jóvenes sin 
trabajo ni escuela.
Por su parte el Patriarca Kiril después de 
una entrevista con Fidel Castro tomó el avión para aterrizar finalmente 
en Paraguay para encontrarse con la comunidad rusa en la capital 
Asunción que cuenta con unas 400 personas que se confiesan ortodoxos.
Los rusos que llegaron al país eran 
militares zaristas exiliados tras el triunfo de la revolución 
bolchevique. Cerca de 70 de estos oficiales se enrollaron en el ejército
 paraguayo y combatieron con éxito contra las tropas bolivianas 
encabezadas por los militares alemanes en la Guerra del Chaco 
(1932-1935). El héroe de aquella guerra el general ruso Juan Belaieff 
fue uno de los instructores del futuro dictador despiadado del país 
Alfredo Stroessner (1954-1989). El próximo 19 de febrero el Patriarca 
estará en Brasil ampliando vínculos de la Iglesia Ortodoxa con la 
Iglesia Católica.
Mientras tanto el mundo sigue su rumbo y la
 guerra continua en el Medio Oriente y en África del Norte porque como 
aseveró el Papa Francisco, “muchas personas con poder no quieren la paz 
porque viven de la guerra”.
Fuente: Sputnik 
 




 
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