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A PARTIR DE UN CONFITE . DINA Y MILEI 
Por Gustavo Espinoza M.
Diario UNO / Domingo 26 de noviembre 2023 
Feliz,
 exultante, jubilosa, se ha mostrado la ultra derecha peruana por el 
triunfo de Javier Milei en los recientes comicios argentinos. Envueltos 
en cifras y porcentajes, se han sentido en la gloria Phillip Butter, 
Francisco de Piérola y Cecilia Valenzuela.
Pero quien se ha mostrado particularmente efusiva, ha sido Dina Boluarte. 
La
 dama se puso a partir de un confite con el gaucho, y le hizo llegar un 
emotivo mensaje el lunes 20; y al día siguiente, lo llamó por teléfono 
para “sentirlo cerca”; y, además, para invitarlo, a fin que venga al 
Perú y le trasmita un poco de las “buenas vibras” que éste acumuló en 
los últimos meses. 
El
 ”perfilar imagen” en el escenario exterior y el “ganarse alguito” para 
alcanzar relieve y romper la soledad que la atormente; hizo que la 
precaria inquilina de Palacio, busque obsesivamente amparo, apoyo o 
enlaces en cualquiera de los escenarios externos, a fin de compensar su 
exigua popularidad local, que apenas registra un 9% de aceptación 
ciudadana.
Quizá
 ella no lo sepa, para alguien de su entorno debió decirle que ese, no 
era un buen paso. Después de todo, el señor Milei no es sólo un político
 con suerte. 
Es 
también el embrión de un fenómeno letal que busca tomar fuerza y que 
sembrara muy pronto de terror y muerte a esta área del mundo. 
Pronto
 quienes se alegran hoy por su victoria, se verán en la necesidad de 
borrar sus palabras, ocultar su alegría y silbar de costado. 
En
 Argentina, y también en otros países, la ultra derecha tiene la 
tendencia a encubrir sus desaguisados poniendo como parapeto la palabra 
“libertad”. 
En
 1955 cuando el generalato gaucho derribó al gobierno de Perón, sus 
exponentes -Lonardi, Aramburu y Rojas- acuñaron el término “Revolución 
Libertadora” para presentar su aventura golpista. Años después tomó la 
posta el general Juan Carlos Onganía, y más tarde Carlos Rafel Videla, 
que terminó sus días colgado en una celda. .
Pero
 ese capricho no lo tuvieron sólo militares. También civiles, como 
Carlos Saúl Menem y Mauricio Macri sustentaron la misma idea. En el 
fondo, lo que querían era liberarse ellos del “drama” de vivir en un 
país en el que el Peronismo había dado voz a los secularmente oprimidos,
 “los de abajo”- A los “cabecistas negras”, no las soportaban más. 
Vargas
 Llosa, el español por adopción, tampoco soporta a las poblaciones 
originarias. Eso explica su menosprecio por José María Arguedas, pero 
también el que haya formado con sus fans de América esa extraña “alianza
 por la Libertad”, que hoy catapulta al pichón Nazi aupado en la Casa 
Rosada.
Hay
 que decir, entonces, que estos personajes no son nuevos. Vinieron antes
 también y se presentaron como los militares brasileños del 62 que 
derrocaran a Goulart: como los uruguayos de Junio del 73 con Bordaberry:
 como Pinochet y su carnal Contreras, con su propia y siniestra DINA 
(vaya coincidencia!) incluida. 
¿En
 que terminaron todos esos procesos? ¿Resolvieron los problemas de los 
pueblos? ¿Promovieron y alentaron el auge, el progreso y el desarrollo 
de sus países? ¿Encararon exitosamente los retos de la modernidad? En 
absoluto. 
Quedaron
 apenas como un trasto en la historia, como ocurriera con los generales 
Valkov, Zhankov y el Almirante Horthy que hace más de cien años asomaron
 como los “precursores” del fascismo. 
Tiene mirada muy corta Dina Boluarte si se encandila con Milei. 
Finalmente
 una y otro tendrán el mismo destino. Ella vive ya en el infierno, es 
decir, en el mundo del desprecio que le depara su pueblo. Y el otro, 
caerá allí pronto, apenas los argentinos perciban el hedor de su 
derrota.
Hoy
 la ultra derecha peruana usa la propaganda a Milei como una cortina de 
humo para distraer a la ciudadanía a fin que no perciba sus reales 
intenciones.
Por
 lo pronto, persiste en aprobar la creación del Senado y la reelección 
parlamentaria; impedir la inscripción de nuevos Partidos para “cerrar” 
el escenario electoral; impedir la participación de los movimientos 
regionales y locales en provecho de las cúpulas partidistas existentes; y
 bloquear los comicios internos para democratizar la nominación de 
candidatos. 
De
 todos modos, Milei y Dina tienen un elemento en común: están dispuestos
 a matar, para quedarse. Ella ya lo demostró, y acaba de traer 
directamente de los Estados Unidos a su reciente Ministro del Interior 
en reemplazo del censurado. Y el argentino, ha anunciado que lo hará 
recurriendo al brazo armado del Estado para “impedir disturbios”. 
Sobre
 eso, tiene lecciones aprendidas, y ha colocado en su mira a las Madres 
de la Plaza de Mayo y el Lugar de la Memoria, comenzando por la ESMA. Es
 claro: quiere volver por el rastro que dejó el Terrorismo de Estado 
Quizá eso, su “amor por la sangre” (ajena, claro) es lo que los hace hoy sonreí, a partir de un confite. (fin)
 
 
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