Escribe: Milciades Ruiz
En la actual campaña electoral se ha hablado 
de diversos problemas y medidas a tomar por los aspirantes al poder 
político en caso de ser gobierno. Pero detrás de algunos ofrecimientos 
se ocultan recortes laborales y programas de ajuste que no se dicen, 
pero que por obvias razones presupuestales en una economía recesada, 
constituyen premisas necesarias. Ofrecer es fácil pero como decía un 
ministro neoliberal del fujimorato: “No hay lonche gratis”.
  
La
 fórmula para presentar las propuestas electorales sigue siendo la misma
 de siempre. Los candidatos suelen decir: “Aquí lo que hace falta es …..
 Acá, lo que se necesita es ….”. Con este mismo enfoque los candidatos o
 sus representantes especializados hablan sobre el agro nacional acerca 
del cual conocen muy poco o casi nada. Es cuestión de cultura política y
 de formación educativa sobre la importancia estratégica de la 
agricultura en el desarrollo de los países. 
Se ignora que EE UU, China, India, y países de
 Europa deben su desarrollo a la agricultura como punto de partida, como
 también se ignora que los más grandes grupos económicos del Perú, tales
 como Romero, Graña, Brescia, Gloria y otros, tuvieron sus comienzos en 
el agro. Los grandes bancos comerciales más antiguos también provienen 
del agro. Sin embargo, se habla mucho de atraer a inversionistas 
extranjeros pero no de estimular a los inversionistas agrarios como lo 
son millones de agricultores.
Es muy escasa la información que trasmiten los
 medios de comunicación, salvo hechos de sangre cuando los agricultores 
se rebelan y bloquean carreteras. No se dice nada sobre los éxitos 
tecnológicos ni de la problemática productiva, social y económica del 
agro nacional. Tampoco se habla de la importancia que tuvo el algodón 
que salvó al Perú de la crisis económica mundial de 1929 ni que, ese 
solo cultivo cubría en otros tiempos el 31,8% de las exportaciones. En 
cambio, hasta la frivolidad de la farándula televisiva tiene más 
notoriedad y allí se concentra la atención.
Principales productos de las exportaciones peruanas 1927-1950: 
Porcentaje dentro del valor total, por trienios 
(Fuente: Crisis internacional: impactos y respuestas de política económica en el Perú- Carlos Contreras Carranza)
Si comparamos el peso político del agro en la campaña electoral veremos que en algunos casos ha desparecido por completo en tanto que en otros solo se mencionan generalidades académicas como biodiversidad, seguridad alimentaria, ordenamiento territorial y otros aspectos teóricos que siendo importantes, poco lo entienden los campesinos ni les interesa como sí, aquello que les permita salir de la postración en que se encuentran, la jubilación campesina, los precios frente a las importaciones subsidiadas, organización, y otras demandas concretas que siempre han planteado. Es así como los gobiernos hacen lo que suponen que necesita el agro y no lo que se les pide.
Estamos con el agua hasta el cuello 
ahogándonos en el mar de problemas por sobresaturación urbana como la 
inseguridad ciudadana, condiciones de salubridad y vivienda, servicios 
básicos, transporte masivo y otros desbordes sociales pero nadie se da 
por enterado del proceso de migración del campo a la ciudad. Los jóvenes
 huyen hacia las ciudades porque no hay futuro digno en el campo. 
Familias completas bajan de la sierra a la selva a depredar bosques e 
incursionar en la economía de la coca que, es la caja chica de los 
campesinos y la bóveda del narcotráfico.
Así como no se ven las corrientes migratorias,
 hay toda una cadena de sufrimiento en los hogares rurales que tampoco 
son vistos por los políticos influyentes ni menos, atendidos por el 
Estado. El electorado agrario ya está harto de escuchar siempre lo mismo
 en cada campaña electoral y anhelan anuncios que les devuelva la fe 
perdida, pero se encuentra con que los aspirantes al gobierno nacional 
no conocen ni menos entienden la realidad agraria. Entonces le da lo 
mismo sea quien gane las elecciones porque igual tendrá que seguir su 
calvario.
Pero esta situación revela también la escasa 
presencia de los representantes de la comunidad agraria en los 
movimientos políticos y la nula influencia política que ejercen. Basta 
ver la lista de candidatos a congresistas para ver la importancia que 
los grupos políticos dan a los representantes del agro nacional. Siendo 
el sector social mayoritario no cuentan con representantes en el 
Parlamento, donde podemos encontrar figuras televisivas, deportivas, 
abogados en cantidad pero no los agrónomos, ni los líderes agrarios. El 
gobierno que ofreció inclusión social ha dejado a los agrarios al margen
 en las decisiones sectoriales colocando economistas cuyas gestiones han
 sido una nulidad.
Es que muchos creen que cualquiera puede 
opinar sobre el agro nacional ignorando la complejidad de este ámbito. 
Muchos saben que viven gracias a los alimentos pero no tienen 
consciencia sobre quiénes los producen ni en que, condiciones lo hacen. 
Quizá se imaginan que los alimentos son productos de fábricas, o que el 
pepino y el melón son frutas de árbol, ya que desconocen la vida 
campesina. Pero lo cierto es que la sobrevivencia humana depende del 
trabajo agrario.
Producir alimentos no es tan fácil como 
suponen algunos. Es mucho más complejo que producir artículos de 
plástico, prendas de vestir, vehículos, electrodomésticos, etc. El 
productor agrario trabaja todo el tiempo con seres vivos que cría desde 
antes del nacimiento cuidando que se desarrollen sanos y robustos hasta 
la adultez que es la etapa de cosechar resultados, corriendo toda suerte
 de adversidades climáticas. Todo esto, dentro de un proceso 
meteorológico con el que hay que sincronizar la vida vegetal y animal en
 todo momento.
A diferencia de las fábricas atemporales, las 
faenas agropecuarias se desarrollan al ritmo del movimiento de rotación 
planetaria y de traslación alrededor del sol coincidentemente con las 
fases lunares y sin salirse del calendario astronómico de la galaxia. El
 manejo de la fecundación para la reproducción vegetal no es al azahar 
sino siguiendo las leyes de la naturaleza bajo el influjo de la 
luminosidad solar y lunar que determinan el apareamiento preciso de los 
órganos sexuales florales en las mejores condiciones. 
El agricultor sabe que con luna llena los 
botones florales serán más abundantes para una mayor cosecha y sabe los 
días más propicios para la masculinidad o feminidad de la progenie 
animal y humana. Es muy raro ver a campesinos que tengan solo hijas como
 sí sucede en familias urbanas que se desesperan por el hijo varón 
desconociendo el influjo de la luminosidad cósmica.
De modo que, el hecho de que el aparato 
productivo nacional agrario esté a cargo de los campesinos no significa 
que el agro carezca de importancia ni sea lo más fácil. Por el 
contrario, el campesinado lleva en sus hombros la enorme responsabilidad
 de alimentar a la sociedad entera y en nuestro país, bajo las peores 
condiciones de trabajo y a los menores precios posibles. ¿Puede haber 
una desconsideración más grande en otro sector productivo nacional? 
¿Esto no merece una compensación?
Resulta pues incongruente abogar más por el 
inversionista extranjero que por el inversionista agrario. Lógicamente, 
la consecuencia es la alta incidencia de la pobreza en la población 
rural por encima del 50%, la alta desnutrición infantil crónica y toda 
la serie de males que aquejan al agro nacional. No obstante, a pesar de 
su estado famélico da empleo al 30% de la población (Plan Nacional 
Agrario – Marzo 2016- Minagri), lo que nos hace ver su enorme potencial 
para lograr el pleno empleo y la expansión económica hacia otros rubros 
si el agro nacional recibiera la atención que merece.
Evidentemente, el gro es un sector que es 
sacrificado para beneficio de los demás. El agro se descapitaliza y se 
empobrece para que el resto de la sociedad tenga alimentos baratos, 
mayores márgenes de ingresos, etc. Los productos fabriles pueden subir 
de precio y nadie protesta como lo hacen cuando suben los alimentos. 
Pues entonces, es indispensable y necesario compensar al sector 
sacrificado pero de esto no se dice nada.
Para que lo sepan, en el 2014 solo la 
exportación de ají (capsicum) generó 39.313 empleos, es decir 2.149 
empleos más que en el 2013 donde sumó 37.164 puestos laborales. 
(Gerencia de Estudios Económicos de Adex). Hace tres años la actividad 
agropecuaria proporcionaba empleo a 180 mil 500 trabajadores permanentes
 y 13 millones 867 mil 400 trabajadores eventuales. ¡Qué comparación con
 el trato que se brinda al inversionista minero que en uno de sus 
mejores momentos tan solo cubría el 1.3 % de la PEA (INEI 2012)! 
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Pero también el agro contribuye con la captación de divisas para el erario nacional aunque los intermediarios se lleven la parte del león. Entre los años 2000 y 2015, las agroexportaciones no tradicionales crecieron 1.010%, al pasar de US$ 395 millones a US$ 4.382 millones (ComexPerú). Y esto que las empresas de cultivos de exportación no llegan ni al 0,05 % de los productores agrarios. Si esto es capaz de hacer el agro con un pequeñísimo sector moderno, habría que imaginarse lo que haría el Perú si se modernizara el 100%.
Sin embargo hay que señalar que los 
beneficiarios de la producción agraria pueden ser los procesadores, los 
proveedores del mercado interno y exportación, que tienen un estándar de
 vida elevado en comparación con los agricultores y sin correr los 
riesgos climáticos ni esperar todo el proceso productivo primario. 
Irónicamente, los productores agrarios son los creadores de riqueza, 
pero son otros los que la disfrutan.
Pero también las agroexportaciones 
tradicionales (café, lana, azúcar, algodón) tienen mucho que ver con el 
PBI y la captación de divisas para las reservas nacionales. Como ya lo 
he señalado anteriormente, tan solo la exportación de café (antes del 
ataque de roya) alcanzó en el año 2011 la suma de US $ FOB 1,575,653 millones (SUNAT / AGRODATA),
 cifra que supera largamente los US$ 1,200 millones previstos para la 
inversión en el proyecto minero “Tía María”. Los que hicieron posible 
esto fueron 223,738 pequeños inversionistas caficultores en situación de pobreza, ya que más del 60% de ellos, solo tienen unidades menores a 5 has.
Lo hacen trabajando detrás de la cordillera, en los andes orientales y en condiciones
 paupérrimas, por desamparo estatal, sin asistencia tecnológica, sin 
vacaciones ni beneficios sociales. Entonces, si esto es capaz de hacer 
el agro campesino con un solo cultivo, en condiciones de productividad 
cinco veces menores a lo normal en agricultura moderna, es de suponer lo
 que sería la economía del café en condiciones óptimas. Este es un rubro
 claramente estratégico para el desarrollo nacional y para el 
crecimiento del PBI pero, para los políticos, no existe.
Pero además el Perú tiene más de medio 
centenar de cultivos de alta potencialidad económica que, en su gran 
mayoría, recuperan la inversión a los seis meses. Algunos cultivos como 
las hortalizas lo hacen en tan solo dos meses y están aumentando el PBI 
varias veces al año y creando miles de empleos. ¿No es esto la mejor 
mina de oro que tiene el Perú? Y sin malograr ecosistemas ni dejar 
pasivos ambientales.
“Aquí lo que el agro necesita es crédito” 
suelen decir algunos despistados candidatos y claman por mayores fondos 
para Agrobanco que es banco comercial confundiéndolo con el Banco 
Agrario que el neoliberalismo eliminó como lo hizo con toda la banca de 
fomento para favorecer a los banqueros privados. El Estado es el 
principal accionista de Agrobanco pero el neoliberalismo no permite la 
prenda agrícola como garantía. No no, eso no. Tiene que atender 
solamente a aquellos que sean sujetos de crédito para 
No es que a Agrobanco le falte dinero sino su 
impedimento para actuar como banca de fomento. Por eso los principales 
financistas de los pequeños agricultores son las cajas municipales, 
cooperativas y entidades de microfinanzas más no Agrobanco cuyas 
condiciones son más duras (ver gráfico anterior). Sin embargo, el 
crédito siendo importante, no es un problema mayoritario pues solamente 
corresponde al 10% de los productores (en el 2012 era solo 8%) y no es 
una angustia para el 90% de ellos. 
Pero además, a los productores agrarios se les
 ha preguntado puerta por puerta si utilizaban crédito bancario (último 
censo – IV CENAGRO). El 91% respondió que no lo solicitaba y un 35 % 
respondió que no lo necesitaba. Esto es así porque del total de unidades
 con cultivos transitorios el 60% es para autoconsumo y solo el 40% para
 vender. Además el 74,5% dijeron que lo obtenido por su actividad no les
 alcanzaba para cubrir los gastos de hogar. Entonces decir que los males
 del agro es por falta de crédito resulta siendo una falacia. Si a esto 
agregamos que el 81,8% de los agricultores tienen tierras de 5 has para 
abajo, que mayormente no califican como sujetos de crédito entonces esa 
propuesta electoral no es de interés mayoritario.
Hay quienes dicen que lo que el agro necesita 
es asistencia técnica pero este es un factor tan relativo que no se 
puede aplicar aisladamente como sucede con otros factores. La asistencia
 técnica tiene un costo y solo tiene efectividad si se cumple con todas 
las tecnologías recomendadas empezando por la adquisición de semilla 
certificada, agrofármacos, fertilizantes selectivos formulados e 
instalaciones, que la mayoría de agricultores no está en condiciones de 
afrontar. De allí que solo el 1,6% de los productores agrarios recibe 
asistencia técnica alguna vez mientras que el 98,4% no lo hace por las 
condiciones paupérrimas, tamaño de las parcelas en los minifundios, etc.
 
Por otro lado, un inversionista agrario puede 
endeudarse para trabajar con tecnología de punta y alta productividad 
pero a la cosecha le espera el desastre de los precios que caen al suelo
 en la cosecha simultánea. Es que a mayor oferta menores precios y ese 
es el gran sufrimiento de los emprendedores rurales si no tienen toda la
 cadena bajo su dominio ni poder político que los defienda. Al gobierno 
de turno le conviene los precios bajos para ganar popularidad pero no a 
los campesinos. Entonces, la asistencia técnica por sí sola, aun cuando 
sea gratuita no cambiará el drama del agro nacional.  Y si a los jóvenes
 campesinos se le ofrece capacitación no faltará quien diga: ¡Por si 
acaso, yo no pienso quedarme acá!
Podemos seguir señalando otros mitos políticos
 sobre el agro nacional pero ya me he extendido demasiado. Pero entonces
 ¿Dónde está el problema y cuál es la solución? Se lo diré a quienes 
estén interesados en la temática para no abusar del tiempo y la 
paciencia de los demás.
Abril 2016
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/ 
 



 
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