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GUSTAVO ESPINOZA M.
PROSEGUIR EN LA BATALLA
No
 obstante la prologada y aguerrida lucha librada por nuestro pueblo a lo
 largo y ancho del país, aún no ha sido posible modificar el escenario nacional y colocar las cosas en su lugar. 
Objetivamente,
 se ha logrado afirmar –aunque fuere precariamente- el régimen siniestro
 encabezado por Dina Boluarte y Alberto Otárola, gobierno que simboliza 
la traición y el entreguismo, y que las grandes mayorías nacionales 
repudian firmemente,
Si
 se hiciera un balance objetivo y desapasionado de los sucesos ocurridos
 en el país en los últimos meses, se podrían extraer valiosas 
enseñanzas. Una de ellas, nos lleva a reconocer que la falta de 
efectividad en la protesta social tiene como origen la ausencia de la 
unidad indispensable en el seno del pueblo. 
Esta
 falta de unidad, a la vez refleja la ausencia de una Vanguardia seria, 
organizada y responsable, capaz unir a las grandes masas; y conducir un 
movimiento que represente la voluntad de millones de peruanos. 
La
 ausencia de una vanguardia reconocida, se refleja, adicionalmente, en 
la carencia de organizaciones sociales sólidas, reconocidas por la 
población, y portadoras de un accionar constante y una línea de trabajo,
 que responda a los requerimientos de la ciudadanía.
La
 falta de liderazgo real, de unidad y de organización, ha ido acompañada
 de carencia de trabajo político, destinado a ganar la conciencia de 
importantes sectores de la sociedad peruana. 
Y
 es que aún no se ha tomado conciencia que la jornada de hoy, es 
básicamente, una batalla de ideas, y que ella deberá enfrentarse 
combatiendo las mentiras de la Prensa Grande, con la verdad que emana de
 la vida real, y que el pueblo conoce por experiencia propia. 
Solo
 avanzando por ese derrotero, será posible promover y alentar grandes 
luchas. Y sólo en la medida que ellas ocurran, asomará la victoria.
No
 pretendemos, ciertamente, desde las modestas páginas de una prensa 
virtual, erguirnos en críticos de nada, ni en exponentes de una única 
verdad. Nos interesa, apenas, poner el dedo en la llaga para contribuir 
con el avance del pueblo y hacer reflexionar a los sectores más 
comprometidos de la sociedad respecto a las tareas que todos tenemos que
 cumplir.
Se
 trata, en efecto, de abrir paso a un cambio social. Pero para que ello 
sea posible, tenemos la obligación de mostrar la esencia de ese cambio, y
 no perdernos en consignas vacías. 
No
 bastará demandar en las calles exigencias populares. Debemos, al mismo 
tiempo, construir la fuerza necesaria para imponerlas. Y es que, una vez
 más, se torna real aquello de que no basta tener una idea justa para 
vencer; es indispensable forjar las herramientas que nos permita hacer 
viable una propuesta justa. 
Eso
 pasa básicamente por ganar la conciencia de millones de peruanos a fin 
que puedan darse cuenta de elementos claves de la política nacional. Uno
 de ellos, se refiere a la imperiosa necesidad de acumular fuerzas, es 
decir, de sumar combatientes para nuestra causa.
Eso
 pasa por conocer de manera clara y directa cuál es el enemigo principal
 en el escenario peruano para no perder tiempo y esfuerzo golpeando a 
otras fuerzas que incluso pueden sumar a nuestra causa. 
Significa
 eso entender que a ese “enemigo principal” hay que derrotarlo 
aislándolo primero, y logrando que pierda capacidad operativa. 
Se
 trata, entonces, por nuestra parte, de ganar aliados, aunque sean 
precarios, inconsistentes y aún transitorios. Pero lograr, sí, que 
coincidan con nosotros en la tarea principal: derribar a este régimen 
írrito y siniestro que envilece la vida nacional. 
Y
 si hay segmentos que aun coincidiendo con nosotros en tal propósito, no
 se animen a venir a nuestro lado, debemos luchar para que no se pasen 
al campo enemigo, es decir, no sume fuerzas en provecho de los 
adversarios netos de nuestro pueblo. 
Somos
 conscientes que la batalla planteada tendrá aún nuevas confrontaciones.
 Como en otros escenarios, aquí tampoco será fácil librarse de las 
fuerzas que hoy oprimen al pueblo. Debemos, entonces, mejorar nuestra 
capacidad de lucha, y seguir adelante.
 
 
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