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¿Querrán restaurar el Imperio Otomano? (2-2)
LA GENEALOGÍA DEL ISIS (DA’ESH)
DOS
La capa siria
El
 Da’esh como tal sólo apareció en 2013. Como antesala de este 
surgimiento, los yihadistas de al-Qaida habían empezado a proliferar en 
el interior de Siria en 2011, sólo unos meses después del inicio de la 
revolución siria. En enero de 2012 se anunció la formación de Yabhat 
al-Nusra. En esta ocasión, la proliferación del yihadismo no fue 
consecuencia de una ocupación externa, como en los casos soviético en 
Afganistán o estadounidense en Iraq, sino más bien una “ocupación 
interna”, una expresión con la que quiero referirme a la respuesta 
militar cada vez más brutal del régimen dinástico de los Asad contra 
quienes protestaban. Esta experiencia yihadista se beneficiaría más 
tarde de la puesta en libertad de los detenidos salafistas por parte de 
Asad (quizá todos los presos salafistas) que el régimen tenía bajo 
vigilancia, que empezó en junio de 2011. Hay una clara posibilidad de 
que el régimen buscara cultivar un movimiento salafista-yihadista de la 
variedad experimental que con anterioridad fue capaz de controlar (los 
casos de “Yund al-Sham” y “Fatah al-Islam”), como medio para consolidar 
apoyos entre el conjunto de pueblos sirios, incluidos los de origen 
“minoritario”, así como entre diversos estratos sunníes, por no 
mencionar la reinvención y comercialización del régimen de sí mismo como
 socio en la “guerra contra el terror”.
En
 Siria, el proyecto de Estado del Da’esh y sus ambiciones sobre el 
control territorial y de los recursos eran notorios incluso antes de su 
intento de expansión territorial en Iraq, que culminó en el asalto sobre
 Mosul, sobre el que declararon el Califato en junio de 2014. Jugó el 
papel de Estado policial, oponiéndose celosa y salvajemente a las 
comunidades locales y a las manifestaciones de las revueltas incluso más
 aún que en su oposición al régimen sirio. En Afganistán, los 
muyahidines se habían enfrentado a la ocupación soviética, después se 
convirtieron al yihadismo y entraron en conflicto con EEUU; en Iraq, los
 yihadistas se enfrentaron a los estadounidenses y a los gobernantes 
aliados con EEUU y con Irán; en Siria, su enfrentamiento fue, desde el 
principio, con la revolución y con las formaciones rebeldes que luchaban
 contra el régimen. Lo que reforzó más las tendencias fascistas del 
Da’esh, además del elemento de Estado policial en desarrollo, fue el 
hecho de que la mayoría de los yihadistas que no eran sirios (los 
“Mujayirin”) se unieron al Da’esh después de que Yabhat al-Nusra 
desertara de la formación en abril de 2013 (al-Nusra prometió 
públicamente lealtad a al-Qaida en aquel entonces como medio de cubrirse
 las espaldas yihadistas). Estos mujayirin no tienen conexiones locales 
en la sociedad siria, que a su vez carece de mecanismos de presión sobre
 ellos. Son literalmente ocupantes extranjeros. Los iraquíes, así como 
estos mujayirin, ocupan los puestos de liderazgo del Da’esh en Siria.
Durante
 año y medio a partir del surgimiento del Da’esh, entre abril de 2013 y 
septiembre de 2014, el régimen sirio no hizo prácticamente nada para 
enfrentarse a ellos. Es decir, no hasta que la coalición dirigida por 
EEUU lanzó su campaña contra el Da’esh en el otoño de 2014, siendo 
entonces el escenario de esta guerra Iraq en lugar de Siria.
Si
 el estrato más antiguo y arraigado en la formación del Da’esh fue 
salafista-yihadista, la reunión de dos de sus ramas, la wahabista y la 
qutbista en el contexto afgano, y acumulada por encima la capa sunní 
iraquí influenciada por las prácticas del Estado policía, uno no puede 
distinguir un elemento fundacional sirio en la composición del Da’esh, 
aparte quizá del nombre despectivo con el que los sirios se refieren a 
la organización: “Da’esh”. Por lo demás, no hay ningún elemento 
ideológico distintivo sirio, ni elementos políticos o de seguridad. El 
puesto más destacado ocupado por los sirios en la entidad es el del 
portavoz Abu Muhammad al-Adnani, que es producto del estrato iraquí, sin
 historial alguno en Afganistán. Le siguen varios juristas locales y 
funcionarios de seguridad.
¿Es
 la ausencia de elementos sirios resultado de la novedad del 
experimento? Quizá. Sin embargo, esto no equivale a afirmar que el 
Da’esh no se desarrolló en el contexto sirio, o que este contexto sólo 
tuvo un efecto limitado sobre el Da’esh. Muy al contrario. El Da’esh se 
formó como “Estado” en Siria, y como Estado ha controlado un territorio 
en expansión. En Siria, el Da’esh ha desarrollado las características de
 una colonización basada en asentamientos, el pilar de la cual es la 
práctica de atraer mujayirin, a los que se instala en residencias cuyos 
propietarios están en el exilio o han huido, especialmente en Raqqa. 
Estos yihadistas son premiados materialmente (con casas y esposas, en 
lugar de meros salarios) de una forma que no es comparable a los 
yihadistas del Iraq posterior a la ocupación estadounidense. Y aunque 
puede considerarse que el Da’esh es un híbrido de organizaciones 
terroristas nihilistas, de Estados policiales fascistas y de 
colonizaciones de asentamientos, puede decirse que sus atributos 
coloniales se han desarrollado en el laboratorio sirio, aunque las 
semillas del Estado fascista se plantaran en el Estado Islámico de Iraq 
fundado por Abu Musab al-Zarqawi, y de que los elementos terroristas se 
originaran en la experiencia afgana.
Una
 faceta económica siria vital del Da’esh como lo conocemos hoy la 
representa su control sobre el petróleo sirio en DeirEzzor, que genera 
más de dos millones de dólares de ingresos diarios, según un detallado y
 bien documentado informe de investigación de la revista local de 
DeirEzzor “El ojo de la ciudad”, así como el control sobre propiedades 
privadas y tierras agrícolas en Raqqa y DeirEzzor. Durante la era de 
Hafez al-Asad, la Alta Mesopotamia recibió un tratamiento como si fuera 
una colonia interior, y lo mismo ha pasado en la era del Da’esh, que ha 
desarrollado rápidamente sus propias colonias de asentamientos.
El
 informe explora también las relaciones petrolífero-comerciales entre el
 Da’esh y el régimen de Asad a través de la compañía ANISCO, propiedad 
del empresario George Hasswani.
Con
 anterioridad, un desarrollo novedoso por el que pasó al-Qaida en Siria 
fue el enfrentamiento entre al-Nusra y el Da’esh. Nusra tiene una 
composición más siria y se ha enfrentado verdaderamente al régimen. Sin 
embargo, también exhibió rápidamente una inclinación a controlar la 
sociedad local y a desafiar a sus formaciones civiles y otros grupos 
militantes.
En
 el laboratorio sirio ha tenido lugar otro fenómeno: la transformación 
del yihadismo salafí desde la red globalizada de al-Qaida en Afganistán 
en un paradigma interorganizacional, abarcando a grupos que en general 
no eran de al-Qaida, o incluso eran anti-Al Qaida, y al Da’esh en 
particular. En el laboratorio de la yihad siria observamos que el 
yihadismo salafí se generaliza y prolifera de un modo que aún está 
desarrollándose, con resultados que son difíciles de predecir, 
especialmente debido a la intensificación de la campaña de las fuerzas 
rusas de ocupación. El Da’esh representa ahora la encarnación más 
completa de este paradigma presionando a otros grupos para que sigan su 
ejemplo, de forma parecida a las presiones del Estado soviético sobre la
 red comunista internacional dispersa en docenas de Estados. Estos 
grupos salafíes (al-Nusra, Ahrar al-Sham, Yund al-Aqsa, Yaish al-Islam) 
pueden oponerse políticamente al Da’esh, pero se hallan en el campo 
gravitatorio de la materialización del método doctrinal e intelectual, 
haciendo que sea más difícil enfrentarlo. Esta realidad ayuda a explicar
 por qué estas organizaciones dudan a la hora de enfrentarse al Da’esh, 
como recoge el informe de “El ojo de la ciudad”.
El
 informe menciona el tono al borde de la súplica de un comunicado 
conjunto emitido por Yabhat al-Nusra, Ahrar al-Sham y Yaish al-Islam en 
DeirEzzor el 28 de noviembre de 2013, en el que abogan, con Abu Bakr 
al-Baghdadi, para “aplicar la jurisprudencia” en la “solución de la 
disputa” sobre el control de una planta de gas natural, “despreciar la 
sedición y enfrentarse a los provocadores”. Esto se produjo mientras 
Yabhat al-Nusra tenía mil combatientes en DeirEzzor y un número mayor en
 las “brigadas aliadas”, ¡mientras que los efectivos del Da’esh no 
superaban los 200! Esto se repitió en Raqqa a principios de 2014, cuando
 la expulsión del Da’esh de la ciudad todavía parecía posible. Sin 
embargo, Ahrar al-Sham rehuyó los enfrentamientos con el Da’esh a fin de
 “evitar un baño de sangre musulmana”. Aunque el Da’esh no dudó en 
derramar la sangre de más de 120 combatientes de Ahrar al-Sham, que en 
aquel momento estaban ya retirándose. El problema entonces no tiene que 
ver con el poderío militar; se trata de la hegemonía, así como el poder 
de las creencias doctrinales y la claridad del objetivo político, que 
provienen de la retención de la autoridad para definir qué es realmente 
Islam. Con esta autoridad, el Da’eshreprende a los oponentes que se 
niegan a unirse a sus fuerzas y que no logran desarrollar un modelo 
alternativo.
Quizá
 la mala suerte de Siria fue que los estadounidenses aprendieron estas 
dos lecciones “de memoria” tras su retirada de Iraq y Afganistán. De 
Iraq aprendieron que hay que preservar las instituciones del “Estado”, 
las mismas instituciones que habían desmantelado y disuelto en el apogeo
 de su fervor neoconservador, con la excepción del Ministerio del 
Petróleo, cuyos cuadros fueron despedidos sólo después de la machacona 
insistencia de sus aliados, los partidos de oposición chiíes. Respecto a
 Siria, la única constante en la política en la política estadounidense 
durante los últimos cinco años parece haber sido la de frenar la caída 
del régimen de Asad, que ocupa las instituciones estatales y las explota
 para asesinar a sus súbditos. La lección aprendida de Afganistán fue la
 aversión a atacar directamente los enclaves yihadistas para evitar su 
dispersión y proliferación por todos los rincones del mundo. Obama 
reiteró personalmente esto mismo en noviembre de 2015, lo cual se ajusta
 al lento y deliberado enfoque estadounidense e internacional para 
combatir al Da’esh. En estos momentos, esa estrategia parece girar en 
torno al asedio más que a la disolución de la entidad asesina. Esto 
significa que el Da’esh va a “permanecer” a corto plazo, aunque sin una 
“expansión” importante.
Quedan
 por debatir las extensiones periféricas del Da’esh en sitios alejados 
de su centro iraquí-sirio, en Libia, Egipto y otros lugares, pero no 
disponemos de información amplia al respecto.
*****
Por
 otra parte, este artículo no pretendía debatir la aparición del 
fenómeno, que ha sido bien investigado, ni su anterior desarrollo. Sin 
embargo, aunque limitamos nuestra discusión a las capas históricas, 
parece que las capas anteriores no conservan su significado sino con el 
impacto de experiencias posteriores y novedosas, mezclándose con 
posiciones actuales, roles y contextos sociales. Si sucediera que el 
pasado antiguo se reviviera después de haberlo subestimado y olvidado, 
se debería a quienes lo resucitan o ven la necesidad de revivirlo. La 
inclinación humana a reclamar o volverse a apropiar del pasado y 
“resucitarlo” excede ciertamente nuestra inclinación de inventiva. De 
ahí que la historia no cese nunca de repetirse a sí misma.
Esto
 quiere decir que el Da’esh es la capa más exterior del yihadismo 
salafí, y que su capa siria imperialista siria domina sobre su capa 
iraquí estatista-policial. Si no consigue evolucionar dentro de lo que 
le impone la capa más reciente, está obligado a disolverse y perecer.
Esto
 también sugiere que la red que no evoluciona en Estado es finalmente 
desmantelada, y que al-Qaida ha llegado a un callejón sin salida, 
enfrentada a la opción de o Da’eshifarse, que es una tentación a la que 
al-Nusra parece resistirse, o esperar a ser efectivamente marginada de 
la lucha.
****
En
 conclusión, la capa más interna en la génesis del Da’esh conserva una 
formulación retórico-intelectual consistente, proveniente de Egipto, 
junto con una tendencia ultraconservadora y profundamente patriarcal, 
como legado de Arabia Saudí, que tenía abundante capital rentista 
emanado del auge petrolero de 1974. Desde la capa iraquí, el Da’esh 
estuvo sometido a una nueva conmoción y a un fuerte elemento de 
policía-Estado, y, desde la capa siria, ha desarrollado una dimensión 
imperialista, siendo la brecha existente entre un yihadista migrante y 
un mercenario cada vez más estrecha.
Nada
 de esto tiene que ver con la emancipación ni se relaciona, ni siquiera 
remotamente, con la identidad, autoafirmación o con el desmantelamiento 
de la desposesión, y mucho menos con la lucha perseguida por la 
política, tierra y riqueza por parte de quienes son más poderosos. El 
Da’esh es una degeneración que asola nuestra sociedad debido a la 
prolongada manipulación religiosa y política por parte de agresivas 
potencias internacionales y de poderes regionales sin causa ni 
principios.
El
 Da’esh, que nació de nuestra opresión, no tiene un futuro sostenible. 
Sin embargo, sólo perecerá cuando nos emancipemos de esa misma opresión.
Yassin
 al-Haj Saleh (nacido en Raqqa en 1961) es un destacado escritor e 
intelectual sirio. En 1980, cuando estudiaba Medicina en Alepo fue 
encarcelado por sus actividades políticas permaneciendo tras las rejas 
hasta 1996. Escribe sobre temas políticos, sociales y culturales 
relacionados con Siria y el mundo árabe para varios periódicos y 
revistas árabes fuera de Siria, colaborando de forma regular con el 
periódico Al-Hayat, editado en Londres, la revista egipcia de izquierdas
 Al-Bosla y el periódico sirio online The Republic.
de: Resumenrebel <resumenrebel@gmail.com> a través de listas.nodo50.org
responder a: resumen@nodo50.org
para: (…)
fecha: 3 de diciembre de 2016, 9:08
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 [Diariodeurgencia] 2 DE DICIEMBRE 2016: FIDEL VIVE: HOMENAJES // 
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9 de diciembre 2016
 
 
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