-0-
Comentarios van, comentarios vienen
TRUMP ¿EL PRINCIPIO DEL FIN DE UN SISTEMA?
29/11/2016
La Habana.-
 El Partido Demócrata podría considerarse factor decisivo en la creación
 de condiciones para que Donal J. Trump se convierta en protagonista del
 principio del fin del sistema político actual estadounidense.
Y
 Hillary Clinton, a su vez, la persona que  apareció en escena para 
sacar de la penumbra la figura del establishment y mostrarlo como un 
poder ya no tan monolítico que pierde capacidad de decisión como horcón 
de ese sistema.
La
 importancia de la Clinton en esta historia radica en que representó lo 
negativo del pasado, incluida la globalización neoliberal republicana 
expropiada por los demócratas y causa del debilitamiento de Estados 
Unidos (pérdida de grandeza, dice Trump) que le obligó a compartir con 
Alemania, Francia y Reino Unido un unilateralismo mundial el cual duró 
menos que lo imaginado.
Para
 la nueva derecha estadounidense, o neoconservadores multimillonarios a 
los que pertenece Trump, había una urgencia de reconquistar la época de 
oro del Estados Unidos de la guerra fría y la expansión del capital 
financiero cuya exportación a todos los rincones del planeta lo colocó 
en el cenit del hegemonismo.
Tal
 encrucijada, sin embargo, no se abría en exclusiva para Trump como 
exponente de los grandes activos acumulados de los neoconservadores, 
sino también hacia el extremo opuesto –es decir, fuerzas emergentes en 
las antípodas republicanas divorciadas del establishment demócrata- que 
encontró un líder antagónico en el senador Bernie Sanders, 
autodenominado socialista independiente.
Trump
 logró desbancar a sus contendientes dentro del partido gracias a que no
 tuvo al frente a ningún candidato de valores propios o ajenos 
suficientes para derrotarlo en las primarias aun siendo subalternos del 
viejo establishment como sus adversarios de la Florida de origen cubano 
cuya hipotética aceptación habría sido una mácula para los grupos de 
poder.
Sanders
 no corrió la misma suerte, y como independiente le tocó subir una 
cuesta muy empinada frente a una exsecretaria de Estado que sí era la 
candidata del establishment, y aunque llegó a las finales de las 
primarias y mostró severas fisuras generacionales de ese partido, no 
pudo derrotar a Hillary como abanderada de un “más de lo mismo”.
La
 derrota de Sanders favoreció la tolda Trump en la misma cuantía en que 
la propuesta Clinton era rechazada por los neoconservadores de ambos 
partidos, aun cuando las encuestas lo alejaban de la Casa Blanca, un 
falso fenómeno de apreciación que mueve a la intriga y la investigación.
Trump
 llega a la Casa Blanca con un viento en contra bastante fuerte de lo 
cual dan fe los más de dos millones del voto popular que le saca 
Hillary, muestra de las disfunciones de un arcaico y antidemocrático 
sistema comicial que no expresa ni de lejos la voluntad del elector.
Muchos
 se preguntan por qué en tales condiciones ganó Trump, un hombre de los 
extremos, de peligrosos dichos, de entorno con ideas apocalípticas hacia
 aspectos sensibles de la convivencia humana como la inmigración, la 
discriminación por el origen étnico, social, de género, de nacionalidad y
 de religión, y la respuesta es la misma a por qué perdió Hillary.
Es
 evidente que los estrategas demócratas menospreciaron las consecuencias
 negativas que la globalización neoliberal ha tenido para Estados Unidos
 y el mundo desde la época de Ronald Reagan o Reaganomic cuando fue 
iniciada la desindustrialización de numerosos estados de la Unión y con 
ella un proceso de desempleo entre aportadores del voto obrero blanco 
que se fue tras las engañosas promesas de Trump y su prédica contra la 
migración a la que presentó como causa de la pérdida de oportunidades 
laborables para generar ingresos dignos.
Era
 el mismo proceso de globocolonización que producía en la periferia el 
neoliberalismo, con la diferencia de que se estaba concretando no en un 
país cualquiera del sur, sino en Estados Unidos, la meca del 
capitalismo.   No son de extrañar, entonces, actitudes como las de Trump
 y Sanders que proclaman salidas nacionalistas extremas y radicales –en 
sus casos antagónicas pero no irreconciliables- para sustituir la 
globalización neoliberal a contrapelo del establishment de cada partido 
y, en general, de la dinámica tradicional del propio modo de producción 
vigente.
Tal
 situación muestra un agotamiento del sistema y la necesidad de un 
cambio, al menos de esta fase neoliberal del capitalismo, el cual es muy
 difícil definir, pero las declaraciones de Trump y los armadores de su 
campamento les ponen la carne de gallina a algunos dentro y fuera de 
Estados Unidos por sus planteos extremistas.
Como
 su triunfo electoral fue independiente de su partido y del grupo 
dominante, algunos temen que el gobierno Trump se exceda en la 
improvisación en un país que está sumamente dividido en su base social 
aunque en la cúpula siga siendo un solo partido político (de la empresa y
 los negocios), con dos facciones que pueden profundizar su antagonismo 
sin ser irreconciliables.
Esa
 situación entre demócratas y republicanos en la base y en la cúspide, 
puede derivar a partir de Trump en una pérdida de la capacidad de 
alternancia en el gobierno del bipartidismo que lleve a un inédito 
cambio de la democracia electoral estadounidense, como pudiera estar 
sucediendo en España con la quiebra del bipartidismo y el surgimiento de
 alternativas como Podemos.
Sin
 embargo, el camino hacia los extremismos que Trump está enseñando no 
son tan fácilmente transitables como los neoconservadores piensan, pues 
la correlación de fuerzas en el mundo en nada es favorable al 
unipolarismo porque potencias emergentes como Rusia y China con otras 
más se han convertido en factores decisivos en la economía, las finanzas
 y el comercio, y contrapeso del poderío militar estadounidense que 
determinan un nuevo tipo de equilibrio mundial probablemente mucho más 
fuerte que aquel que desapareció junto con la Unión Soviética.   
La
 mejor prueba de su fortaleza la constituye Siria donde fue frenada por 
la intervención militar de Rusia la estrategia expansionista del 
Pentágono y del Departamento de Estado bajo la égida de Hillary Clinton,
 y las acciones contra Irán como punta de lanza para una conflagración 
mayor en esa peligrosa y explosiva región.
El
 gran peligro es la irresponsabilidad que está demostrando Trump con sus
 peregrinas declaraciones sin tener en cuenta que está caminando por un 
terreno angosto plagado de minas y de pólvora, y hay que tener mucho 
tacto y más inteligencia para no pisar alguna de ellas.       Como dijo 
Noam Chomsky hace poco, los estadounidenses están ante un recodo de la 
historia en el que los seres humanos tienen que decidir si quieren tener
 las posibilidades de una vida digna o si desean vivir o morir.
El
 legado de la situación actual, parodiando a Leonardo Boff, será 
probablemente el surgimiento de otro tipo de sistema político, de 
democracia, de Estado, llámese como se llame, pero de participación 
popular real. En ese sentido, no sorprendería que Trump fuera el 
principio del fin de una época al parecer vencida.
Del mismo autor
de: Alai-AmLatina <alai-amlatina@alai.info>
responder a: info@alainet.org
para: alai-amlatina@alai.info
fecha: 28 de noviembre de 2016, 12:06
asunto: [alai-amlatina] Alainet.org Al Día - 28/11/16
lista de distribución: <alai-amlatina.listas.alainet.
Filtrar los mensajes de esta lista de distribución
enviado por: listas.alainet.org
firmado por: alai.info
Cancelar suscripcion: Cancelar la suscripción a esta lista de distribución
cifrado: alainet.org no cifró este mensaje Más información
Mensaje importante principalmente por los integrantes de la conversación
COLECTIVO PERÚ INTERAL
2 de diciembre 2016
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario