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NAN. Lecciones pos Bolivia
SUGERENCIAS PARA FUTUROS REVOLUCIONARIOS
Omar Ospina García
Opinión
13/11/2019
        
Los ejemplos de Cuba y Venezuela de un lado, y de Brasil, Ecuador
 y Bolivia del otro, son claros en las lecciones que cada uno de ellos 
nos está dejando desde Fidel y Hugo hasta Lula, Rafael Correa y Evo 
Morales.
        
Omitiendo a Cuba, cuya historia revolucionaria es ejemplo 
permanente y reconocido, en Venezuela el Coronel Hugo Chávez, un hombre 
del pueblo que eligió la carrera de las armas, apercibido de que las FF 
AA eran en Venezuela, como en el resto de América
 Latina, un organismo elitista cuyos altos mandos no provenían de 
contiendas inexistentes desde las Guerras de Independencia sino por 
influencias sociales o económicas, y por lo tanto necesitaban un 
remezón, una transformación, si se quería que fueran defensoras
 del pueblo, no guardianes de intereses económicos y geopolíticos 
imperialistas y de prebendas oligárquicas. Y
transformó el Ejército venezolano en una Unidad Armada de Servicio a la Nación y a su Pueblo.
        
Gracias a ello, fracasaron los intentos golpistas de la vieja, 
rancia, consumista, dependiente y depredadora clase dirigente económica 
venezolana, que jamás se dio el trabajo de crear industria nacional ni 
siquiera de pasta dental o papel higiénico porque
 siempre vivió y medró de las riquezas naturales del rico suelo 
venezolano. Tampoco se contaba con el apoyo interesado e igualmente 
dependiente de una clase media apoltronada en los mismos recursos y 
consumidora hasta de agua de Perrier para el whisky de marca
 importada.
        
En Bolivia, y ese es el ejemplo contrario extensible a toda 
NuestrAmérica, Evo Morales, como Lula da Silva en Brasil y Rafael Correa
 en Ecuador, por error producto del exceso de confianza de Lula y Evo en
 las viejas instituciones, y por la inmadurez
 política y la sorpresa de encontrarse con el poder antes de conocer a 
fondo el tejemaneje político de 200 años de dominación clasista, de 
Rafael Correa, creyeron que ser Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, por
 virtud de su rango de Presidentes constitucionales,
 era suficiente para tener el control de una institución oligárquica en 
sus altos mandos, leales solamente a sus orígenes de clase y a su mentor
 ideológico, económico y académico, el Imperio con su Escuela de las 
Américas y sus cursos de adiestramiento militar
 condicionado a los intereses geopolíticos de la potencia.
        
Asumido lo anterior, vemos que el cambio de un sistema político y
 económico nefasto para los pueblos del mundo y especialmente para los 
de NuestrAmérica, a otra forma de gobierno cercana a los intereses 
populares, requiere de un proceso histórico que
 contemple algunos pasos iniciales imprescindibles e insoslayables.
        
El primer paso es realizar de inmediato un trabajo 
político en las bases populares, que les induzca a concientizarse de 
quiénes son sus opresores y quiénes son sus rescatistas. No salvadores, 
que eso no existe. Cada quien se salva a sí mismo conociendo
 lo que es el poder y en manos de quienes está: si en las de las 
oligarquías por derecho divino de conquista, o en las del pueblo por 
derecho humano de existencia.
        
El segundo paso, transformar las FFAA en un ente defensor 
de los intereses de la nación de todos y, sobre todo, de las mayorías 
siempre excluidas del festín, en lugar de guardianes del poder 
económico, codicioso y concentrador de la riqueza nacional.
        
El tercer paso fundamental, nacionalizar todos los 
recursos nacionales, que son justamente eso, nacionales, y no propiedad 
privada de individuos o empresas vinculadas al capital supra nacional, 
que no tienen más intereses que la maximización de
 las utilidades producidas por el trabajo mal pagado y la utilización 
irracional de los recursos nacionales, en lugar de la redistribución 
justa de los excedentes por la vía de obras públicas, salarios dignos 
para las masas trabajadoras y protección de la naturaleza.
        
El cuarto paso es una reforma educativa que inaugure una 
Educación para el desarrollo científico y genere progreso para todos, y 
no sea una fábrica de obreros baratos y empleados sumisos para el 
Sistema. Educación oficial y privada laicas, respetuosas
 de las creencias de todos, que informe y divulgue la Historia de las 
religiones, no su catecismo, así como sus orígenes mitológicos, su 
influencia en el devenir de la historia humana y sus intenciones 
profundas de dominación por catequización.
        
El quinto paso es la recuperación del control y manejo de 
la moneda nacional y la estricta prohibición de adquirir monedas 
extranjeras para su acumulación desmedida, evasión o elusión de 
impuestos, fuga de capitales y/o pago excesivo de regalías
 por las inversiones extranjeras en territorio nacional. Ninguna 
inversión puede redituar a sus inversionistas más allá de un rendimiento
 acorde con el monto del capital invertido y el agregado nacional en 
términos de insumos, generación de empleo y cuidado
 y protección de la naturaleza.
        
Al respecto, las inversiones extranjeras deben reinvertirse en el
 país al menos en un 75% del monto de las utilidades anuales que hayan 
generado el trabajo y el uso de los recursos naturales de la nación.
        
Un sexto paso, imprescindible y necesario, es el combate 
diario y permanente a la corrupción. El presupuesto del Estado no es un 
botín particular de corruptos inmorales, de “emprendedores” avivatos, de
 funcionarios codiciosos ni de empleados con
 carencias, sino el producto del esfuerzo de todos por construir una 
nación en progreso y desarrollo: humano, social y científico.
        
Una vez cumplidos estos pasos, debe hacerse una revisión a fondo 
de los tratados limítrofes con los países vecinos, tanto en sus 
fronteras terrestres como marítimas y espacios aéreos, a fin de eliminar
 cualquier duda o insinuación de malos entendidos
 que provoquen futuras desavenencias o litigios.
        
Hecho este análisis, proceder a la conversión de las FFAA nacionales en una
Guardia Civil Ciudadana que afronte los desafíos de la delincuencia común, y una
Guardia Fronteriza que vigile y cuide las líneas demarcatorias 
sin impedir el tránsito libre de personas entre países para efectos de 
trabajo, turismo, investigación, intercambios culturales y económicos y 
conocimiento.
        
Así y solo así, nuestras naciones empezaran a recorrer el camino 
de la independencia real mediante la utilización de los ingresos 
nacionales en la solución de los problemas básicos de la población en 
general: salud, educación, seguridad y bienestar general.
 Sin distraerlos en actividades y gastos irrelevantes e innecesarios 
como juguetes de guerra para países en paz, o grietas de corrupción 
inmorales que, aparte de dilapidar recursos, conducen al contagio de la 
sociedad de una de nuestras peores lacras: la corrupción.
        
La izquierda humana socialista no tiene como objetivo el 
interés particular de sus líderes sino su lugar en la historia de la 
nación. Quienes no sepan o no puedan distinguir la diferencia, no deben 
tener espacio en el liderazgo político de la izquierda
 humanista.
        
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