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ARGENTINA / BUSCANDO A TIENTAS
LA “REUNIFICACIÓN SINDICAL”
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De: "Ernesto Herrera" <germain5@chasque.net>
Vientos de reunificación sindical
Buscando a tientas
        
La decisión de un sector de la Cta de volver al seno de la Cgt 
genera muchas expectativas en momentos en que el país se apresta a 
elegir un nuevo gobierno. Sin embargo, tras 27 años de divisiones en el 
movimiento obrero y de cambios en el mundo laboral,
 el sueño de la central única no será fácil de conquistar.
Fabián Kovacic, desde Buenos Aires
Brecha, 11-10-2019
        
Los dirigentes del sector de la Central de Trabajadores de la 
Argentina conocido como Cta de los Trabajadores (Cta-T), encabezados por
 su secretario general, Hugo Yasky, votaron en su congreso del pasado 
jueves 3 por regresar al seno de la Confederación
 General del Trabajo (Cgt), con la que rompieron filas en 1992 durante 
el gobierno de Carlos Menem. Como espectadores, se sumaron al cónclave 
de la Cta-T el candidato presidencial del Frente de Todos (FT), Alberto 
Fernández, el diputado nacional Máximo Kirchner
 y la candidata a vicegobernadora bonaerense Verónica Magario, es decir,
 los referentes de la fuerza favorita para las elecciones del 27 de 
octubre. También estuvieron en las primeras butacas una facción 
disidente de la Cgt –encabezada por el líder de los camioneros,
 Hugo Moyano, el titular de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, y 
referentes de la Unión Obrera Metalúrgica, nucleados en el Frente 
Sindical por el Modelo Nacional (Fsmn)– y el secretario general de la 
Cta Autónoma, Pablo Micheli, quien confirmó a Brecha
 que aún no está en sus planes un acercamiento con la Cgt (véase 
recuadro). Las fotos del encuentro los mostraron exultantes y con 
rostros de gesta fundacional.
        
Yasky encabeza la Cta-T desde que en 2010 protagonizó con Micheli
 una disputa electoral que partió la Cta en dos. El Ministerio de 
Trabajo decidió prorrogar el mandato de Yasky al frente de la 
organización hasta unas elecciones definitorias que nunca
 llegaron. En 2014, el mismo Ministerio finalmente reconoció que la Cta 
estaba formalmente partida en dos: la Cta-T, en manos de Yasky, y la Cta
 Autónoma, en manos de Micheli. En 2018 otra interna dividió a su vez a 
la fracción Autónoma, a partir de un reclamo
 del estatal Hugo Godoy, quien pidió a la justicia invalidar las 
elecciones de la Central. Godoy obtuvo la razón, pero Micheli acudió a 
la Corte Suprema. El resultado es la atomización actual de la Cta en 
tres fracciones.
        
Unidad pese a todo
        
En palabras de los asistentes al acto de la Cta de Yasky la 
semana pasada, el deseo de unidad sindical es una aspiración indiscutida
 en tiempos de avance neoliberal. Alberto Fernández consideró el gesto 
del primer paso hacia la unidad sindical “tan importante
 como el de Cristina Fernández” cuando la ex mandataria le propuso 
encabezar la fórmula presidencial. El candidato del FT sabe de la 
necesidad de evitar un frente de conflicto con el sector sindical en un 
país dañado por cuatro años de macrismo. Durante su
 campaña, Fernández ha adelantado a los sindicatos y a los empresarios 
que “el país no necesita una reforma laboral que modifique leyes”. Esa 
idea la refrendó la semana pasada su referente económico, Matías Kulfas,
 durante un simposio económico de industriales,
 banqueros y funcionarios, organizado por el Grupo Clarín: “No hay nada 
que modificar en materia de leyes laborales”, sentenció Kulfas.
        
Por otro lado, Fernández pidió a los dirigentes gremiales y 
sociales “evitar las calles, las manifestaciones y los cortes de ruta”, 
durante una recorrida por Tucumán el pasado 12 de setiembre, donde, 
lanzado ya como favorito a ganar las elecciones, anunció
 la eventual convocatoria a un pacto social con gremios y empresarios 
para revertir la situación de desempleo y pobreza. Los movimientos 
sociales autónomos y aquellos ligados a la izquierda combativa, como el 
Polo Obrero y Barrios de Pie, le respondieron al
 día siguiente con una movilización y acampe en plena avenida 9 de 
Julio, frente al Ministerio de Desarrollo Social, en reclamo de bolsones
 de comida para comedores sociales.
        
Voluntades y formalidades
        
Actores clave en el proceso de reunificación sindical son los 
sectores de la Cgt críticos con la actual conducción de esa central. El 
llamado Fsmn reúne a los sindicatos del peaje, camioneros, bancarios, 
canillitas, metalúrgicos y una veintena de gremios
 menores. Desde la llegada al poder del macrismo, este sector disidente 
encabezó junto con las Cta de Yasky y Micheli marchas callejeras y 
concentraciones, además de adherirse a los cinco paros convocados por la
 propia Cgt. Si bien el principal referente de
 este grupo crítico, Hugo Moyano, ya anunció que no pretende postularse a
 otro mandato al frente de la histórica Central, a la que condujo entre 
2004 y 2016, su palabra es una llave para el reingreso de la Cta al 
redil del que se apartó en los años noventa.
 Con todo, los deseos de unidad chocan por ahora con la mirada de otros 
dirigentes cegetistas.
        
El mismo día que la Cta-T anunciaba su deseo de reingreso, unos 
cincuenta miembros de la conducción cegetista se reunieron para 
despotricar contra Yasky y Alberto Fernández. Encabezados por el 
gastronómico Luis Barrionuevo, aliado del macrismo hasta
 las Paso, todos plantearon que la vuelta de los liderados por Yasky 
debería darse gremio por gremio y sin reclamar puestos de conducción. 
Los “gordos” de la Cgt no olvidan las acusaciones de connivencia que 
debieron soportar por su apoyo al menemismo y su
 proceso de privatización de empresas estatales, y por la cercanía que 
mantuvieron entonces y ahora con los oficialismos de turno. “Nos dijeron
 burócratas y corruptos, y ahora quieren volver”, lanzó Carlos Acuña, 
uno de los actuales secretarios generales de
 la Cgt, apoyado por Barrionuevo. A su turno, Omar Maturano, líder de 
los ferroviarios, reclamó a Alberto Fernández que no se entrometiera en 
las internas gremiales y exigió que bajo el próximo gobierno haya cargos
 para los dirigentes sindicales en la obra
 social de los jubilados, la Administración Nacional del Seguro Social y
 la Superintendencia de Seguros de Salud.
        
Más allá de las voluntades, también hay formalidades 
imprescindibles. Cuando se fundó la Cta en 1992 fue con una concepción 
distinta del modelo sindical tradicional. Eso quedó plasmado, por 
ejemplo, en sus estatutos, en los que se permite la afiliación
 directa del trabajador a la Central en lugar de al sindicato. La 
decisión respondía a la política económica del menemismo, con su pérdida
 de empleo formal y precarización laboral, lo que dio lugar ya en 1993 a
 la aparición de los piqueteros y a la consiguiente
 creación, bajo el paraguas de la Cta, del concepto de “trabajadores 
desocupados”. Para el menemismo significó la creación de trabajadores 
autónomos, monotributistas, que pagaban impuestos por trabajar 
ocasionalmente. La Cta los sumó reuniéndolos como movimientos
 sociales, lo que le permitió crecer como central sindical en un mundo 
donde mutaba el concepto de empleo formal.
        
Hoy diversos movimientos sociales que reclaman tierra y vivienda,
 como los organizados en la Corriente de Trabajadores de la Economía 
Popular, están afiliados a la Cta. La Cgt, en tanto, nuclea a sindicatos
 sustentados en el empleo formal de sus afiliados.
 El reclamo de la conducción cegetista para que sus otrora rivales se 
disuelvan y se reincorporen gremio por gremio garantizaría mantener el 
poder de los sindicatos más fuertes, pero las negociaciones están 
abiertas. Héctor Daer, otro de los tres secretarios
 generales de la Cgt y amigo personal de Alberto Fernández, ya advirtió 
de la importancia “de hacer los gestos necesarios para cobijar a todos 
los gremios bajo la Cgt”. La jugada es sindical, pero también política, 
en respuesta a las necesidades del FT para
 alejar al país cuanto antes de los años oscuros del neoliberalismo 
macrista.
        
Con Hugo Yasky, de la Cta de los Trabajadores
        
Para enfrentar el modelo neoliberal
—¿Por qué volver a la Cgt, donde siguen en la dirección las mismas caras que en 1992 cuando ustedes se fueron en disidencia?
—Buscamos
 cerrar un ciclo de 30 años en el que algunos gremios nos fuimos de la 
Cgt por su aval a un modelo que no defendía a los trabajadores ni al 
pueblo. Hoy más que nunca necesitamos
 de la unidad para enfrentar este modelo neoliberal y asegurar una 
salida. Pensemos que en América Latina, salvo el caso del Pit-Cnt 
uruguayo, que es un espejo donde mirarnos, los movimientos sindicales se
 han ido atomizando cada vez más.
—La Cgt no parece esperarlos con los brazos abiertos. ¿Cómo sigue el trámite de unificación?
—Tenemos
 el apoyo de muchos sectores de la Cgt, como los camioneros, los 
bancarios, los trabajadores de la televisión, el Smata (metalmecánicos) y
 otros más que integran el Fsmn.
 Hay otro sector menos entusiasta que de todas maneras considera 
importante la unidad y un grupo minoritario que no está de acuerdo. 
Vienen tiempos de arduas negociaciones en los que el diálogo será 
importante.
—¿Hugo Moyano tiene la llave para la reincorporación de la Cta?
—No.
 No se trata de eso, sino de que todos los sectores entendamos la 
importancia de la unidad sindical en un mundo donde los derechos 
laborales y sociales sufren una ofensiva muy
 fuerte. En Brasil la reforma laboral le entró al movimiento obrero como
 cuchillo a la manteca. Eso debiera ser una advertencia para todos 
nosotros.
—¿Hubo presiones políticas del FT para este paso hacia la unidad?
—La presencia de Alberto Fernández en el acto fue un plus superlativo, pero no hubo presiones políticas.
        
Con Pablo Micheli, de la Cta Autónoma
        
“Hay muchos en la Cgt que son empresarios”
—¿Comparte la decisión de la Cta-T de incorporarse a la Cgt?
—Es un hecho político muy importante porque lo votaron más de mil delegados de todo el país. Nos alegra.
—¿Por qué ustedes no toman la misma decisión?
—Veníamos
 hablando de la unidad con Yasky desde hace varios años, pero ellos 
ahora apuraron el tranco, un poco por presiones políticas del FT, un 
poco porque ya lo tenían pensado.
 Nosotros no vamos a dar ese paso hasta que nuestras bases no lo voten. 
Obviamente que la unidad es algo a alcanzar siempre. En ese sentido, el 
Pit-Cnt de Uruguay es un ejemplo y siempre lo observamos con atención.
—¿Ustedes apoyan la candidatura de Alberto Fernández a la presidencia?
—Queremos
 una Cta autónoma de los partidos políticos y de los gobiernos. Hoy 
apoyamos al FT porque creemos que hay que terminar con Macri y con la 
derecha. Pero seguimos creyendo
 que sólo la movilización social y de los trabajadores garantiza la 
democracia y nuestros derechos. Por eso seguimos cerca del Fsmn y en 
lucha. Aunque Fernández diga que no hace falta la reforma laboral, las 
cámaras empresarias reclaman eso desde que asumió
 Macri, y no tenemos que bajar la guardia.
—¿Ve a la Cgt dispuesta a aceptar la unidad?
—Hay
 muchos de sus dirigentes que no quieren la unidad porque no representan
 a los trabajadores. Son empresarios, como en el caso de Barrionuevo, 
Acuña o (el dirigente de mercantiles
 Armando) Cavalieri. Estuvieron siempre cerca del poder de turno sin 
importarles la suerte de los trabajadores.
—¿Y con la Cta encabezada por Godoy, iría a la unidad?
—Ellos
 son un sector antikirchnerista y por eso rompieron la unidad. Están más
 cerca del Frente de Izquierda que de la unidad con nosotros o con la 
Cgt.
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23 de octubre de 2019
 
 
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