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Izquierda, derecha, etc. etc. etc.
DERROTA Y PROGRAMA 
¿Hasta cuándo cometeremos los mismos errores?
Izquierda y derecha
Incluso
 los compañeros próximos que comparten muchos puntos de vista conmigo y 
con nuestro balance crítico, me (nos) reprocha(n) en general “cargar las
 tintas” contra la “izquierda” y no decir lo suficiente contra la 
“derecha” [1]
Como
 en todo prefiero dar una respuesta clara y explícita: eso es 
deliberado. Desde siempre las lecciones más duras que sacaron los 
derrotados fue que para imponer la contrarrevolución la “izquierda” 
siempre fue más efectiva y brutal en los momentos decisivos, aunque en 
muchos casos (¡no siempre!) la “derecha” completó el trabajo con una 
consecutiva represión estatista y terrorista
Al
 mismo tiempo nunca se puede olvidar que también la “izquierda” fue 
sanguinaria y asumió plenamente el terrorismo de Estado contra la 
revolución como en México, como en Alemania, como en Rusia…
Desde
 hace más de 200 años los revolucionarios aprendieron a palos que los 
peores enemigos de la revolución social son precisamente los falsos 
amigos de la revolución. Es decir quienes quieren cambiar algo para que 
todo quede como está, es decir a la izquierda de la burguesía, a los 
gatopardistas. Ya en la “revolución francesa” de 1787 a 1793 la 
“conspiración de los iguales” chocó brutalmente con la izquierda
Los
 compañeros de Babeuf (Marechal, Bunoarroti) explicaban que habían sido 
derrotados por haber confiado en las fracciones de izquierda que se 
habían mostrado como las peores contra la revolución. Desde entonces, 
quienes fueron denunciados por los militantes revolucionarios como los 
verdugos de la revolución social (parafraseando a Katia Landau en “Los 
verdugos de la Revolución Española”, ¡folleto sumamente aconsejable!) 
fueron SIEMPRE y sin lugar a dudas las fracciones de izquierda. Lo mismo
 sucede en la “revolución mexicana” en donde son “socialistas” y 
“anarquistas” que realizan las represiones decisivas en nombre de los 
obreros antiimperialistas contra los “atrasados” campesinos que querían 
abolir la propiedad privada, o en la “revolución alemana” en donde la 
socialdemocracia desde el poder reprime sangrientamente las revuelta 
proletaria. Así los revolucionarios rusos y ucranianos “maknovistas” 
denunciaban siempre como principales fuerzas de la contrarrevolución y 
restauración capitalista a los leninistas, a la izquierda de la 
socialdemocracia y en general a la izquierda de TODOS los partidos 
políticos.
Contradiciendo
 a nuestros compañeros que todavía pretenden hacer de la izquierda (o de
 los sindicatos) algo “revolucionario”, aprovecho para recordar que en 
política el termino izquierda designaba desde su origen a la clase 
burguesa defensora del progreso del capital (“tareas democrático 
burguesas”) y debía esa denominación a que físicamente se situaba a la 
izquierda de la Asamblea parlamentaria  (¡y NO a ninguna 
posición política “más a la izquierda”!) Dicha denominación existía ya 
durante el reinado de Luis XVI: “En la cámara de Luis XVI, los 
representantes del clero y la aristocracia se sentaban a la derecha del 
rey, mientras que los representantes de los gremios y la burguesía se 
sentaban a su izquierda. Desde entonces, los diputados de izquierda se 
han sentado en el espacio geográfico izquierdo del hemiciclo y 
viceversa”.
En
 el mismo proceso en que la “revolución francesa" [2] fue dejando por el
 camino la revolución social (de los “sin calzón” y los “rabiosos”, 
“conspiradores igualitarios”) y se fue consolidando el “nuevo” Estado 
“revolucionario” esas primeras denominaciones se fueron afirmando. Es 
así que la historia oficial explicará el origen de “la izquierda” así:
“El
 término “izquierda” y el término “derecha” en su significado político 
tiene su origen en el marco de la Revolución Francesa. Tras la toma de 
la Bastilla (14 de julio de 1789), se conforma en Francia la Asamblea 
Nacional Constituyente, la cual tiene como uno de los objetivos la 
redacción de una Constitución y por supuesto la decisión del futuro 
político del país. En ella se reúnen diputados divididos espacialmente 
en 3 zonas en función de su ideología. El primer día esta ubicación se 
realizó de forma aleatoria y posteriormente se mantuvieron los sitios 
originales, tomando en cada reunión la misma. Ese primer día, a la 
derecha del presidente se situó el grupo de la Gironda (Los Girondinos) y
 a la izquierda el grupo de la Montaña (Jacobinos). En el centro se 
mantuvieron las personas indecisas o no partidistas aún, llamándose a 
ese grupo La Marisma o el Llano. Los Girondinos apostaban por una 
monarquía parlamentaria y derecho de sufragio no universal (eliminando 
el derecho a las clases no propietarias); tenían el apoyo de una parte 
de la nobleza, de la burguesía y de los propietarios. Los Jacobinos en 
cambio eran partidarios de una república y de un sufragio universal, y 
es por ello que tenían el favor de las clases populares. Es por ello que
 desde esas fechas, todo aquel que tuviera ideas moderadas eran tildados
 de “la derecha” por su posición en la Asamblea mientras que los más 
progresistas eran “los de la izquierda”. Perdurando, a grandes rasgos, 
este significado hasta nuestros días”.
Como
 se reconoce oficialmente derecha e izquierda solo tienen por objetivo 
redactar una constitución para asegurar el “futuro político del país”, 
es decir enterrar para siempre la revolución social que en Francia 
revolucionaria (1789/1793) seguía desarrollándose por doquier atacando 
la propiedad privada y proclamando la igualdad generalizada. Desde 
siempre ambas fracciones, de derecha e izquierda, pertenecen a la misma 
clase social, a la burguesía y ello aunque también dentro de dicha 
extraña denominación haya habido fracciones del proletariado que en su 
defensa del programa revolucionario se hayan autollamado “de izquierda”,
 e incluso contra los leninistas (“marxistas leninistas”), contra los 
estalinistas y contra los trotskistas quisieron desarrollar una 
verdadera “izquierda comunista”. ¡Hasta (con esa ambigua denominación) 
intentaron constituirse en una Nueva Internacional, una verdadera 
internacional revolucionaria en contraposición al reformismo de la 
Tercera!
Exactamente
 lo mismo se puede decir de los “sindicatos” que, en contraposición a lo
 que cuenta la historia oficial, no tienen un origen proletario o 
revolucionario, sino que dichas estructuras tienen sus raíces históricas
 en los mismísimos gremios (o corporaciones) policlasistas que se 
desarrollan durante la Edad Media. Su característica histórica esencial 
es la organización de los artesanos en dependencia y bajo la orden de 
los Maestros en defensa de una profesión o corporación particular. Era 
por excelencia la organización de la mano de obra en función de la 
profesión del trabajo y su fundamento era el trabajo mismo, es decir la 
sumisión al capitalista y al capital. Desde siempre el sindicalismo es 
la política burguesa para el proletariado desarrollado principalmente 
por su fracción de izquierda y / o socialdemócrata como lo explican los 
compañeros Munis y Peret en su excelente folleto: “Los sindicatos contra
 la revolución”
“Traición”
Desde
 entonces, desde hace más de dos siglos, cada contrarrevolución se salda
 con la prueba palpable de que la revolución fue “TRAICIONADA”. Y detrás
 de cada “traición”, de cada manipulación se puede constatar que existe 
el mismísimo programa de izquierda, que son los mismos partidos, los 
mismos sindicatos, los mismos aparatos que traicionan.
En
 todo este esfuerzo colectivo sobre nuestra derrota hemos discutido y 
tratado de ver más allá que tal traición y manipulación, más allá de los
 siniestros personajes que representan la misma (Huidobro, Mujica o 
varios más …), identificando el partido histórico de la 
contrarrevolución, es decir un tipo de práctica social (es decir de 
programa) contra la revolución. En cuanto a la experiencia concreta en 
el Uruguay, es la primera vez que se va a la raíz social e histórica de 
esa práctica y es en ese sentido que varios compañeros han insistido en 
lo imprescindible de este esfuerzo.
La
 dictadura abierta de los milicos no había sido suficiente en Argentina,
 ni los más lúcidos milicos la consideraban viable a mediano plazo por 
eso, las direcciones internacionales de la contra insurrección 
patrocinaron los frentes populares. ¡Habían sido de tanta utilidad en 
Europa para eliminar la revuelta proletaria e imponer la Guerra Mundial!
 Fueron a buscar al General Perón, cooptaron al General Seregni a 
dirigir al frente popular y en Chile vimos abrazarse en los estrados a 
Allende con el General Pinochet y el Comandante General Fidel Castro. 
Fue la representación misma del Estado preparándose para la masacre. 
Para los Generales y las Potencias Imperiales la fase de la paz social, 
la realización de elecciones y la movilización social en nombre de la 
democracia y el respeto de la legalidad fue un acto indispensable antes 
de desencadenar el terrorismo de Estado generalizado. Era fundamental 
para liquidar toda la autonomía de la tendencia del proletariado a 
armarse y cuestionar las bases de la sociedad.
El
 Frente Popular fue un pasaje necesario para quitarle la iniciativa a 
las masas y encuadrarlas en el Estado, en el electoralismo, en un 
proyecto social típicamente reformista: las nacionalizaciones, las 
estatizaciones de algunas empresas, de la banca, del comercio exterior. 
El foquismo que había organizado a los sectores más radicalizados del 
proletariado y proclamaba “la revolución”, no fue capaz de dotarse de un
 programa clasista diferente y opuesto al reformismo. La “revolución” se
 reducía, como en el leninismo, en una táctica para “tomar el poder”
En
 vez de asumir la negación de todo lo burgués que el proletariado 
expresaba en la calle bajo la consigna “revolución” y consecuentemente 
proclamar la abolición del trabajo asalariado, el capital y el Estado…se
 limitó a un apoyo “crítico” (¡en realidad muy poco crítico de ese 
programa burgués!) del frentepopulismo. Ello lo separaba de la 
radicalidad proletaria sin partido que había sido el elemento más 
clasista y dinámico en el período 68/70. El foquismo no tenía los 
elementos programáticos indispensables para darse cuenta que con este 
apoyo al reformismo y frentismo electoral, se paralizaba la acción 
directa de las masas, se fortificaba al Estado y se aislaba a los 
sectores que habían empuñado las armas.
El
 populismo, el frentismo, el electoralismo, como tantas veces en la 
historia al ocupar todo el espacio político, va encerrando y cercando a 
los sectores en lucha abierta contra el Estado. La represión de quienes 
no adhieren a la fiesta electoral se puede comenzar abiertamente como 
una tarea necesaria a dicha fiesta
La
 “lucha armada” y en general la acción directa asumida durante los años 
anteriores cada vez más socialmente porque existe como necesidad social e
 inmediata va quedando arrinconada por la ideología burguesa de la 
“falta de condiciones materiales” en un pequeño casillero aparatista. 
¡De ahí que sea tan criminal hoy volver a la carga con esa ideología 
burguesa!
Tampoco
 las organizaciones proletarias que denunciaban el foquismo (FAU, FRT, 
FER….) fueron capaces de levantar un programa capaz de darle una 
verdadera dirección autónoma al proletariado, por lo que también fueron 
aisladas y empujadas al aparatismo forzado: identificación social entre 
lo clandestino y el aparatismo. La democracia va mostrando todo su 
carácter dictatorial en base a la realización de lo que quiere la 
“mayoría” frente a una “minoría” cuya subversión parece cada vez más 
inexplicable cuando el Frentismo se consolidaba como “LA” alternativa 
democrática que hacía caduca la guerra social en pleno desarrollo.
Pero
 como la guerra social era ya inevitable la burguesía se sigue armando 
mientras se sigue desarmando políticamente al proletariado. El 
frentismo, las elecciones…, la borrachera democrática desorienta y 
desarma al proletariado en el mismo proceso en el que se reconsolida y  arma
 nuevamente un Estado democrático que con el Pachecato había perdido 
toda imagen y ya nadie creía en él. Ahora sí, armado de la legitimidad 
electorera y habiendo aislado totalmente la necesidad de subversión y el
 proyecto mismo del proletariado, la tortura generalizada y la 
desaparición física de militantes encuentra legitimidad social contra 
quienes atacan la democracia. Concomitantemente el proletariado mismo va
 siendo enterrado como clase en lucha
Los
 guerrilleros embretados en su apoyo crítico comprenden cada vez menos 
que con los apoyos al Frente es su propia tumba la que están cavando. 
Los generales (en función o en el frentepopulismo como Perón, Seregni, 
Pinochet, Prats…) hablan contra la guerra y por la paz…., porque saben 
perfectamente que eso es clave en la preparación de la guerra. ¡Eso está
 en la primera página de cualquier manual militar y 
contrainsurreccional!
En
 el Uruguay Pachequista y cada vez más milico, nunca se había hablado 
más de paz y respeto de la democracia que desde fines de 1971 hasta 
abril/mayo de 1972. Como en todas las guerras, son los que más pueden 
hablar de paz que tienen bien planificada la guerra y su paz 
consecutiva. En el Uruguay los Generales de las Fuerzas Conjuntas fueron
 los más consecuentes, lo que es totalmente lógico. En cambio  ¡Solo
 los guerrilleros hablaban de guerra, también sin darse cuenta que era 
lo que más favorecía la preparación del terrorismo de Estado abierto!
La contrarrevolución es invariante
Desde hace más de 200 años la socialdemocracia, el frentepopulismo, el leninismo, son decisivos contra la revolución.
Blanqui,
 Marx, Bakunin, Roig de San Martin, Otto Rhule, Anton Pannekoek, Rodolfo
 González Pacheco, Flores Magón y centenares de otros compañeros 
extrajeron ese sustrato como balance crítico de la experiencia 
revolucionaria y advirtieron a las generaciones futuras de que no se 
podía confiar en las plantaciones de árboles de libertad, en las 
proclamaciones republicanas, ni en los Frentes progresistas y populares.
Denunciaron
 los programas socialistas democráticos, el electoralismo y el 
parlamentarismo y por encima de todo los programas democráticos y 
estatizadores, que con el leninismo llegaron a madurez.
Por
 eso la contraposición entre el programa del socialismo democrático y el
 del socialismo revolucionario siempre fue total. Así como la democracia
 y la “revolución” política se corresponden con la burguesía como clase 
(correspondencia con la mercancía y el capital), la revolución social se
 corresponde con el proyecto del proletariado como inscriben en el 
programa los militantes proletarios desde las primeras conformaciones 
históricas de esta clase social.
A
 la emancipación del trabajo de los socialdemócratas los revolucionarios
 contrapusieron siempre la abolición del trabajo asalariado; a las 
estatizaciones, la destrucción del Estado; al progreso del capital y las
 fuerzas productivas, la destrucción de la sociedad mercantil; a la 
colaboración en los Frentes únicos, antiimperialistas y/o “populares” 
…la lucha autónoma e intransigente contra todas las fracciones del 
capital
Entre
 el reformismo y la revolución no hay una cuestión de grado, o de método
 (¡cómo recitaban los oficialistas Tupamaros!) sino de contraposición 
social profunda e inconciliable.
A
 pesar de todo eso, la revolución siempre empieza de nuevo, como si no 
hubiese aprendido nada y comete los mismos errores. ¿Hasta cuándo en 
plena potencia de las masas se logrará liquidarla con el 
socialdemocratismo, el frentepopulismo, el leninismo?
En realidad hasta que las generaciones en lucha asuman como propias esas verdades que afirmaron los revolucionarios del pasado
Para
 eso de nada sirven las especulaciones de los intelectuales, que 
demoraron varias décadas más para anunciar por ejemplo que en Rusia 
había capitalismo y que el leninismo no había sido nunca nada diferente 
que más capitalismo y que después nos venden como “un verdadero 
descubrimiento” hasta en Posta Porteña… (¡Cómo hace por ejemplo Rodolfo 
Crespo comentando la obra histórica de Immanuel Wallerstein! Ver PP 
número N° 1669 | dom 25 SEP 2016 [3]
Es
 mucho más sano, claro, directo, transparente…ver lo que dijeron quienes
 lucharon a brazo partido contra el capitalismo mismo….que las teorías 
intelectuales. Continuando con el ejemplo de Rusia es mucho más neto y 
explícito tener en cuenta quienes lucharon abiertamente contra la 
contrarrevolución leninista misma y ver que no es una casualidad que 
haya sido lo más enterrado por la misma contrarrevolución.
Por
 eso me pareció importantísimo terminar esta serie de notas sobre 
nuestra experiencia y derrota particular, ligando la misma a la 
experiencia de los revolucionarios del pasado, para que sirva para las 
generaciones futuras. Por eso cuando se habla de balance de la derrota y
 perspectiva, ya no uruguaya sino de toda una ola de luchas históricas 
en el mundo en América Latina y muy particularmente en el Cono Sur, es 
tan significativo exponer lo que escribe uno de los más importantes e 
históricos militantes revolucionarios de la Gran Rusia, NÉSTOR MAKNO 
unos 10 años después de haber sido derrotado por la contrarrevolución 
bolchevique en Rusia.
Tomo
 como eje una significativa carta de dicho histórico revolucionario 
soviético (¡Makno fue un decidido partidario de los soviets!),  dirigida
 a los trabajadores españoles, cuando justamente éstos se encuentran en 
pleno proceso de ascenso revolucionario. En la misma el querido 
compañero Makno, al mismo tiempo que les aconseja afirmar la acción 
directa del proletariado afuera y en contra del gobierno republicano les
 advierte de que el peligro viene de los partidos políticos 
particularmente de la socialdemocracia y el leninismo. ¡Cómo se sabe 
estos fueron los que principales verdugos de los revolucionarios 
españoles solo unos años después!
Por
 lo que en la próxima y última nota, presentaremos esta carta de Makno 
(situando suscitamente la importancia histórica de lo que se conoce como
 el movimiento maknovista) y haremos unos comentarios finales de dicha 
carta para poner en evidencia que lo que afirma esa generación de 
revolucionarios sigue teniendo vigencia hoy para que romper el círculo 
infernal de derrota y contrarrevolución capitalista en la que seguimos 
sumergidos en todas partes
Los
 dejo hoy solo con tres frasecitas de esa misma carta que en el fondo 
contiene la sustancia de las recomendaciones que los revolucionarios de 
esa generación de viejos militantes rusos (¡en realidad solo habían 
pasado 10 años desde la derrota de la revolución en Rusia!) quisieron 
dirigir a sus compañeros en España en lucha abierta por la revolución 
social:
- Se debe evitar a toda costa la ralentización de la acción revolucionaria de las masas.
- [contra el] actual gobierno republicano, que está obstaculizando y desviando la revolución con sus absurdos decretos...
- Obviamente deben evitar unirse con los partidos políticos en general y con los bolcheviques en particular
¡Cómo
 se sabe también en España la república, la socialdemocracia, el 
bolchevismo…lograría “ralentizar” (liquidar) la acción revolucionaria de
 las masas e imponer el terrorismo de Estado que facilitaría el ascenso 
triunfante del Franquismo!
Ricardo
-[1]
 Obligatoriamente pongo “derecha” e “izquierda” entre comillas porque 
entre ambas fracciones del capital no hubo más que una posición física 
de ubicación en las cámaras de diputados y dichas fracciones no 
corresponden NUNCA a aspectos sociales reales/fundamentales bien 
diferenciados. Además, si bien no ha sido muy común que la “derecha” se 
haga de “izquierda”, en muchísimos casos lo que aparecía como la 
“izquierda” se hizo de “derecha” como en el fascismo, el leninismo, el 
peronismo, el trotskismo, el nazismo… El socialismo nacional desarrolló 
prácticamente el mismo programa que el nacional socialismo y “ambos” que
 la socialdemocracia histórica como explicó Paul Mattick en su excelente
 síntesis programática: el kautskismo socialdemócrata base de la teoría 
de Lenin (Trotsky, Stalin…), es al mismo tiempo el programa del fascismo
 por lo que Mattick sintetizaba: “La lucha contra el fascismo empieza 
por la lucha contra el bolchevismo”
-[2]
 En Francia, como después en México, Rusia y España…, a lo que se llama 
“revolución” es siempre según la historia oficial y versión dominante la
 contrarrevolución, es decir la restauración del poder del capital, el 
desarrollo de las fuerzas productivas, la explotación y el progreso.
-[3]
 Dejo claro que yo no tengo nada particular contra Immanuel Wallerstein 
que sin dudas escribió algunas cosas interesantes sobre el capital 
mundial. Lo que me da bruta bronca es que a través de esos anzuelos de 
“cosas interesantes” que dicen los intelectuales universitarios se 
desposee al proletariado de su propia experiencia y teoría. Ellos nunca 
se enteran de que el carácter capitalista y contrarrevolucionario de 
Rusia y del leninismo en particular fue denunciado desde el mismo día en
 que los bolcheviques se apoderan del Estado por las organizaciones 
proletarias que peleaban contra ese capitalismo
Así
 nos venden como novedad y como “gran teoría”, lo que en realidad es el 
ABC de la experiencia proletaria…; y para peor con una cantidad de 
confusiones y elucubraciones como las que hace Wallerstein sobre los 
mismos bolcheviques y Lenin en particular. Eso es lo que hace que hoy se
 conozca tan mal la experiencia misma del proletariado y que siempre 
esté filtrado por lo universitario y académico, que incluso, cuando hay 
cosas interesantes, es inevitablemente una visión deformada de la 
realidad y predominantemente científica, es decir estatal y burguesa.
RICARDO - postaporteñ@ 1685 - 2016-11-02 
de: Posta Porteña <info@postaportenia.com.ar>
fecha: 2 de noviembre de 2016, 23:30
asunto: No te dejes engañar cuando te hablen de progreso, porque tú te quedas flaco y ellos aumentan de peso | Alí Primera
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
7 de noviembre 2016
 
 
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