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Mujeres Prisioneras de Guerra
EL PASQUÍN DE RADIO BEMBA
No sé si sepan que la Red Nacional de Mujeres Excombatientes de la Insurgencia en Colombia cuenta con una revista virtual: "La 13", a la que se puede acceder a través de w.w.w.revistala13
Está próximo a salir nuestro número 8 y el adjunto contiene mi contribución al mismo.
Invisibles
 entre las invisibles, las mujeres del patio 6 y las demás prisioneras 
de guerra en todo el país confían en que la movilización del pueblo y la
 presión internacional harán cumplir los acuerdos.
Que se sepa que existen es ya un paso. Difundir el artículo puede ayudar a hacerlo.
Gracias
ROSALIA MORALES
Desde el Patio 6
Foto RT
SOÑANDO UN PAÍS SIN REJAS
En
 el patio 6 de la Cárcel “El Buen Pastor”, en Bogotá, se encuentra en 
manos del Estado Colombiano, un grupo de 43 prisioneras de guerra: 38 de
 las FARC EP y 5 del ELN que siguen soportando el infierno de un sistema
 carcelario, a cuyas manifestaciones patriarcales y machistas, deben 
sumar el costo que significa haber optado por la construcción de un país
 diferente y haber sido capturadas y sometidas a amañados procesos 
judiciales, o el costo por haber vivido en zonas de guerra y convertidas
 en falsos positivos judiciales acusadas como culpables, incluso, de 
delitos de lesa humanidad y, casi siempre, presentadas ante la opinión 
pública como peligrosas terroristas, en muchos casos, amantes de 
importantes jefes guerrilleros.
El ingreso: filtro para garantizar aislamiento
Luego
 de horas la larga cola de entrada avanza, flanqueada por caballos y 
soldados de la escuela militar y por los imponentes muros de la 
Conferencia Episcopal, a lado y lado de la calle de ingreso. Preguntas, 
huellas, reseñas, requisas, sumadas a los procedimientos de entrada, que
 exigen presentación personal para inscripción previa del visitante, 
parecieran destinados a convertir en imposibles las visitas. Siendo la 
mayoría de detenidas provenientes de lejanas tierras, cada viaje es un 
lujo para sus familias. Dos son imposibles más cuando se está seguro de 
la posibilidad de que, a pesar de tener todos los sellos y papeles el 
guardia de turno pida alguno nuevo, diga un “no aparece en la lista”, o 
un “no hay sistema” y haga inútil el viaje. Por ello hay domingos en los
 que a este patio no llega visita alguna.
La
 arbitrariedad es la norma y se impone entre quienes esperan la 
incertidumbre sobre si se logrará vencer el imponente portón azul frente
 al que circulan y vigilan desde garitas, uniformados y portando armas 
cortas y de alto poder hombres y mujeres, incluidos los de dos garitas 
que apuntan hacia abajo sus fusiles. Son los encargados por el estado de
 controlar, a las 1.631 detenidas que hoy aloja el penal.
Para
 el visitante la ansiedad sobre si se está en la lista cada paso suma la
 ansiedad sobre si permitirán entrar las encomiendas, que en su mayoría 
contienen elementos de aseo los que, por ley debería garantizar el 
estado. El contenido debe ser aprobado previamente por el INPEC siendo 
colectivo el castigo en caso de que en alguna bolsa vaya, por ejemplo, 
una crema para bebé no incluida en la lista, lo que significa impedir de
 inmediato la entrada de cualquier otra encomienda.
La
 primera y grata impresión que se recibe al entrar al patio 6 nace de 
las hermosas sonrisas del grupo de mujeres que allí se encuentran 
recluidas y que, junto con abrazos, ofrecen palabras de bienvenida. Se 
comparten comida, tinto y cigarrillos. Pero, sobre todo, se comparten 
historias, problemas comunes y de cada una. Ya están acostumbradas a la 
larga espera y al recorte en el tiempo de las visitas.
Cada
 libro o periódico que se intenta entrar es minuciosamente examinado en 
la Guardia y quien revisa si es literatura conveniente o no decide si 
pasa o no. Por eso es a través de los canales y emisoras locales que 
reciben la desinformación que los mismos difunden. Su formación política
 les permite leer entre líneas buscando la realidad y pronunciarse, 
incluso rápidamente, sobre hechos que consideran lo ameritan. Pequeños 
triunfos frente al aislamiento.
Son
 diferentes historias con un trasfondo común: la decisión del estado 
colombiano de acabar con la guerrilla y el movimiento popular al costo 
que fuese necesario, desconociendo todos los tratados internacionales, 
involucrando a civiles en el conflicto y dando indigno trato a sus 
prisioneros y prisioneras de guerra contra quienes continúa ensañándose 
la dominación de quienes se creen vencedores y, por tanto, autorizados a
 seguir violando leyes y tratados.
El más cruel castigo
Diferentes
 historias nacidas de una misma guerra y compartidas ahora en este patio
 en el que la lejanía de las familias, impuesta como parte de la pena, 
se junta con el dolor de la ausencia de los hijos. Sí. De los hijos. 
Porque aunque en la propaganda contra las FARC EP, la obligación de 
abortar haya sido una de las más comunes, en este grupo la mayoría son 
madres cabeza de familia, a quienes se les impide su derecho de casa por
 cárcel, por considerarlas un “peligro para la sociedad”.
En
 estos momentos hay en el patio una niña de 4 meses, otra de 10 meses, y
 un niño de 2 años y medio, sometidos a las mismas normas de reclusión 
de sus madres, a la indiferencia por parte del sistema de salud y a la 
desatención del ICBF que, por ley, está obligado a garantizar guarderías
 las cuales carecen de personal capacitado y de materiales y dotación 
mínimos para garantizar atención adecuada.
La
 crueldad de niños creciendo entre rejas se multiplica cuando a los 3 
años el infante es separado abruptamente, sin preparación alguna, de su 
madre y enviado con su familia o con Bienestar Familiar. Ese inenarrable
 dolor las une. Clasificar a la madre como “peligro para la sociedad” 
les niega el derecho a casa por cárcel y obliga a los niños a crecer 
huérfanos y, casi siempre, en condiciones de alto riesgo.
Derechos negados, pequeñas victorias
La
 salud es otro derecho negado. Combatientes heridas y trasladadas al 
penal sin tiempo suficiente para la recuperación de sus heridas han 
sufrido pérdida de funciones de miembros del cuerpo a pesar de los 
cuidados solidarios de sus propias compañeras. Es tal la indiferencia 
que pueden pasar horas desde el momento en que se avisa de una 
emergencia médica y el momento de atención y esto es igual para los 
niños que para sus madres. Se niegan, además, los medicamentos 
recetados, la posibilidad de acceso a exámenes especializados y a 
cirugías urgentes ordenadas. Graves dificultades genera el ingreso de 
elementos necesarios para el aseo de las mujeres. Una pequeña victoria 
han logrado: que les permitan entrar tampones vaginales y jabones 
íntimos. Les llevó tiempo y muchas gestiones convencer a la 
administración.
Sienten
 que han ganado respeto entre la Guardia y las demás detenidas pero ello
 no las exime de la realización en la cárcel de Operativos, incluso 
nocturnos, por parte de la Guardia Carcelaria y, en ocasiones por el 
ESMAD con sus gases lacrimógenos; se presentan casos en que las reclusas
 se ven obligadas a desnudarse y acuclillarse o hacer genuflexiones y se
 usan espejos para observar partes íntimas presentándose maltratos de 
pelvis, lo que muestra una política de terror dirigida a mantener 
atemorizadas a las mujeres detenidas en los diferentes patios, cuyas 
protestas son respondidas con palizas, choques eléctricos, traslado a 
otros lugares de reclusión y calabozos de castigo. Prueba de su 
fortaleza, dicen, es el hecho de que, para dominar los demás patios 
necesitan, además de la represión física, toneladas de droga siquiátrica
 que este patio no necesita.
El
 índice general de hacinamiento, en Colombia, entre las mujeres es de 
79%, treinta puntos por encima del soportado por los hombres. Por eso, 
aunque en este momento en el patio 6 no hay hacinamiento, en sus largos 
años de detención ellas han conocido épocas obligadas a acomodarse, en 
indignas condiciones en asquerosos calabozos o con otras 10 u 11 mujeres
 en espacios diseñados para cuatro o menos; han tenido que aprender a 
soportar con dignidad provocaciones y agresiones y han aprendido a 
juntar fuerzas para salir adelante.
Aquí,
 como en todas las cárceles de Colombia, se entrecruzan canas e 
historias de las sesenteñas y las casi niñas cabelleras e historias de 
las veinteañeras con la historia de mujeres de muy otras diferentes 
edades y conviven mujeres condenadas a 40 años con otras cuyas causas 
aún duermen el sueño de los justos en alguna guarnición militar o 
juzgado. Algunas, por orden judicial, deberían estar con sus familias 
desde más de 6 meses atrás. Siguen aquí. Otras, siendo inocentes, llevan
 más de 10 años detenidas. Dispositivos que no funcionan significan 
devolución, a la cárcel, por tiempo indeterminado, de la detenida a 
quien se ha concedido libertad condicional. Por eso, víctimas de las 
profundas carencias del actual sistema de justicia colombiano, necesitan
 y esperan que se imponga la Justicia Especial para la Paz acordada 
entre el gobierno y las FARC EP, punto central de ataque de los 
opositores a los acuerdos.
Mientras
 rondan en las cabezas las preguntas sobre qué va a pasar con sus vidas,
 pulseras, gargantillas, sombreros, bufandas, hamacas, sandalias, salen 
de sus manos. Partiendo de la solidaridad, un grupo intenta colocar su 
producción en redes alternativas. Otras trabajan para contratistas que 
aprovechan su situación pagando míseros pesos destinados a suplir 
obligaciones del estado, como la compra de elementos de aseo, y que 
ellas quisieran alcanzaran para poder enviar algo a sus familias. Tal 
vez ello fuera posible si el estado cumpliera su obligación de facilitar
 la materia prima para la elaboración de los productos y garantizar los 
elementos y equipos necesarios.
Cómo
 garantizarse la vida cuando estas paredes solo sean un recuerdo, es 
otra angustia que aparece pues otra obligación que el estado incumple es
 la de la capacitación, la cual hace parte del “proceso de 
resocialización”. Cursos que inician y nunca terminan por ausencia del 
profesor o de las estudiantes o por falta de equipos y de materiales y 
cursos que terminan pero no tienen continuidad por los mismos motivos, 
convierten en una burla lo que el sistema penitenciario presenta como 
programas de formación y capacitación. La situación afecta, además, la 
posibilidad de rebaja de pena por estudio.
El
 patio 6 es considerado Patio de Seguridad, lo que para ellas significa 
mayor aislamiento. No se les permite circular fuera del mismo y si lo 
hacen deben hacerlo en compañía de la guardia penitenciaria lo que 
genera, incluso, complicaciones para la participación en los cursos de 
capacitación y en algunas otras actividades a las que las detenidas 
tienen derecho.
A
 pesar de ello, sonrisa y satisfacción acompañan la voz que cuenta cómo 
han ido entregando a líderes de otros patios información sobre derechos e
 incluso formatos que han sido usados para acciones de derechos que, 
cuando suceden, son achacadas al patio 6 y originan agresiones de la 
Guardia y aumento en el aislamiento.
Tienen
 claro que sus carceleras y carceleros pretenden quebrar su fuerza 
interna, golpear su autoestima y las visitas conyugales se constituyen, 
quizá, en la mayor expresión de humillación. Madrugadas desde las 2 de 
la mañana, obligadas a desnudarse y luego de la requisa subir esposadas a
 los buses que las conducirán, esposadas, a veces durante horas, hasta 
Combita, Boyacá, algunas, por ejemplo. Horas y horas de ansiosa espera 
en los buses detenidos, con frío y hambre para que un “tiene 45 minutos”
 seguido de obscenidades, se oiga en la puerta de un sucio, maloliente, 
oscuro espacio, sin que siquiera sea posible conversar. ¿Por qué son 
siempre ellas las que deben sufrir el humillante traslado? ¿Por qué la 
brutalidad matando el goce?
Queremos ser libres para ayudar a construir un país sin rejas
En
 el patio 6 es esperanza la que se siente cuando se refieren al proceso 
de paz adelantado por sus organizaciones con el gobierno colombiano, el 
cual esperan las beneficiará. El optimismo es la nota que se impone. Las
 inmensas movilizaciones populares exigiendo el cumplimiento de los 
acuerdos son la mayor causa de ese optimismo. Pero también lo son el 
premio nobel y el gran apoyo internacional que consideran un respaldo a 
ese cumplimiento. Con satisfacción recibieron la carta de los rasos del 
ejército nacional apoyando la Justicia Especial para la Paz. 
¿Constituyente o Cabildos populares? se preguntan. Y se alegran todas 
por el reinicio de las negociaciones entre el gobierno y el ELN.
Se
 habla acerca del hecho de que habiendo cumplido las FARC EP lo relativo
 a entrega de armamento, según lo acordado, le corresponde al estado 
decretar la amnistía e indulto para mil prisioneros de las FARC EP, 
acuerdo que favorece a algunas de ellas. Más de una se pregunta cómo 
será una navidad en familia.
Mientras
 tanto, se dilatan y enredan las solicitudes de permiso presentadas ante
 el INPEC por familiares y grupos de mujeres que pretenden hacerles 
llegar su solidaridad y darles ánimo en un momento tan difícil para 
ellas y se demuestra que no es ambiente de paz el que se respira en 
garitas y oficinas de un sistema penitenciario, parte de un estado que 
desconoce normativas internacionales y destinado a ser mero instrumento 
de represión carente de medios, capacitación y, sobre todo, voluntad de 
imponer una verdadera política de resocialización.
Pero
 queda claro, también, que este grupo de mujeres, que a tientas intenta 
intuir las decisiones que afectarán sus vidas, luego de haber pasado por
 historias de horror y continuar sufriendo la indignidad de la prisión 
continúan con decisión, luchando por sus derechos como prisioneras 
políticas, por su libertad y a la espera de que con el cumplimiento de 
los Acuerdos de la Habana por parte del gobierno y de las FARC EP y los 
avances con el ELN, esté más cerca el momento en que se abran las rejas y
 cual mariposas puedan ellas recuperar sus vidas en el país que han 
soñado y sueñan continuar ayudando a construir. Un país sin rejas. Es 
decir sin la injusticia que las alimenta.
Este artículo es de autoría colectiva. Fue elaborado, con las compañeras detenidas en el patio 6.
Octubre 10 de 2016
----- Original message -----
From: CALFU <calfulcura@bluewin.ch>
To: "destinataires inconnus:"
Subject: El Pasquin de Radio Bemba
Date: Mon, 31 Oct 2016 14:55:29 +0100
de: 'Guillermo C. Cohen-DeGovia' allelon@operamail.com [nuestramerica] <nuestramerica@yahoogrupos.com
responder a: nuestramerica@yahoogrupos.com.
para: Nuestra América <nuestramerica@yahoogrupos.com
fecha: 31 de octubre de 2016, 10:53
asunto: [nuestramerica] El Pasquin de Radio Bemba
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2 de noviembre 2016
 

 
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