viernes, 11 de noviembre de 2016

¿Hasta cuándo cometeremos los mismos errores? Izquierda y derecha


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Izquierda, derecha, etc. etc. etc.
DERROTA Y PROGRAMA
¿Hasta cuándo cometeremos los mismos errores?
Izquierda y derecha
Incluso los compañeros próximos que comparten muchos puntos de vista conmigo y con nuestro balance crítico, me (nos) reprocha(n) en general “cargar las tintas” contra la “izquierda” y no decir lo suficiente contra la “derecha” [1]
Como en todo prefiero dar una respuesta clara y explícita: eso es deliberado. Desde siempre las lecciones más duras que sacaron los derrotados fue que para imponer la contrarrevolución la “izquierda” siempre fue más efectiva y brutal en los momentos decisivos, aunque en muchos casos (¡no siempre!) la “derecha” completó el trabajo con una consecutiva represión estatista y terrorista
Al mismo tiempo nunca se puede olvidar que también la “izquierda” fue sanguinaria y asumió plenamente el terrorismo de Estado contra la revolución como en México, como en Alemania, como en Rusia…
Desde hace más de 200 años los revolucionarios aprendieron a palos que los peores enemigos de la revolución social son precisamente los falsos amigos de la revolución. Es decir quienes quieren cambiar algo para que todo quede como está, es decir a la izquierda de la burguesía, a los gatopardistas. Ya en la “revolución francesa” de 1787 a 1793 la “conspiración de los iguales” chocó brutalmente con la izquierda
Los compañeros de Babeuf (Marechal, Bunoarroti) explicaban que habían sido derrotados por haber confiado en las fracciones de izquierda que se habían mostrado como las peores contra la revolución. Desde entonces, quienes fueron denunciados por los militantes revolucionarios como los verdugos de la revolución social (parafraseando a Katia Landau en “Los verdugos de la Revolución Española”, ¡folleto sumamente aconsejable!) fueron SIEMPRE y sin lugar a dudas las fracciones de izquierda. Lo mismo sucede en la “revolución mexicana” en donde son “socialistas” y “anarquistas” que realizan las represiones decisivas en nombre de los obreros antiimperialistas contra los “atrasados” campesinos que querían abolir la propiedad privada, o en la “revolución alemana” en donde la socialdemocracia desde el poder reprime sangrientamente las revuelta proletaria. Así los revolucionarios rusos y ucranianos “maknovistas” denunciaban siempre como principales fuerzas de la contrarrevolución y restauración capitalista a los leninistas, a la izquierda de la socialdemocracia y en general a la izquierda de TODOS los partidos políticos.
Contradiciendo a nuestros compañeros que todavía pretenden hacer de la izquierda (o de los sindicatos) algo “revolucionario”, aprovecho para recordar que en política el termino izquierda designaba desde su origen a la clase burguesa defensora del progreso del capital (“tareas democrático burguesas”) y debía esa denominación a que físicamente se situaba a la izquierda de la Asamblea parlamentaria  (¡y NO a ninguna posición política “más a la izquierda”!) Dicha denominación existía ya durante el reinado de Luis XVI: “En la cámara de Luis XVI, los representantes del clero y la aristocracia se sentaban a la derecha del rey, mientras que los representantes de los gremios y la burguesía se sentaban a su izquierda. Desde entonces, los diputados de izquierda se han sentado en el espacio geográfico izquierdo del hemiciclo y viceversa”.
En el mismo proceso en que la “revolución francesa" [2] fue dejando por el camino la revolución social (de los “sin calzón” y los “rabiosos”, “conspiradores igualitarios”) y se fue consolidando el “nuevo” Estado “revolucionario” esas primeras denominaciones se fueron afirmando. Es así que la historia oficial explicará el origen de “la izquierda” así:
“El término “izquierda” y el término “derecha” en su significado político tiene su origen en el marco de la Revolución Francesa. Tras la toma de la Bastilla (14 de julio de 1789), se conforma en Francia la Asamblea Nacional Constituyente, la cual tiene como uno de los objetivos la redacción de una Constitución y por supuesto la decisión del futuro político del país. En ella se reúnen diputados divididos espacialmente en 3 zonas en función de su ideología. El primer día esta ubicación se realizó de forma aleatoria y posteriormente se mantuvieron los sitios originales, tomando en cada reunión la misma. Ese primer día, a la derecha del presidente se situó el grupo de la Gironda (Los Girondinos) y a la izquierda el grupo de la Montaña (Jacobinos). En el centro se mantuvieron las personas indecisas o no partidistas aún, llamándose a ese grupo La Marisma o el Llano. Los Girondinos apostaban por una monarquía parlamentaria y derecho de sufragio no universal (eliminando el derecho a las clases no propietarias); tenían el apoyo de una parte de la nobleza, de la burguesía y de los propietarios. Los Jacobinos en cambio eran partidarios de una república y de un sufragio universal, y es por ello que tenían el favor de las clases populares. Es por ello que desde esas fechas, todo aquel que tuviera ideas moderadas eran tildados de “la derecha” por su posición en la Asamblea mientras que los más progresistas eran “los de la izquierda”. Perdurando, a grandes rasgos, este significado hasta nuestros días”.
Como se reconoce oficialmente derecha e izquierda solo tienen por objetivo redactar una constitución para asegurar el “futuro político del país”, es decir enterrar para siempre la revolución social que en Francia revolucionaria (1789/1793) seguía desarrollándose por doquier atacando la propiedad privada y proclamando la igualdad generalizada. Desde siempre ambas fracciones, de derecha e izquierda, pertenecen a la misma clase social, a la burguesía y ello aunque también dentro de dicha extraña denominación haya habido fracciones del proletariado que en su defensa del programa revolucionario se hayan autollamado “de izquierda”, e incluso contra los leninistas (“marxistas leninistas”), contra los estalinistas y contra los trotskistas quisieron desarrollar una verdadera “izquierda comunista”. ¡Hasta (con esa ambigua denominación) intentaron constituirse en una Nueva Internacional, una verdadera internacional revolucionaria en contraposición al reformismo de la Tercera!
Exactamente lo mismo se puede decir de los “sindicatos” que, en contraposición a lo que cuenta la historia oficial, no tienen un origen proletario o revolucionario, sino que dichas estructuras tienen sus raíces históricas en los mismísimos gremios (o corporaciones) policlasistas que se desarrollan durante la Edad Media. Su característica histórica esencial es la organización de los artesanos en dependencia y bajo la orden de los Maestros en defensa de una profesión o corporación particular. Era por excelencia la organización de la mano de obra en función de la profesión del trabajo y su fundamento era el trabajo mismo, es decir la sumisión al capitalista y al capital. Desde siempre el sindicalismo es la política burguesa para el proletariado desarrollado principalmente por su fracción de izquierda y / o socialdemócrata como lo explican los compañeros Munis y Peret en su excelente folleto: “Los sindicatos contra la revolución”
“Traición”
Desde entonces, desde hace más de dos siglos, cada contrarrevolución se salda con la prueba palpable de que la revolución fue “TRAICIONADA”. Y detrás de cada “traición”, de cada manipulación se puede constatar que existe el mismísimo programa de izquierda, que son los mismos partidos, los mismos sindicatos, los mismos aparatos que traicionan.
En todo este esfuerzo colectivo sobre nuestra derrota hemos discutido y tratado de ver más allá que tal traición y manipulación, más allá de los siniestros personajes que representan la misma (Huidobro, Mujica o varios más …), identificando el partido histórico de la contrarrevolución, es decir un tipo de práctica social (es decir de programa) contra la revolución. En cuanto a la experiencia concreta en el Uruguay, es la primera vez que se va a la raíz social e histórica de esa práctica y es en ese sentido que varios compañeros han insistido en lo imprescindible de este esfuerzo.
La dictadura abierta de los milicos no había sido suficiente en Argentina, ni los más lúcidos milicos la consideraban viable a mediano plazo por eso, las direcciones internacionales de la contra insurrección patrocinaron los frentes populares. ¡Habían sido de tanta utilidad en Europa para eliminar la revuelta proletaria e imponer la Guerra Mundial! Fueron a buscar al General Perón, cooptaron al General Seregni a dirigir al frente popular y en Chile vimos abrazarse en los estrados a Allende con el General Pinochet y el Comandante General Fidel Castro. Fue la representación misma del Estado preparándose para la masacre. Para los Generales y las Potencias Imperiales la fase de la paz social, la realización de elecciones y la movilización social en nombre de la democracia y el respeto de la legalidad fue un acto indispensable antes de desencadenar el terrorismo de Estado generalizado. Era fundamental para liquidar toda la autonomía de la tendencia del proletariado a armarse y cuestionar las bases de la sociedad.
El Frente Popular fue un pasaje necesario para quitarle la iniciativa a las masas y encuadrarlas en el Estado, en el electoralismo, en un proyecto social típicamente reformista: las nacionalizaciones, las estatizaciones de algunas empresas, de la banca, del comercio exterior. El foquismo que había organizado a los sectores más radicalizados del proletariado y proclamaba “la revolución”, no fue capaz de dotarse de un programa clasista diferente y opuesto al reformismo. La “revolución” se reducía, como en el leninismo, en una táctica para “tomar el poder”
En vez de asumir la negación de todo lo burgués que el proletariado expresaba en la calle bajo la consigna “revolución” y consecuentemente proclamar la abolición del trabajo asalariado, el capital y el Estado…se limitó a un apoyo “crítico” (¡en realidad muy poco crítico de ese programa burgués!) del frentepopulismo. Ello lo separaba de la radicalidad proletaria sin partido que había sido el elemento más clasista y dinámico en el período 68/70. El foquismo no tenía los elementos programáticos indispensables para darse cuenta que con este apoyo al reformismo y frentismo electoral, se paralizaba la acción directa de las masas, se fortificaba al Estado y se aislaba a los sectores que habían empuñado las armas.
El populismo, el frentismo, el electoralismo, como tantas veces en la historia al ocupar todo el espacio político, va encerrando y cercando a los sectores en lucha abierta contra el Estado. La represión de quienes no adhieren a la fiesta electoral se puede comenzar abiertamente como una tarea necesaria a dicha fiesta
La “lucha armada” y en general la acción directa asumida durante los años anteriores cada vez más socialmente porque existe como necesidad social e inmediata va quedando arrinconada por la ideología burguesa de la “falta de condiciones materiales” en un pequeño casillero aparatista. ¡De ahí que sea tan criminal hoy volver a la carga con esa ideología burguesa!
Tampoco las organizaciones proletarias que denunciaban el foquismo (FAU, FRT, FER….) fueron capaces de levantar un programa capaz de darle una verdadera dirección autónoma al proletariado, por lo que también fueron aisladas y empujadas al aparatismo forzado: identificación social entre lo clandestino y el aparatismo. La democracia va mostrando todo su carácter dictatorial en base a la realización de lo que quiere la “mayoría” frente a una “minoría” cuya subversión parece cada vez más inexplicable cuando el Frentismo se consolidaba como “LA” alternativa democrática que hacía caduca la guerra social en pleno desarrollo.
Pero como la guerra social era ya inevitable la burguesía se sigue armando mientras se sigue desarmando políticamente al proletariado. El frentismo, las elecciones…, la borrachera democrática desorienta y desarma al proletariado en el mismo proceso en el que se reconsolida y  arma nuevamente un Estado democrático que con el Pachecato había perdido toda imagen y ya nadie creía en él. Ahora sí, armado de la legitimidad electorera y habiendo aislado totalmente la necesidad de subversión y el proyecto mismo del proletariado, la tortura generalizada y la desaparición física de militantes encuentra legitimidad social contra quienes atacan la democracia. Concomitantemente el proletariado mismo va siendo enterrado como clase en lucha
Los guerrilleros embretados en su apoyo crítico comprenden cada vez menos que con los apoyos al Frente es su propia tumba la que están cavando. Los generales (en función o en el frentepopulismo como Perón, Seregni, Pinochet, Prats…) hablan contra la guerra y por la paz…., porque saben perfectamente que eso es clave en la preparación de la guerra. ¡Eso está en la primera página de cualquier manual militar y contrainsurreccional!
En el Uruguay Pachequista y cada vez más milico, nunca se había hablado más de paz y respeto de la democracia que desde fines de 1971 hasta abril/mayo de 1972. Como en todas las guerras, son los que más pueden hablar de paz que tienen bien planificada la guerra y su paz consecutiva. En el Uruguay los Generales de las Fuerzas Conjuntas fueron los más consecuentes, lo que es totalmente lógico. En cambio  ¡Solo los guerrilleros hablaban de guerra, también sin darse cuenta que era lo que más favorecía la preparación del terrorismo de Estado abierto!
La contrarrevolución es invariante
Desde hace más de 200 años la socialdemocracia, el frentepopulismo, el leninismo, son decisivos contra la revolución.
Blanqui, Marx, Bakunin, Roig de San Martin, Otto Rhule, Anton Pannekoek, Rodolfo González Pacheco, Flores Magón y centenares de otros compañeros extrajeron ese sustrato como balance crítico de la experiencia revolucionaria y advirtieron a las generaciones futuras de que no se podía confiar en las plantaciones de árboles de libertad, en las proclamaciones republicanas, ni en los Frentes progresistas y populares.
Denunciaron los programas socialistas democráticos, el electoralismo y el parlamentarismo y por encima de todo los programas democráticos y estatizadores, que con el leninismo llegaron a madurez.
Por eso la contraposición entre el programa del socialismo democrático y el del socialismo revolucionario siempre fue total. Así como la democracia y la “revolución” política se corresponden con la burguesía como clase (correspondencia con la mercancía y el capital), la revolución social se corresponde con el proyecto del proletariado como inscriben en el programa los militantes proletarios desde las primeras conformaciones históricas de esta clase social.
A la emancipación del trabajo de los socialdemócratas los revolucionarios contrapusieron siempre la abolición del trabajo asalariado; a las estatizaciones, la destrucción del Estado; al progreso del capital y las fuerzas productivas, la destrucción de la sociedad mercantil; a la colaboración en los Frentes únicos, antiimperialistas y/o “populares” …la lucha autónoma e intransigente contra todas las fracciones del capital
Entre el reformismo y la revolución no hay una cuestión de grado, o de método (¡cómo recitaban los oficialistas Tupamaros!) sino de contraposición social profunda e inconciliable.
A pesar de todo eso, la revolución siempre empieza de nuevo, como si no hubiese aprendido nada y comete los mismos errores. ¿Hasta cuándo en plena potencia de las masas se logrará liquidarla con el socialdemocratismo, el frentepopulismo, el leninismo?
En realidad hasta que las generaciones en lucha asuman como propias esas verdades que afirmaron los revolucionarios del pasado
Para eso de nada sirven las especulaciones de los intelectuales, que demoraron varias décadas más para anunciar por ejemplo que en Rusia había capitalismo y que el leninismo no había sido nunca nada diferente que más capitalismo y que después nos venden como “un verdadero descubrimiento” hasta en Posta Porteña… (¡Cómo hace por ejemplo Rodolfo Crespo comentando la obra histórica de Immanuel Wallerstein! Ver PP número N° 1669 | dom 25 SEP 2016 [3]
Es mucho más sano, claro, directo, transparente…ver lo que dijeron quienes lucharon a brazo partido contra el capitalismo mismo….que las teorías intelectuales. Continuando con el ejemplo de Rusia es mucho más neto y explícito tener en cuenta quienes lucharon abiertamente contra la contrarrevolución leninista misma y ver que no es una casualidad que haya sido lo más enterrado por la misma contrarrevolución.
Por eso me pareció importantísimo terminar esta serie de notas sobre nuestra experiencia y derrota particular, ligando la misma a la experiencia de los revolucionarios del pasado, para que sirva para las generaciones futuras. Por eso cuando se habla de balance de la derrota y perspectiva, ya no uruguaya sino de toda una ola de luchas históricas en el mundo en América Latina y muy particularmente en el Cono Sur, es tan significativo exponer lo que escribe uno de los más importantes e históricos militantes revolucionarios de la Gran Rusia, NÉSTOR MAKNO unos 10 años después de haber sido derrotado por la contrarrevolución bolchevique en Rusia.
Tomo como eje una significativa carta de dicho histórico revolucionario soviético (¡Makno fue un decidido partidario de los soviets!),  dirigida a los trabajadores españoles, cuando justamente éstos se encuentran en pleno proceso de ascenso revolucionario. En la misma el querido compañero Makno, al mismo tiempo que les aconseja afirmar la acción directa del proletariado afuera y en contra del gobierno republicano les advierte de que el peligro viene de los partidos políticos particularmente de la socialdemocracia y el leninismo. ¡Cómo se sabe estos fueron los que principales verdugos de los revolucionarios españoles solo unos años después!
Por lo que en la próxima y última nota, presentaremos esta carta de Makno (situando suscitamente la importancia histórica de lo que se conoce como el movimiento maknovista) y haremos unos comentarios finales de dicha carta para poner en evidencia que lo que afirma esa generación de revolucionarios sigue teniendo vigencia hoy para que romper el círculo infernal de derrota y contrarrevolución capitalista en la que seguimos sumergidos en todas partes
Los dejo hoy solo con tres frasecitas de esa misma carta que en el fondo contiene la sustancia de las recomendaciones que los revolucionarios de esa generación de viejos militantes rusos (¡en realidad solo habían pasado 10 años desde la derrota de la revolución en Rusia!) quisieron dirigir a sus compañeros en España en lucha abierta por la revolución social:
- Se debe evitar a toda costa la ralentización de la acción revolucionaria de las masas.
- [contra el] actual gobierno republicano, que está obstaculizando y desviando la revolución con sus absurdos decretos...
- Obviamente deben evitar unirse con los partidos políticos en general y con los bolcheviques en particular
¡Cómo se sabe también en España la república, la socialdemocracia, el bolchevismo…lograría “ralentizar” (liquidar) la acción revolucionaria de las masas e imponer el terrorismo de Estado que facilitaría el ascenso triunfante del Franquismo!
Ricardo
-[1] Obligatoriamente pongo “derecha” e “izquierda” entre comillas porque entre ambas fracciones del capital no hubo más que una posición física de ubicación en las cámaras de diputados y dichas fracciones no corresponden NUNCA a aspectos sociales reales/fundamentales bien diferenciados. Además, si bien no ha sido muy común que la “derecha” se haga de “izquierda”, en muchísimos casos lo que aparecía como la “izquierda” se hizo de “derecha” como en el fascismo, el leninismo, el peronismo, el trotskismo, el nazismo… El socialismo nacional desarrolló prácticamente el mismo programa que el nacional socialismo y “ambos” que la socialdemocracia histórica como explicó Paul Mattick en su excelente síntesis programática: el kautskismo socialdemócrata base de la teoría de Lenin (Trotsky, Stalin…), es al mismo tiempo el programa del fascismo por lo que Mattick sintetizaba: “La lucha contra el fascismo empieza por la lucha contra el bolchevismo”
-[2] En Francia, como después en México, Rusia y España…, a lo que se llama “revolución” es siempre según la historia oficial y versión dominante la contrarrevolución, es decir la restauración del poder del capital, el desarrollo de las fuerzas productivas, la explotación y el progreso.
-[3] Dejo claro que yo no tengo nada particular contra Immanuel Wallerstein que sin dudas escribió algunas cosas interesantes sobre el capital mundial. Lo que me da bruta bronca es que a través de esos anzuelos de “cosas interesantes” que dicen los intelectuales universitarios se desposee al proletariado de su propia experiencia y teoría. Ellos nunca se enteran de que el carácter capitalista y contrarrevolucionario de Rusia y del leninismo en particular fue denunciado desde el mismo día en que los bolcheviques se apoderan del Estado por las organizaciones proletarias que peleaban contra ese capitalismo
Así nos venden como novedad y como “gran teoría”, lo que en realidad es el ABC de la experiencia proletaria…; y para peor con una cantidad de confusiones y elucubraciones como las que hace Wallerstein sobre los mismos bolcheviques y Lenin en particular. Eso es lo que hace que hoy se conozca tan mal la experiencia misma del proletariado y que siempre esté filtrado por lo universitario y académico, que incluso, cuando hay cosas interesantes, es inevitablemente una visión deformada de la realidad y predominantemente científica, es decir estatal y burguesa.
RICARDO - postaporteñ@ 1685 - 2016-11-02
de: Posta Porteña <info@postaportenia.com.ar>
responder a: Posta Porteña info@postaportenia.com.ar para: (…)
fecha: 2 de noviembre de 2016, 23:30
asunto: No te dejes engañar cuando te hablen de progreso, porque tú te quedas flaco y ellos aumentan de peso | Alí Primera
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
7 de noviembre 2016

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