jueves, 28 de noviembre de 2019

Bolivia: los errores ingenuos de Evo Morales

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Evo Morales, el que logró sacar a su país de la extrema pobreza y convertirlo en un ejemplo de desarrollo económico y social en la región, debe reconocer que pecó de ingenuo al creer que su código de ética y su amor a la Pachamama serían comprendidos por la mayoría de sus paisanos y respetado por los extranjeros que ambicionaban todos sus recursos.
Si se tiene un buen conocimiento de los medios de que dispone el enemigo, las pérdidas podrían ser menores (Victor Serge, 1890-1947)
Evo Morales, el gran líder que logró sacar a su país de la extrema pobreza y convertirlo en un ejemplo de desarrollo económico y social en América Latina, debe reconocer que  pecó de ingenuo al creer que su código de ética y su amor a la Pachamama serían comprendidos por la mayoría de sus paisanos y respetado por los extranjeros que ambicionaban todos sus recursos.
No calculó bien la capacidad destructiva de sus enemigos y no se preocupó por preparar a su pueblo para defender su revolución al enfocar toda su energía y su capacidad organizativa al crecimiento de la economía y del bienestar de su pueblo. Tanto él como su segundo, Álvaro García Linera, subestimaron las señales de peligro y no se prepararon para el golpe que se preparaba y ya estaba prácticamente anunciado desde hacía años. Ahora, el poder norteamericano —y especialmente la CIA y la DIA— debe de estar de fiesta al lograr tumbar por fin a ese indio Evo Morales que se atrevió durante 13 años a construir un Estado plurinacional orgulloso y soberano desafiando a Washington y, en especial, a las transnacionales al cortarles acceso casi gratuito a los yacimientos de gas, de uranio y de metales estratégicos como el litio, el indio, el galio.
Desde la llegada al poder de Evo Morales el 22 de enero de 2006 comenzó la conjura de Estados Unidos con su servil OEA, los servicios de inteligencia norteamericanos, las fundaciones tipo Jubilee Foundation, las ONG como Standing Rivers, la Iglesia evangélica nacional e internacional, los Comités Cívicos bolivianos, la Embajada norteamericana en La Paz y los altos mandos de las Fuerzas Armadas y de la Policía.
Todos los golpes requieren bastante preparación y entrenamiento para poner en marcha acciones bien organizadas tanto de los grupos civiles locales como de los paramilitares, que en el caso de Bolivia querían entregar su país a Estados Unidos a cambio de obtener acceso al poder y negocios.
Evo Morales, presidente de Bolivia
© REUTERS / David Mercado
El Gobierno de Evo Morales sabía perfectamente de este proceso en Bolivia después de que la Unidad Táctica de la Resolución de Crisis de la Policía abatiese el 16 de abril de 2009 a una célula paramilitar compuesta por el boliviano-húngaro Eduardo Rozsa Flores y por los mercenarios europeos Michael Dwyer (irlandés) y Árpád Magyaros (rumano-húngaro). Estos terroristas fueron contratados por el empresario y hacendado croata-boliviano Branco Marincovik con el propósito de asesinar a Evo Morales y provocar un golpe de Estado y la secesión de los departamentos de la llamada Media Luna (Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni) formando un nuevo país. En 2008 los servicios de inteligencia de Cuba y Venezuela advirtieron a Evo Morales que no debía confiar en la mayoría de los oficiales de alto grado de las Fuerzas Armadas debido a su adoctrinamiento pronorteamericano que recibieron en la Escuela de las Américas (SOA). Precisamente aquel año Evo Morales tomó la decisión de no enviar más a los militares bolivianos a la SOA. Pero no se atrevió a reformar a las instituciones militares inculcándoles valores plurinacionales.
Recién en 2016 fue creada la Escuela de Comando Antimperialista General Juan José Torres Gonzales, donde el tema Geopolítica del imperialismo fue designado como un curso obligatorio. El 9 de agosto de 2019, ya informado sobre ciertos movimientos sospechosos en las Fuerzas Armadas Evo Morales propuso crear un Comando Sur Antimperialista junto con la participación de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
No obstante, el golpe de Estado ya llevaba varios meses gestándose. El encargado de negocio de la Embajada norteamericana en La Paz, Bruce Williamson, coordinó los últimos detalles de la destitución de Evo Morales con el comandante en jefe der las Fuerzas Armadas bolivianas, el general Williams Kaliman. (TV Mundus, Argentina, 14 de noviembre 2019). Los estrategas de Washington designaron al ejército boliviano como nudo central del golpe, siendo los Comités Cívicos organizadores y ejecutores de actos de protesta, violencia, saqueos y todo tipo de acciones para desestabilizar al Gobierno de Morales, descabezar el proceso de cambio desde sus funcionarios hasta los líderes políticos y no permitir su reelección. Inclusive ya estaba planificado que el primer presidente indígena de Bolivia repitiera el destino de Muammar Gadafi y Sadam Hussein. (CounterPunch, noviembre 2019). Cuando en agosto de 2018 el periodista mexicano Luis Hernández Navarro preguntó a Evo Morales en Cochabamba sobre la posibilidad de un golpe de Estado, el mandatario le contestó: "No creo que haya golpe militar, pero intentarán una convulsión nacional… La embajada de EEUU busca cómo convulsionar el país. Pero han fracasado, fracasado y fracasado porque estamos con la verdad. Es la gran ventaja que tenemos". (La Jornada, México, 12-11-2019).
Se equivocó Morales, pues su verdad y su código de ética basado en los principios de la igualdad, del patriotismo, del decir siempre la verdad, u de no robar y proteger a la Pachamama eran opuestos drásticamente a la verdad de la oposición, deseosa de conservar y aumentar sus privilegios económicos y sociales aunque a costa de la soberanía nacional.
Por lo visto, no ha leído el mandatario boliviano ni su segundo, Álvaro García Linera, el ensayo del revolucionario ruso Víctor Serge Lo que cada revolucionario debe saber sobre la represión (1921). Entonces se hubieran enterado de que, desde el momento en que se prepara una revolución, la contrarrevolución busca formas de no permitir su puesta en marcha. Tampoco estudió bien Evo ni Álvaro la proclividad histórica de los militares de su país a la traición y golpes militares. El décimo quinto presidente de Bolivia, el general Mariano Melgarejo, llegó al poder a través de un golpe, y entregó el litoral boliviano con todas sus riquezas a chilenos e ingleses escapando finalmente a Chile.
El otro golpista militar, Hilarión Daza Groselle —el décimo noveno presidente—, traicionó a su mentor Mariano Melgarejo por 10.000 pesos y ofreció un pretexto a los chilenos para la guerra del Pacífico (1879-1884). Traicionó también a los peruanos y finalmente desertó y se escapó a París. El trigésimo sexto presidente, German Busch Becerra también militar—, participó en tres golpes y finalmente traicionó a la patria. El presidente general Rene Barrientos llamó inmediatamente a sus jefes de la CIA cuando Che Guevara fue capturado en octubre de 1967 para recibir órdenes respecto a qué hacer con el prisionero. No es de extrañar entonces que con tantos antecedentes siniestros a través de la historia de los militares bolivianos el ahora excomandante en jefe de la Fuerzas Armadas de Bolivia, el general Williams Kaliman —egresado de la Escuela de las Américas en 2003 y exagregado militar en EEUU—, traicionase a Evo Morales. Resulta que para el 7 de agosto, cuando Kaliman se declaró antimperialista y partidario de los cambios que estaba aplicando el presidente, ya estuviese comprometido con la embajada norteamericana para realizar un golpe de Estado. El general de la Policía y expresidente de agregados policiales de América Latina en Washington, Vladimir Yuri Calderón, estaba involucrado también en la traición.
El analista Sullkata M. Quilla, del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), reveló que Kaliman y otros generales participantes en el golpe recibieron un millón de dólares cada uno y, los jefes de Policía, 500.000. Del pago se encargó Williamson, y se realizó en Argentina en la provincia de Jujuy bajo el auspicio de su gobernador, Geraldo Morales. Pasadas 72 horas del golpe, Kaliman y otros jefes militares y policiales se trasladaron a EEUU a resguardo de cualquier investigación nacional e internacional. (TV Mundus, Argentina, 14 de noviembre, 2019).
El pueblo boliviano está pagando con su sangre que Evo pecase de inocente al no tomar en cuenta la experiencia de Hugo Chávez, quien desde el inicio del proceso de cambio logró formar una sólida alianza cívico-militar y crear también los Comités de Defensa de la Revolución Bolivariana. Los adoctrinó en los postulados de Simón Bolívar y los armó con 100.000 metralletas Kalashnikov adquiridas en Rusia. Su seguidor, actual presidente Nicolás Maduro, fortaleció y adiestró militarmente a estos comités. Actualmente ya cuentan con más de 2.000.000 de militantes.
Protestas en Bolivia (archivo)
© REUTERS / Carlos Garcia Rawlins
Las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB) desde la llegada a Hugo Chávez al poder en 1999 fueron reformadas y educadas en el patriotismo igual que su servicio de inteligencia. A pesar de todas estas medidas, solo en 2019 se registraron 47 intentos de de la CIA, la DIA y los servicios de inteligencia de Colombia de captar a oficiales de la Fuerza Armada, como reveló recientemente el presidente Maduro. Televen de Venezuela informó que se han intentado robar misiles y desarticular el sistema de radares móviles y fijos. Gracias a la actuación de militares patriotas, estos intentos fueron descubiertos y los implicados fueron detenidos. Según Nicolás Maduro, sus "instituciones militares están haciendo una permanente labor de inteligencia". (Televen-Tv, 12 de noviembre de 2019).
Esta permanente labor de inteligencia fue ignorada o no supervisada por el Gobierno de Evo Morales y casi seguro que sus servicios de inteligencia —el SIE y la DIE— ya estuvieran infiltrados por la CIA y DIA norteamericanos. También el Gobierno de Evo Morales descuidó el rol que desempeñaba la mayoría de las ONG en la desestabilización del MAS y de su Gobierno. Según el informe del Resumen Latinoamericano (20 de noviembre 2019), en 2007 hubo 1.800 ONG en el país, de las cuales estaban registradas en 2018 solamente unas 640. Muchas de ellas estaban financiadas por el Gobierno estadounidense a través de la USAID, organización que ha gastado desde 2002 más de 97.000.000 de dólares en promover el separatismo en Bolivia y en financiar la oposición. Tanto gasto de los norteamericanos que hoy ya está recuperado.
Todo el esfuerzo del Gobierno plurinacional de Morales fue dedicado al crecimiento económico y al bienestar social de su pueblo. Descuidó la seguridad de su Estado y se olvidó de que el enemigo tanto interno como externo nunca duerme, esperando su momento. Finalmente llegó en forma de un golpe de Estado y con la autoproclamación de Jeanine Áñez como presidenta de Bolivia. Esta presidenta ya recibió por su colaboración con Estados Unidos lo tan anhelado por la mayoría de los opositores: la Green Card, enviada por el mismo secretario de Estado, Mike Pompeo (Aporrea, José Sant Roz, 24-11-2019). Se descubrió también que Jeanine es la perfecta birlocha boliviana (alguien que odia su raza). Se llamó desde su nacimiento y hasta los 19 años Anahí Ayelén Áñez. Era alguien del más puro origen indígena en la escuela la llamaba Chola, chula, cholita. Con el tiempo y gracias a la beca de la USAID y a su identificación con la religión evangélica, trató de sacar de su cuerpo y de su mente todo lo indígena coloreando su pelo y cambiando el color de sus ojos con lentes de contacto. Logró el título de abogada por correspondencia y a los 38 años ya era directora del canal Total Visión.
Para entender mejor hacia dónde podría llevar a Bolivia esta presidenta y los opositores que la rodean, vale la pena  reproducir la respuesta de la presidenta de facto a un periodista extranjero que le preguntó, después de su juramentación, si era racista. Dijo Jeanine que "nunca quise ser presidenta de nada, mucho menos de este país. Por otra parte, que yo sepa, desde que el mundo es mundo toda supremacía ha sido y tendrá que ser blanca. Yo nunca he visto a un Supremo que sea negro o indio, ni siquiera trigueño. El mismo señor Jesucristo es blanco".
Con un Gobierno de este tipo, lo único que se puede esperar es el retroceso económico, social, político y cultural de Bolivia hacia el pasado, donde la desigualdad, el racismo y la injusticia imponían sus reglas. La Asamblea Legislativa Nacional, cuya presidenta y cuyos dos tercios de representantes son miembros de la MAS, no se atrevieron a seguir la constitución y tratar la renuncia de Evo Morales. Su presidenta, Mónica Eva Copa, logró el consenso para la ley que habilita nuevas elecciones.
Protestas en Bolivia
© REUTERS / Carlos Garcia Rawlins
La Confederación Obrera Boliviana (COB), la Mesa de Unidad y otras organizaciones firmaron un acuerdo con el Gobierno de transición. Según la presidenta de la Asamblea Legislativa, Mónica Eva Copa, "si yo tomara decisión con corazón seguiríamos en guerra. Pero hay que usar la cabeza para que esto se pacifique y no haya más muerte". (Pagina 12, 27-11-2019) Mientras tanto, la represión sigue su curso y el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, hizo publicar una lista de senadores y diputados que, en su opinión, fomentan la desestabilización del país. También anunció la creación de un aparato especial de la Fiscalía para detener a diputados y senadores. A la vez, Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, la ciudad de El Alto, Yapacaní y el Norte de Potosí siguen con el bloqueo de carreteras exigiendo el fin de la represión.
Lastimosamente, Evo Morales, Álvaro García Linera y los dirigentes de la MAS no hicieron a tiempo lo que Mónica Eva Copa llama "usar la cabeza" para prevenir este siniestro golpe de Estado y proteger tanto la seguridad nacional como los excelentes logros económicos y sociales que logró Bolivia en estos 13 años de Gobierno de Evo Morales. Se olvidaron de que "el enemigo nunca duerme" y, en especial, el enemigo de clase.

EL COMUNISMO CUMPLE 100 AÑOS EN MÉXICO, ENTRE LA MELANCOLÍA Y EL PODER

                                                      -0-
AN. México y el Comunismo
 
EL COMUNISMO CUMPLE 100 AÑOS EN MÉXICO,
 
ENTRE LA MELANCOLÍA Y EL PODER
 
ENTREVISTAS
Por Víctor Flores García
© Sputnik / Vladimir Sergeev
 
         A 100 años de la fundación del Partido Comunista Mexicano (PCM), el 24 de noviembre de 1919, los herederos de esa tradición se debaten entre la nostalgia y las puertas del poder, dijo a Sputnik Joel Ortega Juárez, quien integró el Comité Central de esa formación.
         "Es necesario reflexionar críticamente y no quedarse en la melancolía o en la entrega de su historia a las filas de [el presidente] Andrés Manuel López Obrador", dijo el exdirigente que escapó de la persecución al movimiento estudiantil de 1968 huyendo a Moscú.
         De las batallas del PCM disuelto en 1981 para sumarse al Partido Socialista Unificado de México, que a su vez se integró en 1989 al Partido de la Revolución Democrática (PRD, centroizquierda) fundado por Cuauhtémoc Cárdenas, sobreviven figuras que ahora están con López Obrador, formado en la tradición del nacionalismo posrevolucionario.
         Entre ellos, Pablo Gómez, decano del Congreso en las filas del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Luciano Concheiro, subsecretario de Educación Pública, Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, y el historiador y asesor cultural del mandatario, Enrique Semo.
         "Sobreviven viejos camaradas que se sienten los albaceas de la tradición y consiguen ser reconocidos por el presidente, en un juego de espejos: él ve en ellos a los herederos de la izquierda militante, y de facto, ellos le dan un título de izquierda del cual carece", dijo Ortega Juárez, de 73 años e intelectual que estudió en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, entre 1969 y 1970.
         "Partidos comunistas de Latinoamérica están en fase de resistencia al imperialismo"
         Este polemista que impulsó corrientes renovadoras y libertarias entre los comunistas aseguró que las celebraciones del centenario serán "un canje de herencia por pragmatismo, a cambio de espacios en el poder".
         Coloquios y foros se han organizado para evocar, oficialmente, un siglo de aquella tradición política e intelectual.
         El ensayista aseguró que el escritor comunista José Revueltas (1914-1976) tuvo razón al afirmar que el PCM "a diferencia de otros países, en este país tuvo una inexistencia histórica, fue fantasmal, nunca pudo jugar el rol de dirigir un partido revolucionario de la clase obrera".
         El precio de la marginalidad
         Una de las paradojas mexicanas es que "al proletariado lo tenía organizado el PRI (Partido Revolucionario Institucional)", comentó.
         "El hombre elegido de Moscú en este país fue el sindicalista Vicente Lombardo Toledano, y los soviéticos preferían tratar con el Gobierno y la [oficialista] Central de Trabajadores de América Latina", recordó el historiador Ortega Juárez.
         Los comunistas mexicanos debían conformarse con menos.
         Confianza, traición y asesinato: el último día de León Trotski
         "Dormían en un hotel de dos estrellas, cuando el estalinista Lombardo Toledano era recibido en el Kremlin", afirmó el intelectual.
         El PCM fue parte de "una iglesia mundial al servicio de un Estado y no de la revolución mundial, era representante de una fuerza geopolítica durante la dualidad de la Guerra Fría", prosiguió.
         El autor de "Adiós al 68" aseguró que los comunistas se opusieron al asilo otorgado por el entonces presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) al fundador del Ejército Rojo, León Trotski.
         "Lo acusaron [a Trotski] de agente del imperialismo, y el muralista comunista David Alfaro Siqueiros perpetró el (y fallido) primer atentado" contra el dirigente soviético.
         En 1960, estaban registrados en todo México unos 500 comunistas, cuando este país ya tenía 35 millones de habitantes.
         El PCM nunca alcanzó el 5% de votos.
         Y en cuanto a su arrojo, "los comunistas fueron ambiguos ante las organizaciones guerrilleras".
         Los comunistas cubanos prefirieron la relación con el Gobierno del PRI, que les ofreció refugio durante la dictadura de Fulgencio Batista.
         "Para Cuba, México fue su retaguardia; en un pacto tácito, Fidel Castro abandonó a la izquierda mexicana y este fue el único país donde los cubanos nunca patrocinaron a un grupo armado; ahora pienso que nos ahorró miles de jóvenes muertos", reflexionó Ortega.
         Castro nunca condenó las masacres estudiantiles de 1968 y 1971, ni la era autoritaria del PRI.
         Fidel Castro fue la estrella de la toma de posesión del presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari en 1988, cuando los comunistas gritaban con Cárdenas: "¡Repudio total al fraude electoral!".
         "Los comunistas sobrevivientes han canjeado sueños libertarios por migajas de poder, postrados ante un Gobierno que no es socialista ni nada parecido, que aplica una política económica neoliberal, que persigue a migrantes, que impone una Guarda Nacional y se rinde ante EEUU", criticó Ortega.
         El comunismo, en cambio, produjo muchos intelectuales que ahora están entre los críticos más agudos de López Obrador, como los escritores Roger Bartra y Jorge G. Castañeda.
 
: pablo jose castaneda colmenares <pajocas@gmail.com>
para: Grupo de Estudios bolivarianos <GEBOLIVARIANOSSXXI@googlegroups.com>
fecha: 18 nov. 2019 0:19
asunto:        A propósito de la coyuntura México
lista de distribución: GEBOLIVARIANOSSXXI@googlegroups.com
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
 
28 de noviembre de 2019

miércoles, 27 de noviembre de 2019

ALGO ESTÁ PASANDO EN COLOMBIA


                                                                         -0-
Nuestra América Nativa. Colombia
 
ALGO ESTÁ PASANDO EN COLOMBIA
 
Por Pancho
         Algo está pasando en Colombia y se lo debemos a Duque.En 14 meses, el presidente, ha destruido lo que a Uribe le costó más de 20 años en construir.
         Durante mucho tiempo, Uribe, utilizando todos los medios y mecanismos posible, logró construir una idea que inculcó en la mente de muchos colombianos, de que él era un elegido por la Divina providencia, de que representaba la salvación del país, para llegar allí, se alió con lo más corrupto y delincuencial de la vida política y social de Colombia, traicionó a sus amigos, eliminó de la vida política a todo el que se le atravesó, se puso al servicio de narcotraficantes y políticos corruptos, vendió el país a multinacionales y gobiernos extranjeros, se juntó con gente sin principios y sin ética, se rodeo de delincuentes y al final, logró que medio país se creyera que un nuevo enviado de Dios había aterrizado sobre este pedazo de planeta.
         Necesitó Uribe, 8 años de gobierno para terminar de corromper lo que quedaba sin contaminar, militarizó el país, llenó a pueblos y veredas de tumbas anónimas, vendió las más rentables empresas del Estado, destruyó lo poquito de dignidad que nos quedaba y cuando él, Uribe, creía que su tarea estaba terminada, apareció Duque.
         Verdad que Duque es un inepto, que nada le funciona, que sus ministros ni lo consultan ni se consultan, que se odian entre si, que son más mediocres que él, que no logran salir de un escándalo para meterse en otro, que los gobernantes de los países vecinos no l
l papel de Duque en el deterioro acelerado de la imagen de Uribe, si este gobiern Colombia no tiene timonel, a Duque no lo obedece nadie, el da un discurso pero sus ministros radican proyectos que van en contravía de lo que él dice; el gobierno, está integrado por personajes al servicio de los terratenientes, de los banqueros, de las multinacionales, del FMI y del Banco Mundial, son personas sin ningún arraigo con los colombianos, a los que la suerte del país les importa muy poco, provenientes de una clase oligárquica sin sentimientos, sorda a los sucesos que pasan en los países vecinos y que piensan que Colombia está compuesta por ciudadanos conformistas a los que se les puede tratar como esclavos. Y no se han dado cuenta, que en Colombia se comienza a generar una indignación popular que se organiza y se manifiesta y que esos ciudadanos, en su mayoría jóvenes, no creen ya, en el cuento de la predestinación de Uribe y comienzan a bajarlo de su pedestal. Solo en 14 meses, su imagen ha sufrido tal deterioro que ha entrado en un proceso irreversible, el mesías, comienza a morir lentamente, será un proceso largo y todavía producirá mucho dolor y mucho mal, pero no tiene regreso y en eso, la incompetencia del gobierno de Duque jugará un papel decisivo.
         Uribe y uribismo.
         Claro que hay que diferenciar entre Uribe y uribismo. Uribe es un personaje criminal, malévolo, lleno de odio y resentimiento, que sueña con vivir en un país rodeado de alambradas. El uribismo es una ideología, una manera de concebir al mundo y al país. Racistas, xenófobos, fanáticos, que utilizan la religión como un pretexto para imponer sus ideas clericales, proimperialistas, con ideas feudales, de mentalidad traqueta, que se une y convive con los delincuentes, con los corruptos, con los violadores.
         Esa mentalidad, está viva, ahí; encontró en Uribe su vocero, su representante y lo subió a un pedestal y el desmorone de su ídolo, no le afecta mayormente, está a la espera que aparezca otro líder que promueva sus ideas.
         El uribismo, es una corriente ideológica más difícil de derrotar y si Colombia quiere entrar al mundo de los países civilizados, modernos, deberá superar esa mentalidad paraca y traqueta que nos corroe.
         Superar esta Uribe noche, no será obra de la improvisación y el expontáneismo, será necesario una propuesta política democrática, popular, moderna, que actualmente no existe, necesitamos construir una propuesta propia, coherente, y que represente a esos miles y miles de jóvenes y adultos que hoy salieron a la calle pero que no se sienten representados en los paridos políticos alternativos o
progresistas.
         Ese divorcio que existe entre movimientos sociales y movimientos políticos debería preocuparnos, hacernos preguntar por qué esa gente que se moviliza no cree en nosotros, por qué no nos vota, por qué no nos apoya; por qué si se movilizan para rechazar a un mal gobierno, no se movilizan para elegir a un buen gobierno.
         Será porque los partidos políticos alternativos y progresistas se diferencian muy poco de los partidos de la derecha. Será porque los dirigentes alternativos o progresistas que resultan elegidos resultan más corruptos que los de la derecha. Será porque no tenemos propuestas políticas realmente
diferentes a la de los políticos de la derecha. Será porque no hacemos política para beneficio del pueblo sino para nuestro propio beneficio.
         Algo está pasando en Colombia y los sectores progresistas y democráticos nos debemos pellizcar y construir una propuesta que sea realmente interesante y que represente a esos miles y miles de colombianos que quieren trabajar por un país mejor, más incluyente, más solidario, moderno, más humano.
 
De: El Zancudo <elzancudocolombia@gmail.com>
fecha: 21 nov. 2019 20:02
asunto:        En Colombia está pasando algo
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27 de noviembre de 2019
o no fuera tan inepto, tan incapaz, habría sido más difícil desmontar esa idea de elegido que rodeaba a Uribe, en estos 14 meses, el país se ha venido al garete.
  
Nuestra América Nativa. Colombia
 
ALGO ESTÁ PASANDO EN COLOMBIA
 
Por Pancho
         Algo está pasando en Colombia y se lo debemos a Duque.En 14 meses, el presidente, ha destruido lo que a Uribe le costó más de 20 años en construir.
         Durante mucho tiempo, Uribe, utilizando todos los medios y mecanismos posible, logró construir una idea que inculcó en la mente de muchos colombianos, de que él era un elegido por la Divina providencia, de que representaba la salvación del país, para llegar allí, se alió con lo más corrupto y delincuencial de la vida política y social de Colombia, traicionó a sus amigos, eliminó de la vida política a todo el que se le atravesó, se puso al servicio de narcotraficantes y políticos corruptos, vendió el país a multinacionales y gobiernos extranjeros, se juntó con gente sin principios y sin ética, se rodeo de delincuentes y al final, logró que medio país se creyera que un nuevo enviado de Dios había aterrizado sobre este pedazo de planeta.
         Necesitó Uribe, 8 años de gobierno para terminar de corromper lo que quedaba sin contaminar, militarizó el país, llenó a pueblos y veredas de tumbas anónimas, vendió las más rentables empresas del Estado, destruyó lo poquito de dignidad que nos quedaba y cuando él, Uribe, creía que su tarea estaba terminada, apareció Duque.
         Verdad que Duque es un inepto, que nada le funciona, que sus ministros ni lo consultan ni se consultan, que se odian entre si, que son más mediocres que él, que no logran salir de un escándalo para meterse en otro, que los gobernantes de los países vecinos no lo consideran el Presidente de Colombia, pero, se necesita mucha audacia para en solo 14 meses echar por tierra lo que a su jefe le costó tanto esfuerzo construir.
         El mito uribista
         Lo primero que este paro ha demostrado, es que el cuento de que Colombia era un país uribista, es un mito, o por lo menos, es una idea que comienza a esfumarse, especialmente, la idea de que Medellín es una ciudad uribista, es un mito que comienza a desaparecer, los miles y miles de personas que salieron a marchar en Medellín, hoy 21 de noviembre de 2019, demuestran que en Medellín, los antiuribistas, somos más; porque este paro, estaba programado contra Uribe y sus métodos criminales,
contra la corrupción, contra el mal gobierno.
         Es determinante el papel de Duque en el deterioro acelerado de la imagen de Uribe, si este gobierno no fuera tan inepto, tan incapaz, habría sido más difícil desmontar esa idea de elegido que rodeaba a Uribe, en estos 14 meses, el país se ha venido al garete.
         Colombia no tiene timonel, a Duque no lo obedece nadie, el da un discurso pero sus ministros radican proyectos que van en contravía de lo que él dice; el gobierno, está integrado por personajes al servicio de los terratenientes, de los banqueros, de las multinacionales, del FMI y del Banco Mundial, son personas sin ningún arraigo con los colombianos, a los que la suerte del país les importa muy poco, provenientes de una clase oligárquica sin sentimientos, sorda a los sucesos que pasan en los países vecinos y que piensan que Colombia está compuesta por ciudadanos conformistas a los que se les puede tratar como esclavos. Y no se han dado cuenta, que en Colombia se comienza a generar una indignación popular que se organiza y se manifiesta y que esos ciudadanos, en su mayoría jóvenes, no creen ya, en el cuento de la predestinación de Uribe y comienzan a bajarlo de su pedestal. Solo en 14 meses, su imagen ha sufrido tal deterioro que ha entrado en un proceso irreversible, el mesías, comienza a morir lentamente, será un proceso largo y todavía producirá mucho dolor y mucho mal, pero no tiene regreso y en eso, la incompetencia del gobierno de Duque jugará un papel decisivo.
         Uribe y uribismo.
         Claro que hay que diferenciar entre Uribe y uribismo. Uribe es un personaje criminal, malévolo, lleno de odio y resentimiento, que sueña con vivir en un país rodeado de alambradas. El uribismo es una ideología, una manera de concebir al mundo y al país. Racistas, xenófobos, fanáticos, que utilizan la religión como un pretexto para imponer sus ideas clericales, proimperialistas, con ideas feudales, de mentalidad traqueta, que se une y convive con los delincuentes, con los corruptos, con los violadores.
         Esa mentalidad, está viva, ahí; encontró en Uribe su vocero, su representante y lo subió a un pedestal y el desmorone de su ídolo, no le afecta mayormente, está a la espera que aparezca otro líder que promueva sus ideas.
         El uribismo, es una corriente ideológica más difícil de derrotar y si Colombia quiere entrar al mundo de los países civilizados, modernos, deberá superar esa mentalidad paraca y traqueta que nos corroe.
         Superar esta Uribe noche, no será obra de la improvisación y el expontáneismo, será necesario una propuesta política democrática, popular, moderna, que actualmente no existe, necesitamos construir una propuesta propia, coherente, y que represente a esos miles y miles de jóvenes y adultos que hoy salieron a la calle pero que no se sienten representados en los paridos políticos alternativos o
progresistas.
         Ese divorcio que existe entre movimientos sociales y movimientos políticos debería preocuparnos, hacernos preguntar por qué esa gente que se moviliza no cree en nosotros, por qué no nos vota, por qué no nos apoya; por qué si se movilizan para rechazar a un mal gobierno, no se movilizan para elegir a un buen gobierno.
         Será porque los partidos políticos alternativos y progresistas se diferencian muy poco de los partidos de la derecha. Será porque los dirigentes alternativos o progresistas que resultan elegidos resultan más corruptos que los de la derecha. Será porque no tenemos propuestas políticas realmente
diferentes a la de los políticos de la derecha. Será porque no hacemos política para beneficio del pueblo sino para nuestro propio beneficio.
         Algo está pasando en Colombia y los sectores progresistas y democráticos nos debemos pellizcar y construir una propuesta que sea realmente interesante y que represente a esos miles y miles de colombianos que quieren trabajar por un país mejor, más incluyente, más solidario, moderno, más humano.
 
De: El Zancudo <elzancudocolombia@gmail.com>
fecha: 21 nov. 2019 20:02
asunto:        En Colombia está pasando algo
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
27 de noviembre de 2019


martes, 26 de noviembre de 2019

CARTA A INTELECTUALES QUE DESPRECIAN REVOLUCIONES EN NOMBRE DE LA PUREZA

                                                        -0-
NAN, Pensamiento Crítico
 
CARTA A INTELECTUALES
 
QUE DESPRECIAN REVOLUCIONES
 
EN NOMBRE DE LA PUREZA
 
Roxanne Dunbar-Ortiz, Ana Maldonado, Pilar Troya Fernández y Vijay Prashad
/ Resumen Latinoamericano / 21 de noviembre de 2019
 
         Si la crítica viene desde el punto de vista de la perfección falla en comprender la naturaleza de la lucha de clases
         Las revoluciones no ocurren de repente, ni transforman inmediatamente una sociedad. Una revolución es un proceso, que se mueve a diferentes velocidades y cuyo ritmo puede cambiar rápidamente si el motor de la historia se acelera debido a la intensificación de los conflictos de clase. Pero, la mayor parte del tiempo, se congela la construcción del impulso revolucionario y el intento de transformar un Estado y una sociedad puede ser aún más lento.
         León Trotsky en su exilio en Turquía en 1930 escribió el estudio más notable sobre la Revolución Rusa. Habían pasado trece años desde que el imperio zarista había sido derrocado. Pero la revolución ya estaba siendo despreciada, incluso por personas de izquierda. El “capitalismo” escribió Trotsky en la conclusión de ese libro “necesitó cien años para elevar la ciencia y la tecnología a las alturas y hundir a la humanidad en un infierno de guerras y crisis. Al socialismo sus enemigos solo le permiten quince años para crear y decorar un paraíso terrenal. No asumimos ninguna obligación de ese estilo. Jamás establecimos esos plazos. Este proceso de vasta transformación debe ser medido en una escala adecuada”.
         Cuando Hugo Chávez ganó las elecciones por primera vez en Venezuela (diciembre de 1998) y cuando Evo Morales Ayma ganó las elecciones en Bolivia (diciembre de 2005), sus críticos en la izquierda en Norteamérica y en Europa no dieron a sus gobiernos tiempo para respirar. Algunos profesores de izquierda comenzaron inmediatamente a criticar a estos gobiernos por sus limitaciones e incluso sus fracasos. Esta actitud fue políticamente limitada – no hubo solidaridad con estos intentos; pero también fue intelectualmente limitada, no tenían noción de las profundas dificultades para un experimento socialista en países del Tercer Mundo calcificados por jerarquías sociales y sin recursos financieros.
         El ritmo de la revolución
         Dos años después de la Revolución Rusa, Lenin escribió que la recién creada URSS no era un “talismán milagroso”, ni tampoco “allana el camino al socialismo. Da a los que antes estaban oprimidos la oportunidad de enderezar sus espaldas y de tomar en sus manos, cada vez en mayor medida, todo el gobierno del país, toda la administración de la economía, toda la gestión de la producción.”
         Pero incluso eso –todo esto y todo aquello– no iba a ser fácil. Como Lenin escribió es, “una larga, difícil y pertinaz lucha de clases, que, después del derrocamiento del dominio capitalista, después de la destrucción del Estado burgués…. no desaparece… sino que simplemente cambia sus formas y en muchos aspectos se vuelve más feroz”. Este fue el juicio de Lenin después de la toma del Estado zarista y después de que el gobierno socialista había comenzado a consolidar su poder. Alexandra Kollontai escribió (por ejemplo, en El amor de las abejas obreras) sobre las luchas para construir el socialismo, los conflictos dentro del socialismo para alcanzar sus objetivos. Nada es automático, todo es una lucha. 
         Lenin y Kollontai argumentaron que la lucha de clases no se suspende cuando un gobierno revolucionario se toma el Estado; de hecho, es “más feroz”, la oposición se intensifica, porque hay mucho en juego y el momento es peligroso porque la oposición – es decir la burguesía y la vieja aristocracia – tienen al imperialismo de su lado. Winston Churchill dijo: “el bolchevismo debe ser estrangulado en su cuna” y entonces los ejércitos occidentales se unieron al Ejército Blanco en un ataque militar casi fatal contra la República Soviética. Este ataque se produjo desde los últimos días de 1917 hasta 1923, seis años completos de ataque militar sostenido.
         Ni en Venezuela ni en Bolivia, ni en ninguno de los países que giraron hacia la izquierda en los últimos 20 años, se ha trascendido totalmente el Estado burgués ni se ha derrocado el capitalismo. Los procesos revolucionarios en estos países tuvieron que crear gradualmente instituciones de y para la clase trabajadora junto con la continuidad del dominio capitalista. Estas instituciones reflejan el surgimiento de una forma-Estado única basada en la democracia participativa; expresiones de ello son, entre otras, las Misiones Sociales. Cualquier intento de trascender completamente el capitalismo se vio constreñido por el poder de la burguesía, que no se desbarató con las repetidas elecciones y que ahora es fuente de la contrarrevolución; – y se vio restringido por el poder del imperialismo – que ha tenido éxito, por el momento, en un golpe de Estado en Bolivia y que amenaza a diario con un golpe de Estado en Venezuela.
         Nadie, en 1998 o en 2005, sugirió que lo que sucedió en Venezuela o en Bolivia fue una “revolución” como la Revolución Rusa; las victorias electorales fueron parte de un proceso revolucionario. Como primer acto de su gobierno, Chávez anunció un proceso constituyente para la refundación de la República. De forma similar, Evo afirmó en 2006 que el Movimiento al Socialismo (MAS) había sido elegido para gobernar, pero que no había tomado el poder; solo más tarde se lanzó un proceso constituyente que en sí mismo fue una larga jornada. Venezuela entró en un “proceso revolucionario” extendido mientras que Bolivia comenzó un “proceso de cambio”, o – como ellos lo llamaban simplemente – “el proceso”, que incluso ahora – después del golpe – está en curso. Sin embargo, tanto Venezuela como Bolivia experimentaron la embestida completa de una “guerra híbrida”, desde el sabotaje a la infraestructura física hasta el sabotaje de su capacidad de recaudar fondos en los mercados de capitales.
 
Lenin sugirió que después de capturar el Estado y desmantelar la propiedad capitalista, el proceso revolucionario en la nueva república de los soviets fue difícil, la pertinaz lucha de clases seguía viva y bien, imaginen entonces cuanto más difícil es la pertinaz lucha en Venezuela y Bolivia.
         Revoluciones en el reino de la necesidad
         Imaginen, una vez más, lo difícil que es construir una sociedad socialista en un país en el cual, a pesar de su riqueza en recursos naturales, sigue habiendo una gran pobreza y una gran desigualdad. Más profundo aún está también la realidad cultural que han padecido grandes sectores de la población que han luchado contra siglos de humillación social. Sorprende poco que en estos países, las personas más oprimidas entre los trabajadores agrícolas, mineros, y la clase trabajadora urbana provengan de comunidades indígenas o de comunidades afrodescendientes. El peso aplastante de la indignidad combinado con la falta de recursos de fácil acceso hace que los procesos revolucionarios “en el reino de la necesidad” sean aún más difíciles.
         En sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Marx hace una distinción entre el “reino de la libertad” donde “cesa el trabajo determinado por la necesidad y las consideraciones mundanas” y el “reino de la necesidad” donde no se satisfacen en lo absoluto las necesidades físicas. Una larga historia de dominación colonial y de saqueo imperialista luego han extraído gran parte de las riquezas del planeta y han hecho que algunas regiones, principalmente en África, América Latina y Asia parezcan estar permanentemente en el “reino de la necesidad”. Cuando Chávez ganó por primera vez las elecciones en Venezuela, la tasa de pobreza estaba en un increíble 23,4%; en Bolivia, cuando Morales ganó por primera vez, la tasa de pobreza era de un asombroso 38,2%. Lo que muestran estas cifras no es solo la pobreza absoluta de grandes sectores de la población, sino que llevan en su interior historias de humillación e indignidad social que no pueden convertirse en simples estadísticas.
         Las revoluciones y los procesos revolucionarios parecen haber estado más arraigados en el “reino de la necesidad” en la Rusia zarista, en China, Cuba, Vietnam, que en el “reino de la libertad” – Europa y los Estados Unidos. Estas revoluciones y procesos revolucionarios –como los de Venezuela y Bolivia– se hacen en lugares que simplemente no tienen acumulaciones de riqueza que puedan ser socializadas. La burguesía de estas sociedades o bien huye con su dinero en el momento de la revolución o del cambio revolucionario, o bien permanecen allí, pero mantienen su dinero en paraísos fiscales o en lugares como Nueva York y Londres. El nuevo gobierno no puede acceder fácilmente a este dinero, fruto del trabajo del pueblo, sin incurrir en la ira del imperialismo. Miren cuán rápidamente los Estados Unidos se organizaron para que el Banco de Londres confisque el oro de Venezuela y para que el gobierno estadounidense congele las cuentas bancarias de los gobiernos de Irán y Venezuela y vean cuán rápidamente se agotaron las inversiones cuando Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia se negaron a acatar los mecanismos de arbitraje de diferencias inversor-Estado del Banco Mundial.
         Tanto Chávez como Morales trataron de hacerse cargo de los recursos en sus países, un acto tratado como abominación por el imperialismo. Ambos enfrentaron reprimendas y la acusación de que eran “dictadores” porque querían renegociar acuerdos realizados por gobiernos anteriores para la extracción de materias primas. No necesitaban este capital para engrandecimiento propio – nadie los puede acusar de corrupción personal – sino para construir la capacidad económica, social y cultural de sus pueblos.
         Cada día sigue siendo una lucha para los procesos revolucionarios en el “reino de la necesidad”. El mejor ejemplo de esto es Cuba, cuyo gobierno revolucionario ha tenido que luchar desde el comienzo contra un embargo aplastante y contra amenazas de asesinatos y golpes.
         Revoluciones de mujeres
         Se admite – porque sería una tontería negarlo – que las mujeres están en el centro de las protestas en contra el golpe y por la restauración del gobierno de Morales en Bolivia; también en Venezuela, la mayoría de las personas que salen a las calles para defender la Revolución Bolivariana son mujeres. Puede que la mayoría de estas mujeres no sean masistas ni chavistas, pero con certeza entienden que estos procesos revolucionarios son feministas, socialistas y contra la indignidad impuesta a los pueblos indígenas y a los afrodescendientes.
         Países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina enfrentaron una inmensa presión del FMI durante las décadas de 1980 y 1990 para hacer grandes recortes al gasto público en salud, educación y atención de la tercera edad. El quiebre de esos sistemas cruciales de apoyo social supone una carga adicional para la “economía del cuidado” que, por razones patriarcales, es mantenida en gran medida por las mujeres. Si la “mano invisible” no cuidaba a las personas, el “corazón invisible” tenía que hacerlo. Fue esa experiencia de los recortes en la economía de cuidado la que profundizó la radicalización de las mujeres en nuestras sociedades. Su feminismo surgió de sus experiencias con el patriarcado y de las políticas de ajuste estructural. La tendencia del capitalismo a aprovechar la violencia y las privaciones aceleró el tránsito del feminismo de las trabajadoras y las indígenas directamente a los proyectos socialistas de Chávez y Morales. A medida que la marea neoliberal continúa asolando el mundo y sumerge a las sociedades en la ansiedad y el dolor, son las mujeres las más activas en la lucha por un mundo diferente.
         Morales y Chávez son hombres, pero en el proceso revolucionario han venido/llegado a simbolizar una realidad diferente para toda la sociedad. En diferentes grados, sus gobiernos se han comprometido con una plataforma que aborda tanto la cultura del patriarcado como las políticas de recortes sociales que tanto agobian a las mujeres en su tarea de mantener unida a la sociedad. Los procesos revolucionarios en Latinoamérica por lo tanto, deben ser entendidos como profundamente conscientes de la importancia de poner a las mujeres, a los pueblos indígenas y a los afrodescendientes en el centro de la lucha. Nadie niega que estos gobiernos cometieron cientos de errores, errores de juicio que retrasan la lucha contra el patriarcado y el racismo; pero son errores que se pueden rectificar, no características estructurales del proceso revolucionario. Esto es algo profundamente reconocido por las mujeres afro e indígenas en estos países, la prueba de este reconocimiento no está en este o aquel artículo que han escrito, sino en su presencia activa y enérgica en las calles.
         Como parte del proceso revolucionario en Venezuela, las mujeres han sido esenciales para reconstruir las estructuras sociales erosionadas por décadas de austeridad capitalista. Su trabajo ha sido fundamental para el desarrollo del poder popular y para la creación de democracia participativa. El 64% de las vocerías de las 3.186 comunas está en manos de mujeres, así como la mayoría de los liderazgos de los 48.160 consejos comunales y el 65% de la dirigencia de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción. Las mujeres no exigen solamente igualdad en el lugar de trabajo sino también en el ámbito social, donde las comunas son los átomos del socialismo bolivariano. Las mujeres en el ámbito social han luchado para construir la posibilidad de autogobierno, construyendo un poder dual y, por lo tanto, erosionando lentamente la forma-estado liberal. Contra el capitalismo de la austeridad, las mujeres han mostrado su creatividad, su fuerza y su solidaridad no solo contra las políticas neoliberales y las guerras híbridas, sino también a favor del experimento socialista.
         Democracia y socialismo
         Las corrientes intelectuales de izquierda se han visto muy golpeadas en el período posterior a la caída de la URSS. El marxismo y el materialismo dialéctico han perdido considerable credibilidad no solo en Occidente sino en gran parte del mundo; los estudios poscoloniales y subalternos, – variantes del posestructuralismo y del posmodernismo – han florecido en los círculos intelectuales y académicos. Uno de los temas principales de esta veta de pensamiento ha sido argumentar que el “Estado” era obsoleto en cuanto vehículo para la transformación social y que la “sociedad civil” era la salvación. Una combinación de postmarxismo y teorías anarquistas adoptaron esta línea argumental para despreciar cualquier experimento de socialismo a través del poder estatal. El Estado era visto como un mero instrumento del capitalismo, más que como un instrumento para la lucha de clases. Pero si el pueblo se retira de la contienda por el Estado, entonces este servirá sin desafíos a la oligarquía y profundizará las desigualdades y la discriminación.
         Privilegiar la idea de “movimientos sociales” por encima de los movimientos políticos refleja la desilusión con el período heroico de liberación nacional, incluidos los movimientos de liberación de los pueblos indígenas. También descarta la historia real de las organizaciones populares en su relación con los movimientos políticos que han ganado el poder estatal. En 1977, después de una lucha considerable, las organizaciones indígenas obligaron a Naciones Unidas a comenzar un proyecto para acabar con la discriminación contra la población indígena en las Américas. El Consejo Indio de Sudamérica, con sede en La Paz, fue una de esas organizaciones, que trabajó en estrecha colaboración con el Consejo Mundial de la Paz, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, así como con varios movimientos de liberación nacional (Congreso Nacional Africano, Organización Popular de África Sudoccidental y Organización para la Liberación de Palestina). Fue a partir de esta unidad y esta lucha que la ONU estableció el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas en 1981 y que declaró 1993 como el Año Internacional de los Pueblos Indígenas de la ONU. En 2007, Evo Morales encabezó el movimiento para que la ONU aprobara una Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Este fue un ejemplo muy claro de la importancia de la unidad y la lucha entre los movimientos populares y Estados fraternos. Si no fuera por las luchas de los movimientos populares entre 1977 y 2007 – ayudados y estimulados por Estados fraternos –  y si no fuera por el gobierno boliviano en 2007, esta Declaración, que tiene inmensa importancia para llevar adelante la lucha, no habría sido aprobada.
         Las y los intelectuales indígenas de las Américas han comprendido la complejidad de la política a partir de estas luchas, que la autodeterminación indígena proviene de una lucha tanto en el Estado como en la sociedad para superar el poder burgués y colonizador, así como para encontrar instrumentos que preparen la transición al socialismo. Entre estas formas, reconocidas hace casi un siglo por el peruano José Carlos Mariátegui y la ecuatoriana Nela Martínez, está la comuna.
         Las revoluciones en Bolivia y Venezuela no solo han afilado políticamente las relaciones entre mujeres y hombres, entre comunidades indígenas y no indígenas, sino que también han desafiado la comprensión de la democracia y del propio socialismo. Estos procesos revolucionarios no solo han tenido que funcionar dentro de las reglas de la democracia liberal, sino que al mismo tiempo han debido construir un nuevo marco institucional a través de las comunas y otras formas. Fue ganando las elecciones y haciéndose cargo de las instituciones del Estado que la revolución bolivariana pudo dirigir sus recursos hacia un aumento del gasto social (en salud, educación, vivienda) y hacia un ataque directo contra el patriarcado y el racismo. El poder del Estado, en manos de la izquierda, fue utilizado para construir estos nuevos marcos institucionales que extienden el Estado y van más allá de él. La existencia de estas dos formas: instituciones democráticas liberales e instituciones socialistas feministas, ha hecho estallar el prejuicio de la “igualdad liberal” ficticia. La democracia, reducida al acto de votar, obliga a los individuos a creer que son ciudadanos con el mismo poder que cualquier otro ciudadano, independientemente de sus posiciones socioeconómicas, políticas y culturales. El proceso revolucionario desafía este mito liberal, pero aún no ha logrado superarlo, como se puede ver tanto en Bolivia como en Venezuela. Se trata de una lucha por crear nuevo consenso cultural en torno a la democracia socialista, una democracia que no está basada en un “voto equivalente” sino en una experiencia tangible de construcción de una nueva sociedad.
         Una de las dinámicas clásicas en un gobierno de izquierda es que toma para sí la agenda de muchos movimientos y organizaciones populares. Al mismo tiempo, muchos de los integrantes de esos movimientos, así como de varias ONG, se unen al gobierno, aportando diversas habilidades y poniéndolas en práctica dentro de las complejas instituciones de gobierno modernas. Esto tiene un impacto contradictorio: satisface las demandas populares, pero al mismo tiempo tiende a debilitar las organizaciones independientes de diversa índole. Esto forma parte del proceso de tener un gobierno de izquierda en el poder, ya sea en Asia o en Sudamérica. Aquellos que quieren permanecer independientes del gobierno luchan por permanecer relevantes; a menudo se convierten en críticos amargos del gobierno, y sus críticas son frecuentemente utilizadas por las fuerzas imperialistas para fines que son ajenos incluso para ellos.
         El mito liberal busca hablar en nombre del pueblo, ocultar los verdaderos intereses y aspiraciones del pueblo, en particular de las mujeres, las comunidades indígenas y afrodescendientes. La izquierda al interior de las experiencias de Bolivia y Venezuela ha buscado desarrollar el dominio colectivo del pueblo en una lucha de clases contenciosa. Una posición que ataca la idea misma del Estado como opresora no ve como el Estado en Bolivia y en Venezuela trata de utilizar su autoridad para construir instituciones de poder dual para crear una nueva síntesis política, con las mujeres al frente.
         Consejos revolucionarios sin experiencia revolucionaria
         No es fácil hacer revoluciones. Están llenas de retiradas y errores porque son hechas por personas con defectos y cuyos partidos políticos siempre tienen que aprender a aprender. Su maestra es la experiencia, junto con las personas que – de entre quienes las hacen – tienen la formación y el tiempo para elaborar esas experiencias como lecciones. No hay revolución sin sus propios mecanismos de autocorrección, sus propias voces de disenso. Pero eso no significa que un proceso revolucionario deba ser sordo a otras críticas, debe acogerlas.
         Las críticas son siempre bienvenidas, pero ¿de qué forma llegan? Hay dos formas típicas de las críticas de “izquierda” que desprecian las revoluciones en nombre de la pureza.
         Si la crítica viene desde el punto de vista de la perfección, entonces su nivel no solo es demasiado alto, sino que también falla en comprender la naturaleza de la lucha de clases, que debe lidiar con el poder consolidado, heredado de generación en generación.
         Si la crítica asume que todos los proyectos que disputan el campo electoral traicionarán la revolución, entonces hay poca comprensión de la dimensión de masas de los proyectos electorales y de los experimentos de poder dual. El pesimismo revolucionario detiene la posibilidad de acción. No se puede tener éxito sin permitirse fallar y volver a intentarlo. La crítica desde este punto de vista solo proporciona desesperación.
         La “lucha de clases pertinaz” dentro del proceso revolucionario debe lograr, en alguien que no forma parte de este, que simpatice no con esta o aquella política de un gobierno, sino con la dificultad y la necesidad del proceso en sí.
         *Roxanne Dunbar-Ortiz es una activista de larga data, profesora universitaria y escritora. Además de numerosos libros y artículos académicos, ha escrito tres memorias históricas, Red Dirt: Growing Up Okie (Verso, 1997), Outlaw Woman: Memoir of the War Years, 1960-1975 (City Lights, 2002), y Blood on the Border: A Memoir of the Contra War (South End Press, 2005) sobre la guerra contra los sandinistas en los años 80; y recientemente (2015) publicó An Indigenous People’s History of the United States.
         Ana Maldonado es militante del Frente Francisco de Miranda (Venezuela).
         Pilar Troya Fernández trabaja en la oficina interregional del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
         Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es escritor y corresponsal principal de Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute. Es el editor jefe de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Ha escrito más de veinte libros, incluyendo The Darker Nations: A People’s History of the Third World (The New Press, 2007), The Poorer Nations: A Possible History of the Global South (Verso, 2013), The Death of the Nation and the Future of the Arab Revolution (University of California Press, 2016) y Red Star Over the Third World (LeftWord, 2017). Escribe regularmente para Frontline, the Hindu, Newsclick, AlterNet y BirGün.
Edición: y traducción: Pilar Troya
Brasil de Fato*
 
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fecha: 21 nov. 2019 22:13
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26 de noviembre de 2019