martes, 21 de mayo de 2019

Deslindar con la corrupción de Susana y condenar sus fechorías es un deber

Por: 
Guillermo Bermejo Rojas
Ver los insultos al resto de la izquierda de parte de los defensores de Villaran explica bien la agonía caviar. Ha sido duro para ellos: Toledo, Ppk, Ollanta y ahora Susana quedarán en la historia al lado de Alan, Keiko y Castañeda. Todo lo que tocaron para combatir la corrupción terminó siendo parte de la misma. Y en el corto plazo saben que están muertos electoralmente, que son leprosos con los que nadie querrá juntarse, excepto sus pares en delitos. Y les duele, pero sobre todo los vuelve agresivos.
Para ellos, formados en el espíritu arribista de los tiempos, no existe derrota digna en su diccionario. Prefieren la victoria viciada, la trampa disfrazada de atajo. Y no es de ahora. Hace rato que, además de burlarse de cualquier intento de hacer política basada en principios, gritan a los 4 vientos que la tarea es lamer pedacitos de poder a costa de aupar a cualquier impresentable, presentando salvadores donde saben que hay la misma trama contra el pueblo, poniendose al servicio de los enemigos del pueblo a cambio de cualquier cargo público.
Deslindar con la corrupción de Susana y condenar sus fechorías es un deber. Nadie que no se haya embarrado con ese dinero tiene porque cargar un muerto que no es suyo. Pero que salgan a confundir las raterias de Villaran, su complicidad con las trasnacionales para dañar Lima, con el internacionalismo ya es un verdadero despropósito. Alguna vez Barrantes me dijo que el peor enemigo de la revolución era el revolucionario arrepentido. Pero creo que es peor esta especie que al ver desnudada su miseria quiere poner a todos en el mismo saco como pretende la derecha

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