jueves, 18 de febrero de 2016

Finalizan mil años de enemistad entre ortodoxos y católicos


Patriarca ruso Kiril y papa Francisco
© REUTERS/ Max Rossi

Vicky Peláez

Parecía un milagro el simbólico beso y abrazo que se dieron el Papa Francisco y el Patriarca Kirill declarándose amigos y hermanos el pasado 12 de febrero en La Habana. Esto sucedía después de 1,000 años de separación, ofensas y enemistad entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Si alguien pudiera probarme que Cristo está fuera de la verdad y si la verdad realmente excluyera a Cristo, preferiría quedarme con Cristo y no con la verdad.
(Fedor Dostoyevski, La Carta a Madame N.D. Fonvisin, 1854)

Ambos líderes religiosos reconocieron, según el Patriarca Kirill, que “las dos Iglesias pueden operar conjuntamente defendiendo a los cristianos en todo el mundo” a lo que el Papa Francisco contestó que la “unidad se hace caminando” y agradeció “la humildad fraterna” de su interlocutor y “sus buenos deseos de unidad”.
El camino de estas dos ramas del Cristianismo había sido desde 1,054, el año de su separación, completamente diferente. La Iglesia Católica Romana se había convertido en una poderosa organización que siempre había tratado de elevar al Vaticano a nivel de Estado, no sólo en términos espirituales sino financieros y en especial políticos. Cada Papa aspiraba jugar un papel central en todos los procesos que sucedía en el mundo.
La independencia de la Iglesia Católica siempre había sido relativa en el transcurso de estos 1,000 años. Durante la conquista del Nuevo Mundo mientras Hernán Cortés, Cristóbal Colón, Francisco Pizarro imponían el poder del Estado español a sangre y fuego, la Iglesia Católica reforzaba la invasión y el genocidio a través de la evangelización forzada de la población nativa.
Cada Papa siempre aspiraba convertir a los ortodoxos rusos en católicos y la influencia de la Iglesia Romana llegó a tal poder que el Gran Príncipe de Toda Rusia, Iván III que reinó de 1462 a 1505 decidió, a sugerencia del Papa Paulo II, esposar a la sobrina del último emperador bizantino Constantino XI, Sofía Paleoloza, protegida del Pontífice.
De esta forma el monarca ruso pensaba reforzar su prestigio en Europa mientras que el Papa quería unir a través de aquel matrimonio a los católicos y los ortodoxos en una sola fe, por supuesto la católica. El cortejo de la novia lo dirigía el representante papal el cardenal Basilio Bessarión junto con Antonio Benumbra llevando una gran cruz católica. Sin embargo, a 15 leguas de Moscú el boyardo Fedor Jromoy arrancó la cruz del cortejo y no permitió que aquel símbolo católico entrase en la ciudad. Así fracasó la misión papal de convertir la política religiosa moscovita. Inclusive la princesa Sofía después del matrimonio se convirtió a la ortodoxia.
Pasados unos 400 años el Vaticano se pronunció por  medio del Papa Pío XI contra la Unión Soviética y después de la Segunda Guerra Mundial se negó a participar en la promoción de paz en el mundo con el Patriarcado de Moscú. Desde la revolución rusa hasta la disolución de la URSS, el Vaticano se convirtió en una las fuerzas principales de lucha contra todas las manifestaciones del socialismo y comunismo. Desde su elección en 1978 el Papa polaco Juan Pablo II se unió con Ronald Reagan y Margaret Thatcher para hacer una cruzada contra el campo socialista con la ayuda de la CIA, la Mossad, el MI6 que terminó con el derribo del Muro de Berlín y la desintegración del Unión Soviética. En seguida el Papa empezó a crear cuatro diócesis católicas en Rusia aprovechando la debilidad de la Iglesia Ortodoxa rusa lo que irritó seriamente al Patriarca Alejo II y generó inquietud en Moscú que lo vio como una invasión. También empezó a reforzar el catolicismo en Ucrania y Bielorrusia.
De allí empieza el nuevo despertar y el fortalecimiento de la Iglesia Ortodoxa en Rusia después de unos 75 años de inactividad y contemplación que finalmente se convirtió en una principal fuerza unificadora y patriota del nuevo estado ruso. A diferencia del Vaticano la Iglesia Ortodoxa rusa nunca trató de convertirse en una de las fuerzas principales de los cambios políticos mundiales. Tampoco la Iglesia rusa nunca ha sido independiente del Estado apoyándolo en términos "ideológicos". Mientras la función del Papa en la religión católica es percibida como la máxima figura de la autoridad, la Iglesia Ortodoxa está dividida en 15 patriarcados que reconocen sólo el poder de su propia autoridad pero mantienen entre sí la comunión doctrinal y sacramental.
En términos numéricos los católicos superan a los ortodoxos. Según la estadística de Naciones Unidas, actualmente hay 1,200 millones de católicos en el mundo y 300 millones de ortodoxos de los cuales 150 millones de sus seguidores en las iglesias autocéfalas están bajo la supervisión de la Iglesia Ortodoxa rusa.
Las dos iglesias tienen ciertas diferencias rituales y se enfrentan en cuestiones teológicas y doctrinarias como el concepto de purgatorio y en especial la controversia trinitaria. Mientras para los católicos el Espíritu Santo “procede del padre y del hijo”, los ortodoxos prescinden de la figura del hijo respecto al Espíritu Santo. Según el vicerrector de la Universidad Pontíficia de la Santa Cruz de Roma, Philip Goyert, “lo que en latín se llama clausula “filioque” (“y del hijo”) ha generado concilios, guerras y malentendidos. Por eso nos peleamos un milenio”.
Sin embargo, en determinadas situaciones hasta la enemistad deja de durar para siempre. A nivel mundial se ha producido un vacío político debido a la violencia auspiciada por EE.UU. en el Medio Oriente y en África del Norte y sus políticas de confrontación con China y Rusia. Actualmente ninguno de los existentes organismos internacionales o gobiernos son capaces de propiciar el diálogo para poner fin a lo que los globalizadores “iluminados” llaman el “choque de las civilizaciones”. En la Declaración Conjunta que tiene 30 puntos, ambos líderes llaman a las iglesias cristianas para que cierren filas ante el asecho del fundamentalismo islámico y la persecución de cristianos en el Medio Oriente y en África del Norte.
También expresaron su preocupación por la “división entre los creyentes en Ucrania donde después del colapso de la URSS, la Iglesia Ortodoxa se separó en el Patriarcado de Kiev que se acercó a la Iglesia Greco-Católica y al Patriarcado de Moscú que es bastante cercano a Rusia. El encuentro entre el Patriarca Kiril y el Papa Francisco produjo descontento en la Iglesia Greco- Católica ucraniana, cuyo líder Sviatoslav Shevchuk afirmó que “nuestra experiencia nos ha enseñado que cuando el Vaticano y Moscú organizan encuentros o firman acuerdos, no tenemos que esperar nada bueno”.
En realidad no se puede esperar grandes cambios en el acontecer mundial después de este histórico encuentro. El Papa Francisco, con sus ideas expresadas en Evangelii Gaudium condenando el neoliberalismo por “envenenar el mundo por el espíritu del consumo” y declarando que “mientras los problemas de los pobres no estén solucionados radicalmente mediante el rechazo a los mercados libres y la especulación financiera… ningún problema va a resolverse”, no es muy popular entre los ricos y poderosos que dirigen los destinos del planeta. Pero sí podría crear un consenso popular a nivel internacional para que más de un millón de cristianos presionen a sus gobiernos y así parar la violencia en el Medio Oriente y en África.
También este encuentro podría ser preludio para el rompimiento del aislamiento político de Rusia como resultado de hostilidades en Ucrania y autoproclamación de dos repúblicas independientes del gobierno ucraniano: la República Popular de Donetsk y la de Lugansk. El Papa podría convertirse en el mediador entre Rusia y el Occidente como lo hizo en el caso de Cuba y Norteamérica. De todas formas el abrazo entre Kiril y Francisco es una señal de Moscú de establecer buenas relaciones con el Vaticano y posiblemente buscar su ayuda en la solución de la guerra en Siria bajo el pretexto de proteger a los cristianos perseguidos por el Estado Islámico, al-Qaeda, al-Nusra y otras organizaciones y grupos radicales de yihadistas.
Todo esto podría ser cuestión del futuro, mientras tanto la guerra en Siria sigue su curso amenazando al país de ser origen de un nuevo conflicto mundial. El Papa Francisco se dirigió a México donde su estadía produjo un alboroto popular. El pontífice exhorto a los obispos de “ser de mirada limpia, de alma transparente y de rostro luminoso” lo que es muy difícil esperar en México contemporáneo donde gran parte de los sacerdotes se oponen a la renovación de la Iglesia impulsada por el Papa. En otras palabras es como “pedirle peras al olmo”. El mismo presidente de México, Enrique Peña Nieto comulgó, pero como escribió el periodista Víctor Toledo “¿Qué puede confesar un ser humano cuyo gobierno envía cada día a la pobreza a 4,000 mexicanos?”. También el Pontífice tuvo un encuentro con los ricos y poderosos mexicanos del Consejo Coordinador Empresarial que representan un por ciento de los mexicanos.
Recién en San Cristóbal de Las Casas hubo una misa realmente participativa durante la cual el Papa Francisco denunció como algunos “marcados por el poder y las leyes del mercado han despojado a los indígenas de su tierra”. Terminó diciendo “¡Perdón, Perdón, Hermanos!”. También hubo ciertas extrañezas en su conducta cuando aparente cedió a las presiones del gobierno y se negó a tener una entrevista con los padres de 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Tampoco admitió un encuentro con los afectados por las violaciones de los “sacerdotes” de los Legionarios de Cristo encabezados por Marcial Maciel, los cuales obtuvieron sorpresivamente el perdón del Papa Francisco.
El Papa se irá finalmente de México que se quedará sólo con sus 164,000 asesinados, 27 mil desaparecidos, decenas de periodistas eliminados o amenazados y nueve millones de jóvenes sin trabajo ni escuela.
Por su parte el Patriarca Kiril después de una entrevista con Fidel Castro tomó el avión para aterrizar finalmente en Paraguay para encontrarse con la comunidad rusa en la capital Asunción que cuenta con unas 400 personas que se confiesan ortodoxos.
Papa Francisco y el patriarca ruso Kiril
© AFP 2016/ Louisa Gouliamaki / Alberto Pizzoli
Los rusos que llegaron al país eran militares zaristas exiliados tras el triunfo de la revolución bolchevique. Cerca de 70 de estos oficiales se enrollaron en el ejército paraguayo y combatieron con éxito contra las tropas bolivianas encabezadas por los militares alemanes en la Guerra del Chaco (1932-1935). El héroe de aquella guerra el general ruso Juan Belaieff fue uno de los instructores del futuro dictador despiadado del país Alfredo Stroessner (1954-1989). El próximo 19 de febrero el Patriarca estará en Brasil ampliando vínculos de la Iglesia Ortodoxa con la Iglesia Católica.
Mientras tanto el mundo sigue su rumbo y la guerra continua en el Medio Oriente y en África del Norte porque como aseveró el Papa Francisco, “muchas personas con poder no quieren la paz porque viven de la guerra”.
Fuente: Sputnik

No hay comentarios:

Publicar un comentario