jueves, 8 de agosto de 2019

QHAPAQ ÑAN: EL MAYOR CAMINO PEATONAL DE LA HISTORIA UNIVERSAL UNIÓ A LOS PUEBLOS PRECOLOMBINOS DE SUDAMÉRICA

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América del Sur

QHAPAQ ÑAN:

EL MAYOR CAMINO PEATONAL DE LA HISTORIA UNIVERSAL

UNIÓ A LOS PUEBLOS PRECOLOMBINOS DE SUDAMÉRICA

Isaac Bigio
Opinión
24/07/2019
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         Hace 5 años la UNESCO le declaró como el más extenso patrimonio cultural de la humanidad.
         Hoy cuando en el lapso de 3 semanas se celebran los días nacionales de Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador es bueno recordar que por estos países, además de Chile y Argentina, pasa la mayor red de vías para caminantes que hayan sido construido y que son reconocidas como patrimonio cultural de la humanidad.
         Distintas redes viales
         En el antiguo Viejo Mundo hubo algunos muy memorables sistemas de caminos, destacándose el de la ruta de seda por el que pasaban las caravanas que transportaban mercaderías de un extremo al otro del Asia, desde China a Siria, o el que antes edificaron los romanos durante los 5 siglos que duró su imperio y mediante el cual diversas carrozas podían ir desde la actual Inglaterra hasta Egipto y desde la península turca hasta la ibérica.
         Sin embargo, ninguno de ellos se compara al que construyeron los suramericanos antes de la llegada de los europeos y al que se le conoce como Qhapaq Ñan (“camino del poderoso”). Hasta 1492 en lo que hoy llamamos las Américas había 100 millones de habitantes, tantos o más como en toda Europa, los cuales conocían la rueda pero no la utilizaban para mover vehículos, pues no tenían grandes animales de tracción como los caballos, toros o burros.
         Los caminos que hacían eran hechos para peatones, aunque en el caso de los Andes se incluyeron a las llamas y alpacas, los camélidos del Nuevo Mundo. Éstos, a diferencia de los del Viejo Mundo, son más pequeños y no tienen la fuerza o capacidad para transportar personas (aunque sí bultos menores de solo 30 kilos de peso que pueden ser cargados hasta por unos 20 kilómetros de recorrido). Empero, los auquénidos sí pueden escalar montañas y adecuarse a las escarpadas alturas heladas. 
         La topografía andina es única en el planeta. Entre Londres y Liverpool hay unos 350 kilómetros de vías planas, pero esa misma distancia cortando horizontalmente a los Andes puede pasar por uno de las costas con los mares más profundos y desiertos más secos hasta por picos de más de 6 kilómetros de altura,  para luego descender a la mayor selva tropical del planeta.
         El Qhapaq Ñan unía a Atacama el Amazonas. Es decir, el desierto más seco con la selva lluviosa más extensa del planeta. Y todo ello pudiendo pasar por los volcanes de la sierra argentina y chilena, qué son los más altos que hay en la Tierra (y en los cuales se han encontrado partes de dicho camino y momias de menores de edad ofrendados a los “Apus” o dioses montañas)
         Para conectar pueblos esparcidos en esa muy accidentada geografía (la cual hizo que solamente en el imperio inca hubiese más familias lingüísticas diferentes que en cualquier otro imperio previo del planeta) los antiguos sudamericanos crearon una red de caminos muy distintos a las del Viejo Mundo. Dos vías iban entre sur y norte, una bordeando la costa y la otra la sierra, con constantes interconexiones horizontales. Algunos de estos caminos estaban señalizados sobre la arena de los desiertos costeros, pero otros pasaban por precipicios o se adentraban muy profundamente en la selva.
         La ingeniería andina sorprendió a los primeros cronistas españoles. Para hacer frente a los abismos se construyeron y se mantienen resistentes puentes colgantes hechos con soga. Además había otra clase de puentes como los flotantes, los de madera y los de piedra, y también las oroyas (cables que transportan individuos). Frente a los aluviones o a las lluvias e inundaciones varios caminos se asentaron en descomunales cimientas con drenaje. A ciertas distancias había templos al sol, la luna y otras deidades, así como señalizadores y tambos,  lugares para almacenar comida y poder pernoctar. Tremenda red no solo costaba mucho trabajo y miles de personas para edificar sino para mantener siempre limpio y despejado.
         Un sistema de correo veloz recorría estos caminos. Rápidos chasquis llevaban como postas los quipus (una forma de escritura y de contabilidad con pitas y nudos de distintas calidades, orígenes, colores y formas que solamente podía ser descifrada por especialistas) y una serie de productos. Se dice que el Inca comía regularmente en el Cuzco pescado fresco traído desde el mar. 
         Civilización vertical
         Este sistema logró algo que hasta hace medio milenio fuese imposible en la historia universal: un imperio basado en una geografía vertical que iba desde arriba de la línea ecuatorial hasta debajo de la del trópico de Capricornio. Hasta antes de los imperios europeos ultramarinos todos los que se habían dado en la humanidad tenían una extensión horizontal basándose en una similar longitud y zona climática donde se podía producir similar tipo de productos agropecuarios.
         Los imperios de la antigüedad, desde los de Egipto hasta los de los persas, mesopotámicos, griegos, chinos, romanos, vikingos, indios, árabes y mongoles se daban en torno a regiones con poca diferencia de grados de latitud, y arriba o ligeramente abajo del trópico de Cáncer, sin haber nunca llegado a la línea ecuatorial que divide al planeta entre los hemisferios austral y septentrional.
         Los incas crearon el primer imperio en cubrir un área de más de 35 grados de latitud y en tener territorios tanto en el hemisferio norte y en el del sur, lo que hacía que mientras en uno era invierno en el otro era verano, y viceversa. Además, producía una increíble diversidad de cultivos, entre los que reciben directamente el sol y sin tener casi nada de sombra (en el Ecuador) hasta los australes donde hay una extensa sombra y los días y noches varían mucho de acuerdo a la temporada. Esa diversidad se agiganta con los distintos pisos ecológicos que iban desde el llano amazónico pasando por la ceja de montaña, los altos nevados y luego los valles templados y la costa pacífica.
         El quechua es el único idioma con más de 10 millones de hablantes en el mundo que se denomina como tal por un determinado piso ecológico. Este es el de la zona templada entre los 2300 a 3500 metros sobre el nivel del mar que se haya entre los picos y la costa andinos. Además, los quechuas nombran otras 7 franjas de alturas, fenómeno que solo existe en los Andes.
         Anteriormente se solía denominar al Qhapac Ñan como el “camino inca”, pero eso es un término no muy justo, pues el imperio inca que iba desde el sur de Colombia al centro de Chile duró menos de un siglo, lapso en el cual es imposible que se pudieran haber edificado los más de 40,000 kilómetros de vías de esta red vial, las cuales, a su vez, estaban llenos de puntos de almacenamiento, descanso y reposo, fortalezas, templos, puentes y construcciones montañosas.
         Los orígenes de estos caminos parten de civilizaciones aún más antiguas, incluyendo las de los Waris que dominaron el centro y norte del actual Perú o de los Tiahuanaco que dominaron el sur peruano, el norte chileno y el grueso de Bolivia, y hasta otras aún mucho más añejas, como las que edificaron las líneas de Nazca, los templos de Chavín y Sechín o las pirámides del norte de Lima, algunas de las cuales, como las de Caral, bordean los 5 milenios de antigüedad.
         Extensión
         El Qhapaq Ñan oficialmente une a Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Sin embargo, éste llegó a abarcar territorios del chaco paraguayo, boliviano y argentino. También se vienen haciendo muchos descubrimientos de una vía de 3,000 kilómetros que conectaba los océanos Pacífico con el Atlántico y a la antigua capital inca (Cusco) con la actual mayor metrópolis brasileña (São Paulo).
         A este camino se le conoce como Peabiru. “Pe” en guaraní significa camino, lo mismo que “Ñan” en quechua. El Peabiru se extendía a los actuales Estados del sur brasileño de Sao Paulo, Santa Catarina y Río Grande del Sur y pasaba por las cataratas de Iguazú y la actual Asunción, capital del Paraguay.
         Precisamente por ese camino llegaron los primeros conquistadores ibéricos a enfrentarse al imperio inca. En 1524, 9 años antes que Francisco Pizarro conociese al Inca Atahualpa (y luego le apresara), Aleixo García lideró una expedición compuesta por unos 2,000 guaraníes para marchar sobre el Tahuantinsuyo, pero la corona española fue aplastada por la cuzqueña en el oriente de la actual Bolivia.
         Ese episodio demuestra cuán falso y manipulador es el mito de que Pizarro con unos cuantos caballos y menos de 200 hombres mató a miles de soldados incas y sin tener una sola baja pudo capturar a un monarca y sumo sacerdote que entonces detentaba más tierras que el rey de Castilla o el mismísimo Papa.
         Los incas no fueron sorprendidos por los jinetes y armas españoles, pues una década antes habían derrotado a una fuerza ibérica 10 veces mayor. Cuando en 1524 los conquistadores llegaron por un ramal del “camino inca” al oriente boliviano el emperador inca de entonces era Huayna Cápac, el cual luego morirá, al igual que su delfín y de gran parte de su ejército y población debido a los virus que trajeron los europeos y sus animales.
         Esas pestes conducirán a la despoblación y a la guerra civil fratricida que Francisco Pizarro supo sacar provecho para capturar al sucesor de Huayna Cápac en un controversial episodio del cual solamente tenemos una versión oficial española altamente cuestionable.
         También se habla de otros caminos, incluyendo uno hacia Tierra del Fuego, otro hacia la meseta de las Guayanas en el noreste sudamericano y otros hacia el centro y norte de la actual Colombia.
         En 1975 saqueadores descubrieron una inmensa “Ciudad Perdida” de unas 13 hectáreas en la sierra nevada de Santa Marta, aquella donde los Andes culminan en el mar Caribe. Esta tiene una serie de caminos y construcciones de piedra en medio de montañas verdes que, dentro de sus propias particularidades, recuerdan a los de los incas como Machu Picchu o las de los pueblos nativos de Chachapoyas, al sur y norte de la ceja de selva peruana, respectivamente. Los constructores de todas esas ciudades pétreas hablaban grupos lingüísticos incomprensibles entre sí mismos, pero aún siguen cultivando plantas tradicionales como la papa, el maíz o la coca.
         El primer mapa del Tahuantinsuyo (“las 4 regiones”, como se conoce a las tierras que los incas dominaron o influenciaron, las mismas que partían desde el Cuzco) hecho por un cristianizado nativo quechua hablante, Felipe Guamán Poma de Ayala (1535 – 1616 DC), incluye dentro de éste a Bogotá, la Patagonia, Paraguay, buena parte del Brasil y a la mayoría del continente suramericano, en cuyo centro el colocó al Cusco.
         Ya se ha comprobado que los incas llegaron a extenderse hasta la frontera boliviana-brasileña donde se han descubiertos también ruinas pre-incas aún siglos más antiguas de una avanzada civilización que construía extensos caminos, geo-glifos y granjas piscícolas en la Amazonía, especialmente en centro y oeste del actual Brasil.
         Otras vías
         Antes del arribo de los europeos a Sudamérica en este continente no existía la moneda ni el capital y había una gran variedad de familias lingüísticas (mientras que en Europa solamente hay esencialmente dos: la indoeuropea y la uraltaica). La mayoría de los pueblos nativos americanos conservaban sus propios idiomas, trajes y costumbres aunque había un extenso intercambio y relaciones de reciprocidad con otros pueblos. 
         Los mesoamericanos importaron las grandes técnicas orfebres de los Andes. Desde la costa nor-peruana hasta toda Colombia la artesanía en oro no tiene parangón, mientras que los pueblos que bordean la actual costa fronteriza ecuatoriana-colombiana lograron trabajar artesanalmente el platino mucho antes que los europeos. En cambio en el río Balsas y la costa mexicana del Pacífico se hizo hace 9 milenios el primer gran alimento genéticamente modificado de la humanidad. Este es el maíz, planta cuyo cultivo se esparció hacia el norte por el golfo de México y el Misisipi y hacia el sur surcando el Pacífico y la cordillera de los Andes.
         Si bien se han podido descifrar las escrituras de los antiguos egipcios o mayas, no pasa lo mismo con los antiguos andinos cuyos no muchos quipus que se salvaron (pues la inmensa mayoría de ellos fueron destruidos por los conquistadores) no pueden aún revelar la vasta información que contienen. Algunos idiomas importantes se han extinguido al punto que solo se conservan algunas pocas cientos de palabras de palabras del puquina la lengua original de la etnia y de la nobleza incas.
         La conquista condujo al exterminio de al menos uno de cada veinte nativos sudamericanos, mientras que el virreinato y las subsiguientes repúblicas criollas así como la modernización del grueso del siglo XX impulsaron la destrucción y el saqueo masivo de construcciones y tesoros precolombinos. De allí que es difícil encontrar muchas pistas.
         Cada vez aparecen nuevos hallazgos, como el de Caral y otras construcciones del “Norte Chico” de Lima que bordean los 5 milenios de antigüedad, o de las gigantescas obras geométricas que la deforestación amazónica va revelando.  
         Nuevos hallazgos corroboran la bitácora del viaje de Orellana, el primer europeo en viajar por el Amazonas hasta su desembocadura, donde se habla de cadenas de ciudades a lo largo de dicho río. Hoy se sabe que el Amazonas no es una selva prístina sino un jardín cultivado de frutos comestibles donde hay numerosos rastros de “terra petra dos índios”, una forma artificial y precolombina de suelo, la cual es la más fértil que existe y cuyos secretos aún no son del todo desentrañados.
         En toda la Amazonía precolombina había ciudades circulares unidas por decenas de kilómetros de anchos caminos que atravesaba la mayor cuenca fluvial del planeta. Incluso se habla que hace 5 siglos había en ésta más habitantes que en la actualidad. La inmensa mayoría de ellos, así como al menos un 95% de los nativos americanos, fallecieron gracias a los virus que llegaron a sus tierras antes de que llegasen sus originales portadores (humanos y animales traídos desde Europa).
         Los antiguos suramericanos transitaban por numerosos caminos peatonales desde uno a otro océano, desde debajo del trópico de Capricornio hasta encima de la línea ecuatorial, y por todos los Andes y la Amazonía.
         A ello se suma una serie de avanzados conocimientos de navegación. Estos últimos permitían unir miles de kilómetros de vías fluviales amazónicas con el imperio inca.
         Colón vio grandes canoas y piraguas que transportaban decenas de pasajeros y muchos productos por toda la cuenca del Caribe, un mar intercontinental de similar tamaño e interconexiones que el Mediterráneo. Pizarro vio grandes balsas que transportaban bienes y personas desde el actual Ecuador hasta el norte.
         Diversas crónicas y hallazgos arqueológicos sugieren que Túpac Yupanqui y otros incas lograron llegar a la actual Polinesia francesa o a Rapa Nui (la Isla de Pascua), mientras que en Chile se han descubierto restos de gallinas y cráneos humanos precolombinos de origen y ADN polinesios. A lo largo de toda Oceanía se ha cultivado desde antes de la llegada de los europeos el camote, un tubérculo oriundo de Sudamérica al cual se le llama con nombres similares al de varios pueblos andinos.    
         Antes de los navegantes ibéricos, los pueblos de las islas del sudeste asiático lograron desplazarse hacia las despobladas islas de Madagascar y otras al este del África, a Nueva Zelanda, a Hawái  y virtualmente a todas las que hay en el descomunal océano Pacífico.  Los contactos interoceánicos entre la Polinesia y los Andes son más antiguos que los que hicieron los europeos a ambos lados del Atlántico o entre este océano y el Índico.
         Fines militares
         Los caminos precolombinos tuvieron un importante rol también de corte militar y administrativo. Por esas vías se podían reclutar y desplazar rápida y masivamente decenas de miles de tropas.
         Los imperios de Europa, del Medio Oriente, de China o de la India usualmente edificaban a sus capitales y centros de poder sobre todo a baja altura y cerca a las costas o ríos caudalosos relativamente planos y navegables. Hubo algunas excepciones como la de los hititas, quienes, no obstante, nunca estuvieron en tan grandes alturas ni tan lejos del mar.
         En cambio, los incas y sus predecesores (como los waris o tiahuanacotas) construyeron imperios muy diferentes pues sus capitales y centros de poder se encontraban entre 3 a 4 kilómetros sobre el nivel del mar.
         Uno de los generales más célebres de la antigüedad, Aníbal de Cartago, se hizo famoso por haber cruzado en Octubre 208 AC los Alpes para llegar a la península itálica y golpear a Roma en su bastión. Un reciente estudio analizando los microbios de los excrementos equinos de hace 2 milenios sugiere que Aníbal atravesó los Alpes por el Col de la Traversette, un estrecho paso en la actual frontera franco-italiana, cercano a Grenoble y Turín, el cual está ligeramente por debajo de los 3,000 metros sobre el nivel del mar y casi a la altura de la capital del imperio Wari (en el actual departamento sur-peruano de Ayacucho).
         En cambio, la impresionante fortaleza de Sacsayhuamán del Cuzco está a 3,700 metros sobre el nivel del mar y más arriba aún se encuentra el Lago Titicaca, de donde provienen originalmente los incas y donde se encuentran las antiguas capitales de los poderosos reinos de Tiahuanaco, Pucara y Hatun Colla.
         Mientras los imperios euro-asiáticos y africanos, salvo pocas excepciones, partían de las tierras bajas para conquistar a las altas, en los Andes ocurrió lo opuesto. Los más exitosos imperios suramericanos no fueron aquellos que se asentaron en las pampas de Nazca, Pachacamac u otras ciudadelas de Lima, o los reinos moche o chimú de la costa nor-peruana, sino los que descendían desde reinos a alrededor de 3 o más kilómetros de altura sobre el nivel del mar. Y estos últimos conquistaban distintos pisos ecológicos tanto a su oeste en dirección a la costa como a su oriente en dirección a la selva.
         Los caminos andinos estaban estructurados también para facilitar esa clase de conquistas y el intercambio de productos entre los 8 distintos pisos ecológicos de la costa, sierra y selva.
         Tan importantes han sido esos caminos que gran parte de la actual carretera internacional panamericana, así como otras vías, incluyendo en la metrópolis de Lima, se basan en antiguas rutas del Qhapaq Ñan.
         Patrimonio cultural de la humanidad
         La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) decidió oficialmente catalogar al Qhapaq Ñan como patrimonio cultural de la humanidad el 21 de junio del 2014, el día del equinoccio de invierno en los Andes del sur, el mismo que fue festejado por el presidente boliviano Evo Morales Ayma y por los aimaras como “el año andino y amazónico” 5,522.
         Esta decisión se dio un día antes que se le dio el mismo status al corredor que une Chang’an y Tianshan que se haya entre el oeste de China, Kazajistán y Kirguistán y que llegó a ser parte de la ruta de la sede que conectaba la costa asiática del Mar Mediterráneo con la del Océano Pacífico de ese mismo continente.
         La ruta de la seda existió durante dos milenios desde unos siglos antes de Cristo hasta hace unos dos siglos atrás. Su nombre se deriva a que por ella llegaba desde China al resto del mundo los productos de seda, cuya producción se mantenía bajo un hermético monopolio en el Oriente vetándose cualquier exportación del gusano que producía sus hilos. Por esos caminos también se intercambiaban toda clase de productos entre el Occidente cristiano, el mundo musulmán y el Oriente budista y politeísta.
         Debido a la vastedad de la ruta de la seda la UNESCO decidió solamente reconocer ciertos tramos de ésta, habiendo comenzado con solo uno de 5,000 kilómetros de largo, el cual une solamente a 3 países, pero no pasa por ninguna gran metrópolis.
         El Qapaq Ñan, en cambio, recorre una distancia al menos 8 veces mayor e integra a 6 repúblicas, incluyendo a Santiago de Chile, Lima y Quito, capitales de las 3 naciones andinas que solo tienen litoral en el océano Pacífico y cuyos nombres reflejan total o parcialmente un origen amerindio, además de las dos capitales de Bolivia (La Paz y Sucre, las cuales originalmente fueron denominadas con los apelativos nativos de Chuquiago Marka o Charcas/Chuquisaca).
         El imperio inca duró la veinteava parte de lo que duró la ruta de la seda, por lo que muchas de sus rutas fueron incorporadas de otras previas civilizaciones.
         A pesar de que hace 5 siglos los españoles conquistaron los Andes y modificaron sustancialmente la composición demográfica y racial así como también la flora, la fauna, la agricultura, la ganadería y el paisaje de esta cordillera, la mayoría de los nombres de los ríos, pueblos, distritos, provincias o departamentos por donde pasaba el Qhapac Ñan mantienen sus apelativos oriundos.
         Todo ello, pese a que la inmensa mayoría de los andinos precolombinos fue exterminada por las enfermedades y la explotación que trajeron los conquistadores, y que los más de 100 millones de andinos que hoy viven en los países del antiguo Incario ahora hablan el idioma que impusieron los españoles y creen en los credos que estos mismos europeos también trajeron.  
         El Qapaq Ñan es hoy por hoy el patrimonio cultural de la humanidad más extenso que la UNESCO ha reconocido como tal. Es el único en el mundo que abarca a 6 países, las cuales conforman la mitad de las 12 del continente sudamericano, que une a 5 capitales republicanas y que agrupa a decenas de ciudades y fortalezas dispersos en un área de 2 a 3 millones de kilómetros cuadrados. 
         Y así como la UNESCO contempla extender el reconocimiento como patrimonio cultural de la humanidad a otros tramos de la ruta de la seda, lo mismo debería hacer con otros caminos que no hicieron directamente los incas pero que estaban conectados con el Qapaq Ñan.
         Uno de ellos es el de Piabiru, el cual demuestra que medio milenio antes de que se construya un moderno ferrocarril entre la costa atlántica del Brasil con la pacífica del Perú y desde Sao Paulo hasta Cuzco, los antiguos sudamericanos habían construido un camino para personas y llamas que unía todos esos destinos.
         Los sistemas de caminos interconectados como el Qhapaq Ñan y Piabiru en los hechos conectaron a todas las grandes ciudades del hemisferio sur americano. Por el Piabiru que unía al Incario con la capital paraguaya (Asunción) se podía llegar a la cuenca navegable del Río de la Plata que culmina en las capitales argentina y uruguaya (Buenos Aires y Montevideo, respectivamente). Con ramales de este último y del Qhapaq Ñan que llegaban a ríos navegables de la Amazonía se podía llegar hasta territorios que hoy pertenecen al Brasil, las Guayanas y Venezuela.
         Y cuando las 4 repúblicas que conforman la Comunidad Andina de Naciones (CAN) conmemoran sus independencias es bueno rendir un particular homenaje a los pueblos nativos que antes de la conquista europea construyeron la red de caminos puramente peatonales más importante de la especie humana, y la que hoy ha sido reconocido por las Naciones Unidas como el más vasto y extenso patrimonio cultural de la humanidad.
-Isaac Bigio es politólogo economista e historiador formado en la
London School of Economics (LSE) donde enseñó ciencias políticas.
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6 de agosto 2019

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