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LOS INICIOS DE LA ÉPOCA SOCIALISTA
(01 de septiembre de 2020)
Por Miguel Aragón
Estimado Gustavo Pérez H., en tu último mensaje preguntas:
“tengo una inquietud: defender la grandiosa experiencia de la construcción del socialismo en la URSS, implica abstenerse de analizarla críticamente o solo levantarle panegíricos?”
Justamente para eso, intencional y premeditadamente he provocado este debate, este GRAN DEBATE, que otros intentan desviar y degenerar en una vulgar polémica personal. Me confieso públicamente que soy un “provocador”.
I
A estas alturas, a más de cien años de iniciada la construcción del socialismo, primero en un solo país, y después en otros pocos países; y a cincuenta años de iniciada nuestra propia gestión generacional (yo me inicie en octubre de 1967), decía a estas alturas del camino recorrido, yo no creo que a ninguna persona más o menos seria, se le pueda ocurrir pensar y atreverse a decir, que en la construcción del socialismo “no hubo desviaciones”, “no se cometieron errores”, o incluso que “no hubo crímenes”.
Claro pues que NO, yo tengo muy claro que si hubo desviaciones, que se cometieron errores, grandes errores, e incluso hubo crímenes.
La construcción del socialismo no ha sido, y no es, una obra divina (solamente Dios no se equivoca).
Digámoslo claro. La construcción del socialismo es una obra eminentemente humana, la obra más humana de todas las obras humanas en dos millones de años de existencia. No ha sido y no es obra de ángeles caídos del cielo, ni de santos. Es una obra de Mujeres y Hombres de carne y hueso, que como nosotros han heredado las taras de la vieja sociedad de la cual procedemos.
Es conocido, que al comenzar a dar los primeros pasos, en los inicios de la construcción del socialismo en 1917, nadie sabía el ¿cómo hacerlo?
En ese momento el único camino era “avanzar a través del ensayo y del error”, del necesario ensayo y del inevitable error. No había otro camino posible, ¿o tal vez había?
Si yo tuviera que hacer un listado de todos los erros cometidos por el socialismo, me faltaría papel y tiempo para anotarlos. (Cuando dispongamos de tiempo libre, incluso podemos hacer una competencia. Por cada error, que tu señales, que se haya cometido en la URSS, en China o en Cuba, yo me comprometo a anotar tres).
II
En la existencia de “una persona”, cien años es mucho, es toda una vida.
Pero, ¿qué cosa son cien años en la existencia de “una formación social”?, son simplemente un instante, y nada más, es decir muy poco tiempo.
Evolucionar de la sociedad comunal sin clases sociales a la sociedad dividida en clases, demandó mucho tiempo, varios siglos, fue un proceso muy largo. En la región andina de América, comenzó antes de la formación de la civilización Caral, y cuando llegaron los europeos, cinco mil años después, todavía no había culminado ese proceso de formación de las clases sociales. En nuestra región continuaba predominando la propiedad comunal.
El proceso inverso, o sea, involucionar de la actual sociedad dividida en clases, a la futura sociedad sin clases sociales, podemos estar seguros que será un proceso mucho más largo, que demandará varios siglos, de tenaz y perseverante labor. Recién estamos comenzando.
El “socialismo realmente existente”, el único que cuenta para la historia, todavía no ha llegado a su juventud, y mucho menos todavía no ha llegado a su edad adulta.
El socialismo realmente existente, ni siquiera ha llegado a su niñez, el socialismo recién está saliendo de su cuna, está gateando, intentando iniciar su infancia. Todavía falta mucho tiempo para llegar a ser niño y después llegar a ser joven. Nosotros, por nuestra edad avanzada, podríamos imaginarlo, pero no lo podremos vivir y ver con nuestros ojos.
Tú eres tan veterano como yo, y tú eres tan abuelo como yo.
A ver, te propongo que le plantees y le exijas a tus nietos, que se comporten como un vigoroso y ya formado joven de 18 años, y que le reclames “porque se caen” cuando recién están comenzando a dar sus primeros pasos, y que les pongas mala cara y los recrimines cada vez que “ensucien la ropa”, y hasta “se caguen en el pañal”.
Inténtalo, para que veas a quien castigará la junta familiar, ¿a tu nieto, o a ti?
Para evaluar los inicios del socialismo, tenemos que recurrir a la ayuda de lo que Mariátegui llamaba relativismo histórico, cuando se le cruzaron en el camino unos críticos muy exigentes de la experiencia del tawantinsuyo (puedes revisarlo en una nota al pie de una de las páginas del libro “7 ensayos”).
Todavía no hay un acuerdo entre los historiadores, acerca de cuándo comenzó la época moderna, o época de la burguesía. Pero, según Mariátegui la época moderna comenzó en 1492 con los viajes de Cristóbal Colón a la, en ese entonces, desconocida América. Y qué casualidad, en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels fijaron el inicio de la época de la burguesía en esa misma fecha (recomiendo revisar las primeras páginas del Manifiesto).
Según ese criterio, los primeros cien años de la época burguesa transcurrieron entre 1492 y 1592, cubriendo todo el siglo XVI, el siglo de los inicios del Renacimiento europeo, el siglo de inicios de las grandes hazañas de la época burguesa, que transformaron radicalmente al mundo occidental (nuevamente recomiendo revisar el Manifiesto).
Cuatrocientos años después, según Lenin y Mariátegui, el año 1917 comenzó la actual época del socialismo, la época del proletariado, época en la que actualmente estamos viviendo.
Los primeros cien años, de ésta nueva época han transcurrido desde 1917 hasta el año 2017.
Ahora hagamos una comparación histórica.
En términos relativos, que clase avanzó más en los primeros cien años de construcción de su nueva sociedad, ¿la burguesía (entre 1492 y 1592) o el proletariado (entre 1917 y 2017)?
En estos primeros cien años, se han cometido miles de errores, pero podemos estar seguros, que “por cada cien errores”, ha habido “un modesto acierto”, un pequeño avance.
¿Cuál pesa más para la historia? ¿Los cien grandes errores, o el pequeño avance?
Mariátegui ya nos enseñó, hace mucho tiempo, como evaluar y juzgar los hechos históricos, cuando nos dijo:
“Una obra, finalmente, se juzga por sus elementos positivos, creadores, esenciales, afirmativos. Éste es siempre el juicio de la historia y de la opinión. Pertenece al espíritu pequeño-burgués de los críticos orgánicamente individualistas, secesionistas y centrífugos, el juicio –muy criollo y limeño tal vez – de juzgar una obra por sus elementos pasivos, subsidiarios, formales o episódicos”(ver Polémica Finita. marzo de 1927).
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