jueves, 20 de octubre de 2022

EL FRACASO ELECTORAL DE LA IZQUIERDA SOCIALDEMÓCRATA Y LA AUSENCIA DE LA IZQUIERDA PROLETARIA

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EL FRACASO ELECTORAL DE LA IZQUIERDA SOCIALDEMÓCRATA Y LA AUSENCIA DE LA IZQUIERDA PROLETARIA
LA IZQUIERDA HABÍA PERDIDO las elecciones desde antes de empezar la campaña electoral. Cuando el objetivo es que cierto candidato y agrupación gane las elecciones, dejando de lado los principios y su materialización en un programa, entonces todo se reduce en la lucha electoral a proponer a la población en general, que parte de la premisa de la existencia del sistema capitalista, al que no se pone en cuestión, un conjunto de promesas más o menos técnicas. Lo demás corresponde a la propaganda, ósea a la inversión en el negocio electoral.
Aun si alguno de los candidatos de izquierda hubiera ganado las elecciones, la izquierda igual habría perdido. Cuando la propaganda se agota en aspectos técnicos, sin la propaganda socialista, entonces, los pobladores están votando por las propuestas técnicas, sin considerar la crítica al capitalismo ni la necesidad de su superación.
Las encuestadoras preguntan cuáles creen que son los principales problemas que debe atender el nuevo alcalde, planteando una cartilla o induciendo a los encuestados a responder: la inseguridad ciudadana, la corrupción, el transporte, etc. Vale decir, que por ningún lado aparece como problema la explotación capitalista.
A pesar de lo que las encuestadoras inducen a responder a los ciudadanos, los candidatos más votados en Lima son aquellos que están vinculados con la corrupción (evasión de impuestos) y con denuncias de asesinato y violación. Esto puede conducirnos a pensar que, dado que tanto en los hechos como en la propaganda la inseguridad y la corrupción aparecen como los problemas principales en la percepción de los pobladores, entonces, por ese solo hecho, los candidatos que representan estos “problemas”, tienen la propaganda asegurada, es decir, tienen sobre ellos la mirada de los votantes.
Puede ser también, que debido a que estos candidatos están vinculados con supuestos actos de corrupción e inseguridad, estén más preparados para enfrentar estos males, dado que conocen el problema por dentro, según la percepción de los pobladores.
También podría considerarse que los candidatos sean representados, y así los vean los votantes, como personas de éxito. Éxito en el ámbito del sistema capitalista, con elevados ingresos, o con la habilidad de sortear las denuncias en su contra.
Quienes plantean que mientras más de izquierda sea la propaganda, menos votantes tendrán dichos candidatos, representan una tendencia derrotista del socialismo proletario. Esto se debe a que el sistema y el ambiente es capitalista, en el cual nos desenvolvemos todos; que la cultura es, no la de la solidaridad y reciprocidad, sino la del individualismo, que se sustenta en el éxito medido por las ganancias que se puedan obtener; que, por lo tanto, hacer propuestas socialistas a personas que solo ven la forma capitalista de vida, es perder votos, espantando a los votantes al presentarles análisis y promesas extraños a la forma en la que la mayoría concibe la realidad.
El resultado contrario a la izquierda es consecuencia de la falta de propaganda socialista permanente. La propaganda socialista de última hora, como recurso desesperado, es solo un manotazo de ahogado. No se puede esperar que un pueblo, cuya conciencia está repleta de capitalismo, ganancia y dinero, en una frase, de espíritu burgués, se incline hacia la izquierda.
Para colmo, la casi nula propaganda socialista, no es proletaria sino socialdemócrata. Esto quiere decir que el fracaso electoral de la izquierda es el fracaso de la socialdemocracia, que es el ala izquierda de la derecha, en cualquiera de las versiones en las que se ha presentado, capitalina o provinciana.
Para que la izquierda socialista gane en los procesos electorales, lo mínimo que debe darse es una permanente y amplia propaganda socialista, poniendo al desnudo los males que provoca el sistema de trabajo asalariado; así como la crisis de la burguesía, y la irracionalidad de sus intereses y propuestas, como parte de la crisis económica.
“La idea revolucionaria tiene que desalojar a la idea conservadora no sólo de las instituciones sino también de la mentalidad y del espíritu de la humanidad. Al mismo tiempo que la conquista del poder, la Revolución acomete la conquista del pensamiento.”1 (J. C. Mariátegui).
La propaganda socialista no solo debe ser la exposición de los principios del socialismo, sino de las formas de vida que se desarrollan en nuestro país, así como en cada rincón del mismo. No debe transformarse la propaganda socialista en un conjunto de dogmas, sino que debe de consistir en la explicación de las diversas formas en que la burguesía explota a las clases trabajadoras, es decir que los principios deben permitir iluminar las condiciones de vida de las clases trabajadoras. Solo así los trabajadores comprenderán por qué viven en la situación en la que se encuentran; por qué por más que trabajan no salen de la pobreza; por qué se encuentran desempleados; por qué se ven obligados a aceptar salarios miserables; por qué no pueden restaurar su salud cuando enferman; por qué se ven obligados a habitar viviendas precarias, etc.
Una vez más la política socialdemócrata de la izquierda en su conjunto a conducido a luchar por ganar las elecciones, cuando de lo que se trata, en primer lugar, es luchar para que se comprenda el contenido de la crítica socialista, y en consecuencia lograr “ganar” la conciencia de las amplias masas populares.
Lamentablemente la izquierda quiere ganar elecciones metiéndose en la camisa de fuerza de la derecha, presentando un programa con contenido burgués, o pequeño burgués, etiquetándolo como un programa de izquierda. ¿Cuál es la identidad de clase que se puede lograr con dicha política electoral?
Lo que comúnmente se llama izquierda en nuestro país está compuesta por la socialdemocracia, que como hemos señalado en reiteradas oportunidades es el ala izquierda de la derecha. Esta se caracteriza por respetar el contenido del sistema capitalista, criticando únicamente las consecuencias negativas y los excesos. Esta tendencia propone mejorar las condiciones de vida de las amplias masas populares sin cambiar el sistema, es decir, manteniendo el sistema de trabajo asalariado. Este sector tiene dos vertientes, con un lenguaje más o menos radical, según el origen: capitalina o provinciana.
Dentro de lo que se llama izquierda están también todos los sectores reformistas, que, si bien comprenden el contenido del sistema capitalista, consideran como la tarea del momento la lucha por las conquistas de las libertades democráticas. Esta tendencia tampoco hace propaganda contra el sistema capitalista, planteando en los periodos electorales programas de carácter técnico, y por lo tanto con contenido pequeñoburgués.
Se encuentran también en el seno de lo que se llama izquierda las tendencias izquierdistas, que en su expresión más radical, redujeron el proceso de transformación del capitalismo en socialismo a acciones armadas, con sus diversas variantes, pero que no era otra cosa que un movimiento pequeñoburgués, que entre otras cosas planteaba la política burguesa de la entrega de la tierra a los campesinos, abandonando la propuesta proletaria de José Carlos Mariátegui de considerar a las comunidades campesinas como células del Estado socialista moderno.
Todas estas tendencias han desarrollado propuestas y políticas reformistas. De un lado la socialdemocracia, consecuente con la clase social a la que representa (pequeña burguesía); así como las tendencias propiamente de izquierda, que han desarrollado políticas reformistas, inconsecuentes con la clase social a la que pretenden representar.
La tarea de desarrollar la propaganda del socialismo, como labor permanente, corresponde al socialismo proletario. Esta tendencia, diseminada en pequeños grupos a nivel nacional, no ha logrado aun desarrollar los instrumentos materiales, aunque sí ha aportado importantes instrumentos intelectuales, para aportar al desarrollo de las condiciones subjetivas que conduzcan a la victoria final del socialismo.
Autor: César Risso
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(1) José Carlos Mariátegui, La Escena Contemporánea, El Grupo Clarté.
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