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LA DELGADA LÍNEA ROJA DE LA EXISTENCIA
Por Eloy Jáuregui
Ya estoy de alta. No fue buena mi experiencia en el Hospital Rebagliati. Duele la muerte próxima. Me curaron
pero me hicieron sufrir como una rata. Estar enfermo en este país no se
lo deseo ni a Superman. Sin embargo ,Amigos como Lucho Bellido, Floiro
Tarazona, Edwin Sarmiento, Jorge Colán, Fernando Obregón, Beto Jara o
Carlos Enrique Freyre hicieron posible llevar mi mal como cholo con
frac. Me ensangrentado con alta costura con huecos hasta por el fundillo
y dormí en la cama del finado Luis Castañeda Lossio. Yo no robo pero no
hago sobras. Los médicos la dieron en el palo porque no acertaron con
mi mal. Como el valse “El tísico” interpretado por Rómulo Varillas y Los
Embajadores Criollos:
No me beses que estoy muy enfermo
no me beses te pido por favor
hace tiempo no como ni duermo
de pensar en este cruel dolor.
Mucho tiempo ya llevo postrado
en la cama de un hospital
ya la ciencia me ha desahuciado
contagioso y malo
dicen que es mi mal.
Ser tísico es mi mal horrible es mi dolor
la ciencia no puede salvarme
Sin saber quién será el dueño de tu amor
para poder consolarme.
Ya no vengas, no vengas a verme
hoy siento en el pecho un fuerte dolor
ya estoy frio no puedo moverme
tápame la cara, hazme ese faaavor.
Pero
en la cara no, igual me salvaron del más allá. En la foto que me tomó
el Chinito Domínguez luzco saludable pero la cosa no fue tan sencilla.
Hace unas horas nació Gael Rodrigo, mi primer nieto y unos viene y otros
casi se van y miro al cielo y repito con César Vallejo en sus Nueve
monstruos:
“Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor”.
Y
en este verano mortal ya descanso en casa, abrigado por “Bizcochito”
refugiado en mis adverbios y lo digo en voz alta y en los idiomas de la
eternidad: “Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal”. Y
añado, Quédense con todo que yo tengo amigos de verdad.
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