viernes, 19 de julio de 2013

Un Tema de Actualidad SE VENDE PLANETA



I

Noviembre de 2008: el Gobierno de Madagascar, con el presidente Marc Ravalomanana a la cabeza, anuncia la firma de un acuerdo con la multinacional surcoreana Daewoo Logistics para dar en concesión durante 99 años un total de 1,3 millones de hectáreas, que se dedicarían a la producción de maíz y aceite de palma transgénico. ¿Qué ofrecía Daewoo a cambio? Inversión en infraestructuras y empleos. Noventa y nueve años a cambio de “empleo”: muy generoso... sólo que 1,3 millones de hectáreas es la mitad de las tierras fértiles de la isla.

El pueblo, liderizado por colectivos campesinos, se lanza a las calles. El Gobierno reprime duramente. Mueren más de 100 personas. Las protestas se incrementan. En marzo de 2009, un grupo de militares derroca a Ravalomanana. Días después, Daewoo anuncia la cancelación del proyecto.

¿Final feliz? No. El nuevo presidente, Andry Rajoelina no renuncia a continuar con planes semejantes, sino más bien “revisar” su ubicación.



II

Dios no le da cacho a burro, dice el refrán. Pero lo bonito de la globalización es que licencia asnos y les permite comprar cachos. Hay países con mucho dinero y pocas tierras. ¿Qué les dice el Banco Mundial y el FMI? Salgan de shopping: el mundo está lleno de países pobres que lo único que les queda por vender es la tierra sobre la que fueron creados. Uno de esos ricachones es Arabia Saudita: en los últimos años ha comprado enormes superficies en África, principalmente en Etiopía y Sudán. Solo en 2008 el holding saudí Bin Laden Group (¿Qué? ¿Bin Laden Group? ¿En serio?), invirtió 4.300 millones de dólares en Indonesia, en la adquisición de 500 mil hectáreas para la producción de arroz.

China, que tiene tierras como arroz, también participa en la fiesta: sus inversiones abarcan, entre otras, 2 millones de hectáreas para cultivo en el este de África, Filipinas y Asia Central. Egipto, Bahréin, los emiratos del Golfo Pérsico, India, Japón, países con abundantes petrodólares y escasas zonas cultivables en relación con su población.

En total, más de 8 millones de hectáreas han sido compradas recientemente. Corea del Sur figura en primer lugar, con 2,3 millones de hectáreas.



III

De las 170 millones de hectáreas de tierras productivas que existen en Argentina, cerca de 20% ya está en manos de capitales extranjeros. Al final del gobierno de Carlos Menem, se aprobó la venta a extranjeros de unos 8 millones de hectáreas. El terrateniente más grande del país fue durante mucho tiempo, Benetton, con unas 900 mil hectáreas. Es conocida la dura pelea que le han dado a Benetton las comunidades mapuche de la Patagonia argentina y chilena para frenar su voracidad terrófaga.

En los años del saqueo neoliberal, en algunas provincias, la hectárea llegó costar ocho dólares. Ricos y famosos como Ted Turner y Richard Gere, empresas europeas, norteamericanas, y países como Malasia aprovecharon hasta hace poco el bajo precio del suelo para comprar amplias extensiones de terreno.

Por eso en el año 2011 la presidenta Cristina Fernández envió un proyecto al Congreso para limitar la venta de tierras argentinas a personas o empresas no nacionales.



IV

Etiopía, tierra por donde discurre el río Nilo, es un fértil territorio por sus caudalosos ríos y extensos valles. No obstante, Etiopía padece de hambre y tiene que recurrir a la ayuda internacional para alimentar a su población: 67% de su población adulta sufrió desnutrición infantil y 30% de la mortalidad infantil es a causa del hambre. El gobierno de Etiopía, sin embargo, vende las tierras de sus 85 millones de habitantes a viejas y nuevas multinacionales.

Allí sobre la tierra que debería servir para alimentar a los etíopes se levantan boyantes negocios de “exportación” hacia sus países de origen o hacia los mercados de naciones “desarrolladas”. El “milagro” de un PIB creciente no llega a las bocas de los pobres.



V

Mientras 1.100 millones de personas padecen de hambre en el mundo y 24 mil de ellas mueren cada día, de hambre o por causas asociadas a la hambruna, gigantescas empresas multinacionales se están apropiando de las tierras fértiles en todo el planeta.

Solo en 2009, más de 50 millones de hectáreas fueron compradas por monstruos corporativos como Cargill, Dupont, Daewoo, Mitsui, Syngenta, Benneton o Monsanto, pero también por Gobiernos de países ricos, e incluso, potencias emergentes.

Mediante audaces negociaciones con débiles gobiernos de África, Asia y América Latina, el poder del capital globalizado adquiere, alquila -y a veces simplemente toma- las tierras que deberían servir para alimentar a los ciudadanos pobres del mundo.

Se trata de una nueva cruzada global: la recolonización de la pachamama bajo la forma insaciable del capital. Agresivas y estratégicas inversiones, en medio de la lucha por los cada vez más escasos recursos del planeta. Es la nueva conquista del oeste. La carrera por el “oro verde”.



VI

Tras la crisis financiera de 2008, las llamadas inversiones alternativas, particularmente en tierras agrícolas, han experimentado un auge inusitado. La compra de tierras para el cultivo se promociona a sí misma como cobertura contra la inflación.

El hecho de que su precio no sufre bruscas alteraciones, como lo hacen otros activos o commodities, tales como el oro, el petróleo o las monedas, atrae a audaces “inversionistas” que “diversifican sus portafolios” y empujan las inversiones bursátiles hacia las tierras agrícolas.

¿A dónde van los ricos del mundo con el maletín de dólares? Los inversionistas están convencidos de que pueden ir a África, Asia, América Latina y al antiguo bloque soviético a consolidar consorcios, inyectar una mezcla de tecnología y capital, y transformar grandes extensiones de tierras en operaciones agroindustriales de gran escala, generalmente asociados a la producción de alimentos transgénicos, o a la producción de biocombustibles.

Mientras tanto, se aseguran el control de acuíferos, bosques, minas u otras fuentes de recursos en la feroz competencia mundial por los recursos.

Con una población mundial que llegará a 9.200 millones en 2050 y la enorme escasez de recursos naturales debida a la sobreexplotación de la biosfera, la actual demanda de alimentos aumentará de forma exponencial. De allí este inusitado auge inmobiliario en tierras vírgenes o poco explotadas.

Consecuencia: la masiva expropiación, la confiscación de tierras, el desplazamiento y la ruina de un gran número de agricultores locales, en países pobres, de África y Asia, y en nuestra región, en países como Colombia, Paraguay, Brasil y Argentina.



VII

Es un tema que nos toca de cerca en América Latina. En Brasil, el gobierno de Lula prohibió la venta de tierras a consorcios extranjeros o mixtos, y se han hecho avances en materia legal para fortalecer la agricultura familiar, agroecológica.

No obstante, el Movimiento de los Sin Tierra sigue denunciando la expulsión de campesinos e indígenas de sus tierras y el avance de los monopolios en los estados de Bahía, Minas Gerais y Maranhão, por el imperio de la soja.

En Colombia más de 4 millones de hectáreas fueron arrancadas a sangre a los campesinos en la era uribista y entregadas a transnacionales estadounidenses como Coca Cola.

En Paraguay, 1,8 millones de hectáreas fueron compradas entre 2008 y 2010 por capitales internacionales. Entre 25 y 30 % de la superficie productiva del Paraguay es ya propiedad extranjera. Fueron, precisamente, estos pujantes empresarios los que conspiraron y financiaron el golpe de Estado contra Fernando Lugo.

Que nadie se extrañe: los voraces competidores en la carrera por el “oro verde”, los modernos latifundistas globales no reparan en leyes, ni Gobiernos, ni pueblos. Y también: que nadie lo olvide.

CORREO del ORINOCO

La artillería del pensamiento

Nº 1.371

Domingo 7 de julio de 2013

Pág. 37 Análisis

William Castillo B.

@planwac

F/ AFP

Nota: Esta noche en Tv Foro los invito

a ver el documental Planeta en

venta del realizador Alexis Marant,

una investigación sobre la privatización

de las tierras en el mundo. 8:00

 (Énfasis agregados)

            Nota.-

            Jamás debemos olvidar que el régimen de propiedad de la tierra determina el régimen político y administrativo de toda nación. Por eso, el marxismo no se refiere a la “reforma agraria” sino a la cuestión agraria, y más precisamente al problema de la tierra o el problema agrario. (JCM, 7 Ensayos, 1928)

La extranjerización de la tierra es expresión del neocolonialismo y de la crisis terminal del sistema dominante. Por eso, el tema de la tierra tiene permanente actualidad y vigencia.

                                         Ramón García Rodríguez
                                                            19.07.13
 
 
 
 

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