domingo, 3 de enero de 2021

Pandemia y Trabajo-Educación-Salud A DIEZ MESES DE LA PANDEMIA

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Pandemia y Trabajo-Educación-Salud

 

A DIEZ MESES DE LA PANDEMIA

 

A diez meses de la pandemia, cuál es el panorama actual del Perú en TRABAJO, en EDUCACIÓN, en SALUD.

 

EN TRABAJO.

  La desocupación crecía tanto como el subempleo y la informalidad laboral a nivel nacional, y se sumaban décadas tras décadas. La Pandemia desencadenó por cinco meses, el colapso total a nivel nacional. Entre los graves y más perjudicados fue el agro, en su pequeña y mediana producción de pan llevar y fruticultura, destinada al mercado interno del país, las mismas que se vieron forzadas a deshacerse de sus productos y de un año de sacrificado trabajo: al desperdicio, como consecuencia de una orden de Estado, que prohibía el transporte terrestre de carga. Mientras que en muchos poblados del país, familias enteras sufrían hambre. Y en estos momentos, la situación no ha cambiado. No se puede decir lo mismo con respecto al agro-exportador, que se encuentra protegido por los poderes del Estado y los míseros jornales que les pagan a sus obreros agrícolas.

 

  El pequeño y mediano comercio como el pequeño y mediano industrial nacional, siguió el mismo destino del pequeño y mediano agricultor nacional. Respecto al trabajo en sus actividades propias cabe mencionar, que en su labor solo utilizan el trabajo familiar o de modo excepcional, y sobre todo en tiempos de aumento de demanda de sus productos, como es el caso, de la actividad manufacturera, y por lo mismo la exigencia de usar mano de obra ajena a la familia, contratan uno o dos trabajadores, de modo temporal. El productor nacional, no solo tiene un capital que le ajusta del cuello cuando desea respirar mejor, sino que tiene también otro cancerbero, los impuestos y la usura de los bancos, que suman el doble de capital de lo que le prestan al pequeño o mediano productor nacional, llámese agricultor, industrial, comerciante, etcétera. Y conste, que son ellos los que abastecen el mercado nacional, cuya labor anónima, contribuye en el engrosamiento del PBI del Estado.

 

  Levantado al 40% de las actividades laborales en estos últimos meses, después de un encierro de seis meses, son estos sectores los que al activarse penosamente, el Estado y Gobierno echan mano fácil y hablan de “una reanimación económica del Perú”. Como siempre en la historia del Perú, nuevamente el 90% del pueblo trabajador peruano, asume como su responsabilidad, la responsabilidad de ese 10% de clase dominante parasitaria, caduca y corrupta. Después de enterrar sus muertos, no hay tiempo para llorar, inmediatamente se ponen a trabajar, pero el cancerbero Estado, no les deja laborar, les cierra los centros de trabajo. Les persigue, los detiene, los injuria y difama, los enjuicia, los condena y los encarcela. Así, ¿a dónde va el Perú? Dos cosas. El 10% de clase dominante caduca y corrupta, se va con el Hundimiento del Perú, al basurero de la historia; en cambio, el 90% del pueblo trabajador peruano, se va con el RESURGIMIENTO DEL PERÚ. Hoy, como jamás llamo a las puertas de un Perú Nuevo, tocan: La lucha resuelta POR LA REIVINDICACIÓN DEL TRABAJO. Por eso, la clave en este proceso: es: RESOLVER EL PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN.

Héctor Félix D.

28.12.2020

 

En EDUCACIÓN.

  Si cuando todo en el Perú, antes del encierro por la pandemia, bajo una aparente normalidad superficial, la deserción escolar crecía de año en año en porcentajes cada vez mayores, como consecuencia silenciosa de la reducción cada vez más ajustada de las limitaciones económicas de los hogares de las masas trabajadoras; así como la deserción y desempleo de centenares de alumnos y profesionales universitarios, y otro tanto, de alumnos y egresados de los institutos técnicos, hoy, después del encierro por la pandemia, ordenado de arriba - abajo, esa deserción y desempleo, y poco es decir, se ha multiplicado, se ha agudizado a tal punto, que ha hecho más claro, más identificable en la superficie, el antagonismo irreconciliable entre el Capital y el Trabajo; entre explotadores y explotados; entre esa minoría irrisoria del 10% de clase dominante, caduca y corrupta y la mayoría del 90% de las masas trabajadoras, explotadas.

 

  En un panorama así, la educación de los hijos de las masas trabajadoras peruanas, no tienen ningún norte y se han movido siempre hacia la deriva. Nada pueden esperar de un Estado que no es sino el representante oficial de aquellas clases dominantes. Los hechos se encargan de demostrar esta verdad.

 

  Hay que nombrarlo ya, si en doscientos años aquellas clases dominantes han demostrado su absoluta incapacidad para concebir para el Perú un Programa de desarrollo económico, político social, menos lo harán ahora, teniendo el molde de su patrón, el capital transnacional, hundido en crisis terminal irreversible.

 

  A la educación y magisterio peruanos, las clases dominantes le hacen actuar como si se tratara de un payaso de circo, adornándoles de títulos y galones con el medallón en el cuello como “meritocracia” ”altas calificaciones”, etcétera, todos salidos de círculos de aire enrarecido, viciado. Pues bien, este tipo de educación es propio para una clase dislocada que vive al margen de la producción y tiene como sustento de su parasitaria existencia: la renta, que explica por qué “la economía del Perú, es una economía colonial”. Es una clase improductiva, ajena y enemiga del trabajo productivo, que explica el por qué “del colonialismo mental en educación”. Por eso, el Perú se hunde.

 

  Inconscientemente, por instinto, las masas trabajadoras se orientan a una vida activa. A su modo, contrariando los dictados de un Estado parasitario, caduco y corrupto, no cesan de abrir nuevos caminos hacia la producción infinita de posibilidades y educación de sus hijos en el trabajo. Se pone a trabajar cuantas veces el Estado los persigue, los multa y los clausura. Si a lo largo de los siglos, la multitud de trabajadores, educados en la vida productiva, han demostrado vencer, no solo los desastres naturales, sino también a aquellas fuerzas contrarias a su destino constructivo, hoy, les sobran esas fuerzas para derribar las compuertas de una minoría reaccionaria, débil, caduca, solo tiene que: RESOLVER EL PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN PARA “EL RESURGIMIENTO DEL PERÚ”.

Héctor Félix D.

30.12.2020

 

EN SALUD.

 

  Si el trabajo en el Perú se hunde en la pobreza y extrema pobreza de la desocupación masiva del trabajador peruano, que décadas tras décadas, generación tras generación, se desplazan y reemplazan en peores condiciones de vida; en Educación, como expresión de calificación de aquel trabajo esclavizado, de igual modo, décadas tras décadas, generación tras generación, se desplazan y reemplazan en deserción escolar y desocupación masiva de profesionales universitarios y de institutos técnicos, mejor destino no puede tener la salud del trabajador o productor peruanos.

 

  Dentro de esta situación asfixiante y deprimente, el personal médico, enfermeros y  administrativos, para cumplir su labor diaria de atención al público, tienen que hacer verdaderos milagros. Los Hospitales, que llevan ya décadas, por demás de ser contadas cuantas van ya sin renovar sus materiales clínicos indispensables para atender a los pacientes, se parecen más a campamentos de guerra donde el enfermo, cual herido, agoniza en los pasillos por que no encuentran atención inmediata, menos un lugar donde poder atenderlos. Como siempre, en estos casos que se ven a diario como el hambre apura, con pandemia o sin pandemia, las disculpas forzadas son, “no hay camas disponibles, ni personal que atienda, ni medicinas que cura”. En verdad, es un milagro, que un enfermo salga con vida de un Hospital en esas condiciones.

 

  Cuantas revelaciones con sus huelgas hasta el cansancio no han hecho los médicos peruanos y demás personal de salud, con sus reclamaciones al Estado, sobre un mejoramiento del presupuesto irrisorio para el sector salud, con el solo objeto de un mejoramiento moderno y eficiente de sus servicios, puesto a la orden de la salud pública, así como un mejoramiento en sus sueldos y salarios irrisorios y una inestabilidad laboral que los pone en situación de paria, que le conduce a una incertidumbre destructiva, donde el paciente o enfermo es el objeto de esa destrucción. Esto es lo que tan fácilmente puede verse en lo que viene sucediendo con la superficialidad de una pandemia, que lo único que ha provocado, es hacer ver a nivel nacional, una realidad ya existente desde hace muchos años atrás: la barbarie en el trato de parte de un Estado y sus poderes establecidos, caducos y corruptos, a la salud del pueblo trabajador, del pueblo productor, peruanos. Pruebas al canto.

 

  Con todas las deficiencias y aciertos que pueda tener el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), al hacer el recuento anual del número de fallecidos en el Perú, señala:

 

1.- año 2017  =  181,631  fallecido.

 

2.- año 2018  =  184,797  fallecido.

 

3.- año 2019   =  188,043  fallecido.

 

  El año 2019, por las cifras que presenta, es el año considerado como el de más alta mortandad en el Perú. Sobre estas cifras de fallecidos nadie se percató, y por lo mismo, todo pasaba como si nunca hubieran existido. Qué le falto para ser conocido. Seguramente le falto “propaganda”, y las veinticuatro horas con el martilleo de “muertes y más muertes”, como se hizo y se viene haciendo con la mortandad de una pandemia bautizada como “enemigo invisible”; y aún esa propaganda está latente y corre como por un tubo a través de los medios de comunicación escrito (periódicos) como hablado (radio-televisión), monopolizadores de la opinión pública a nivel nacional e internacional, cuya insidiosa y parcializada propaganda a favor de un Estado del cual hace depender su existencia, puede poner en primer lugar “al espécimen más mediocre de entre los mediocres” y relegar al último lugar, al verdadero, al sustancial, al creador.

 

  La interrogante. ¿La pandemia, que ubica la salud en la cúspide de las preocupaciones de los Estados del orden establecidos hoy, no será frágiles velos con que se cubre lo fundamental: La Pandemia Bursátil? ,que ya está entre nosotros desde hace un buen tiempo. Y como dice el dicho popular: “a mal tiempo, buena cara”, pongamos la buena cara hoy, RESOLVIENDO EL PROBLEMA DE LA ORGANIZACIÓN PARA EL CAMBIO SOCIAL

Héctor Félix D.

01.01.2021

 

COLECTIVO PERÚ INTEGRAL

 

2 de enero de 2021

 

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