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JCM. 93 AÑOS EN LA HISTORIA
Por Gustavo Espinoza M.
Diario UNO / Domingo 16 de abril 2023
Un día
como hoy, el 16 de abril de 1930, pasó a la inmortalidad José Carlos
Mariátegui La Chira, el peruano más valioso del siglo XX y el Primer
Marxista de nuestro continente. “El prototipo del nuevo hombre
americano” como lo definiera Henri Barbusse en su momento, y una de las
personalidades más descollantes.
Pensador,
ideólogo, ensayista, político, periodista, combatiente social, fue un
hombre universal. En todo caso, el más universal de los peruanos de
nuestro tiempo. Para decirlo en palabras de Waldo Frank, “un hombre
intacto”
El
recuerdo de su partida, coincide esta vez con la celebración de un
importante Simposio Internacional convocado por la Casa Museo José
Carlos Mariátegui, y orientado a celebrar el centenario de su retorno al
Perú luego de su sugerente periplo europeo registrado entre octubre de
1919 y marzo de 1923. Ernesto Romero, Director de la entidad, asumió la
tarea y la cumplió con honor.
En
el evento, inaugurado el pasado jueves 13, y que tuviera lugar en la
Casa que lleva su nombre, distintas personalidades del universo
mariateguiano abordaron sugerentes temas referidos a la vida y la obra
del Amauta, poniendo especial interés en la asimilación y desarrollo de
su pensamiento en esta rica etapa de su vida.
Como
es usual, al evocar la trayectoria vital del autor de los “7 Ensayos…” ,
puede aludirse a tres etapas muy definidas: su proceso de formación,
desarrollado desde sus primeros escarceos literarios hasta 1919; su
estancia en el viejo continente caracterizada por valiosas experiencias;
y sus “años cumbres” –como los denominara Del Prado- registrados desde
1923 hasta su muerte. En ellos, José Carlos concretó el sentido de su
vida.
Algunos
episodios deben anotarse en su primera etapa. Como se recuerda, en
enero de 1918 “asqueado dela política criolla”, Mariátegui se enrumbo
resueltamente al socialismo. Percibido por la rancia oligarquía de la
época como la expresión de los “bolcheviques peruanos”, nunca rechazó su
filiación, aunque se apuntó “más peruano que bolchevique” como una
manera de subrayar mirada propia al fenómeno universal que lo llamaba.
Fue
en función de esa línea que el joven periodista se sumó a la lucha de
los trabajadores y saludó la Jornada de 8 Horas, de enero de 1919;
asesoró a organizaciones sindicales y fundó el diario “La Razón”.
Afectado en su salud y ciertamente acosado por la clase dominante, debió
partir al viejo continente en octubre del 19 con la idea de hacer allí
su propia experiencia. Inició de ese modo una nueva etapa, en la que
cimentó opciones y perfiló su personalidad, dotándola de altos objetivos
humanos.
Diversos
fenómenos pudo percibir José Carlos a partir de su arribo allende los
mares: la crisis de la dominación capitalista traducida en ciudades
destruidas, poblaciones arruinadas, miseria extendida y largas colas de
desocupados; en otras palabras, el mundo de Post Guerra.
A
la par, el ascenso de los trabajadores alentados por la Revolución Rusa
que diera lugar a la tempestuosa Ola Revolucionaria de los años 20, y a
expresiones heroicas como la República Húngara de los Consejos, la
República Soviética de Baviera, la insurrección de Eslovaquia, y hasta
la Revolución Alemana con la inmolación de Carlos Liebknecht y Rosa
Luxemburgo.
Unido
a ello, el surgimiento de grandes Partidos Comunistas en Europa
Occidental, como el francés, después del Congreso de Tours en 1920; y el
italiano, luego de Livorno, en enero 1921, certamen que contó con la
presencia de Mariátegui.
Unido
a este fenómeno, el surgimiento del fascismo, como herramienta para
enfrentar la rebelión de los pueblos. El Almirante Horthy, en Hungría;
Tzankov, en Bulgaria; Antonescu, en Rumania y Mussolini, en Italia
asomaron como los defensores más sórdidos del Gran Capital y la última
carta del sistema de dominación vigente.
Para
abordar y conocer estos escenarios, Mariátegui estudió fenómenos y
experiencias políticas, pero mostró especial interés por los temas de la
cultura y el arte.
Se
vinculó con personalidades muy destacadas, como Antonio Gramsci, Piero
Gobetti, Benedetto Croce, Luigui Pirandello, Máximo Gorki; y con ellos
analizó el proceso social, los cambios de la época, el fracaso de la
sociedad imperante y las nuevas perspectivas que la historia abrís para
pueblos y naciones. Con ellos, asumió que la vida “más que pensamiento,
quiere ser acción; esto es, combate”.
Y
a combatir vino de retorno, el 17 de marzo de 1923, cuando reivindicó
su compromiso con el proceso peruano. Sus libros de entonces -”La escena
contemporánea” y los “7 Ensayos”, a más de los que dejara concluidos y
que se publicaran después; la revista inigualada revista Amauta, la
edición de “Labor”, la fundación de la herramienta política creada en
1928 con el nombre de Partido Socialista, la creación de la CGTP y la
formación de otras organizaciones populares; fueron el signo de su
valioso aporte aquel que lo consagró –así lo diría Julio Antonio Mella-
“como el orientador de un mundo por nacer”.
De
Mariátegui podríamos aprender muchísimo, pero valorar sobre todo su
lealtad a la causa del socialismo y su consecuencia en la lucha
concreta: “Mi visión de la ´época -nos dijo- “no es bastante objetiva,
ni bastante anastigmática. No soy un espectador indiferente del drama
humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe”.
El
Amauta, no tuvo una vida tranquila ni apacible. Fue acosado, perseguido
y encarcelado. Atacado, vilipendiado y agredido. Pero supo siempre
alzarse por encima de la adversidad; consciente que, más allá de las
palabras, estaba la acción, aquella que habría de ubicarlo en lo más
alto del pensamiento humano. (fin)
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