De modo general se sabe que por “tiempos de fronda”, se alude a un periodo convulso en la historia de Francia
en años aciagos, en tiempos en los que imperaba la voluntad de Ana de
Austria encaramada en Versailles cuando Luis XIV aún era niño. Para
nosotros, la expresión tiene otro carácter.
Aquí,
ella luce de otro modo porque se refiere a contrastes y derrotas, a
retrocesos y repliegues, en los que asoman nuevamente diferencias en el
campo popular; y la derecha bate palmas, azuzando a unos contra otros.
Vale entonces evocar a Mariátegui hoy que se cumplen 94 años de su
encuentro con la historia. El 16 de abril de 1930, cuando el régimen de
Leguía vivía sus últimos estertores, se apagó la vida del Amauta, quien
fuera considerado por Henri Barbusse “la nueva luz de América”.
Mucho
se ha escrito acerca de él, de su vida y de su obra. Y mucho más habrá
de escribirse más adelante. Y es que su legado constituye cantera
inagotable no sólo para sus seguidores, sino también para todos los que
honradamente buscan conocer la naturaleza de los problemas que agobian
al Perú y América en estos años de prolongada crisis de descomposición
del sistema de dominación imperante.
Corresponde
a unos y otros precisar el sentido esencial de su mensaje, aquel que
nos legara en uno de los periodos más convulsos de la historia nacional,
cuando el Perú transitaba del viejo orden semifeudal y semicolonial
hacia otro más moderno: a una incipiente y aún poco desarrollada
sociedad capitalista.
Que
la vida y la obra de José Carlos despierta creciente interés entre
nosotros, se acredita con las publicaciones recientes. En los últimos
meses han salido a luz tres libros de innegable importancia. Ellos
constituyen testimonio vivo del interés que despierta su mensaje creador
y revolucionario.
“Por la creación heroica”, se titula un dossier de imágenes y artículos sistematizados y compilados por Lucho Garate
Sánchez, director de “Comunicambio” y laborioso periodista que integra
una nueva generación de mariateguistas. Allí se abordan las múltiples
facetas del Amauta: político, pensador, periodista, escritor, ensayista,
hombre de cultura; y se perfila su pensamiento en temas muy variados
que van desde su mensaje a los trabajadores, hasta las tareas de la
juventud y el papel de las mujeres. El material está acompañado por
numerosas y bellas fotografías a color que engalanan una edición que no
tiene precedente en la vida nacional.
“Sembrador
de ideas” es una edición hecha en España por José Octavio
Toledo-Alcalde, un peruano radicado en la Península Ibérica con amplios
antecedentes intelectuales. En el libro, al que acompañan más de 60
fotos de una sugerente galería, se recoge un prolijo estudio referido al
Amauta y su visión de los asuntos de género tema que, en lo
fundamental, ha sido omitido por estudiosos e historiadores, En verdad,
sólo María Wiesse, Angela Ramos, Sara Beatriz Guardia y Eloísa Arroyo y
mas recientemente Aida García Naranjo, abordaron las concepciones de
Mariátegui referidas al mundo femenino. Para los hombres, éste fue una
suerte de “tabú”. Toledo lo asume plenamente.
“Mariátegui
y Gamaliel Churata en el siglo XX”. Un trabajo referido a su
correspondencia, literatura y militancia, resultan abordadas por José Luis Ayala,
el poeta y prolífico escritor puneño, uno de los más asiduos estudios
del Amauta. La edición -hecha por la Universidad Nacional del
Alltiplano- recoge sobre todo la correspondencia sostenida entre estas
dos vigorosas personalidades peruanas del siglo XX y va acompañada por
28 fotografías de la época. Refleja el interés vivo que el autor de los
“7 Ensayos…” tuvo por el dominio del sur andino.
Como
se puede apreciar, hay siempre un mundo de elementos que ayudan a
solventar el legado del Amauta. Es indispensable ocuparse de ellos, en
lugar de pergeñar dificultosos devaneos tratando de “acomodar” las
concepciones de Mariátegui a nuestras propias ideas o convicciones
personales.
Se
trata de juzgar al Amauta por lo que fue en vida y no inventar
escenarios inexistentes. José Carlos Mariátegui fue un comunista clásico
que respaldó sin reparos a la Revolución Rusa del año 17, que admiró
sin reservas al Partido Bolchevique y a sus hombres, que mostró casi
devoción por Lenin y por su legado histórico. Nadie podrá mostrar jamás
un sólo texto en el que se refleje duda, suspicacia, recelo o rechazo de
Mariátegui respecto a Moscú o a su mensaje. Suponer que fue crítico de
Stalin o seguidor incondicional de Trotski, es tan absurdo como creer
que fue maoísta, adversario de Hugo Chávez o enemigo del “foquismo”.
Absolutamente nada podría acreditarlo. En todos estos casos, se trata de
personas o fenómenos que asomaron en otro momento, vivieron en otros
tiempos y épocas. A ellos, el Amauta no los llegaría a conocer, ni a
evaluar.
Estos
tiempos, en los que se pone otra vez de moda juzgar a las personas por
lo que alguna vez dijeron, o por la filiación que se atribuye a sus
padres, o por lo que quisiéramos que hubiese dicho alguien, no ayudan al
movimiento popular.
Ante
ellos hay que levantar banderas de optimismo, de unidad y de lucha,
recoger el legado de Mariátegui, y asumirlo como herramienta de
victoria.
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Bruno Portuguez, "José Carlos Mariátegui", óleo sobre lienzo.
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