Humberto
Campodónico*
Desde el 2003
hasta el 2012 hemos vivido el “súper ciclo” de precios de los productos
básicos. Así sucedió con los metales y minerales (cobre, zinc, plomo, plata,
hierro, oro), así como con los productos agrícolas (soya, maíz, trigo, arroz) y
el petróleo. Según la revista The Economist, el índice general de
precios de las materias primas se triplicó en dicho período, aunque en muchos
casos –como con el cobre– los precios se quintuplicaron.
La bonanza
económica causada por este “súper ciclo” desembocó en enormes ganancias para
los países productores, provocando un gran crecimiento económico. Como la
mayoría de las materias primas se producen en los países en desarrollo hemos
vivido una situación inédita: los países chicos crecían al doble que los
grandes industrializados y aumentaba su participación en el PBI mundial.
Pero no siempre
ha sido así. Dice The Economist: “El
alza reciente ha revertido la tendencia a la baja que duró un siglo. Los
precios de las materias primas industriales cayeron 80% en términos reales
entre 1845 (cuando comenzamos los cálculos) y el 2002, año en que se llegó al
punto más bajo. Pero buena parte del terreno perdido en los últimos 150 años se
recuperó en solo una década” (1)
Esta tendencia
decreciente real iba a contramano de teoría económica “ortodoxa”, que proclama
que todos los países ganan con el comercio pues, en el largo plazo, los precios
de todas las mercancías –ya sean materias primas o productos industrializados-
tienden a igualarse. Así, los países deben especializarse en la producción de
aquellos bienes que les ha proporcionado la naturaleza. No importa que entren a
la división internacional del trabajo en esa condición, porque el mercado y el
comercio internacional harán su tarea.
Fue esta
contradicción entre teoría y realidad la que llevó al economista argentino Raúl
Prebisch, primer jefe de la Cepal, a plantear en 1949 que “los países de la
periferia” debían industrializarse para aprovechar las ventajas de precios que
sí gozaban los países desarrollados, pues no sufrían el declive constante de
las materias primas. Para ello, era necesario el apoyo del Estado con políticas
específicas, lo que se llamó “industrialización por sustitución de
importaciones”
Por una serie de
motivos el modelo fracasó y, a principios de los 90, el auge de la economía
neoliberal post-crisis de la deuda externa lo denostó en todos sus aspectos.
Para el Consenso de Washington era la
demostración de que solo el mercado lleva al crecimiento y al desarrollo. ¡Fuera
el Estado!
Pero en el
Sudeste Asiático, desde mediados de los 70, varios países inician un
crecimiento notable: Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong-Kong, los “cuatro
tigres”.
La economista Alice Amsden –fallecida en
el 2012– demostró (2) que no se debió al libre mercado sino a políticas de
Estado proindustrialización en alianza con los grupos económicos nacionales: la
“industrialización tardía” para sustituir las exportaciones existentes por
exportaciones industriales.
Aquí comienza la
recuperación de los precios de las materias primas, pues son vitales para la
ampliación de la base industrial y para la propia producción. La reversión
total de la tendencia se da con China en el tablero de la industrialización
mundial a mediados de los 80. China tiene más del 50% del consumo mundial de
hierro, carbón, plomo y zinc y más del 40% del aluminio, cobre y níquel. Dentro
de pocos años su PBI será igual al de EEUU.
La cuestión
central es que los cuatro tigres (después vinieron Indonesia, Malasia,
Filipinas, Tailandia) y China se han industrializado con políticas de Estado.
Eso no ha
sucedido en nuestra región donde nos hemos beneficiado del “boom” de precios de
las materias primas para vendérselas a ellos y para que nos las devuelvan como
productos industriales.
Por tanto, si
bien ellos y nosotros hemos tenido un “crecimiento exportador” no debemos
engañarnos.
A diferencia del
Sudeste Asiático nuestra canasta exportadora consiste, en un 60%, de materias
primas. Y, como dijo en Lima hace poco la Onudi “lo preocupante es que el
aporte al Valor Manufacturero de los países de América Latina bajó del 35 al
17% de 1992 al 2012 (…) La región se ha desindustrializado”.
Hemos sido
autocomplacientes (¿la teoría ortodoxa funciona “de chiripa” porque crece
China?) y estamos gozando de una prosperidad falaz, que solo durará lo que dure
el crecimiento chino (que ya muestra sus límites, por lo cual el Ministro
Castilla le prende velitas) y los flujos positivos de capitales.
El economista
José Antonio Ocampo y otros nos dicen que se acaba el súper ciclo. Que no sea
como otras prosperidades como la del guano, salitre y caucho.
Dicho esto, hay
todavía tiempo de avanzar hacia una diversificación de la estructura productiva
y sentar las bases para un crecimiento sólido y no falaz. Que así sea.
(1) Crowded out, 24/09/2011,
http://www.economist.com/node/21528986
(2) Asia’s Next
Giant: South Korea and Late Industrialization, Oxford University Press, 1989.
*Humberto
Campodónico. Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de
Ingeniería. En 1977 obtuvo el Magíster en Desarrollo Económico en la
Universidad de París I Panthéon-Sorbonne. A su regreso al Perú, trabajó en el
Instituto Nacional de Planificación.
Desde
1978 es catedrático en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, donde obtuvo el cargo de decano en el 2010.
Se
desempeñó en el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) y en la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), como investigador
desde 1984 y como asesor en 2001 y 2002 respectivamente.
Fue
asesor de Ollanta Humala, presidente electo por las elecciones generales del
Perú de 2011. Recientemente fue designado como presidente de Petroperu.
Lunes,
10 de febrero de 2014 | 4:30 am
José Rouillon Delgado
"POR LA UNIÓN DE LOS PUEBLOS DE
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE"
Presidente del Foro-Red Paulo Freire,
Carlos Villacorta Valles:
<cvillavalle@hotmail.com>, y
Director Responsable del blogspot.com.
de: Foro-Red Paulo Freire
Latinoamericano-Perú peruforopaulofreire@yahoo.es
responder a:
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Cc: DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE UNION
DE LOS PUEBLOS <uniondelospueblos@yahoogroups.com>
fecha: 10 de febrero de 2014, 9:50
asunto: Se acaba el súper ciclo, por
Humberto Campodónico
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Nota.- Una década duró el “súper ciclo”
Su base es el extractivismo de minerales en bruto y la extranjerización de la
tierra.
Antes
se proponía el valor agregado. No exportar minerales en bruto sino elaborados
así fuera primariamente, dando trabajo al obrero y hasta al técnico del país.
Pero la empresa transnacional requiere dar trabajo a sus nacionales. Por eso
impuso el extractivismo, y hasta acuñó este término tan preciso y elocuente.
Y,
¿cuál fue el resultado para las transnacionales? Según la estadística
recopilada desde 1845, resulta que con este crecimiento económico, con este “súper
ciclo” buena parte del terreno perdido
en los últimos 150 años se recuperó en solo una década, por parte de las
empresas extranjeras dominantes.
En
el plan de desarrollo había que sustituir exportaciones. No productos primarios
sino elaborados. Pero la Cepal nada dijo al respecto, pues el “sustituir
importaciones” es consigna muy grata para captar inmediatamente adeptos. Y ya
vemos los resultados.
Bien
resume el documento, que “Por tanto, si
bien ellos y nosotros hemos tenido un “crecimiento exportador” no debemos
engañarnos” Y concluye que El
resultado es que la región se ha desindustrializado.
El
término desagrarización-desindustrialización-informalidad laboral le parece
exceso, hasta ignorancia de la realidad, a más de un comentarista. Pero si lo
dice un especialista en temas económicos, ¿se podrá desconfiar de él?
El
Estado mendigo ha pasado por denominar país minero, país guanero, país cauchero,
país pesquero a nuestro país, y ahora país con crecimiento económico superior a
China, ocultando la realidad de a quién sirven estas denominaciones
Y
el extractivismo actual hace pareja con la extranjerización actual. Empresas
extranjeras están “comprando” tierras. Es
la nueva forma de economía colonial que impone el neoliberalismo para enfrentar
la crisis terminal del sistema dominante.
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