viernes, 8 de abril de 2016

En todas partes se cuecen habas

                                                     
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En todas partes se cuecen habas
UNO
ELECCIONES BASURA
LA CAMPAÑA ELECTORAL BASURA
Si damos por buena la definición aportada por Gustavo Bueno para la televisión basura como aquellos programas “que se caracterizan por su mala calidad de forma y contenido, en los que prima la chabacanería, la vulgaridad, el morbo y, a veces, la obscenidad y el carácter pornográfico”, podemos afirmar que hemos asistido, por analogía, a una auténtica campaña electoral basura. Y teniendo en cuenta que la campaña de las elecciones generales de 2015 ha sido, con mucho, la más televisiva y televisada desde que existe este maléfico aparato electrodoméstico, es posible concluir que la basura electoral ha invadido todo el país.
Al igual que aquellas palabras anticuadas o cuyo desuso las conduce al peligro de extinción, la palabra ética y su significado parecen más amenazados de desaparición en España que el lince ibérico o el urogallo. De hecho, más propio que de elecciones generales sería hablar de “disecciones generales” porque han dejado al descubierto las vísceras podridas y malolientes de una sociedad que renuncia a principios y valores al ritmo de la batuta televisiva. Hasta el punto de que los programas del “corazón” hablan de política y los programas de política se convierten en espectáculos “rosas”
El modelo de campaña electoral que ha inaugurado la Segunda Transición, sin duda alguna, ha cumplido su cometido de centrar el voto en las cuatro únicas opciones políticas visibles, promocionadas hasta la exageración en prime time. La influencia de la televisión es clarísima en los cuatro puntos cardinales. Incluso en la latitud más remota, sin haber conocido nunca un militante, sin haber recibido un simple sobre electoral o acudido a un mitin, una legión ha votado a Ciudadanos, por citar un ejemplo.
El voto de centro se decide disfrutando de un refresco y unas palomitas en el sofá de casa. Los grandes líderes políticos de la Segunda Transición nacen, crecen, se reproducen y mueren en los platós de televisión. Para la nueva política hay que estar dispuestos a volar en globo aerostático, escalar aerogeneradores, participar de copiloto en rallies y soportar a Bertín Osborne, Ana Rosa Quintana o María Teresa Campos. Son las campañas a la americana, los jeans o las bases militares.
Del espectáculo organizado por la Academia de Televisión entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez quedarán únicamente las palabras gruesas cruzadas entre los candidatos. Gracias a sus reproches confirmamos que Rajoy “no es decente” y que Sánchez es “ruin, mezquino y miserable”. Un show que tuvo su prolongación simultánea en otra cadena donde Pablo Iglesias y Albert Rivera ejercían como comentaristas del debate, emulando a los locutores deportivos.
El populismo televisivo lleva al nuevo líder político a asumir el riesgo virtual de los focos bajo cualquier situación. Pero el riesgo real lo sufren los enfermos sin tratamiento, la comunidad educativa que resiste la LOMCE y los recortes, los migrantes que cruzan el estrecho o se hacinan en el CIE; quien padece el paro, no llega a fin de mes o soporta la explotación laboral y la amenaza constante del despido, la mujer que sufre las palizas del macho posesivo, las víctimas de los desahucios y un largo, larguísimo etcétera. Puede que millones depositen su voto para aquellos que convierten su sufrimiento en “una ventana de oportunidad”. Pero el vínculo del elector con la opción política es el programa, y la sintonía programática es ideológica, es la que debiera materializarse en voto. Después vienen los fraudes y las decepciones.
Además de los cuatro magníficos, la campaña tuvo otro denominador común: el ninguneo deliberado de la tercera fuerza política del país y de su candidato a la Presidencia, Alberto Garzón. El maltrato mediático no puede ser una excusa ni un lloriqueo para justificar el mal resultado de IU-UP: es entender que existe lucha de clases y militamos en uno de los bandos; es comprender que han forjado un Pacto de Estado en el cual decidimos no participar; es discernir que está en marcha una Segunda Transición y no aceptamos su consenso. Y estas son las consecuencias.
La verdad, da mucha pereza tener que sufrir más campañas electorales basura, pero esto no ha hecho más que empezar. Es necesaria una regeneración ética a todos niveles, incluyendo la izquierda (¡uy, lo que he dicho!) o sobre todo en la izquierda. Pronto, porque la lucha es ideológica y van ganando
-Y digo yo… ¿aquí no haría falta una revolución?
-Y luego, ¿por qué me lo preguntas?
Dolores de Redondo
LA RETRANCA
DOS
CUANDO EL ENEMIGO SE ESCONDE
EN LAS ONG’S
En su último libro, Espectros del Capitalismo (Capitán Swing), Arundahti Roy analiza, entre otras muchas cuestiones, la perversa influencia de las ONG’s en la India y en general en todo el mundo. Se trata de una tesis que ya adelantó el sociólogo estadounidense James Petras hace veinte años. En los tiempos actuales, en los que las intervenciones militares van precedidas de campañas mediáticas de convencimiento y muchas revoluciones son diseñadas y teledirigidas desde el poder, las ONG’s han demostrado cumplir un gran papel como agentes reaccionarios. El espectro es amplio. Tenemos al premio Nobel y Príncipe de Asturias Muhammad Yunus con sus microcréditos que han llevado al endeudamiento y la usura a los más pobres. Las empresas de microfinanzas en la India son responsables de cientos de suicidios.
Desde los países ricos, toda una legión de fundaciones, convenientemente financiadas por grandes corporaciones se dedican a apoyar programas, proyectos, cursos y becas “políticamente correctas” desde la óptica neoliberal. Quienes no se ajusten a sus patrones ideológicos son desprovistos de fondos y marginados de universidades y foros internacionales. El resultado es un discurso monocorde de una única ideología que lo abarca todo, que ha colonizado todo lo cotidiano y que hace impensable propuestas o iniciativas a contracorriente del modelo dominante. Armadas con sus miles de millones, estas ONG’s no cesan de convertir a potenciales revolucionarios en m sumisos activistas remunerados. Artistas, intelectuales, escritores, cineastas… abandonan una confrontación radical para sumarse al discurso de un progresismo descafeinado sustentado en elementos como el multiculturalismo, la igualdad de género, desarrollo comunitario, políticas identitarias, tolerancia sexual. Como ya señaló Petras, se trata de causas y valores que generan un consenso bastante amplio e indiscutible, pero que no enfrentan el sistema económico y político dominante y, en cambio, sirven para canalizar una reivindicación que podría apuntar contra los pilares del modelo. Un ejemplo son algunas organizaciones de derechos humanos con su equidistancia entre ejército israelí y Hamas, Estado colombiano y guerrillas, Cuba y Estados Unidos, OTAN y gobierno sirio.
Con el movimiento feminista ha sucedido algo parecido, se impone un feminismo liberal desligado de los movimientos populares de base anticapitalistas y antiimperialistas, y ahora se limita a denunciar la violencia de género, las condiciones de las trabajadoras del sexo, las aberraciones medievales en algunas culturas o el sexismo en la publicidad. Nada que preocupe o dañe al modelo neoliberal dominante.
Como denuncia brillantemente Owen Jones en Chavs. La demonización de la clase obrera (Capitán Swing), la pobreza se enmarca en un problema de identidad. Nada de clases sociales, y mucho menos de lucha de clases, el discurso de la progresía occidental, influenciada por el aparato ideológico de las ONG’s, gira en torno a las minorías étnicas, culturales o sexuales. La guerra entre ricos y pobres ha desaparecido de la agenda y del imaginario de la nueva izquierda del primer mundo. De ahí que el trabajador explotado europeo, blanco y católico sólo se siente identificado por su nacionalidad, raza y religión y, en consecuencia, acaba en la ultraderecha.
Y así se termina llegando a que el Centro Martín Luther King, nacido en homenaje a quien terminó asesinado por comprender y combatir las conexiones entre capitalismo, imperialismo, racismo y la guerra de Vietnam, haya terminado copatrocinando un ciclo de conferencias titulado “El sistema de libre empresa: un agente para el cambio no violento”. Un ejemplo de la eficacia de las donaciones de las Fundaciones Ford y Rockefeller.
Pascual Guerrero
CONTRA EL TALÓN DE HIERRO
Nota.- Ambos artículos en:
Mundo Obrero
Mensual del PC de –España
Nº 292, enero de 2016
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
8 de abril de 2016


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