domingo, 20 de junio de 2021

¡¡¡RECORDANDO AL MAESTRO ALFREDO TORERO FERNANDEZ DE CÓRDOVA EN EL 17° ANIVERSARIO DE SU DESAPARICÓN FÍSICA (2004-19 JUNIO-2021)!!!

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Omar Meneses Valcarcel


¡¡¡RECORDANDO AL MAESTRO ALFREDO TORERO FERNANDEZ DE CÓRDOVA EN EL 17° ANIVERSARIO DE SU DESAPARICÓN FÍSICA (2004-19 JUNIO-2021)!!!
Por Omar MENESES VALCARCEL
Así como Julio C. Tello es el padre de la Arqueología Peruana, el maestro Alfredo Torero es el Padre de la Lingüística Peruana. Con este pergamino, la vida y la trayectoria de Alfredo Torero Fernández de Córdova es un botón de muestra en la lucha por conquistar Un Perú Nuevo en el Mundo Nuevo. Su producción académica habla por sí misma de la trascendencia de su obra intelectual estudiando las lenguas peruanas y sus orígenes en la historia del Perú.
Pero su espíritu rebelde adquirido cuando estudió en el Primer Colegio Nacional de la República de Nuestra Señora de Guadalupe y consolidado cuando ingresó a estudiar Antropología y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos marcaron para siempre su práctica social, adquiriendo por ello su férrea y sólida personalidad al servicio del Socialismo Peruano.
Murió en el exilio acusado de pertenecer al movimiento subversivo del siglo pasado, acusación falsa pero que fue usada como pretexto para encarcelarlo en la siniestra DIRCOTE apenas dejó de ejercer el cargo de Vicerrector Administrativo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; fue torturado con vendas en los ojos y piedras que apretaban sus máculas que ocasionaron a la postre daño irreversible; sabotearon su automóvil para que sufriera un accidente automovilístico, y fue abaleado en la Vía Expresa mientras circulaba por ella.
Han transcurrido 17 años desde esa fatídica desaparición física, pero su memoria y sus inquietudes siguen siendo nuestro norte en la lucha por el Cambio Social.
Una de sus alumnas, que cuidó de él en el exilio, escribió un artículo trascendental que grafica vívidamente al maestro Alfredo en su vida obligada en el extranjero. Yolanda Sala Báez (Traductora e Intérprete, Miembro del Consejo Directivo de la Cámara de Traductores, Intérpretes y Filólogos de Bélgica) falleció hace dos años, y está pendiente recordarla en su vida y trayectoria también, pero hoy ambos (Alfredo Torero y Yolanda Sala) están presentes en nuestros recuerdos.
Por esa razón, la reproducción del artículo de Yolanda rinde un homenaje a la memoria y trayectoria del maestro Alfredo Torero Fernández de Córdova…
19/Junio/2021
Omar’2021|
 
AVATARES DE UNA TRADUCCION – LA OBRA DE UN GRAN LINGÜISTA
YOLANDA SALA BAEZ
Traductora e Intérprete
Miembro del Consejo Directivo de la
Cámara de Traductores, Intérpretes y Filólogos de Bélgica
El profesor Alfredo Torero reconocido académico peruano, ex vicerrector administrativo de San Marcos, sacó en prensa el resultado de más de 35 años de investigaciones sobre las lenguas precolombinas en un libro que se titula: Idiomas de los Andes – Lingüística e Historia. Su obra fue publicada por el Instituto Francés de Estudios Andinos y la Editorial Horizonte en el Perú y fue presentada en setiembre de 2003 en la Alianza Francesa de Miraflores, por el profesor Luis Millones entre otras personalidades. El único ausente en ese homenaje fue el propio autor.
Se ha dicho que para la lingüística peruana Torero ha sido lo que fue Julio César Tello para la arqueología, sin embargo Alfredo Torero sufrió persecución y tortura en el gobierno de Fujimori y, tras salvarse milagrosamente de tres intentos de asesinato, se encontró en calidad de asilado político en Holanda.
Torero optó al Doctorat d’état de La Sorbona donde obtuvo el Doctorado en Lingüística en 1965 y debía presentar este importante texto traducido al francés antes de setiembre del 2004, fecha en que dicho título académico se otorgaría por última vez.
A consecuencia de las torturas sufridas (la policía le vendó los ojos con piedras durante 15 días dañándole irremediablemente las máculas de los ojos) Alfredo Torero perdió rápidamente la vista y se encontró impedido de efectuar él mismo la traducción de este tratado.
La alternativa era encargar la traducción a un profesional pero lamentablemente la pensión que recibía como refugiado político era insuficiente para cubrir siquiera una mínima parte del costo de la traducción. En ese sentido sus exalumnos sanmarquinos, radicados por azares del destino en Europa, nos movilizamos y procuramos obtener traductores voluntarios para este empeño.
Acudimos a universidades, institutos tecnológicos, centros de formación de traductores e intérpretes, incluso nos dirigimos a la propia Sorbona, pero a pesar del interés profesional y humano que suscitó el caso no logramos encontrar a un alumno que pudiera traducir el libro como Tesis para graduarse.
El mensaje colocado en varias páginas de traductores en Internet tuvo recibimiento solidario pero, como siempre ocurre en Europa, fue difícil articular las fechas de entrega con la disponibilidad de los colegas europeos que se ofrecían a traducir máximo 10 páginas cada uno.
El texto en Español es sumamente interesante y está escrito en un castellano hermoso pero contiene lógicamente terminología técnica y especializada. El doctor Torero reconociendo esta dificultad se ofreció a estar disponible permanentemente para consultas de parte del traductor.
Tras más de 10 meses de intentos infructuosos, miles de llamadas telefónicas, mensajes electrónicos y contactos personales, encontramos la luz al final del túnel; la respuesta nos llegó de donde debimos buscarla en primer lugar: el Perú.
Con la solidaridad que caracteriza a los peruanos se podía formar un pool de traductoras dispuestas a asumir esta tarea que sería revisada por una reconocida traductora francesa, con la asesoría técnica de Alfredo Torero.
Cuando le comunicamos a Alfredo esta posibilidad su reacción fue previsible, con lágrimas en los ojos manifestó su emoción por esta respuesta pero de ninguna manera aceptaría tamaño sacrificio.
No había imaginado el costo total de la traducción de su obra, pues esperaba traducirla él mismo. La ceguera se lo impedía, pero consecuente con su honestidad y sus principios de izquierda él nunca tomaría el trabajo de un semejante sin darle el justo pago.
La traducción no pudo hacerse, el asidero intelectual que pudo haberlo mantenido interesado y alerta no se dio y Alfredo sumido en la tristeza del invierno y en la humedad de la primavera no encontró el istmo que lo mantuviera unido a su amado Perú. Muy pocos meses después empezó a sentirse enfermo y el malestar derivó en un cáncer que acabó con su vida en pocos meses.
Cuando lo visitábamos en Ámsterdam su casita de refugiado, en un barrio para personas de la tercera edad, ya empezaba a mostrar los síntomas de abandono. La casita lucía lo que rodeó a Alfredo en el destierro: la calefacción donada e instalada por una exalumna sanmarquina peruana residente en Londres, el tapizón que lo aislara del frío holandés, comprado e instalado por amigos peruanos residentes en Alemania; el tesoro más caro a su corazón: el mapa del Perú que algún profesor peruano visitante colgara en su franciscana salita y un banderín de la UNMSM que algún colega sanmarquino le llevara para alegrarlo... había también un afiche con los peces del Pacífico que Alfredo usaba como ejercicio para sus ojos, procurando encontrar los elementos comunes en sus aletas, colorido, nombre latino, etc.
Sus amados libros ocupaban un estante cerca de su mesa de trabajo, desde tratados lingüísticos hasta filosofía y poemas de Vallejo cuyo humor admiraba. Fue su voluntad donarlos a la Biblioteca de San Marcos.
Los holandeses fueron acogedores y amables con Alfredo; recuerdo dos de sus anécdotas. La primera ocurrió cuando él llegó a Ámsterdam una fría y lluviosa tarde de invierno, cuando a las 4 de la tarde ya era de noche. Había salido de Lima con su chompita de alpaca, pantalón drill, calzaba mocasines y tenía una maleta por todo equipaje. Ámsterdam lo esperaba con dos grados y con una lluvia interminable y copiosa. Aterido salía de la estación central, cuando una elegante pareja, adecuadamente vestida con largos abrigos y grandes paraguas, se le acercó. El caballero sin decirle una palabra, le entregó su gran paraguas, le sonrió y se alejó rápidamente con su pareja.
Conforme avanzaba su ceguera Alfredo evitaba salir a caminar pues no distinguía el borde de la vereda. Más de una vez se cayó en la calle y nunca faltó la mujer o el hombre que corriera a auxiliarlo, poniéndole una almohada bajo la cabeza, cubriéndolo con una manta y llamando a una ambulancia. Una vez llegada la ambulancia partían con él hasta el hospital para asegurarse de que recibiera la atención necesaria.
Alfredo decía que para conservar la cordura, el exiliado alejado de la patria amada debía forjarse una segunda familia en el país que lo acoge. Y así lo hizo. Roberto Cedrés, asilado uruguayo fue un amigo entrañable para Alfredo. Con su dominio del holandés y de la cultura de este país lo guió, lo orientó y lo acompañó como un verdadero hermano en sus momentos de agonía en Ámsterdam; es más, logró que el gobierno de Holanda lo enviara a España donde residía Mosita, hermana menor de Alfredo y amigos médicos peruanos que estarían a su inmediata disposición. Fue así que Alfredo falleció en España, país que le había negado el asilo político cuando él tuvo que salir del Perú.
Alfredo fue asesor de tesis de varias personas y Mafi, lingüista chilena, tomó turnos con Roberto para visitarlo diariamente en el hospital. Otros que vivíamos más lejos lo llamábamos por teléfono todos los días pues poco a poco formamos la segunda familia que Alfredo necesitaba cerca suyo.
Su partida a España fue rápida y triste, algunos pudimos despedirnos personalmente de Alfredo y agradecerle su dedicación, su honestidad, sus luchas, su entrega constante a sus ideales, sus aportes profesionales y su solvencia moral. Un hombre honesto en el Perú es una rara flor, una joya.
Lo que más lamentamos fue saber que habiendo gente de izquierda en el gobierno de Toledo no se le aceptaran sus innumerables pedidos de reconsideración ni se le brindara la oportunidad de regresar a su patria, abrazar a los suyos y respirar su mar de Huacho.
Hecho extraño en un país donde sí que le fueron condonados más de 100 juicios a un criminal comprobado como Alan García y donde seguramente otros tantos le serán perdonados a Alberto Fujimori y a Vladimiro Montesinos.
Nadie le dio a Torero la oportunidad de regresar al Perú y explicar su versión de los hechos que hicieron que su caso fuera incluido, por órdenes del hoy fugado Fujimori, en el mismo expediente que el de Abimael Guzmán. Alfredo Torero “era una papa caliente” para los políticos de todas las tiendas, especialmente las de izquierda.
Roberto Cedrés le brindó a Torero la oportunidad que todos los políticos peruanos le negaron, Alfredo narra en un video su versión de la historia del Perú. Habla de su vida personal; de su relación con su padre; de su amor por el quechua, de su amistad con José María Argüedas. Refiere la lucha contra los apristas en el colegio Alfonso Ugarte, en la casona de San Marcos, en los sindicatos, en las organizaciones populares.
Describe la forja del ARI y los entretelones de las luchas intestinas que frustraron la gran ilusión de los peruanos en los años 80. Alfredo deja un testimonio contra la amnesia histórica, se despide de su pueblo, de sus colegas, de sus familiares y amigos y espera que alguien tome su posta... documento valiosísimo que Roberto Cedrés deseaba presentar en San Marcos el 18 de junio de 2005, tal como se lo prometió a Alfredo para que quedara al alcance del pueblo peruano en todos los sectores.
Bélgica, 13 de junio 2005
yoli_sala@hotmail.com

 

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