miércoles, 23 de marzo de 2022

EL HADA DE PUYAU por José Félix Damián

 EL HADA DE PUYAU

Tradición del pueblo de LAMPIÁN

Jacinto y Manuel eran dos pastorcillos que cuidaban sus ovejas en las agrestes punas de Chaqui Cocha en la jurisdicción del pueblo de Lampián. Una tarde al regresar con el ganado al redil encontraron en la choza exquisitas comidas recién preparadas y servidas. Como la grata sorpresa se repitiera por varios días seguidos, acordaron que Jacinto el hermano mayor se quedara para espiar de quien provenía tan sabroso regalo.

En efecto, a mediodía bajo de las cumbres una hermosa doncella portando la misteriosa vianda. Al verse descubierta por Jacinto, dijo que venía enviada por su patrón, quien ordenaba que ambos fueran a la hacienda.

-Y mi hermanito, ¿con quien se va quedar? Requirió el zagal.

-También él ha de venir después, contestó ella.

Prendada por la belleza de Hada, Jacinto le siguió cuesta arriba hasta la laguna de PUYAU, en cuyos bordes ella le ordenó que cerrara los ojos. Cuando abrió nuevamente, Jacinto se encontró en una gran Casa-Hacienda rodeado de hermosos jardines, campos de cultivo y ganado que ramoneaba pacíficamente. Una numerosa servidumbre atendía todos los quehaceres de la finca.

La dueña y reina de esta fantástica riqueza era nada menos que la doncella que le había llevado. Ella se casó con Jacinto de muy buen talante, viviendo felices y contentos hasta el día en que el recuerdo de la estancia y el ganado, de su hermanito y su pueblo, lo entristeció tanto que terminó por pedir permiso para ir a verlos por un corto tiempo.

El Hada consintió el viaje pero a condición de regresar al tercer día y de no tener contacto con ninguna mujer de Lampián. Ya en su pueblo, Jacinto se olvidó de todo, divirtiéndose a sus anchas por ocho días corridos, rodeado siempre de hermosas Evas lampianistas, tomando y gastando a manos llenas por todas partes.

Cuando regresó a PUYAU, el Hada le esperaba furiosa a orillas de la laguna, ordenándole que se bajase del mulo que le había dado para el viaje. Luego, ella montándose en la acémila, pico veloz al centro de la laguna. Jacinto, vanamente trató de alcanzarla. Al tocar el agua, quedó convertido en piedra. Aún puede verse la punta de una roca sumergida en la entrada de dicha laguna. 

 Fuente: Mitos, Leyendas y Tradiciones de Canta y Huaral

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